viernes, 23 de marzo de 2018

24 de marzo. SAN SIMÓN, INOCENTE Y MÁRTIR. (+ 1475.) Flos Sanctorvm Santoral



El martirio del glorioso e inocente niño san Simón, lo escribió pocos días después de haber pasado, Juan Matías Tiberino, cuya relación compendiada es como sigue: «Habitaban, dice, en un barrio de Trento, que está a la izquierda del castillo, tres familias de judíos, cuyas cabezas eran Tobías, Angelo y Samuel, con quienes vivía un infernal y bárbaro viejo llamado Moisés. Estos se juntaron el jueves de la semana santa en la sinagoga y dijeron a Tobías: Tú solo, oh Tobías, puedes satisfacer nuestros deseos; porque tu tienes familiar comunicación con los cristianos, y así puedes con gran facilidad cogerles un niño, y si esto haces, tú vivirás con descanso, tus hijos con grandes medras. Con esta promesa Tobías entró a la tarde en la calle que llaman de las Fosas, y luego puso los ojos en un niño hermoso de dos años y cuatro meses, que estaba sentado y solo sobre el umbral de la puerta de su casa, y mirando el traidor a una y otra parta de la calle, y viendo que nadie le observaba, se llegó a la inocente criatura, y púsole con gran cariño un dedo en su tierna manecita. El niño le tomó el índice, y levantándose le fué siguiendo, hasta que habiendo pasado dos o tres casas, puso el judío una moneda en las manos del Niño, y acariciándole en sus brazos para que no llorase, lo llevó fuera del barrio y se entró en casa de Samuel. Allí le pusieron en la cama, y como llorase e invocase el nombre de su madre, le daban uvas pasas, confites y otras cosillas. Entre tanto la madre andaba desesperada buscando al hijo de sus entrañas, sin poderlo hallar en ninguna parte. A la noche el cruel viejo Moisés con los otros judíos, tomando aquel inocente ángel que descuidado dormía, pasaron al lugar de la sinagoga que estaba en la misma casa, y allí desnudaron aquella inocente víctima dejándola en carnes; y tomando Samuel un lienzo, le rodeó el cuello embarazándole el aliento, para que no se oyesen sus gritos, y teniéndole los demás los pies y las manos. Entonces el viejo Moisés circuncidó al niño para disponerlo al sacrificio. Sacó después unas tijeras y comentó a abrirle desde la barba la mejilla derecha, y cortándole un pequeño pedazo de carne la puso en una fuente que tenía para recoger la sangre. Tomó después cada uno de los judíos las tijeras para hacer por turno la misma sacrílega y sangrienta ceremonia, y en acabando, el infame viejo abrió con un cuchillo la pierna derecha del mártir, y cortó un pedacito de carne de la pantorrilla; y los demás hicieron lo mismo. Luego el viejo levantó en alto al niño, en forma de cruz, y le fueron punzando con agujas todo el cuerpo más de una hora, hasta que el niño espiró, y pasó a gozar de Dios en el coro de los inocentes mártires.»

Reflexión: Jamás permitió a los judíos la ley de Dios dada por Moisés, sacrificio alguno de víctimas humanas, a pesar de ser tan usada esta bárbara costumbre entre las naciones y pueblos idólatras. La religión cristiana abolió hasta los sacrificios de animales, y toda práctica de culto sangriento, y así no fué la religión divina la que inspiró a aquellos judíos los nefandos sacrificios de niños que hacían, sino la abominable superstición en que cayeron, después de haber crucificado al Hijo de Dios, y rechazado la ley de su divino Mesías. Los pueblos que dejan la verdadera religión, se olvidan de la ley de la caridad, y se vuelven egoístas, inhumanos y crueles.

Oración: Señor Dios, cuya Pasión santísima confesó el santo inocente niño Simón, no hablando, sino perdiendo por ti la vida; concédenos que nuestra vida pregone con inculpables costumbres, la misma fe que confesamos con nuestros labios. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

jueves, 22 de marzo de 2018

23 de marzo. SAN VICTORIANO Y SUS COMPAÑEROS MÁRTIRES. (+ 484.) Flos Sanctorvm Santoral



Era el gloriosísimo Victoriano el caballero más rico y principal que se hallaba en Adrumeto, ciudad de África, y de tantos méritos, que por ellos fué electo procónsul de la insigne y celebrada ciudad de Cartago. Por este tiempo se levantó la cruel persecución de Hunnerico, rey de los vándalos, contra los católicos, porque no querían seguir la infame secta del descomulgado Arrio. Quiso el monarca hereje sobornar el ánimo constante de Victoriano; mas él le respondió con gran confianza en el Señor de esta manera: «Estando seguro en mi Dios y Señor mío Jesucristo, digo que aunque me abrases en el fuego y me eches a las bestias, yo no seré jamás infiel a la Iglesia católcia, apostólica, romana: y certifico que aunque no esperase la vida eterna, nunca me preciara tanto^ del bien que el rey me puede hacer como de la fe que debo a mi Dios.» Esta respuesta dio al tirano Hunnerico; el cual quedó por ella tan enojado y colérico, que sin respetar la dignidad y nobleza del confesor de Cristo, le mandó atormentar con cuantos géneros de suplicios pudo inventar su malicia y furor. Los mismos verdugos, admirados de que pudiese sufrir tantos azotes, tanto fuego y rigor tanto, dijeron al rey que se importaba acabar de quitarle la vida, antes que a vista de su constancia prevaricasen todos los arríanos y siguiesen la fe de Victoriano. Furioso entonces, mandó añadir más tormentos, hasta que en medio de ellos, constante siempre en la fe de Jesucristo, vino el esforzado y valeroso caballero a alcanzar la gloriosa corona del martirio, perdiendo la vida temporal para alcanzar la eterna. Padecieron martirio junto con él, dos gloriosos y santos mercaderes, llamados ambos Frumencios, y ciudadanos ambos también de Cartago, y también dos santos hermanos naturales de Aquaregia, a los cuales colgaron en el aire, con un peso muy grande a sus pies, y les quemaron con planchas de hierro ardiendo, y les atormentaron tan largo espacio y con tan horribles torturas, que al fin los mismos verdugos les dejaron, diciendo: «Si muchos imitan la constancia de estos, no habrá quien abrace nuestra secta.» En los sagrados cadáveres de estos dos santos no se hallaron señales algunas de las heridas recibidas.

Reflexión: Por la constancia pintaron los antiguos una roca en medio del mar, la cual ni se mueve a los furiosos azotes de las olas, ni hace caso de sus halagüeños besos: y así decía la letra: «Siempre soy una.» Uno fué siempre el invictísimo mártir de Jesucristo Victoriano; no torcieron su ánimo incontrastable _ni las riquezas del mundo, ni sus engaños, ni los altos puestos, ni las ofertas lisonjeras del rey, ni menos sus crueles amenazas y ejecutados rigores: era roca a lo divino puesta en medio del mar de este mundo. Procuremos, pues, imitarle nosotros en esa constancia y firmeza, no maravillándonos de que la vida cristiana sea (como se escribe en Job) una perpetua milicia o tentación sobre la tierra, y entendiendo que la profesión del cristiano es profesión de hombre de guerra, que ha de pelear con gran fortaleza hasta la muerte las batallas del Señor. Ya llegará el día del descanso perpetuo, de la gloria inmortal, y del gozo sempiterno, y entonces no podremos contenernos de dar voces de alegría y alabanza, proclamando la magnífica bondad de Dios, que por unos pocos años empleados en su servicio, nos hizo participantes, de su infinita y eterna bienaventuranza.

 Oración: Oh Dios, que nos concedes la dicha de honrar el nacimiento para el cielo de tus santos mártires Victoriano y sus compañeros, otórganos también la gracia de gozar en su compaña de la eterna felicidad. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

miércoles, 21 de marzo de 2018

22 de marzo. SANTA CATALINA DE SUECIA, VIRGEN. (+ 1381.) Flos Sanctorvm Santoral


La admirable virgen santa Catalina de Suecia fué hija de Ulfón, príncipe de Noricia, y de santa Brígida, bien conocida por sus revelaciones en la Iglesia del Señor. Entrególa su santa madre, después que la destetó a una abadesa muy religiosa para que la criase, y llegando a la edad competente, su padre le mandó que tomase marido, y ella le aceptó, confiada en la bondad de Dios y en el favor de la Santísima Virgen, María su madre, que podía casarse sin detrimento de su virginidad, como le sucedió: porque habiéndose casado con un caballero nobilísimo llamado Etghardo, de tal manera le habló, que los dos hicieron voto de castidad, y la guardaron toda su vida. Yendo una vez con su madre, santa Brígida, a Asís y a Santa María de Porciúncula, les sobrevino la noche y se recogieron en una pobre casilla para guarecerse de la nieve y agua que caía. Estando allí, ciertos salteadores de caminos entraron donde estaban las santas madre e hija con otra gente; y con mucha desvergüenza quisieron verles los rostros, y como santa Catalina era hermosísima, comenzaron a hablar palabras torpes; mas ellas se volvieron a Dios, y al improviso se sintió un gran ruido como de gente armada, con lo cual huyeron espantados aquellos atrevidos ladrones. Pasó santa Catalina veinticinco años en compañía de su santa madre, la cual la llevaba consigo a los hospitales, y las dos curaban sin asco las llagas de los enfermos, y los consolaban como dos ángeles de paz, y visitaban y socorrían a los pobres. Era tan grande la fama de los milagros que obraba el Señor por su sierva Catalina, que habiendo salido una vez el Tíber de madre, inundando de tal manera la ciudad de Roma que todos temían la última ruina y destrucción de ella, rogaron a la santa que se opusiese a las ondas; y como ella por su humildad se excusase, la arrebataron y llevaron así por fuerza junto a las aguas, y en tocándolas la santa con los pies, volvieron atrás y cesó aquel diluvio peligroso. Después de haber cumplido con el entierro de su madre, volvió a Suecia y se encerró en un monasterio de monjas de Wadstem donde fué prelada, instruyendo las según la Regla que su santa madre había dejado. Finalmente, llena de méritos y virtudes, dio su espíritu al que la había creado para tanta gloria suya; y honraron su entierro muchos obispos, abades y prelados de los remos de Suecia, Dinamarca, Noruega y Gotia, y el príncipe de Suecia llamado Erico, con otros señores y barones, por su devoción llevaron sobre los hombros el cuerpo de la santa virgen a la sepultura, ilustrándola nuestro Señor con muchos milagros.

Reflexión: Entre las excelentes virtudes de la gloriosa santa Catalina de Suecia, resplandece sin duda aquella castidad y entereza virginal que conservó aun en el estado del matrimonio. Esta maravillosa pureza sólo es propia de los moradores del cielo y de muchos santos y santas de nuestra divina religión. «A esta virtud, dice el V. M. Luis de Granada, toca tener un corazón de ángel, y huir cielo y tierra de todas las pláticas, conversaciones y visitas que en esto pueden perjudicar. Hase de procurar que los ojos sean castos, y las palabras castas, y la compañía casta, y la vestidura casta, y castas la cama, la mesa y la comida; porque la verdadera y perfecta castidad todas las cosas quiere que sean castas: y una sola que falte, a las veces lo desluce todo.»

Oración: Señor Dios, castísimo Esposo de las vírgenes, que quisiste que la bienaventurada virgen Catalina se conservase intacta, aun en el matrimonio; concédenos tu gracia, para que refrenando nuestros sensuales apetitos, merezcamos llegar a la presencia de tu rostro purísimo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. 

martes, 20 de marzo de 2018

21 de marzo. SAN BENITO, ABAD. (+ 543.) Flos Sanctorvm Santoral



El gran patriarca san Benito Padre de tantas y tan sagradas religiones, fué de nación italiano y nació en la ciudad de Nursia de nobles y piadosos padres. Mientras estudiaba en Roma las letras humanas, diéronle en rostro los vicios y travesuras de algunos de sus compañeros, y dejando los estudios, y a sus padres, deudos, comodidades y regalos de esta vida, se fué a un desierto, donde se hizo discípulo de un santo anacoreta llamado Romano, encerrándose en una cueva abierta en la roca, que parecía una sepultura. Como viese el demonio el rigor y aspereza con que vivía, encendió en su imaginación una tentación sensual, terrible y vehemente; entonces el honestísimo mancebo, desnudándose de sus vestidos, se echó en un campo lleno de espinas y abrojos, y comenzó a revolcarse en ellos, hasta que todo su cuerpo quedó lastimado y llagado, y apagó con sangre aquel ardor que Satanás había encendido en sus miembros. Fué tan grato al Señor este sacrificio, que de allí adelante, (como el mismo santo lo dijo a sus discípulos) nunca tuvo otra tentación semejante, antes comenzó a ser maestro de todas las virtudes. Quedaban en el monte Casino algunas reliquias de la gentilidad y había allí un templo e ídolo de Apolo a quien adoraba la gente rústica que aún era pagana. Fué allá san Benito e hizo pedazos la estatua, derribó el altar, y en aquel sitio fundó después el famoso monasterio de Monte Casino, que fué como la cabeza de otros once monasterios que edificó, llenos de santos y escogidos religiosos. Traíanle muchos caballeros y señores sus hijos para que los instruyese y enseñase desde la tierna edad en las cosas de la virtud. Estaban todos aquellos campos hechos un paraíso habitado de moradores del cielo, y el Señor ilustraba la santidad del glorioso san Benito con prodigios innumerables. Llegó a Totila, rey de los godos, la fama del santo y su don de profecía: y quiso hacer experiencia de ello. Para esto mandó a un cortesano suyo, llamado Riggo, que se vistiese de sus ropas reales y con grande acompañamiento fuese a visitarle. Más así que el santo que estaba en su celda, vio al rey fingido, le dijo: «Deja, hijo, ese vestido que traes, que no es tuyo. Visitóle después el rey Totila, y echándose a sus pies le reverenció como a santo- y san Benito con santa libertad le reprendió sus crueldades y desafueros, diciendo: «Muchas malas obras haces, y muchas malas has hecho; cesa ya de la maldad: tomarás a Roma, pasarás el mar, vivirás nueve años y al décimo morirás.» Finalmente también profetizó el santo el día en que él mismo había de morir, y seis días antes mandó abrir su sepultura y el día sexto se hizo llevar a la iglesia, donde, recibidos los santos Sacramentos, dio su alma al Señor, que para tanta gloria le había criado.

Reflexión: Es cosa de grande admiración y mucho para alabar a Dios, ver la perfección y excelencia de la Regla que escribió san Benito en tan pocas palabras, y las muchas y diversas religiones así monacales como militares que militan debajo de ella, y los innumerables monasterios, de esta Orden que ha producido más de tres mil santos, más de doscientos cardenales, cuarenta Sumos Pontífices y una infinidad de santos e insignes obispos y prelados; y pues hasta muchos duques, reyes y emperadores han dejado sus cetros y estados por el pobre hábito de san Benito, procuremos aficionarnos a las virtudes de tan santísimo Padre, para que siguiéndole en la vida, merezcamos su compañía en la gloria.

Oración: Suplicámoste, Señor, que la intercesión del bienaventurado abad san Benito nos haga agradables en tu divino acatamiento, para conseguir por su patrocinio lo que no podemos conseguir por nuestros propios méritos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

lunes, 19 de marzo de 2018

20 de marzo. SAN JOAQUÍN, PADRE DE LA MADRE DE DIOS.



Fué el gloriosísimo padre de la Santísima Virgen san Joaquín, galileo de nación, de la ciudad de Nazareth, y de linaje real y el más ilustre de toda Judea, porque era de la tribu de Judá, y descendía por línea recta del rey David. Llámesele Joaquín, que quiere decir Preparación del Señor, porque, como dice san Epifanio, por él se preparó el templo vivo del Señor del mundo, que fué la Virgen María, su hija. Era hombre justo que trataba en rebaños y lanas, y se casó con una virtuosísima doncella de Belén, llamada Ana. Vivían los dos santos esposos como dos ángeles, pero sin tener hijos, lo cual les era causa de grande humillación, pues entre los judíos se tenía como cosa afrentosa ser estériles, y por maldito quien no dejaba descendencia de sí, porque perdía para siempre la esperanza de emparentar con el Mesías. Mas el Señor les consoló con enviar a san Joaquín un ángel que le dijese que Ana su mujer había de concebir una doncella santísima escogida de Dios para madre suya, la cual había de parir al Mesías tan deseado; y cumpliéndose el plazo señalado por el ángel, les nació en Nazareth aquella benditísima niña, sobre la cual echó Dios todas sus bendiciones. ¿Quién podrá declarar la alegría de san Joaquín, cuando vio en sus brazos aquella hija tan deseada no sólo de los hombres, sino de los mismos ángeles? ¡Con qué reverencia la miraría, viendo la hermosura de la niña que admiraba cielo y tierra! Púsole por nombre María, que significa excelsa, porque había de ser la más alta y excelsa de todas las puras criaturas; y al cabo de ochenta días fueron Joaquín y Ana a Jerusalén a cumplir la ley de la purificación para ofrecerla en el templo, y cuando la santísima Niña llegó a la edad de tres años, en la festividad de las Encenias, que era por el mes de noviembre, la presentaron a los sacerdotes, para que se criara entre las otras vírgenes consagradas a Dios, en una parte del templo que estaba diputada para crianza y habitación de ellas. Vivieron en Jerusalén Joaquín y Ana porque el amor que tenían a su hija no les permitía ausentarse de aquel tesoro divino; y así los años que le quedaron de vida, que fueron pocos, frecuentaba lo más que podía san Joaquín aquel templo vivo de Dios, su santísima hija, más preciosa que el templo de Jerusalén y que el cielo empíreo, hasta que siendo ya dé unos ochenta años y la Virgen de once, la dejó por heredera de sus bienes y entregó su espíritu al Señor que le había criado y honrado con la dignidad de padre de la Madre de Dios y Reina de los cielos.

Reflexión: Exclama lleno de admiración san Juan Damasceno: «¡Oh bienaventurado par, Joaquín y Ana, a los cuales está obligada toda criatura!  Porque por vosotros ofreció el Creador aquel don que se aventaja a todos los dones del mundo, esto es, a su castísima Madre, la cual sola fué digna de su Creador! Bien os dais a conocer que sois inmaculados por el fruto purísimo de vuestro vientre. Cumplisteis casta y santamente vuestro oficio, y produjisteis el tesoro de la virginidad.» Seamos, pues, devotos de estos gloriosos padres de la Madre de Dios, pues son tan grandes sus méritos y eficaces sus oraciones, porque así como la Virgen puede mucho con Dios, por ser madre suya, así ellos pueden mucho con la Madre de Dios, por hija suya, la cual se huelga que honremos a sus santísimos padres, y como buena hija toma por hechos a sí los obsequios que les hacemos.

Oración: Oh Dios, que entre todos los santos escogiste al bienaventurado san Joaquín para que fuese padre de la Madre de tu Hijo; suplicámoste nos concedas que experimentemos perpetuamente la poderosa protección de aquel, cuya fiesta hoy solemnizamos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

domingo, 18 de marzo de 2018

19 de marzo. SAN JOSÉ, ESPOSO DE LA MADRE DE DIOS. Flos Sanctorvm Santoral



El glorioso y bienaventurado patriarca san José fué, como nos dice el sagrado Evangelio, de la tribu real de Judá, y de la casa y familia de David, y su padre dice san Matea que fué Jacob, y san Lucas que fué Helí, porque como interpreta san Agustín, el uno fué padre natural de san José y el otro padre legal o adoptivo. También dice el Evangelista que cuando se desposó con la Virgen era varón y hombre ya maduro y robusto, que ni es mozo ni viejo, para que entendamos que era de mediana edad, y suficientes fuerzas para los trabajos que había de pasar en servicio de la Virgen María y su divino Hijo. Tuvo por nombre José, que quiere decir aumento, porque fué acrecentado por los dones de Dios y colmado de todas las virtudes _ y excelencias, que a su altísima dignidad convenían, por lo cual en el Evangelio se llama varón justo, porque no había en el mundo varón más perfecto y santo que él. Fué pues este santísimo varón, esposo y verdadero marido de la siempre Virgen María y padre putativo y legal de nuestro Señor Jesucristo, a quien su Majestad escogió para que guardase aquel graciosísimo Templo de Dios, aquel Sagrario del Espíritu Santo, aquella preciosísima Recámara de la Santísima Trinidad, para que acompañase a aquella soberana Señora de los cielos y de la tierra a quien sirven los ángeles, para que fuese depositario de aquel Verbo encarnado, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y ciencia de Dios, y conversase con un Dios humanado, y con un Niño Dios, y le criase y regalase con amor de padre. Quiso el Señor que san José fuese de humilde condición, y carpintero de Nazareth cuyos vecinos eran en gran parte labradores, a los cuales armaba y componía los instrumentos de labranza, queriendo escoger además la madre pobre y la patria pobre y el padre legal pobre, para que no hubiese cosa de lustre y resplandor que pudiese convertir los corazones a la santa fe, sino que se entendiese que su divinidad era la que había convertido y transformado el mundo. Los años que vivió san José no lo dice la sagrada Escritura, ni el tiempo en que murió. Lo que se tiene por cierto es que era muerto al tiempo de la pasión del Señor; porque si viviera, no encomendara él desde la cruz a. san Juan su benditísima Madre. Créese también que Jesús y María le asistieron en su preciosa muerte, que su cuerpo fué sepultado en el valle de Josafat, y que en la resurrección de Cristo resucitó con otros santos cuerpos de patriarcas y justos, y que desde entonces está san José en cuerpo y alma en los cielos.

Reflexión: Si quieres morir santamente (que es el fin dichoso de la vida a que todos hemos de aspirar), procura tener una gran devoción a san José, que murió entre los brazos de Jesús y María, y es el más señalado protector y consolador de los moribundos. No te olvides de rezarle un Padre nuestro al acostarte y ^levantarte de la cama. Invócale también en tus necesidades y peligros, que santa Teresa de Jesús asegura que cuanto le pidió, todo lo alcanzó. Encomiéndale tu casa y familia; pues era él cabeza de la Familia sagrada, y ha sido declarado en nuestros días protector de toda la familia cristiana: no falte en tu alcoba o aposento su imagen tan simpática y devota: celebra con particular devoción su fiesta tan solemne en toda la cristiandad; y en la hora de tu muerte, sean las últimas palabras que pronuncien tus labios moribundos: ¡¡Jesús, María y José!!

Oración: Suplicámoste, Señor, que por los méritos del bienaventurado esposo de tu santísima Madre, seamos amparados, para que alcancemos por su intercesión lo que no podemos conseguir por nuestros merecimientos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

sábado, 17 de marzo de 2018

18 de marzo. EL ARCÁNGEL SAN GABRIEL. Flos Sanctorvm Santoral



Los nombres que la Sagrada Escritura da a los santos ángeles, sirven para declararnos sus ministerios y oficios: y por esto aquel Príncipe valeroso que tomó la voz de Dios contra Lucifer, se llama Miguel, que quiere decir: ¿Quién como Dios? Y el que vino a curar a Tobías se llama Rafael, que se interpreta Medicina de Dios: y el que anunció a la Virgen la Encarnación del Verbo eterno, Gabriel, que significa Fortaleza de Dios, porque venía a anunciar al que había de ser Hombre y Dios, y en la flaqueza de nuestra^ carne mostrar el brazo fuerte de su divinidad. Del ángel san Gabriel hallamos en las divinas Letras haber aparecido al profeta Daniel, y señaládole el tiempo en que el Mesías había de venir al mundo y librarle con su muerte del duro yugo de Satanás, cumplidas aquellas hebdómadas o semanas de años abreviadas y misteriosas. E] mismo san Gabriel apareció a Zacarías estando incensando el altar, y le anunció el dichoso nacimiento de su hijo san Juan Bautista, y el gozo universal que todos de él recibirían, y la abundancia de gracia y de Espíritu Santo que tendría aquel niño, aun en las entrañas de su madre. Y finalmente vino a la purísima Virgen y Reina del cielo, nuestra Señora, como secretario del Consistorio divino, para declarar lo que en él se había determinado de la Encarnación del Hijo de Dios, tomándola a ella por madre. Las tres embajadas del arcángel san Gabriel, si bien se miran, hallamos que todas se enderezan a un mismo fin y eran parte del profundísimo misterio de la Encarnación: porque a Daniel descubrió el tiempo en que el Señor del cielo había de aparecer en la tierra, y el deseado de las gentes había de dar por ellas su vida; y a Zacarías anunció el nacimiento de san Juan Bautista, que venía como precursor y aposentador del mismo Señor, para dárnosle a conocer y mostrárnosle con su dedo: y finalmente vino san Gabriel como glorioso mensajero de Dios a la Virgen sacratísima, para declararle el misterio inefable de la Encarnación del Verbo eterno en su sagrado vientre, y para disponerla y pedirle su consentimiento. Por este respeto debemos hacer fiesta del gloriosísimo arcángel san Gabriel y reverenciarle como nuncio enviado de Dios, y ministro de aquel beneficio incomparable que la infinita bondad del Señor hizo a todo el género humano.

Reflexión: Si acá los príncipes de la tierra para tratar grandes negocios envían a los grandes de su reino, no hay duda sino que para intervenir en el gran misterio de nuestra redención, y en la nueva alianza que Hizo Dios con los hombres, escogería a un ángel nobilísimo y de los más sublimes príncipes del celestial ejército. Por esta causa san Ir éneo llama a san Gabriel Príncipe de los ángeles, y semejante título le dan san Ambrosio, san Agustín, san Gregorio y otros sagrados doctores de la Iglesia. Seamos, pues, muy devotos de este gloriosísimo arcángel, honrémosle y pidámosle siempre su ayuda y favor, para que por su intercesión alcancemos el fruto de aquel soberano misterio, del cual fué embajador celestial, y ya que por particular concesión de la Silla apostólica se celebra en los reinos de España la festividad de san Gabriel, que como se ha dicho, significa fortaleza de Dios; pidámosle en este día el soberano don de la fortaleza para no desmayar en medio de los peligros en que nos» hallamos, y pelear, varonilmente contra los adversarios de nuestra fe y de nuestras almas, y no perder por nuestra culpa el inestimable beneficio de la redención de Cristo.

Oración: Oh Dios, que elegiste al arcángel Gabriel entre todos los ángeles para que viniese a anunciar el Misterio inefable de tu Encarnación, concédenos benignamente que los que celebramos su festividad en la tierra experimentemos que nos patrocina desde el cielo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

viernes, 16 de marzo de 2018

17 de marzo. SAN PATRICIO, APÓSTOL DE IRLANDA. (+ 493.) Flos Sanctorvm Santoral



El maravilloso apóstol y obispo primado de Irlanda, san Patricio, nació en Escocia en el territorio de Aclud, que se llama hoy Dumbritón. A los dieciseis años de su edad le prendieron unos salteadores irlandeses juntamente con una hermana suya llamada Lupita, y le vendieron en Irlanda a un amo que le hacía apacentar su ganado de cerda. Mas el ángel del Señor le sacó de aquella esclavitud, manifestándole donde hallaría la cantidad de oro que bastase para su rescate. Estuvo después debajo de la enseñanza de San Germán dieciocho años, y por su consejo fué a recibir la bendición del Papa Celestino I, para consagrarse del todo a la conversión de los gentiles en Irlanda. Era aquella gente dura y bárbara, y hacían gran resistencia al santo predicador muchos magos y hechiceros, entre los cuales había uno, llamado Docha, muy querido del rey, el cual se hacía dios, y con varios engaños resistía a san Patricio como Simón Mago a san Pedro. Quiso para confirmación de su divinidad subirse a los cielos; mas estando ya muy alto, hizo oración san Patricio, y luego cayó muy mal herido a los pies del santo. Había en aquella tierra un ídolo muy célebre al cual llamaban cabeza de todos los dioses: era muy grande y estaba cubierto de oro y plata: viendo pues el siervo de Dios que la adoración de este ídolo detenía a muchos que no se rindiesen a su predicación, hizo oración al Señor, y levantando contra él el báculo llamado de Jesús, que traía en la mano, al momento cayó en tierra el ídolo y se hizo pedazos. De esta suerte convirtió a aquellas gentes a fuerza de prodigios innumerables y estupendos, y gozando después algunos años de quitud y mayor contemplación, cada día rezaba el Salterio; hincábase muchas veces de rodillas aderando al Creador de todo, y rezaba con tierna devoción las Horas canónicas. Gastaba gran parte de la noche en devotos ejercicios, y tomaba un breve descanso sobre el duro suelo, teniendo por cabecera una piedra. Con esta santa y admirable vida se preparó a una santísima muerte, que alcanzó a los ochenta años de su edad después de haber reducido todo el país de Irlanda a la fe de Cristo, y edificado numerosas iglesias, y consagrado muchos obispos, y ordenado gran numeró «le sacerdotes. En la provincia de Ultonia se ve hasta el día de hoy una pequeña isla hacia la mitad de un lago que forma el Líffer, donde estaba el célebre purgatorio de san Patricio. Es una cueva, donde se dice que el Santo pasó toda una cuaresma en grande penitencia, para alcanzar del Señor la conversión de aquellos isleños; y dónde se retiraban después muchos santos varones para purificar sus almas dedicándose algunos días a ejercicios de penitencia y oración en unas pequeñas celdas que allí edificaron: las cuales se llamaban las celdas de los Santos.

Reflexión: Es cosa de maravilla, que estando este grande apóstol "ele Irlanda tan fatigado con tantos trabajos de peregrinaciones, y cuidados de tantas iglesias, hallase tiempo y sazón para rezar tantos salmos y oraciones mayormente en los postreros años de su vida. Tomen de ahí ejemplo los hombres engolfados en los negocios de este mundo, y aprendan a buscar y hallar tiempo para encomendarse a Dios, y mirar por el principal negocio, que es el de su alma, y de su eternidad. Porque, como nos dice el Señor en su Evangelio: «¿Qué aprovecha al hombre ganar todo el mundo si viene después a perder su alma?»

Oración: Oh Dios que te dignaste enviar al bienaventurado Patricio tu confesor y pontífice, para que anunciase tu gloria a los gentiles, concédenos que con tu gracia y por su intercesión y merecimientos, cumplamos fielmente todo lo que tú nos mandas. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

jueves, 15 de marzo de 2018

16 de marzo. SAN ABRAHAM, SOLITARIO. (+ 487.) Flos Sanctorvm Santoral



El admirable varón san Abraham, cuya vida nos dejó escrita san Efrén, nació en las cercanías de Edesa en la Mesopotamia, de padres muy ricos, los cuales le amaban tiernísimamente, y fué tanta la instancia que le hicieron para que se casase, y tantas las lágrimas que derramó la madre, que sólo por no contristarlos dijo que se casaría. Preparáronse las fiestas y bodas, y habiendo durado seis días el regocijo, el séptimo, al tiempo que toda la casa estaba ocupada en convites, músicas, bailes y danzas, salióse Abraham secretamente de ella y fué a encerrarse en una gruta que,, distaba como una legua del lugar. Halláronle allí al cabo de diecisiete días, y el santo habló a sus padres con tanto espíritu de Dios, que hasta recabó de su esposa que consintiese en una perpetua separación. Todo cuanto poseía en la tierra era una túnica de pelo de cabra, un manto, una escudilla para comer y beber, y una estera de juncos para acostarse. En esta vida había pasado ya algunos años cuando el obispo de Edesa le mandó que se ordenase de sacerdote y evangelizase una población de gentiles muy obstinados que había en la diócesis. Tres años gastó el santo en la obra de convertirlos: le apedrearon, le dejaron por muerto, le arrastraron tres veces por las calles; pero finalmente se rindieron, y se echaron a sus pies para que les bautizase. Volvióse después Abraham a su antiguo encerramiento, y en esta sazón una sobrina suya llamada María quedó huérfana a los siete años de su edad, y la llevaron al santo; el cual la puso en una celda inmediata a la suya y allí por una ventanilla la instruía en las cosas de Dios. Pero como a los pocos años de su recogimiento viniese la doncella a perderse por la tentación de un mozo que en hábito de monje fué a visitar al santo, en lugar de arrepentirse de su pecado, se fué a una ciudad, que estaba de allí a dos jornadas, y con hábito de seglar, galano y lascivo se entró en un mesón para perderse del todo. Tuvo Abraham revelación de la caída de su sobrina, y deseoso de sacar aquella alma de las garras del dragón infernal y restituirla a Jesucristo, buscó un caballo, y vestido de soldado, se fué a la ciudad y al mesón donde María vivía, a la cual habló con tan tiernas palabras, que compungida y llena de confusión se deshizo en lágrimas, sin osar mirar la cara de su tío. «No te desesperes, hija, —le dijo el santo— porque no hay llaga tan incurable que con la sangre de Cristo no se pueda curar.» Volvió luego María a su antigua morada, donde se dio de tal suerte a la penitencia, que fué un perfecto retrato de la santidad de su tío, y finalmente compañera de su gloria en su dichoso tránsito.

Reflexión: Esta es la vida de san Abraham anacoreta en la cual es digna de notarse aquella fina y encendida caridad del Señor que le abrasó de manera, que le hizo tomar hábito contrario a su estado a trueque de sacar el alma de su sobrina del cautiverio del demonio y ganarla para Cristo; y no menos se ha de admirar el fin de María penitente, para que los pecadores no desmayen ni desesperen, antes tomen por espejo a la que habiendo caído por su flaqueza, por el favor de Dios nuestro Señor se levantó y cobró la gracia que había perdido. Pues sabemos que lloró tan amargamente sus pecados, que no sólo mereció alcanzar perdón de ellos, mas también la gracia de hacer milagros, en testimonio de habérselos perdonado el Señor.

Oración: Oh Dios, que cada año nos alegras con la fiesta de tu confesor el bienaventurado Abraham, danos tu gracia para que celebrando Ta nueva vida de que goza en la gloria, imitemos sus virtuosas acciones en la tierra. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

miércoles, 14 de marzo de 2018

15 de marzo. SAN RAIMUNDO DE FITERO (+ 1163.) Flos Sanctorvm Santoral



El bienaventurado abad san Raimundo, honor de España, gloria de la reforma del Cister, y esclarecido fundador de la sagrada y militar Orden de caballería de Calatrava, nació de padres ilustres en la ciudad de Tarazona del reino de Aragón. Llamóle el Señor al célebre monasterio de Scala Dei situado en la Gascuña, donde profesó el instituto de la reforma del Cister con tan grande ejemplo de virtud, que los venerables maestros de la Orden le enviaron con el santo monje Durando a fundar el magnífico monasterio de Santa María de Fitero. Murió en esta sazón Alfonso VII, llamado comúnmente el Emperador de España, el cual peleando siempre las batallas del Señor, había abatido el orgullo de los agarenos, y cedido la villa y fortaleza de Calatrava a los caballeros Templarios: los cuales no pudiendo ya resistir a las fuerzas muy superiores de los infieles, hicieron dimisión de la plaza al rey don Sancho el Deseado. Entonces fué cuando por instinto de Dios el abad san Raimundo con el monje Diego Velázquez, se ofreció al rey para defender aquella ciudad y fortaleza; y aceptó el monarca aquel ofrecimiento con general aplauso de las cortes. Llenóse de júbilo todo el reino, y disponiéndose ya a la empresa el esforzado abad, siguiéronle con extremado contento los proceres, y no quedó alguno que no le ayudase con soldados, armas, caballos y dinero. El arzobispo don Ridrigo puso en su mano crecidos caudales, y publicó muchas indulgencias en favor de los que se alistasen en sus banderas. Juntóse pues un ejército de veinte mil combatientes, y poniéndose al frente de todos el santo abad, dirigióse a Calatrava, donde consoló a los afligidos habitantes, fortaleció la plaza de todos modos, y rechazó a los árabes valerosamente poniéndolos en tan precipitada fuga que perdieron del todo las esperanzas de volverla a conquistar. No satisfecho san Raimundo con esta retirada de los moros, quiso además escarmentarlos, y aunque se hallaba ya viejo tomó el bastón de general, y se puso cota de malla, morrión, y demás fornituras militares, y embistió a los enemigos en su mismo campo, los derrotó, los venció y los arrojó hasta de sus más inexpugnables fortalezas. Creció prodigiosamente su ejército triunfante, y el número de fieles que le prestaban su ayuda: de los cuales hizo dos congregaciones religiosas, una de la reforma del Cister, y otra de solos militares con el mismo hábito de la Orden: las cuales fueron aprobadas por Alejandros III, y favorecidas de otros muchos Pontífices y reyes católicos, con grande acrecentamiento de la religión cristiana. Finalmente, habiendo triunfado san Raimundo de los enemigos de la fe, se retiró de Calatrava para morir en un pueblo de su dominio, y añadir a sus innumerables triunfos, la corona inmortal de la gloria.

Reflexión: ¿Dónde se hallará valor semejante al que infunde en los corazones la religión cristiana? ¿Por ventura hay causa más santa y sublime que la causa de la verdad, de la fe, de la virtud, del cielo y de la gloria' de Dios? «En efecto —dice el mismo infame Voltaire— un ejército de hombres que abrigan tales sentimientos es invencible.» Por el contrario, escribe el otro jefe de la moderna impiedad, Rousseau: «La irreligión y en general el espíritu filosófico, pone en los ánimos un desordenado amor de la vida, los deprime, los afemina y ^blanda, y hace que todas las pasiones del hombre no sirvan más que a sus propios intereses y comodidades.» (Emile, i, 3.)

Oración: Señor Dios nuestro, que concediste al bienaventurado abad Raimundo pelear tus batallas, y vencer a los enemigos de la fe; concédenos por su intercesión que nos veamos libres de los enemigos del alma y del cuerpo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

martes, 13 de marzo de 2018

14 de marzo. SANTA MATILDE, REINA. (+ 967.) Flos Sanctorvm Santoral



La gloriosa emperatriz santa Matilde fué alemana de nación, e hija de Teodorico, duque de Sajonia, príncipe muy católico; esposa de Enrique, emperador primero de este nombre, y madre Otón primero. Crióse en el palacio imperial -con tanto recogimiento como una religiosa en el encerramiento del claustro. Aprendió de memoria el salterio, y todos los días lo rezaba de rodillas. Casáronla con el emperador Enrique, y si en el primer estado de virgen pareció un ángel en cuerpo humano, en el de matrimonio se hizo no sólo perfecto dechado de personas casadas, sino admiración del mundo. Recogíase en una estrecha y pobre celdilla de su palacio, oía por la mañana todas las misas que se celebraban, y se consagraba después a todos los oficios de caridad. Fundó un hospital junto a su palacio, para mujeres pobres, y en sus enfermedades las visitaba cada día, acompañada de sus damas: hacíales las camas, barría las piezas, y no se desdeñaba de curar y tocar con sus blancas y delicadas manos, llagas y miserias a que un cuerpo humano está sujeto. Visitaba también a los enfemeros de las casas particulares, los cuales recibían gran consuelo de su presencia angelical, y socorríalos la santa con larga mano, y así en la ciudad como fuera de ella no había una sola necesidad a la que no acudiese la cristiana piedad de la reina. Por su orden y mandato ardían todas las noches del invierno muchas hogueras en las plazas y caminos, para que se calentasen los pobres, y no se perdiesen los caminantes. A sus domésticos, criados y criadas hizo enseñar variedad de artes en que ejercitarse y letras con que aprovechase en el camino dé la salvación a sí y a otros, guiando a cada uno por su particular ingenio, para que de esa suerte, siguiendo su voluntad saliesen eminentes en el arte, facultad o ciencia que aprendían. Después de muerto su marido, entró en un monasterio de religiosas Benedictinas que ella había fundado: y allí pasaba las noches en vigilias y oraciones, dormía sobre una tabla sin desnudarse, vestida de cilicio; y sólo comía lo que era forzoso para no morir. Estando próxima a la muerte no halló una sola prenda que dar al obispo de Maguncia su nieto, que le administró los santos Sacramentos, y así mandó que le diesen el paño con que se había de cubrir su túmulo, diciendo que lo había menester antes que ella, como sucedió, pues falleció el obispo al siguiente día. Finalmente, sabiendo que se acercaba la hora de su dichoso tránsito, mandó que le cantasen los salmos, y la pusiesen en tierra sobre una mortaja: y ella con sus propias manos se echó ceniza en la cabeza, y haciendo la señal de la cruz, descansó en la paz del Señor.

Reflexión: Mediten bien las señoras cristianas la vida ejemplar de esta santa reina y tómenla por espejo de sus costumbres, si quieren parecer agradables a los ojos de Dios y de sus ángeles. ¿Qué les aprovechará el aplauso y alabanza del mundo, si con ello merecen la reprobación de Dios? ¡üh! ¡qué remordimientos, qué temores y terrores suelen experimentar las señoras mundanas en la hora de la muerte, cuando ven que gastaron el precioso tiempo de la vida en atavíos, alardes de lujo, teatros y profanas diversiones! ¡Cuánto mejor fuera haber vestido con modestia y derramado olor de pureza y santidad, y gastando en obras de piedad y misericordia, el tiempo y la hacienda que desperdiciaron en las vanidades de este mundo!

Oración: Señor Dios, que con el ejemplo de la bienaventurada reina Matilde, nos recomendaste la puntual observancia de la abstinencia; concédenos que mortificando el cuerpo con abstinencias y ayunos te hallemos propicio en las adversidades. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

lunes, 12 de marzo de 2018

13 de marzo SANTA EUFRASIA, VIRGEN. (+ 450.) Flos Sanctorvm Santoral



La gloriosa virgen santa Eufrasia, llamada también Eufrosina, nació en Constantinopla. Era su padre Antígono, senador, hombre muy virtuoso, de alto entendimiento, y muy amado del emperador Teodosio el Menor; y su madre, una señora de alto linaje rica y en todo igual a su esposo. Murió Antígono, y quedando la hija sin padre, el emperador procuró que un caballero, senador principal, se desposase con la niña Eufrasia que a la sazón era de cinco años. Hízose el contrato y recibió las arras, y difiriéronse las bodas hasta tener edad. Mas como el senador le pareciese largo el plazo, tentó de casarse con la madre viuda que era moza; mas ella para que no le tratasen de este negocio, se pasó con su hija y casa a Egipto donde tenía posesiones y haciendas. Visitó la inferior Tebaida con grande consuelo suyo, por ver a los santos ermitaños que allí vivían, y al cabo paró en un monasterio de ciento treinta monjas, que servían al Señor con grande nerfección. Quiso quedarse allí la niña Eufrasia que a la sazón tenía siete años, y diciéndole la abadesa que ninguna mujer podía quedarse en el monasterio que no se hubiese ofrecido a Jesucristo con voto perpetuo, luego la santa niña se llegó a un crucifijo, y abrazándose con él y besándole, pronunció estas palabras: «Yo me prometo a Jesucristo con voto perpetuo para religiosa de este convento.» Esto dijo con tan gran resolución y espíritu del cielo, como se vio después por las obras de su vida admirable. Comía una vez al día como las monjas, y su comida era pan y legumbres; su dormir era en el suelo sobre un cilicio ancho de un codo y tres de largo; andaba vestida de cilicio, barría la casa, sacaba agua del pozo, y para ejercitar la obediencia ciega trasladaba una buena cantidad de piedra de una parte a otra volviéndola al fin al primer lugar, pasando a veces una semana entera sin probar bocado. Mas el demonio, viendo sus altos intentos, le hizo cruda guerra, ya con tentaciones interiores, ya con asechanzas exteriores para lisiarla o matarla: porque un día que ella estaba sacando agua del pozo, la tomó y la echó con el cántaro que tenía, dentro del pozo, donde estuvo cabeza abajo hasta que las monjas acudieron y la sacaron, y ella sonriéndose dijo al maligno espíritu: ¡Vive Jesucristo, que po me vencerás! Otro día la echó de un terrado abajo, y teniéndola por muerta, ella se levantó sana y sin lesión alguna: otra vez estando en la cocina, al tiempo que más hervía la olla, la tomó el demonio y se la echó encima, y pareciéndolas a las hermanas que la había abrasado, ella dijo que no había más pena que si fuera agua fría. Curó a un niño mudo, sordo y paralítico, haciéndole la señal de la Cruz, y finalmente, después de una vida llena de méritos y prodigios entregó su alma al Creador a la edad de treinta años.

Reflexión: Por ventura te has maravillado, viendo que la santa y virginal Eufrasia era tan perseguida de los demonios: pero recuerda como salía siempre victoriosa de sus tentaciones, y milagrosamente ilesa de sus malos tratamientos. Esos malignos espíritus combaten con mayor saña a los justos que a los pecadores; porque ¿a dónde irá el ladrón a robar, sino donde hay tesoros? ¿Y a qué navío acometen los piratas, sino al que anda cargado de oro, plata y piedras preciosas? A los justos saltea el demonio para despojarles del tesoro de sus virtudes; que en los pecadores nada halla que robar.

Oración: Señor Dios, que por la virtud de la santa Cruz triunfaste en la bienaventurada Eufrasia de los engaños del mundo y de las furias del infierno; concédenos la gracia de perseverar firmes en las adversidades por el amor de Cristo, el cual contigo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

domingo, 11 de marzo de 2018

12 de marzo. SAN GREGORIO MAGNO (+ 604.) Flos Sanctorvm Santoral



Con justa razón se dio a san Gregorio el renombre de Grande o Magno, porque fué grande por su nobleza, por sus riquezas, por su dignidad, por su santidad y por sus milagros. Nació en Roma, y en vida de su padre, que era varón riquísimo y del orden de los senadores, se ocupó en negocios de la República, y fué prefecto de la ciudad; mas después que se vio señor de sí, trató de hacerse grande a los ojos de Dios, y poniendo debajo de sus pies todas las grandezas del mundo tomó el hábito de pobre monje en uno de los siete monasterios que había edificado. Pero sacóle más tarde de su encerramiento el Papa Pelagio II, el cual le hizo cardenal y le envió a Constantinopla por legado suyo. Estando de vuelta a Roma, entró desapoderadamente el Tíber por las calles y plazas, a cuyo azote siguió otro de pestilencia que hacía gran riza en la ciudad, sobre la cual parecía que lloviera la ira de Dios. Ordenó san Gregorio siete procesiones de rogativas, de los clérigos, de los seglares, de los monjes, de las monjas, de las casadas, de los viudos, y de los pobres y niños, cantándose en ella* las letanías hasta llegar al templo de Santa María la Mayor, cuya imagen, que pintó san Lucas, llevaban en la procesión, Entonces vio el santo sobre el castillo de Adriano, un ángel que envainaba la espada, y por esto se llamó de allí en adelante aquel edificio el castillo de San Angelo. Habiendo fallecido en aquella peste el Sumo Pontífice, eligieron todos a san Gregorio, más cuando lo supo el santo huyó disfrazado con unos mercaderes, y aunque se ocultó por montes, bosques, peñascos y cuevas, hubo de rendirse a la voluntad de Dios. No se puede creer lo que hizo este gran Pontífice para bien de la Iglesia en el espacio de trece años y medio que la gobernó. Reformó las costumbres, dio nuevo lustre al culto divino, desarraigó las herejías de España y de África, edificó los hospitales de Jerusalén y del Monte Sinaí, y envió a Inglaterra al santísimo monje Augustíno con otros misioneros, que a fuerza de milagros, la sacaron de las tinieblas de la gentilidad a la luz dé la fe católica. El fué también quien reformó el canto eclesiástico que hasta hoy se llama Gregoriano, y era tanta su humildad que estando malo de gota se hacía llevar en una camilla a donde cantaban los muchachos, y les enseñaba y corregía, teniendo un azote en la mano para castigar al que faltase. Convidaba a los pobres a comer a su mesa, y tenía escritos en un libro todos los pobres que había en Roma y en sus arrabales y pueblos comarcanos. Y porque una vez supo que se había hallado muerto a un pobre en un barrio apartado de la ciudad, se acongojó y angustió de manera que se abstuvo de decir Misa algunos días, temiendo que hubiese muerto de hambre por culpa suya. Finalmente, parecía cosa imposible que un solo hombre atendiese a tantas cosas a la vez, -y escribiese los libros que escribió, y así después de haber extendido maravillosamente y hecho florecer en el mundo la santa Religión, pasó de esta vida a recibir la corona de sus inmensos trabajos.

Reflexión: Fué tan humilde san Gregorio el Grande, que no consentía que le llamasen ,Sumo Pontífice, ni Patriarca universal; antes tomó el título de siervo de los siervos de Dios, y de él usó en las Letras apostólicas, y después por su imitación le han usado todos los otros Papas que le han sucedido. Aprendamos, pues, de este gran hombre la virtud de la humildad, que es el fundamento de la verdadera grandeza.

Oración: Señor Dios nuestro, que llevaste el alma de tu siervo el bienaventurado Gregorio a la eterna felicidad del paraíso, rogámoste que por su intercesión nos alivies del peso de nuestros pecados. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.


sábado, 10 de marzo de 2018

11 de marzo. SAN EULOGIO, PRESBÍTERO Y MÁRTIR. (+ 859) Flos Sanctorvm Santoral


El virtuosísimo presbítero y glorioso mártir san Eulogio, nació de nobles y ricos padres, en la ciudad de Córdoba, donde a. la sazón tenían los moros su principal asiento. Levantó el rey Mohamat una terrible persecución contra los cristianos, martirizándolos con tan extraña rabia y furor, como si pudiese borrar con sangre Hasta el nombre de Cristo. En esta tormenta tan brava y noche tan tenebrosa envió el Señor a san Eulogio para que resplandeciese como una luz venida del cielo, y como sabio piloto gobernase la nave de aquella Iglesia tan combatida de furiosas olas, para que no diese al través, y del todo se hundiese; porque no se puede creer lo que conforto a los flacos, encendió a los fuertes, levantó a los caídos, y detuvo a los que iban a caer, con su vida santísima, con su doctrina y con los libros admirables que escribió, para animar a todos a pelear valerosamente por Cristo en aquella dura batalla. Por estas obras le aborrecían los moros y le procuraban la muerte, mas hubo también otra causa particular de su martirio, y fué que habiendo el santo recogido y puesto en lugar seguro a una santa doncella llamada Leocricia, nacida de padres nobles aunque paganos, que se había convertido y bautizado, al fin la descubrieron sus padres, y la presentaron delante del juez, acusando a la hija por haber huido de su casa y a Eulogio por haberla recibido y encubierto. Dio razón de sí el santo sacerdote, diciendo eme tenía obligación de favorecer y enseñar el camino del cielo a todos los que viniesen a él con deseo de salvar sus almas, y vituperó con cristiana entereza las abominaciones de Mahoma, por lo cual los jueces dieron sentencia que fuese degollado. Al tiempo que lo llevaban al martirio, uno de los siervos del rey que le había oído decir mal de su gran profeta, revestido de Satanás, llego a san Eulogio, y le dio una gran bofetada en su venerable rostro, y el santo, sin turbación alguna ofreció la otra mejilla. Finalmente, llegando al lugar del martirio con gran tropel de gente y gritería, el mártir hizo de rodillas su oración, y levantadas las manos al cielo, y armado de la señal de la cruz, dio su cuello al cuchillo y su alma purísima al Señor. Cuatro días después fué también degollada la santa virgen Leocricia. Quiso demostrar el Señor la gloria del santo mártir con prodigios visibles, de que fueron testigos los mismos infieles. El día siguiente de su martirio rescataron los cristianos la cabeza, y dos días después el cuerpo, y lo sepultaron en la iglesia de San Zoilo, donde estuvo hasta el año 883, que fué trasladado con las reliquias de santa Leocricia a la ciudad de Oviedo.

Reflexión: Una causa particular del martirio del santo sacerdote Eulogio fué haber puesto a la cristiana virgen Leocricia en lugar seguro, donde no corriesen peligro su honestidad, su fe y su vida; 10 cual echaron a tan mala parte aquellos desalmados moros, que por ello dieron a los dos cruel muerte. Siempre han mirado con malos ojos a los sacerdotes los enemigos de la fe, interpretando conforme a la malignidad de su corazón, aún las cosas que hacen con suma rectitud y procurando desacreditarles con mil embustes y calumnias que contra ellos inventan. No seamos, pues, fáciles en creerles; honremos y veneremos siempre a los sagrados ministros del Señor, que si alguno de ellos no fuere lo que debe ser, Dios le juzgará, y condenará también para siempre a los que no creen ni hacen lo que ellos enseñan.

Oración: Rogámoste, oh Dios todopoderoso, que así como veneramos el nacimiento para el cielo de tu bienaventurado presbítero y mártir Eulogio, así seamos por su intercesión fortalecidos en el amor de tu santo nombre. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. 

viernes, 9 de marzo de 2018

10 de marzo LOS CUARENTA MÁRTIRES DE SEBASTE. (+ 320.) Flos Sanctorvm Santoral



Estando el bárbaro emperador Licinio en Capadocia con un poderoso ejército, hizo publicar un edicto en que se mandaba a todos los cristianos, so pena de la vida, que dejasen la fe de Cristo. Había pues en el ejército un escuadrón de cuarenta soldados valerosos y cristianos, y todos de la misma provincia de Capadocia, que escogieron antes morir por la fe, que sacrificar a los falsos dioses. El cruel prefecto, para quebrantar la constancia de aquellos guerreros de Cristo, los hizo llevar a una laguna de agua muy fría cerca de la ciudad de Sebaste. El tiempo era muy riguroso y de grandes hielos, y el sol ya se ponía y venía la noche áspera y cruda, en que aquella laguna se había de helar. En ella mando el impío juez que fuesen echados en carnes los cuarenta cristianos para que traspasados sus cuerpos con el frío de la noche y del hielo, desfalleciesen, y juntamente ordenó que allí cerca de la laguna se pusiese un baño de agua caliente, para que si alguno, vencido de la fuerza del frío, quisiese negar a Cristo, tuviese a la mano el refrigerio; que fué una terrible tentación para los santos, por tener a la vista el remedio de aquel tan crudo tormento. Armados, pues, aquellos mártires, del espíritu de Dios, ellos mismos se desnudaron de sus vestidos, y con grande esfuerzo y alegría se arrojaron en la laguna, no cesando de rogar al Señor que les diese perseverancia hasta el fin. Mas como el frío fuese rigurosísimo, uno de ellos, llamando al guarda, salió de la laguna, y entró en el baño, y poco después expiró. A media noche, apareció sobre los mártires una claridad inmensa, y bajaron del cielo ángeles con treinta y nueve coronas, y las pusieron sobre los treinta y nueve caballeros de Cristo, lo cual viendo uno de los guardas, se despojó de su ropa, y se arrojó denodadamente en la laguna, clamando a grandes voces que quería también ser y morir cristiano; por lo cual, embravecido el juez, a la mañana siguiente los mandó sacar del agua y quebrarles a palos las piernas para que acabasen de expirar. Tomando después los cuerpos para quemarlos, vieron que uno de los mártires, llamado Melitón, que era más mozo y robusto, estaba aún vivo, y como entre otros muchos testigos se  hallase presente a aquel espectáculo su misma madre, tomó ella a cuestas al hijo mártir y le exhortó a morir en las llamas si fuese menester, y viéndole expirar en sus brazos, le puso en el carro donde llevaban los cuerpos de los otros santos, como a compañero de su misma gloria. Fueron echados los santos mártires en una grande hoguera, y aunque el gobernador dio orden para que sus cenizas fuesen arrojadas en el río, los cristianos tuvieron modo para recogerlas, extendiéndose tanto estas preciosas reliquias, dice san Gregorio Niseno, que apenas hay país en la cristiandad que no esté enriquecido con este tesoro.

Reflexión: El gran Basilio exclama en alabanza de estos santos mártires: «¡Oh santo coro! ¡oh orden sagrada! ¡oh escuadra invencible! ¡oh conservadores dél linaje humano, estrellas del mundo y flores de la Iglesia! ¡En la flor de vuestra edad glorificasteis al Señor en vuestros miembros, y fuisteis un maravilloso espectáculo para los ángeles, para los patriarcas, profetas y todos justos! Con vuestro ejemplo esforzasteis a los flacos, y abristeis el camino a los fuertes, dejando acá en la tierra todos juntos un mismo trofeo de vuestra victoria, para ser coronados con una misma corona de gloria en el cielo».

Oración: Rogámoste, Señor Dios omnipotente, que los que honramos a los bienaventurados mártires, que perseveraron tan firmes en la confesión de la fe, experimentemos su piadosa intercesión en el acatamiento de tu soberana Majestad. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

jueves, 8 de marzo de 2018

9 de marzo. SANTA FRANCISCA, ROMANA. (+ 1440.) Flos Sanctorvm Santoral



La fidelísima sierva de Cristo santa Francisca, nació en Roma; fué hija de nobles padres, y dio desde niña muestra de las más heroicas virtudes, en que después se señaló. Lloraba amargamente si la ama que la criaba la descubría o desnudaba en presencia de algún hombre, aunque fuese, su mismo padre, ni consentía que éste la llegase arrostro cuando la acariciaba. En los años de su juventud, no gustaba de los entretenimientos de otras doncellas, sino del recogimiento y oración, deseosa de consagrarse a Dios del todo en perpetua virginidad; y así, aunque condescendió con el gusto de sus padres, casándose con un caballero romano, igual en sangre y riquezas, sintió con tanto extremo el verse obligada a perder la joya preciosísima de la virginidad, que de puro dolor enfermó dos veces gravísimamente. Siendo de diez y siete años, madre ya de dos hijos, alcanzó licencia de su marido para quitarse los vestidos de seda y oro, las joyas preciosas y otras galas, y de allí adelante se vistió de paño basto, y se ejercitó en admirables obras de humildad, caridad y penitencia, procurando poner en mucha virtud a las señoras romanas. Rezando el oficio de la Virgen, cuatro veces dejó la antífona en que estaba, por llamarla su marido, y volviendo a su rezo, halló la -antífona escrita con letras de oro, en premio a su puntual obediencia «1 marido. Concedióla el Señor un ángel, que visiblemente la gobernaba y defendía, mostrándosele como un niño de nueve años, el rostro muy hermoso, mirando al cielo, los brazos cruzados sobre el pecho el cabello crespo y rubio esparcido a las espaldas, vestido de una túnica blanca, y sobre ella una dalmática que a veces parecía de color blanco, otras azul, otras de oro. Cuando el Señor la libró del vínculo del matrimonio entró luego en la congregación del Monte Olívete, que ella había fundado conforme a la Regla de San Benito, y gobernó aquella santa Comunidad con singular prudencia y dulzura, obrando el Señor por ella innumerables maravillas. Multiplicó en sus manos el pan para el sustento de las Hermanas, refrigeró su sed con racimos de uvas, que colgaban de un árbol en el rigor del invierno, preservóla de una espesa lluvia rezando ella al descubierto. Acaricióla la Reina de los cielos como a hija querida en su regazo. Otra vez se quitó el velo y se lo puso a la santa en la cabeza, y en el día de la Natividad del Señor le puso en los brazos el niño Jesús. Finalmente, después de una vida inmaculada y llena de prodigios, envió santa Francisca su alma purísima a las moradas eternas a la edad de cincuenta y seis_ años, quedando el cuerpo flexible y exhalando un suavísimo olor como de azucenas y rosas, que llenaba toda la iglesia de fragancia. Son casi innumerables los milagros con que después de su muerte confirmó nuestro Señor la santidad de esta sierva suya, sanando por su intercesión los enfermos que se le encomendaban.

Reflexión: De la obediencia de santa Francisca a su esposo, han de aprender las mujeres casadas a obedecer a sus maridos, porque como dice el Apóstol, el marido es cabeza de la mujer, si, como la santa, miran en él la persona de Cristo, fácilmente dejarán sus gustos y antojos para hacer en todo su voluntad, siempre que evidentemente no sea contraria a la ley de Dios; y el premio de esta obediencia será la paz de la familia, el sosiego del alma, un gran tesoro de méritos, y una grande gloria en el cielo.

Oración: Señor, Dios nuestro, que honraste a tu sierva la bienaventurada Francisca entre otros dones de tu gracia con el trato familiar con el Ángel de su guarda, concédenos por sus merecimientos, que logremos alcanzar la compañía de los santos ángeles en el cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

miércoles, 7 de marzo de 2018

8 de marzo. SAN JUAN DE DIOS, FUNDADOR. (+ 1550.) Flos Sanctorvm Santoral


Nació el admirable varón san Juan de Dios en la villa de Monte-mayor en el reino de Portugal, de padres, virtuosos y pobres. En su mocedad andaba mudándose de pastor a soldado, y de soldado a pastor, sin hallar reposo en ningún ejercicio. Púsose después a vender libros y estampas, y en traje de mercader se hizo predicador apostólico, porque repartiendo estampas a los niños les enseñaba la doctrina, y a los mayores exhortaba a huir de las culpas, reduciendo muchos pecadores a penitencia. Así pasó algunos años, y andando un día su camino, encontró un niño muy hermoso, con vestido pobre y roto y los pies descalzos. Tomóle, pues, en hombros, y era al principio la carga liviana, pero luego hízose tan pesada que sudaba el santo, y se fatigaba en gran manera, por lo cual, hallando una fuente, dejóle para beber y reposar. Pocos pasos había dado hacia la fuente cuando oyó a su espalda una voz del niño que le decía: Juan, Granada será tu cruz, y volviendo el rostro, vio que el niño celestial le mostraba una granada abierta que tenía en la mano, y en medio una cruz, y luego desapareció. Encaminóse el santo a Granada, y en una mala casilla puso su pequeña librería, mas ansioso de ganar almas que dineros. Predicaba a la sazón en Granada el beato Padre maestro de Avila, y oyendo sus sermones el santo, quedó tan encendido en un divino fervor, que comenzó a servir a Dios con una muestra de altísima y perfectísima santidad. Porque repartió todo lo que tenía a los pobres y encarcelados, y se dio a tan maravillosos extremos de penitencia y humildad, que se hizo espectáculo del pueblo, hasta el punto de tenerle muchos por loco y afligirle como tal en las calles y en el hospital de locos. Fué allí a verle el maestro Avila, que dirigía su conciencia, y le dijo que ya era tiempo de quitarse aquella máscara de fingida locura, para atender a otras obras del servicio divino. Entendiendo, pues, que el Señor le llamaba a los oficios de misericordia con los pobres enfermos, echó los cimientos de la Orden de los Hermanos Hospitalarios, y alcanzó al poco tiempo médicos, cirujanos, boticarios, regalos y medicinas, e hizo entre sus amados enfermos indecibles proezas de caridad. Encendióse fuego en el hospital real de Granada; nadie se atrevía a entrar dentro por estar la puerta ocupada de humo y de fuego. Vino corriendo san Juan de Dios, y fué sacando cuantos pobres había en la sala que ardía, trayéndolos a cuestas, y saliendo ileso al cabo de media hora de entre las llamas. Finalmente, después de una vida llena de prodigios,' méritos y virtudes, a la edad de cincuenta y cinco años descansó en la paz del Señor, quedando su cuerpo hermosísimo y arrodillado como cuando oraba.

Reflexión: Presenten a la admiración del mundo los modernos filántropos un solo ejemplo de caridad como san Juan de Dios, y así podrán blasonar de amor al prójimo; pero mientras se vean tan lejos de los hospitales, de las cárceles y de las moradas de los pobres, sin enjugar jamás una lágrima, ni oír un suspiro, ni presenciar un espectáculo de dolor y de miseria, bien podemos decir que la única verdadera caridad es la que nos enseña el santo Evangelio y que fuera de ella no hay más que hipocresía y detestable egoísmo. Nunca han producido otra cosa la falta de religión y_la impiedad.

Oración: Señor Dios nuestro, que concediste al bienaventurado Juan la virtud de andar sin lesión en medio de las llamas, e ilustraste tu Iglesia con su nueva Religión, concédenos por sus méritos el fuego de la caridad para enmendar nuestros vicios, y alcanzar los eternos remedios. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. 

martes, 6 de marzo de 2018

7 de marzo. SANTO TOMÁS DE AQUINO, DOCTOR. (+ 1274.) Flos Sanctorvm Santoral



El bienaventurado santo Tomás de Aquino, doctor angélico y luz de la iglesia católica, fué hijo de los nobilísimos condes, fie Aquino, y nació en la ciudad de Nápoles. A los cinco años de su edad fué enviado al monasterio de Monte Casino; a los diez, volvió a Nápoles, en donde aprendió las letras humanas, y a los catorce tomó el hábito de santo Domingo. No, es posible decir ni casi imaginar lo que su madre, sus dos hermanas y dos hermanos hicieron para rendir al santo mancebo y estorbar su santo propósito: porque le maltrataron, pusieron las manos en él, y por fuerza quisieron quitarle el hábito y se lo rasgaron. Mandáronle llevar preso con buena guardia a la fortaleza "cié Rocaseca donde le apretaron sobremanera, no sólo con la cárcel penosa, sino con otros medios infernales, concertándose con una mujer recién casada y lasciva para que le trajese a mal; mas el purísimo joven, viendo que las razones no bastaban con ella, echó mano de un tizón de fuego que estaba en la chimenea, y arrojó aquel demonio del infierno, por cuya victoria mereció que dos ángeles del cielo le pusiesen un cíngulo de perpetua castidad. Pasados dos años de prisión, oyó Teología en la ciudad de Colonia, donde sus condiscípulos, viendo que siempre callaba, y que de su complexión era grueso y abultado, le, llamaban el Buey mudo; mas su maestro, que era el famoso Alberto Magno, les dijo: ¿A éste me llamáis buey mudo? Pues yo os aseguro que ha de dar tales mugidos que se oigan por toda la tierra. Y en efecto, cumplióse este pronóstico, desde que santo Tomás fué graduado de doctor en la universidad de París, porque así en las cátedras como en los libros, asombró al mundo con su maravillosa sabiduría. Acudía siempre a Dios en sus duras, y estando en Nápoles orando en la capilla de san Nicolás, se comenzó a arrebatar y a levantarse una braza en alto, y le habló el crucifijo que está en el altar, y le dijo: «Bien has escrito de mí, Tomás: ¿qué recompensa quieres?». Y él respondió: «Ninguna cosa quiero, Señor, sino a Vos». Finalmente, después de haber escrito la Suma Teológica y otros muchos libros, y predicado como apóstol el santo Evangelio, y edificado con sus excelentes virtudes a toda la Iglesia de Dios, a los cincuenta años de su edad, recibió el premio suspirado de sus merecimientos, resplandeciendo eternamente como sol y guía segura de las escuelas.

Reflexión: Entre las excelencias que tuvo el ingenio del santo, fué una encerrar en breves palabras grandes sentencias. Preguntóle una vez su hermana cómo se podría salvar, y él respondió: Queriendo. Otra vez le preguntó cuál era la cosa que más se había de desear en esta vida, y respondió: Morir bien. Decía que la ociosidad era el anzuelo con que el demonio pescaba, y que con él cualquier cebo era bueno. Aseguraba que no entendía cómo un hombre que sabe que está en pecado mortal, podía reírse y alegrarse en ningún tiempo. Preguntado cómo se conocería si un hombre era perfecto, respondió: Quien en su conversación habla de niñerías y burlas; quien huye de ser tenido en poco y le pesa si lo es, aunque haga maravillas, no le tengáis por perfecto, porque todo es virtud sin cimientos. y quien no quiere sufrir, cerca está de caer, recoge, pues, hijo mío, alguna de estas sentencias, en las cuales está encerrada la verdadera sabiduría.

Oración: Señor Dios, que con la admirable erudición de tu bienaventurado confesor, Tomás de Aquino, esclareces a tu Iglesia, y con sus santos ejemplos la fecundizas, rogámoste nos concedas tu divina gracia así para entender su doctrina, como para imitar sus buenas obras. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

lunes, 5 de marzo de 2018

6 de marzo. SAN OLEGARIO, OBISPO DE BARCELONA. (+ 1136.) Flos Sanctorvm Santoral



Uno de los blasones con que se ennoblece Barcelona es el poder contar entre sus ilustres hijos al glorioso san Olegario, dignísimo prelado de la ciudad condal y arzobispo de Tarragona. Fué su padre de la orden ecuestre y muy valido del conde de Barcelona, don Ramón Berenguer, primero de este nombre. Su madre, llamada Guilia, era matrona nobilísima y santa, descendiente del antiguo linaje de los godos, la cual, criando a sus pechos al niño Oleguer, le dio con la leche la educación de buenas y santas costumbres. Inscribiéronle a la edad de diez años en el gremio de los canónigos de la santa catedral de Barcelona, y ordenado de sacerdote en la edad competente, salió gran maestro, doctor y predicador famosísimo. Mas él renunció a la prebenda y tomó el hábito de los canónigos reglares de San Agustín en el convento de San Adriano, de donde por huir de la dignidad de prior, pasó a la abadía de San Rufo, que era un convento de la misma Orden en la Provenza. No pudo al fin prevalecer su humildad, y tuvo que rendirse a la voluntad de ' Dios, que le había escogido para que fuese resplandeciente lumbrera de su santa iglesia. Fué, pues, elegido prior en la Provenza, y llamado después por voz común a la silla episcopal de Barcelona, y finalmente, escogido para la Cátedra metropolitana de Tarragona, con riguroso mandamiento del Sumo Pontífice. Asistió al concilio Lateranense, convocado por Calixto II, el cual le hizo legado suyo a latere para el reino de España, y en el concilio de Clermont, nuestro santo declaró excomulgado al antipapa Anacleto, e hizo venir a concordia al conde don Berenguer con la señoría de Genova, puso paces en Zaragoza entre don Alonso, rey de Castilla y don Ramiro, rey de Aragón, reedificó iglesias, labró monasterios, concordó pleitos, hizo grandes limosnas, y sobre todas estas obras ilustres, fué siempre un espejo de toda virtud, un ángel de paz y un gran santo. Estando cierto día en el fervor de la contemplación, todo absorto y fuera de los sentidos, pidió a Dios nuestro Señor le hiciera la gracia de revelarle el tiempo de su partida y última hora. Concedióle Dios su petición, y en un sínodo a que asistió nuestro santo, dijo a los sinodales que sería aquella la última vez que les predicaría; y se vio ser así. Recibió con mucha devoción los santos sacramentos, y diciendo en voz muy clara a Jesucristo y a su Madre Santísima: «En vuestras manos encomiendo mi espíritu», entregó su bendita alma al Creador. Falleció a los setenta y seis años de su vida, y fué luego canonizado al uso antiguo de la Iglesia, que era la veneración de los fieles y el permiso de los Sumos Pontífices, y más tarde por el Papa Inocencio XI, acreditando el Señor la santidad de su siervo con grandes y numerosos prodigios. Consérvase incorrupto su santo cuerpo en la capilla del Sacramento, de la catedral de Barcelona.

Reflexión: Aunque en los procesos de canonización de este gran santo se refieren innumerables milagros, con todo eso, el cielo, para ostentar más su gloria, ha dispuesto le tenga el mundo por abogado especial de las mujeres que tienen partos peligrosos, las cuales invocándole han hallado luego su alivio, socorro y total consuelo, y si las criaturas nacen con algún evidente achaque y riesgo de perder la vida, con sólo invocar a san Olegario sus padres, han experimentado el beneficio manifiesto de su celestial protección, y dado gracias al Señor que así ha querido glorificar a su siervo santísimo.

Oración: Concédenos, oh Dios omnipotente, que la venerable solemnidad de tu pontífice y confesor Olegario, acreciente en nosotros la devoción y la salud espiritual y eterna de nuestras almas. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

domingo, 4 de marzo de 2018

5 de marzo. EL BEATO NICOLÁS FACTOR. (+ 1583.) Flos Sanctorvm Santoral



El bienaventurado Nicolás Factor nació en Valencia de España, de padres humildes y piadosos. Desde muy niño comenzó a ejercitar la caridad con los enfermos, porque hallando a la edad de diez años, a la puerta del hospital de San Lázaro a una pobre mujer cubierta de asquerosa lepra, con gran devoción se hincó de rodillas a sus pies y se los besó. Preguntóle otro niño cómo no tenía asco de ponerlos labios en cosa tan asquerosa. No he besado, respondió el santo niño, las llagas asquerosas de esta pobrecita, sino las llagas preciosas y amabilísimas de Jesucristo. Creciendo en edad, salió muy aventajado en las leerás numanas, escribía santas poesías en lengua latina y castellana, tañía varios instrumentos, cantaba con voz excelente, y pintaba con singular habilidad imágenes de Cristo y de su Santísima Madre. Cuando su padre pensaba casarle, nuestro Señor le llamo para su servicio en el convento de Santa María de Jesús que está a un cuarto de hora de la ciudad de Valencia. No hubo religioso alguno entre aquellos hijos de san Francisco que no se mirase en él como en un espejo de perfección. El Señor le glorificaba aún en el pulpito con raras y estupendas maravillas, porque casi siembre que predicaba se arrobaba con éxtasis seráficos elevándose algunas veces su cuerpo en el aire sin tocar con los pies en el suelo, y después que volvía en sí, proseguía el sermón tomando el hilo del discurso, donde lo había dejado. Y no sólo predicando gozaba el siervo de Dios de estas delicias divinas, sino que también celebrando el divino sacrificio, dando la Comunión, conversando de cosas santas, en su celda, en el confesonario, en las públicas procesiones, de suerte que por muchos años fué casi todos los días y por varias veces elevado en éxtasis, que alguna vez duraban horas enteras. Transfórmábasele entonces el semblante, poniéndosele muy encendido y hermoso, despidiendo a veces rayos de luz, y ardiendo sus carnes como ascua. Predicando en Barcelona se elevó de la tierra más de un palmo en presencia de un concurso numerosísimo. Visitaba en Valencia con singular afición el hospital de San Lázaro; allí limpiaba a los leprosos y los lavaba con aguas odoríferas, íes daba de comer, las hacía las camas, los desnudaba y ponía en ellas, y con gran devoción les besaba las llagas puesto de rodillas. Finalmente, después de una vida llena de maravillas y prodigios de caridad y penitencia, expiró pronunciando el dulcísimo nombre de Jesús, a la edad de sesenta y tres años. Quedó su sagrado cadáver flexible y exhalando suavísima fragancia todo el espacio de nueve días, que estuvo expuesto para satisfacer a la devoción de los fieles, como consta por el testimonio de un jurídico reconocimiento. Diéronle sepultura en un lugar señalado, y en vista de los continuos prodigios que dispensaba Dios a los que imploraban su patrocinio, el sumo Pontífice Pío VI le declaró beato en el año 1786.

Reflexión: Este serafín extático ofrecía muchas veces, como otros muchos santos, un magnífico argumento de la divinidad de nuestra fe. Porque ningún hombre de sano juicio puede poner en duda sus arrobamientos y elevaciones, pues semejantes maravillas eran públicas, repetidas, sensibles y manifiestas a los ojos de un numeroso concurso. Pues, ¿quién podría mirar • como el cuerpo del santo se levantaba de la tierra y quedaba suspenso en el aire cercado de celestes resplandores, sin echar de ver hasta con los ojos una brillantísima prueba de nuestra Religión celestial?

Oración: Oh, Dios, que encendiendo con el fuego inefable de tu caridad al bienaventurado Nicolás tu confesor, hiciste que te siguiese con puro corazón, concédenos a tus siervos, que llenos del mismo espíritu, y ardiendo en caridad, corramos sin tropiezo por el camino de tus mandamientos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.