FIGURAS DE LA EUCARISTIA EN EL PARAISO TERRENAL
PREPARACIONES DIVINAS.
— Consagraremos los dos primeros días de la Octava que comienza hoy, a
esbozar brevemente la historia de la preparación eucarística. La viva
luz que arrojará sobre el dogma mismo, dará a entender bastante su
importancia. No se extrañe nadie al ver a la eterna Sabiduría prodigando
en estos dos días sus divinas atenciones a nuestra naturaleza. Tomando a
las Escrituras por guía en esta exposición, como en todo el resto de
esta obra, hemos debido tomar también sus expresiones. Ahora bien, se
expresan de este modo antes de la Encarnación: La segunda persona de la
Trinidad augusta aparece claramente en ellas con el nombre de SABIDURÍA,
y con título de Esposa, hasta que, realizada su unión con el hombre en
grado más elevado que debió alcanzar en Cristo-Jesús, se eclipsa, por
decirlo así, ante el Esposo, y parece perder hasta su nombre.
Aprendamos, a ejemplo de nuestros padres, a honrar a la Sabiduría divina
y a reconocer el amor que la fuerza a unirse de modo inefable al hombre
desde la eternidad.
FIGURAS SIMBÓLICAS: EL ÁRBOL DE LA VIDA.
— Dice la Escritura que Dios había plantado desde el principio un
jardín delicioso, para colocar allí al hombre. En medio del jardín
crecía un árbol con significado misterioso: más hermoso que todos los
demás, se llamaba el árbol de la vida. Un río, que se dividía en cuatro
canales, regaba este lugar de delicias; llamado asimismo río de la vida,
San Juan nos lo muestra en el Apocalipsis, como saliendo del trono de
Dios y brillante como el cristal (Apoc., XXII, 1). Arbol y río cuyo símbolo no supone de
ningún modo el pecado futuro; colocados por Dios en esta morada de
inocencia, entran como elementos en la noción del plan divino primitivo,
y no significan ni anuncian algo que de por sí no se refiera al estado
de inocencia.
¿Cuál será el fruto, del árbol de la vida,
cuyas hojas, nunca marchitas (Salm., I, 3) son la salud de los pueblos (Apoc., XXII, 2) sino la
misma Sabiduría divina en su sustancia? Alimento de los Ángeles en su
forma divina, lo será también del hombre en su doble naturaleza, a fin de
que, llegando por la carne al alma, la llene de su divinidad.
La Sabiduría divina se había, pues, anticipado
al hombre en el Paraíso; aún no estaba él allí, cuando esta sabiduría,
impaciente en su amor, habitaba ya en él para esperarle, y le esperaba
en este árbol de la vida que por sí misma había plantado en unión con el
Altísimo, como inspiradora de sus obras (Sag., VIII, 4). "Como manzano fecundo entre
árboles estériles del bosque, dice la Esposa del Cántico, así es mi
Amado entre los hombres; me senté a la sombra de aquél que deseaba, y su
fruto es suave a mi paladar" (Cant., II, 3). ¡Era el fruto delicioso del árbol de la
vida que simbolizaba a la Eucaristía!
LA REALIDAD : EL PAN DE VIDA.
— Pero la Sabiduría nos invitaba ayer a comer en su casa del pan, no
del fruto en el jardín. ¿De dónde viene en realidad esta transformación
que no responde ya sino a la figura? Débese a que el hombre, soberbio,
gustó del fruto prohibido, que le perdió por su desobediencia y que le
echó del lugar de delicias. En lugar de los frutos del paraíso, tendrá
en adelante al pan por alimento; pan que cuesta trabajo y sudor, pan que
debe ser triturado por piedras y pasado por el fuego. Es la sentencia
dada por Dios (Génesis, III, 19). Mas ¡ay!, esta justiciera sentencia irá más lejos que el
culpable; por encima del hombre, recaerá sobre la misma Sabiduría divina
que se dio al hombre por alimento y por compañera. Porque, en la
inmensidad de su amor, no despreciará a esta naturaleza caída; la
abrazará para salvarla, hasta en las consecuencias de la caída,
haciéndose, como el hombre, pasible y mortal. Para llegar hasta el
hombre, deberá abrirse paso a través de las espinas y matorrales de su
nueva habitación. Una casa levantada (Prov., IX, X) con trabajo contra las intemperies
de la tierra del destierro, acogerá el festín de las bodas, y el manjar
de este festín no será el fruto del árbol de la vida, sino el trigo
divino triturado por el dolor y tostado sobre el altar de la cruz.
Año Litúrgico de Guéranger
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