El glorioso fundador de la orden
Premonstratense, san Norberto, nació en Seten, en una de las más ilustres casas
de Alemania y fué hijo de Heriberto conde de Gnepp y emparentado con el
emperador. En su mocedad engolfóse en las vanidades del siglo y era "'como
el alma de todas las diversiones de la corte; mas caminando un día a caballo
hacia un lugar de Westfalia llamado Freten seguido de solo un lacayo, se
levantó una furiosa tempestad, y cayó un rayo a los pies de su caballo, que le
derribó, quedando como muerto por espacio de una hora. Vuelto en si, sintió de
tal manera trocado su corazón que exclamó como Saulo: «Señor, ¿qué quieres que
haga?» Y desde aquel día dejó los ricos vestidos, y dando de mano a todos los
devaneos del mundo, resolvió entregarse del todo al servicio divino. No había
querido recibir hasta entonces las órdenes sagradas a pesar de ser canónigo; y
una vez recibidas, comenzó a predicar con gran fervor, y admiración de los
oyentes, que veían convertido en santo misionero al que habían visto cortesano
tan liviano y disoluto. Habiéndosele juntado trece compañeros, buscó un lugar
solitario, áspero y apartado que se llamaba Premonstrato, en el obispado de
Lauduno, donde asentó los fundamentos de un monasterio; y allí tuvo su origen
la nueva religión que del mismo lugar se llamó Premonstratense, y tomó la regla
de san Agustín y el hábito blanco de los canónigos reglares. Entabló con sus
compañeros una vida muy penitente y más angelical que humana; y el Señor le
ilustró con singulares dones de profecía y de milagros. Mas acompañando en un
viaje a Alemania al conde de Champaña, fué elegido muy a pesar suyo para el
arzobispado de Magdeburgo, y conducido con guardias da vista a aquella iglesia,
a donde llegó con su pobre hábito y con los pies descalzos, pero con universal
aplauso y gozo del clero y del pueblo. Vino a él un día un hombre para
confesarse; y aunque llevaba traje de penitente, así que el santo le vio, mandó
que le quitasen la capa y que mirasen lo que traía y hallaron que iba armado
con un puñal para matar al Arzobispo, como él mismo, lo confesó arrepentido ya
de su pecado. Finalmente habiendo provisto de prelado a la religión
premonstratense, y gobernado santísimamente su iglesia de Magdeburgo por
espacio de ocho años, a los cincuenta y tres de su vida preciosa entregó su
espíritu en las manos del Criador, quedando su santo cadáver sin la menor señal
de corrupción y expuesto nueve días a la veneración del pueblo.
Reflexión: Escribe Paulo Morigia
en la Historia del origen de las religiones, que la religión
premonstratense creció tanto, que tenía treinta provincias, y en ellas más de
mil y trescientos monasterios, y cuatrocientos de monjas. Pero ¿quién podrá
decir la muchedumbre de santos religiosos y las excelentes virtudes con que han
ilustrado a la Iglesia de Dios? Toda esta gloria redunda en alabanza de san
Norberto y es fruto de su conversión. Si hubiese permanecido en los peligros de
la corte y en la vanidad del mundo, no hubiera hecho nada, y por ventura se
hubiera perdido, y sido causa de la perdición de muchas almas. Convirtióse de
veras al Señor, y de caballero mundano, vino a ser gran santo y padre de
innumerables santos.
Oración: Oh Dios, que hiciste
tan excelente predicador de tu divina palabra al bienaventurado Norberto, tu
confesor y pontífice, y por su medio te dignaste aumentar tu santa Iglesia con
una nueva familia; concédenos por sus merecimientos, que practiquemos lo que
nos enseñó con sus ejemplos y palabras. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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