lunes, 13 de febrero de 2017

13 de Febrero: MEDITACIÓN SOBRE EL CORAZÓN DE JESÚS DESEOSO DE SER AMADO, POR SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO

Jesús no tiene necesidad de nosotros; con nuestro amor y sin él es igualmente feliz, igualmente rico y poderoso; y esto hizo decir a santo Tomás: «Jesucristo porque nos amó desea tanto nuestro amor, como si el hombre fuese su Dios, y la felicidad suya dependiese de la del hombre.» 



El santo Job se pasmaba, y decía: ¿Qué cosa es el hombre, para que le engrandezcas, o por qué pones sobre él tu corazon? (Job, VII, 17) ¿Cómo un Dios desear y buscar con tanta premura el amor de un gusano? Gran favor habría sido que Dios solamente nos hubiese permitido amarle. Si un vasallo dijese a su rey: «Señor yo os amo,» hubiese pasado por un temerario. Pues ¿qué se dijera si el Rey hablase a su vasallo en es tos términos: «Yo quiero que me ames?» 

A esto no se abajan los príncipes de la tierra; pero Jesús del cielo es el que nos pide con tanto empeño nuestro amor, y con tanto apremio nuestro corazón, diciéndonos: Dame, hijo, tu corazón: Praebe, fili mi, cor tuum (Prov. XXIII).


Y si alguna vez se ve desechado de un alma, Él no se marcha, sí que se coloca fuera la puerta del corazón, y 1lama y golpea para entrar, y le ruega que abra, llamándola esposa y hermana: «Ábreme, hermana mía, esposa mía,» le dice. En suma, Jesús halla sus delicias en verse amado de nosotros , y todo se consuela cuando un alma le dice y le repite con frecuencia: «Mi Dios, yo os amo.»


Todo esto es efecto del grande amor que nos tiene, porque quien ama, necesariamente desea ser amado. El corazón pide el corazon, el amor busca amor. ¿Para qué ama Dios sino para ser amado? dice san Bernardo; y antes lo dice Dios mismo: ¿Qué te pide el Señor Dios tuyo sino que le temas y le ames? (
Deut. X, 12). 

Por esto nos hace saber que Él es aquel buen pastor, quien encontrando la oveja perdida llama a todos para que se congratulen con Él: nos hace saber también que Él es aquel padre que cuando vuelve un hijo perdido a sus piés, no solo le perdona, sí que le abraza tiernamente. Nos dice últimamente: que quien no le ama queda condenado a la muerte; y al contrario, el que le ama, mora en él y le posee. 

Luego ¿tantos ruegos, tantas instancias, tantas amenazas y promesas no nos moverán a amar a Dios, que tanto desea ser amado de nosotros?

Afectos y súplicas


Amado Redentor mío, os diré con san Agustín,Vos me mandáis que os ame, y si no os amo me amenazáis con el infierno; pero, ¿qué infierno mas horrible, qué desgracia más grande puede sucederme que ser privado devuestro amor? Si queréis, pues, aterrarme, amenazadme solamente con que he de vivir sin amaros, porque esta sola amenaza me espanta más que mil infiernos. Si en medio de sus llamas pudiesen los condenados arder en vuestro amor, el infierno se convertiría en un paraíso; y si al contrario los bienaventurados en el cielo no pudiesen amaros, el paraíso vendría a ser un infierno. Así san Agustín.


Veo ya, mi amado Jesús; que yo por mis pecados merecería ser abandonado de vuestra gracia, y con esto condenado a no poder amaros más; pero oigo que Vos seguís mandándome que os ame, y siento un gran deseo de amaros. Este mi deseo es un don de vuestra gracia que Vos me dais. Dadme también la fuerza de ejecutarlo, y haced que de veras y con todo el corazón de hoy en adelante os diga y repita siempre: Mi Dios, yo os amo, yo os amo, yo os amo. 


Olvidaos, Señor, de los disgustos que hasta aquí os he dado. Amémonos siempre; yo nunca os dejaré, y Vos tampoco me dejéis. Amado Salvador mío, vuestros méritos son mi esperanza. Ea pues, haceos amar siempre, y haceos amar debidamente de un pecador que os ha ofendido muchísimo. ¡Virgen inmaculada María, ayudadme, rogad a Jesús por mí.


San Alfonso María de Ligorio


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