lunes, 30 de abril de 2018

1 de mayo. San Felipe y Santiago el Menor, apóstoles. — (t 54 y 62) Flos Sanctorvm Santoral


El glorioso apóstol de Cristo san Felipe fué natural de Betsaida, donde nacieron asimismo san Andrés y san Pedro. Luego que san Felipe conoció a Cristo, comenzó a hacer oficio de apóstol, que es traer a otros al conocimiento y amor de Dios; y así trajo a Natanael a Cristo, de quien dijo el Señor que era verdadero israelita y hombre sin doblez ni engaño. Antes de hacer nuestro Señor el gran milagro de la multiplicación de los panes en el desierto, preguntó a Felipe de dónde comprarían pan para sustentar a aquella gran muchedumbre de pueblo, para darnos a entender con su respuesta la falta de pan que había, y la grandeza del milagro del Señor. Después de la resurrección de Lázaro algunos gentiles vinieron i ver a Jesucristo, y tomaron por medio a san Felipe, declarándole su deseo, y Felipe y Andrés lo dijeron al Señor, el cual hizo gracias al Padre Eterno porque ya los gentiles comenzaban a conocerles. En aquel soberano sermón que el mismo Señor hizo a los apóstoles después de la sagrada cena, le dijo san Felipe: «Señor, mostradnos al Padre»; y de estas palabras tomó ocasión el Señor para revelarnos altísimos misterios de su divina naturaleza. Después de la venida del Espíritu Santo, cupo a san Felipe la provincia del Asia superior, en la cual predicó el santo Evangelio; de allí pasó a la Escitia y últimamente a la ciudad de Hierapolis, donde los gentiles adoraban por dios una víbora, y donde echaron mano al santo apóstol, y después de haberle azotado ásperamente, le crucificaron y mataron a pedradas.
Celebramos hoy también la memoria del apóstol Santiago el Menor, que nació en Cana de Galilea, el cual es llamado hermano del Señor, conforme a la costumbre de los hebreos que llamaban hermanos a los que eran primos, y por haber sido llamado al apostolado después de Santiago hermano de san Juan, se llama Santiago el Menor. Era apellidado también con el nombre de Justo, porque su vida era un retrato del cielo, y en las facciones del rostro se parecía a Cristo, y así muchos cristianos venían a Jerusalen a ver a Santiago. Nunca comió carne ni bebió vino, y de estar de rodillas, las tenía duras como de camello; jamás consintió que se le cortase el cabello, -ni quiso bañarse ni ssr ungido con óleo. Era tan grande la opinión que tenían los judíos de su santidad, que a él solo le dejaban entrar en el saricta sanctorum. Nombróle san Pedro obispo de Jerusalen y en el primer concilio que allí se celebró dijo su parecer después de san Pedro. Finalmente, después de haber gobernado la Iglesia de Jerusalen por espacio de treinta años, por haber predicado a Jesucristo en el Templo, los fariseos, bramando como leones, tomaron piedras contra él, y le arrojaron del lugar eminente en que predicaba: y mientras levantaba las manos al cielo rogando por sus enemigos, uno de ellos le dio con una pértiga en la cabeza, esparciéndole los sesos por el suelo.

Reflexión: Esta fué la recompensa que llevaron los santos apóstoles de Jesucristo: padecer y morir por el Señor. ¿No vale más esto que todos los demás bienes del mundo? Y por eso nos enseña el mismo Santiago en su epístola canónica, el gran bien que se encierra en las adversidades y tribulaciones cuando se llevan con paciencia, y nos exhorta a gozarnos en gran manera, cuando somos tentados y probados con muchas y varias aflicciones del Señor. Lo que nos cuesta es lo que vale, y lo que vale es lo que se premia con eterna gloria.

Oración: Oh Dios, que cada años nos alegras con la solemne festividad de tus apóstoles Felipe y Santiago, concédenos tu gracia para imitar los ejemplos de aquéllos, de cuyos merecimientos nos regocijamos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén

domingo, 29 de abril de 2018

30 de abril. Santa Catalina de Sena, virgen. — (t 1380) FlosSanctorvm Santoral



La bienaventurada virgen santa Catalina de Sena, esposa regalada de Jesucristo, nació en la ciudad de Sena, de padres virtuosos, que solo tenían lo necesario para pasar la vida. Desde su más tierna infancia comenzó a resplandecer en ella la gracia de Dios; y apenas tenía cinco años, cuando subiendo o bajando alguna escalera de su casa se arrodillaba en cada escalón y decía el Ave María. Siendo de seis años tuvo ya una visión celestial en que Jesucristo le echó su bendición, quedando ella tan transportada, que su hermano no podía volverla en sí. Algunas niñas se le juntaban con deseo de oir sus dulces palabras, y ella las ¡enseñaba y se encerraba con ellas y hacía que se disciplinasen en su compañía. A los siete años hizo votos de perpetua virginidad, y cuando más tarde siendo de edad, la apretaban sus padres para que se casase, ella se cortó el cabello, que le tenía por extremo hermoso, por lo cual se enojaron mucho y la mandaron a las cosas de la cocina en lugar de la criada; más como un día la hallase el padre orando en el rincón de un aposento y viese sobre su cabeza una blanca paloma, le otorgó su permiso para dejar las cosas del mundo y tomar el hábito de las Hermanas de Penitencia, que le había ofrecido en una admirable visión el glorioso santo Domingo. Después que se vio plantada en el jardín de la religión, fueron tan extraordinarias sus virtudes y tan excelentes sus dones celestiales, que no hay palabras con que puedan explicarse. Tratábala Jesucristo su esposo tan familiarmente, que siempre estaba con ella. Dábale algunas veces la sagrada comunión de su cuerpo y sangre; una vez le dio a beber de su costado, y en otra maravillosa aparición le puso en su lado izquierdo su Corazón divino, dejándole en la misma parte una prodigiosa herida. Adornóla además con toda suerte de gracias y prodigios, y eran tantas las gentes que venían a verla y con sola su presencia se compungían, que el sumo pontífice dio al confesor de la virgen y a dos compañeros suyos amplia facultad de absolver a los que luego se querían confesar: y por ser tan grande la fama de sus virtudes,. Gregorio XI y Urbano VI, se sirvieron de ella en negocios gravísimos de la cristiandad, y la enviaron por embajadora suya. Finalmente a la edad de treinta y tres años murió diciendo aquellas palabras de Jesucristo: Señor, en tus manos encomiendo mi espíritu.

Reflexión: Un día apareció Jesucristo a esta santa llevando dos coronas en las manos, una de oro finísimo y otra de espinas y le dijo que escogiese cual quería. «¡Señor! respondió ella, yo quiso en esta vida la que escogisteis para Vos» y diciendo esto tomó la de espinas y se la puso tan apretadamente en su cabeza, que luego sintió grandes dolores. Por esta causa se representa la imagen de santa Catalina de Sena coronada de espinas. Imitémosla nosotros, llevando siquiera con paciencia los trabajos que nos envía el Señor y las cruces con que se digna probar nuestra fidelidad. Si el divino Redentor se te apareciese, y te ofreciese la cruz de esos trabajos que padeces, ¿no la abrazarías con mil acciones de gracias? Pues entiende que es voluntad suya que la lleves siquiera con paciencia y resignación, para que asemejándote en algo a tu soberano modelo crucificado, puedas después gozar con El en la gloria.

Oración: Concédenos, oh Dios todopoderoso, que pues celebramos el nacimiento al cielo de tu bienaventurada virgen Catalina, nos alegremos santamente con su anual solemnidad y nos aprovechemos del ejemplo de su eminente virtud. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

29 de abril. San Hugo, abad de Cluni. (t 1109.) —FlosSanctorvm Santoral



El glorioso y venerable abad de Cluni, san Hugo, nació en Semur, de u n a ilustre y antigua familia de Borgoña. Su padre llamado Dalmacio era señor de Semur, y su madre Aremberga, descendiente de la antigua casa de Vergi. Quería el padre que su hijo Hugo siguiese, como, noble, la carrera de las armas, pero sintiéndose él más inclinado di retiro y a la piedad que a la guerra, recabó licencia para ir a cultivar las letras humanas en Chálon-sur-Saóne, donde la santidad de los monjes de Cluni, gobernados por el piadoso abad Odilón, le movió a dar libelo a todas las cosas de la tierra, y a tomar el hábito en aquel célebre monasterio. Hizo allí tan extraordinarios progresos en las ciencias y virtudes, que mereciéndose la fama de su eminente santidad, sabiduría y prudencia por toda Europa, el emperador Enrique le nombró padrino de su hijo; y Alfonso rey de España, hijo de Fernando, acudió a él para librarse de la prisión en que le tenía su ambicioso hermano Sancho, lo cual recabó el santo con su grande autoridad, y también puso íin a las querellas del prelado de Autún y del duque de Borgoña que devastaba las posesiones de la Iglesia. Y no fué menos apreciado de los sumos pontífices, por su rara • prudencia y santidad: nombróle León IV para que le acompañase en su viaje a Francia, y su sucesor Víctor II previno al cardenal Hildebrando, después Gregorio VII, que le tomase por socio y consejero en la legacía cerca del rey de los franceses; Esteban X eme sucedió a Víctor, le llamó cabe sí, y auiso morir en sus brazos, y el gran pontífice Gregorio VII se aconsejaba de este santísimo abad de Cluni en todos los negocios más graves de la cristiandad. Es increíble lo mucho que trabajó este santo en la viña del Señor, edificándola con sus heroicas virtudes, defendiéndola de sus enemigos, y acrecentándola con su celo apostólico. Finalmente después de haber fundado el célebre monasterio de monjas de Mareigni, y echado los cimientos de la magnífica iglesia de Cluni, lleno de días y merecimientos falleció en la paz del Señor a la edad de ochenta y cinco años.

Reflexión: Entre las muchas cartas de san Hugo, se halla una escrita a Guillermo el Conquistador, el cual le había ofrecido para su monasterio cien libras por cada monje que le enviase a Inglaterra. Respóndele el santo abad «que él daría la misma suma por cada buen religioso que le enviasen para su monasterio, si fuese cosa que se pudiese comprar; en cuyas palabras manifestaba el temor de que se relajasen los monjes que enviase a Inglaterra no pudiendo vivir allí en monasterios reformados. Y si todas estas preocupaciones juzgaba el santo necesarias para conservar la virtud de aquellos tan fervorosos monjes, ¿cómo imaginamos nosotros poder estar seguros de no perder la gracia divina, si temerariamente nos metemos en medio de los peligros y lazos del mundo? Quejanse muchos de las tentaciones que padecen, y murmuran de la Providencia por los recios y continuos combates que les dan los tres enemigos del alma, mundo, demonio y carne: pero día vendrá en que Dios se justifique recordándoles que ellos mismos se metían las más de las veces en las tentaciones, y haciéndose sordos a las voces de la gracia y de la conciencia, se ponían voluntariamente en las ocasiones de pecar, y se rendían a sus mortales enemigos.

Oración: Suplicámoste, Señor, que nos recomiende delante de Ti, la intercesión del bienaventurado Hugo, abad; para que alcancemos por su patrocinio, lo que no podemos conseguir por nuestros merecimientos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

viernes, 27 de abril de 2018

28 de abril. San Vidal, mártir. — (t 172.) FlosSanctorvm Santoral



Entre los santos que derramaron su sangre en las primeras persecuciones de la Iglesia, uno fué san Vidal, caballero muy noble de Ravena y marido de Santa Valeria, y padre de Gervasio y Protasio, que todos cuatro fueron ilustres mártires del Señor. Sucedió que habiendo preso los gentiles en Ravena a un cristiano, llamado Ursicino, de profesión médico, le dieron muchos y atroces tormentos, los cuales él sufrió con grande constancia y fortaleza ayudado de la gracia del Señor. Mas cuando se llegaba su última hora y vio que el verdugo desenvainaba la espada y le vendaba los ojos, comenzó (como- hombre) a desmayar, y a perder el vigor que antes había tenido; y estando ya para adorar a los falsos dioses, Vidal, que estaba presente a este espectáculo, compadeciéndose de él, y juzgando que le corría obligación de socorrerle en aquel conflicto, alzó la voz y públicamente dijo: «¿Qué es esto, Ursicino? ¿qué dudas? ¿qué temes? Habiendo tú como médico dado salud a tantos enfermos, ahora no aciertas a salvarte a ti mismo? Acuérdate que con esta muerte que se acaba en un soplo, comprarás una vida bienaventurada que no tiene fin.» Fueron de tanta eficacia las palabras de Vidal que animaron de tal suerte a Ursicino, que con grande alegría tendió el cuello al cuchillo y murió por Cristo: y san Vidal, no contento de haberle dado la vida del alma, por dar honra a su cuerpo muerto, con gran celo y fervor le hurtó y sepultó. El juez que se llamaba Paulino, visto lo que Vidal había dicho y hecho, y entendiendo que era cristiano, le amonestó blandamente que dejase aquella nueva secta, y siguiese la antigua religión de los romanos. Burlóse Vidal de las palabras de Paulino, el cual le mandó luego atormentar en el ecúlea donde fueron despedazadas sus carnes y descoyuntados sus miembros, y pro. bada su fe y su paciencia: y como todo esto no bastase para trocarle y ablandar su pecho fuerte, ordenó que lo llevasen al mismo lugar donde había sido ajusticiado Ursicino, y que hiciesen en él una hoya muy grande, y le echasen vivo en ella, y la llenasen de tierra y piedra: lo cual ejecutaron a la letra los verdugos, y murió el glorioso mártir ahogado y sepultado vivo, entregando con este linaje de cruel martirio su triunfante espíritu al Criador. Conservanse las sagradas reliquias de este santo en un magnífico sepulcro de una iglesia que se le dedicó en Ravena, y que es uno de los templos más hermosos del mundo: y parte de ellas se veneran en Bolonia y en Praga.

Reflexión: Dio el bárbaro tirano contra san Vidal aquella sentencia de horrorosa muerte, a persuasión de un sacerdote de Apolo, en el cual luego que expiró el santo mártir, entró el demonio y le comenzó a atormentar tan terriblemente, que daba gritos y decía: «¡Quémasme, Vidal! ¡enciéndesme, Vidal! y como padeciese siete días este tormento, no pudiendo más sufrir el fuego interior que le abrasaba, se ochó en un río y se ahogó. Donde se ve el castigo del mal consejo que había dado aquel mal hombre contra nuestro santo; el cual por el contrario, mereció la palma de los mártires por el buen consejo que había dado a Ursicino ayudándole a morir por el Señor. Procuremos pues aconsejar siempre cosas buenas y santas: ya que de los buenos consejos podemos esperar la recompensa de Dios, y de los malos consejos solo podemos esperar el daño y castigo, que no pocas veces recae aun en esta vida sobre la cabeza de los que aconsejaron a otros lo que era inicuo.

Oración: Suplicámoste, Señor todopoderoso, que los que celebramos el nacimiento al cielo de tu bienaventurado mártir Vidal, seamos por su intercesión fortificados en el amor de tu santo nombre. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

jueves, 26 de abril de 2018

27 de abril. San Pedro Armengol, mártir. — (t 1284.) FlosSanctorvm Santoral



El glorioso redentor de los cautivos y mártir de la caridad san Pedro Armengol nació en la Guardia de los Prados, villa del arzobispado de Tarragona, y su apellido queda todavía en la muy ilustre familia de los barones de Rocafort, descendientes de los condes de Urgel y emparentados con los antiguos condes de Barcelona, y reyes de Francia, condes de Flandes y reyes de Castilla y Aragón. Hallóse presente en su nacimiento el venerable padre Bernardo Cortbera, religioso de la Merced, el cual profetizó del niño recién nacido diciendo: «A este niño un patíbulo ha de hacerle santo.» Crióle su padre Amoldo como a mayorazgo, noble, rico y deseado: pero ¡oh fuerza de las malas compañías y cuántas torres de virtud has derribado! El ilustre mancebo que parecía un ángel por su piedad e inocentes costumbres, con el ejemplo de otros mozos desenvueltos, bravos y valientes con quienes jugaba y como brioso caballero de su edad probaba con las armas en la mano la destreza y el valor, vino a desenfrenarse de manera, que hacía gala de sus desórdenes y oscurecía su linaje capitaneando una cuadrilla de ladrones. Por este tiempo determinó el rey don Jaime pasar de Valencia a Mompeller y entendiendo que los Pirineos estaban infestados de salteadores, mandó a Amoldo que con dos compañías de infantes y algunos caballos limpiase aquellos caminos de bondoleros. Entonces lucharon cuerpo a cuerpo Amoldo y su hijo Pedro hasta que después de haberse herido, se reconocieron, y el hijo, llenos de lágrimas los ojos, se echó a los pies del padre, con grande arrepentimiento de su mala vida. Partióse de allí a Barcelona y después de hacer una confesión general de todas sus culpas, pidió el hábito de los religiosos de la Merced, y comenzó una vida llena de admirables y extraordinarias virtudes. Ordenáronle de sacerdote, y todos los días celebraba la misa con tantas lágrimas que hacía llorar de devoción a todos los que la oían. Rescató en Murcia doscientos cuarenta cautivos, convirtió al bey AlmohazenMahomet, el cual se hizo Mercedario y se llamó Fray Pedro de santa María. Pasando después el santo de Argel a Bugía con Fr. Guillermo, florentino, rescató ciento y diez y nueve cautivos, y para sacar de la esclavitud a diez y ocho niños se quedó en rehenes de mil escudos que ofreció por ellos. Ocho meses estuvo encerrado en un calabozo, padeciendo cada día palos y azotes; y como no llegasen los mil escudos a su tiempo, le condenaron a la horca. Vino ocho días después del suplicio su compañero Guillermo con los mil escudos, y con grande espanto le halló vivo todavía y pendiente de la horca, en la cual dijo el santo que la santísima Virgen le había sostenido en sus manos. Finalmente después de haber convertido con estupendos pródigos a muchos infieles a nuestra santa fe, entregó su bendita alma al Señor en su mismo convento de nuestra Señora de los Prados.

Reflexión: La vida admirable de este santo nos manifiesta cuan poderosa es la gracia de nuestro Señor Jesucristo para trocar los corazones de los hombres, hasta hacer de un capitán de bandidos un perfectísimo religioso, un celoso misionero y un gloriosísimo mártir de la caridad. Esta es una excelencia propia de nuestra santa Religión; porque ninguna fuerza ni convicción humana sería bastante para trocar con tan extraña mudanza el ánimo y las costumbres de los hombres, si no interviniera en ello la mano poderosa de Dios.

Oración: Oye, Señor, benignamente las súplicas que te hacemos en la solemnidad de tu glorioso confesar el bienaventurado Pedro, para que consigamos por la intercesión del que tanto te agradó lo que no podemos esperar de nuestros merecimientos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

miércoles, 25 de abril de 2018

26 de abril. Los santos Cleto y Marcelino, papas y mártires. — (t 96. t 304.) FlosSanctorvm Santoral




El tercer vicario de nuestro Señor Jesucristo sobre la tierra fué el glorioso pontífice y mártir san Cleto. Fué natural de Roma y convertido a la fe por e] príncipe de los apóstoles san Pedro; el cual, viéndole varón espiritual, prudente y celoso, le ordenó de obispo y le tomó por coadjutor, así como a san Lino que fué el segundo pontífice. Gobernaba san Cleto santísimamente la Iglesia; mas habiendo sucedido a Vespasiano y Tito su hijo, el viciosísimo emperador Domiciano, que entre otras maldades que cometió se hizo llamar dios, persiguió a los cristianos que no le reconocían por^ tal, y en un solo día hizo millares de mártires. En esta persecusión, quefué la segunda que padeció la Iglesia, fué preso y cargado de cadenas el glorioso pontífice san Cleto, y en el día 26 de abril alcanzó la corona del martirio, habiendo tenido la silla apostólica doce años, siete meses y dos días. Sepultáronle los cristianos junto al apóstol san Pedro, y consérvase su cuerpo en el Vaticano. En este mismo día celebra la Iglesia el martirio del papa san Marcelino, el cual fué natural de Roma e hijo del prefecto, y sucedió en el pontificado a san Cayo asimismo papa y mártir, siendo emperadores Diocleciano y Maximiano. En este tiempo se levantó la décima persecución contra la Iglesia, que fué la más brava y más cruel de todas, porque en espacio de un mes murieron por Cristo en diversas provincias más de diez y siete mil mártires con tan atroces y exquisitos tormentos, que solo el demonio los pudiera inventar. Y porque durante esta persecución, recibía el santo benignamente a los que espantados con las amenazas y el terror de los suplicios habían ofrecido incienso a los falsos dioses y después arrepentidos de su culpa le pedían el perdón y la penitencia, no faltaron malvados censores que rigurosamente osasen juzgar y condenar la paternal blandura del santo pontífice: lo cual fué ocasión para que más tarde le infamasen diciendo calumniosamente que el mismo santo, vencido también del temor de los tormentos había sacrificado a los ídolos, y hecho después penitencia de su pecado, ofreciéndose de su voluntad al martirio. Mas lo que hubo fué, que habiendo sido preso juntamente con otros tres santos llamados Claudio, Cirino y Antonino, por sentencia del emperador fué como ellos decapitado. Dejáronse por orden del juez los cadáveres insepultados, hasta que san Marcelo los recogió a los treinta y tres días, y con acompañamiento de los presbíteros y diáconos, y con himnos y antorchas les dio honrosa sepultura en el cementerio de santa Priscila en la vía Salaria.

Reflexión: No es maravilla que en aquellas cruelísimas persecuciones algunos fieles, vencidos por la inhumanidad y duración de los tormentos, se rindiesen a la voluntad de los tiranos. El ser vencidos era efecto de la fragilidad del hombre; el vencer, prodigio de la fortaleza de Dios. Pero así como es propio de la humana flaqueza el caer, también lo es dé la gracia de Cristo, levantar al caído. Por esta causa instituyó e 1 Señor e 1 sacramento de la penitencia, donde el pecador alcanzase remisión de sus pecados por muchos y graves que fuesen, con solo confesarlos con un corazón contrito y humillado. ¿Por qué pues no hemos de humillarnos, si hemos pecado? ¿No vale más confesar ahora humildemente nuestras culpas, que padecer la vergüenza de ellas cuando se manifiesten a todo el mundo en el día del juicio, y caer en una eterna confusión?

Oración: Suplicámoste, Señor, que en la fiesta de tus pontífices y. mártires Cleto y Marcelino, merezcamos su poderosa protección, y que por su intercesión sean gratas a tu divina Majestad nuestras oraciones. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

martes, 24 de abril de 2018

25 de abril. San Marcos, evangelista y mártir. — (t 64.) FlosSanctorvm Santoral



El glorioso evangelista y mártir de Cristo san Marcos fué hebreo de nación, y como algunos autores escriben, de la tribu de Leví y uno de los setenta y dos discípulos del Señor. Acompañó al apóstol san Pedro, que le llama en sus epístolas hijo carísimo, y por su grande espíritu y gracia en el hablar, le tomó por intérprete para que explicase más copiosamente los profundos misterios de Cristo, que él en pocas palabras anunciaba. Y como los fieles que por la predicación de San Pedro se habían convertido en Roma, deseaban tener por escrito lo que de él habían oído, rogaron a san Marcos que escribiese el Evangelio de la manera que lo había oído de la boca de san Pedro; y el santo apóstol lo aprobó y con su autoridad lo confirmó y mandó que se leyese en la iglesia. Habiendo pasado el santo evangelista algunos años en Roma, tomó la bendición de su padre y maestro san Pedro, y por su orden se partió a Egipto, llevando consigo el Evangelio que había escrito para predicarle a aquellas gentes bárbaras y supersticiosas. Descubrió primero aquella luz del cielo a los de Cirene, Pentápoli y otras ciudades; y vino después a Alejandría como a cabeza de toda aquella provincia y más necesitada de aquella divina luz. Allí edificó una iglesia al Señor con nombre de San Pedro su maestro que aun vivía; y fueron tantos los que se convirtieron a la fe de Jesucristo, así de los judíos que moraban en aquellas partes, como de los mismos egipcios, que presto se formó una admirable cristiandad, en la cual florecían maravillosamente todas las virtudes que el Señor enseñaba en su santo Evangelio; porque todos los fieles vivían entre sí con gran paz y conformidad, no había entre ellos pobres, porque a todos se daba In que habían menester; ni ricos, porque los que lo eran dejaban sus riquezas para use de los demás, y todos eran entre sí un alma y un corazón. Otros muchos había que dando libelo de repudio a todas las cosas de la tierra poblaban los montes y desiertos de Egipto, y vivían con tan extremada santidad, que no parecían hombres, sino ángeles vestidos de carne mortal. No pudieron sufrir tanta luz los ojos flacos de los gentiles y determinaron dar muerte a san Marcos como a destruidor de sus templos y enemigo de sus dioses, y a los 24 de abril, que era día de domingo para los cristianos, y para los gentiles de una fiesta que celebraban a su dios Serapis, hallando al santo evangelista diciendo Misa, le prendieron, y echándole una soga a la garganta le arrastraron por las calles. Encerrándole después en la cárcel, y venida la mañana siguiente le arrastraron de nuevo por lugares ásperos y fragosos hasta que dio su espíritu al Señor.

Reflexión: Así murió el glorioso evangelista san Marcos, sellando también con su sangre el santo Evangelio que nos dejó escrito, para que nadie pudiese imaginar con algún color de razón que quisiese engañar a los hombres. Este es el mismo Evangelio que predicaba en Roma el príncipe de los apóstoles san Pedro, el cual a su vez dio la vida en confirmación de la verdad de Cristo, muriendo en cruz con la cabeza abajo. Recuerden, pues, estos hechos, los despreocupados de nuestros días, y entiendan que si niegan el santo Evangelio solo porque es contrario a sus pasiones, con aquellos sellos de sangre apostólica, se firmó también la sentencia de su condenación.

Oración: Oh Dios, que ensalzaste a tu bienaventurado evangelista Marcos por la gracia de la predicación del santo Evangelio; concédenos que nos aprovechemos de su santa doctrina, y seamos protegidos por su poderosa intercesión. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

lunes, 23 de abril de 2018

24 de abril. San Fidel de Sigmaringa, mártir. — (t 1622.) FlosSanctorvm Santoral



El apostólico varón y glorioso mártir de Cristo, san Fidel nació de padres nobles y católicos en la ciudad de Sigmaringa que está en la Suevia, en el obispado de Constancia. Después de haber estudiado las letras humanas y el derecho civil y canónico en lá universidad de Friburgo, se disgustó del tumulto y peligros del foro, y trocó la toga de abogado por el hábito de los padres capuchinos. El día del patriarca san Francisco vistió e] tosco sayal del Padre de los pobres. Celebró su primera misa con gran concurso y edificación del pueblo, y destináronle los superiores al sagrado ministerio de la palabra divina, y el santo con estilo llano y desnudo de adornos retóricos, pero con gran fuerza de esoíritu v eficacia de razones, predicó el divno Evangelio por las principales ciudades de Alemania, ganando para Jesucristo innumerables pecadores. Socorría a los pobres con copiosas limosnas que pedía a las personas ricas y caritativas, y habiendo sido inficionado de una enfermedad contagiosa e] ejército austríaco que estaba acuartelado en aquellas provincias, asistía a los soldados, curándoles las llagas, dándoles de comer por su mano, y administrando los sacramentos de la Iglesia a los que estaban en peligro de muerte. Llamóle el Señor a la conversión de los calvinistas Grisones, y la congregación de Propaganda Fídeescogió por cabeza y Prefecto de aquella ardua misión a nuestro santo, el cual con increíbles trabajos redujo a la verdadera fe a muchos herejes, aun de los más principales y nobles del país. Mas los infernales ministros de Calvino fingiendo que querían también convertirse llamaron un día al santo para que les predicase la verdad católica en la iglesia de Servís. Llegó el apostólico misionero a aquel lugar, y habiendo celebrado aquel día la Misa con extraordinario fervor, subió al pulpito donde halló un billete que decía: Hoy predicarás y no más. No desmayó el santo con este anuncio de muerte; antes con la misma fuerza de espíritu y apostólica libertad predicaba la verdad católica, cuando de improviso entraron en la iglesia muchos hombres armados. Disparó uno de ellos su fusil contra el santo misionero, y aunque no acertó a herirle, entendió el santo que era ya llegada la hora suspirada de dar la vida por Cristo, y por la salud de sus hermanos. Bajando pues de la sagrada cátedra, se postró delante del altar mayor, donde encomendó su alma en las manos de Dios, y para evitar un nuevo sacrilegio de los herejes, salió de la iglesia por una puerta que estaba al lado de ella. Entonces como lobos sedientos de sangre se echaron sobre él los herejes y le asesinaron bárbaramente con veintitrés heridas, mientras rogaba, como san Esteban, por los que le daban la muerte.

Reflexión: Llamábase el glorioso san Fidel, con el nombre de Marco que le habían puesto en el bautismo; mas el día en que se vistió la librea de Cristo, y tomó el hábito de religión, tomó el nombre de Fidel para recordar continuamente la fidelidad con que había de servir a Dios; y por esta causa solía escribir en la primera página de todos sus libros aquellas palabras de la Sagrada Escritura que dicen: «Sé fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida.» Seámoslo también nosotros, perseverando en la santa fe y en las buenas obras hasta la muerte para que podamos oír de los labios del eterno Juez aquellas palabras: ¡Ea, siervo bueno y fiel, entra en el gozo de tu Señor!

Oración: Oh Dios, que te dignaste adornar con la palma del martirio y con gloriosos milagros al bienaventurado Fidel, abrasado de celo en la propagación de la verdadera fe: rogámoste por sus méritos e intercesión que fortalezca con tu gracia nuestra fe y caridad, de manera que merezcamos ser hallados fieles en tu servicio hasta la muerte. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

domingo, 22 de abril de 2018

23 de abril. San Jorge, mártir. (t 290.) FlosSanctorvm Santoral



El valeroso capitán y glorioso mártir de Cristo san Jorge fué natural de Capadocia, e hijo de padres nobles y ricos. Siendo ya mozo y de muy gentil disposición y grandes fuerzas,, siguió la milicia y vino a ser tribuno o maestre de campo y miembro del consejo del emperador Dioclaciano, el cual no sabiendo que era cristiano, quería honrarle mucho en el ejército y servirse de él en cosas grandes y hazañosas. Sucedió, pues, que habiendo propuesto Diocleciano a sus consejeros y ministros la voluntad que tenía de acabar con atroces tormentos a los cristianos, todos aprobaron la determinación del emperador, menos san Jorge, que con admirable elocuencia y libertad dijo que era grande injusticia condenar a tales hombres solo porque daban culto al «verdadero Dios. Levantóse entonces el cónsul Majencio y dijo a Jorge: «Bien se conoce que debes ser uno de los principales jefes de esa secta.» Respondió san Jorge: «Sí: cristiano soy.» Entonces el emperador procuró desviarle de aquel propósito, poniéndole delante la flor de su juventud, su nobleza, riqueza y gallardía, y también los favores que de él había recibido, y los daños que se le podían seguir si despreciara a los dioses del imperio. Mas como no hiciesen mella en aquel pecho armado de Dios promesas ni amenazas, el día siguiente mandó el tirano atormentar al soldado de Cristo, con una rueda armada por todas partes de puntas aceradas que despedazaban sus carnes, en cuyo suplicio oyó una voz de] cielo que le dijo: «Jorge, no temas, que yo estoy contigo.» Y el santo mártir padeció aquellos y otros exquisitos tormentos con tan grande serenidad que muchos se convirtieron maravillados de aquella soberana fortaleza, y entre ellos dos Pretores, llamados Anatolio y Protoleo, los cuales fueron descabezados por Cristo. Hallaron después al invicto mártir milagrosamente curado de sus heridas, y como el emperador volviese a exhortarle a ofrecer incienso a Apolo: «Vamos al templo si quieres, le dijo el santo, y veamos qué dioses adoráis.» Entraron en el templo y estando todos mirando a san Jorge, él se llegó a la estatua de Apolo, y extendiendo la mano, le preguntó: «Dime, ¿eres Dios?» «No soy Dios*, respondió la estatua, y el santo, haciendo la señal de la cruz, le reprendió diciendo: «Pues, ¿cómo osas estar aquí en mi presencia?» Oyéronse entonces en el templo alaridos y aullidos dolorosos, y con grande espanto de todos, cayeron los ídolos y se hicieron pedazos. Informado el emperador del suceso, y movido de los sacerdotes de los ídolos que pedían a voces la muerte de aquel grande hechicero, y del gran número de gentiles que se convirtieron al ver caídos y desmenuzados los falsos dioses por la palabra de san Jorge, le mandó degollar, y en este suplicio alcanzó la gloriosa palma de los mártires.


Reflexión: El martirio de san Jorge fué muy ilustre y muy celebrado en todas las iglesias del Oriente y Poniente; y el haber sido militar este santo fué causa de que la gente de guerra le invocase contra sus enemigos. En la batalla que el rey don Pedro I de Aragón dio en los campos de Alcaraz a los moros de Huesca, apareció san Jorge a caballo; y lo mismo sucedió al rey don Jaime el Conquistador en el castillo de Puig de Enesa, y en el sitio de Alcoy. Y para representar el favor que recibieron de san Jorge las poblaciones libertadas de sus fieros enemigos, le pintaron a caballo, atravensando con la lanza un fiero dragón y defendiendo de él a una doncella que invoca al santo.

Oración: Oh Dios, que nos alegras con los merecimientos y con la intercesión de tu bienaventurado mártir san Jorge, concédenos que consigamos por tu gracia los beneficios que pedimos por tu intercesión. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

22 de abril. Los santos Sotero y Cayo, pontífices y mártires. — (f 170. f 296.) FlosSanctorvm Santoral



El venerable pontífice y glorioso mártir de Cristo san Sotero o Soter nació al fin del siglo primero en Fondi que está en el reino deNapóles, y vivía en Roma al tiempo en que los fieles romanos que habían recibido la doctrina celestial de mano de los príncipes de los apóstoles, eran modelos de virtud para toda la cristiandad. Y como resplandeciese san Sotero en aquella santa Iglesia por su sabiduría y celo apostólico, fué elegido por sucesor de san Aniceto en la silla de san Pedro. Bien fué menester aquella caridad de Cristo que ardía en las entrañas del nuevo pastor de la Iglesia; porque arreciaba a la sazón la persecución de Marco Aurelio Antonino, el cual imitó la bárbara crueldad de Nerón contra los inocentes cristianos; y así unos eran enterrados vivos y cargados de cadenas en cárceles subterráneas, otros condenados a las minas, otros arrojados a los tigres y leones del anfiteatro, otros despedazados y muertos a puros tormentos en las plazas y patíbulos. Mas san Sotero como buen pastor que no temía perder la vida por sus ovejas, les visitaba en las cárceles y en las cavernas, les socorría con limosnas, les alentaba con cartas y saludables instrucciones, con tanta gracia del Señor, que todo el mundo fué testigo de la constancia admirable con que innumerables fieles dieron la vida por la fe, antes que el santísimo pastor mereciese también la corona de su ilustre martirio.

Celebramos hoy también la fiesta de otro pontífice mártir, llamado Cayo, el cual era originario de Dalmacia y pariente de Diocleciano; y semejante a san Sotero en los trabajos, persecuciones y gloriosa muerte. Veíanse los cristianos obligados a esconderse en los bosques y cavernas;, en las plazas, esquinas y encrucijadas de las ciudades mandaban los tiranos poner unos idolillos, con bando riguroso que nadie pudiese comprar, ni vender sin haber, los antes incensado, ni aun podían sacar agua de las fuentes y pozos públicos sin hacer antes aquel impío sacrificio. Es imposible decir lo que hizo el santísimo pontífice Cayo para que triunfase la ley de Cristo en esta horrible persecución; y no poco le ayudaron Cromacio, antiguo prefecto de Roma, convertido a la fe, y san Sebastián, que era el capitán de la guardia imperial, y un oficial del emperador, llamado Cástulo, fervoroso cristiano, en cuyo palacio tenía su oculta iglesia el santo pontífice. Y allí en lo más alto de la casa se juntaban secretamente los fieles todos los días, y san Cayo les apacentaba con la palabra de Dios, celebraba la misa y les distribuía ej pan de los fuertes. Finalmente después de haber enviado delante de sí al cielo gran muchedumbre de valerosos mártires, a los doce años de su pontficado, que pasó en los montes, cuvas y casas de los cristianos, selló también con su sangre la fe de nuestro Señor Jesucristo.

Reflexión: ¡Qué trabajosa y azarosa vida la de aquellos cristianos! Por no ser infieles al santo Bautismo, por no quemar un granito de incienso en el ara de los falsos dioses se condenaban a un destierro voluntario, moraban en los bosques, en las cuevas y catacumbas, y ponían mil veces a riesgo la hacienda y la vida. Pues, ¿qué hacemos nosotros por nuestra fe? ¿No es por ventura, tan preciosa como la suya? ¿No tenemos el mismo Dios, la misma fe y el mismo bautismo? ¡Ah¡ cubrámonos de vergüenza y temamos a Dios, que puede castigar nuestra culpable incredulidad, o nuestra torpísima indolencia en su servicio.

Oración: Suplicámoste, Señor, que nos proteja la festiva memoria que celebramos de tus santos mártires y pontífices Sotero y Cayo, y que su venerable intercesión nos recomiende ante el acatamiento de tu divina Majestad. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.


viernes, 20 de abril de 2018

21 de abril. San Anselmo, arzobispo y doctor. — (t 1109.) FlosSanctorvm Santoral



El venerable prelado y doctor de la Iglesia de Jesucristo san Anselmo nació de nobles padres en la ciudad de Augusta, que está en los confines del Piamonte y de Borgoña. Dióse desde niño al estudio de las buenas letras; y aunque a la edad de quince años determinó renunciar a todas las cosas del siglo, olvidado de su primera vocación, se dejó llevar sin freno de sus gustos con grande y terrible enojo de su padre. Partióse Anselmo de su casa y pasando a la provincia de Normandia, llevado de mejores pensamientos, se hizo discípulo del famoso monje Lanfraneo, con que vino a revivir y reflorecer aquel deseo de consagrarse totalmente al servicio de Dios, como lo hizo en el monasterio gobernado por aquel insigne monje. Extendióse la fama de sus esclarecidos talentos y virtudes en toda Normandia, Francia, Flondes e Inglaterra, de manera, que muchos hombres nobles y letrados concurrían al monasterio donde Anselmo era ya prelado, para vivir debajo de su disciplina; mas como tuviese necesidad de pasar a Inglaterra, el rey Guillermo el Conquistador le recibió con gran honra, y su hijo Guillermo II quiso que fuese consagrado por arzobispo de la Iglesia de Cantorbery. Pero cuando entendió el rey codicioso que el santo prelado estaba lejos de darle la hacienda de los pobres, se indignó de manera, que no pudiendo el santo conjurar aquella tormenta horrible, se vistió de hábito de romero y huyó a Roma, donde fué bien acogido del Sumo Pontífice, y pasó después a León de Francia para ayudar al arzobispo de aquella silla, y allí tuvo nueva que el rey Guillermo, andando a caza, había sido traspasado con una saeta en el corazón: y no se puede creer el dolor que tuvo con esta nueva el santo prelado, y las lágrimas de amargura que derramó. A Guillermo II sucedió en el reino su hermano Enrique II, el cual rogó a san Anselmo que volviese a Inglaterra, y aunque le persiguió y le mandó confiscar los bienes, cuando supo la excomunión que había fulminado el papa contra los legos que osasen dar la investidura de los obispados, al fin dejó a la Iglesia lo que era suyo y convirtió el odio que tenía a san Anselmo en amor. Estando ya, pues, el venerable arzobispo con mucha paz y quietud en su Iglesia, no solo hizo oficio de santo y vigilante pastor, sino que escribió además muchos y excelente libros, añadiendo a los de materias teológicas, otros en que engrandeció las prerogativas de la Virgen Santísima; y fué tan devoto de su inmaculada concepción, que mandó con precepto se celebrase esta fiesta en su Inglesia Cantuariense. Finalmente después de haber ilustrado toda la cristiandad con su doctrina, virtudes y milagros, armado con los sacramentos, y tendido sobre el cilicio y la ceniza, dio su bienaventurada alma al que para tanta gloria suya la había criado.

Reflexión: Mira en el desdichado hijo de Guillermo el Conquistador, rey de Inglaterra, el paradero de los perseguidores de la Iglesia. Había dicho este rey, que él era el papa en su reino, y que no conocía ni quería que se nombrase en él otro papa sino él; por lo cual le alcanzó la sentencia de excomunión que fulminó el papa contra los legos que osasen dar la investidura de los obispados. Y ¿cuál fué el castigo de Dios? Fué que andando el rey a caza, una saeta le traspasó el corazón; para que se vea como el Señor, aunque permite que los malos reyes aflijan sus reinos, y se sirve de ellos como de ministros y verdugos de su justicia, a la postre los castiga y ejecuta en ellos su furor.

Oración: Oh Dios, que hiciste al bienaventurado Anselmo ministro de la eterna salvación de tu pueblo; suplicámoste nos concedas que merezcamos tener por intercesor en el cielo al que tuvimos por maestro y doctor en la tierra. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

jueves, 19 de abril de 2018

20 de abril. Santa Inés de Monte-Pulciano, virgen. (t 1317.) —FlosSanctorvm Santoral



mucho los vecinos de MontePulciano la ausencia de sor Inés, que estaba en Proceno, y acordándose del deseo que tenía la santa siendo niña, de ver convertido en convento de penitencia una casa de mujeres públicas que había en la entrada de la ciudad, determinaron ponerlo por obra a todo trance a trueque de que viniese la santa. Entonces cedió el amor .del retiro al celo de las almas, fundó aquel nuevo monasterio, y entabló en él la primitiva regla de san Agustín, según el instituto y espíritu de santo Domingo, y en breve tiempo floreció la pureza de muchas santísimas vírgenes, donde tenían su asiento les vicios más abominables. Allí hizo la santa brotar un manantial de agua viva, de virtud muy prodigiosa para curar todo género de enfermedades, que hasta hoy se llama el agua de santa Inés. Finalmente, a los cuarenta y tres años de su vida pasó a gozar de la eterna gloria de su Divino Esposo, haciendo el Señor glorioso su sepulcro con muchos milagros.

La bienaventurada virgen y esposa de Jesucristo, santa Inés de Monte-Pulciano, nació en la ciudad de este nombre, que está en la Toscana, de padres muy señalados por su nobleza y riqueza. Desde la cuna comenzó a mostrar su devoción a Jesucristo y a la santísima Virgen; porque cuando le ponían a los ojos alguna imagen del Señor o de su benditísima Madre, la miraba y remiraba con visibles demostraciones de grande alegría. Educáronla en el monasterio de las saquinas, llamadas así porque traían un escapulario de sayal grosero; y como una abadesa de rara prudencia y virtud visitase aquel monasterio, en viendo a la niña Inés, dijo:« No ilustrará menos esta Inés a la religión con sus virtudes, que la otra Inés romana con su martirio.» A los catorce años mostraba tanto seso y prudencia, que no dudaron en encomendarle la administración de las cosas temporales del convento, y a la edad de diez y ocho años, con la bendición del sumo pontífice Nicolao IV, fué nombrada superiora del convento que se acababa de fundar en Proceno, en el condado de Orvieto. Ayunaba todos los días a pan y agua, dormía sobre la desnuda tierra, reclinando la cabeza sobre una piedra: pero, ¿quién podrá explicar los favores extraordinarios que recibía del cielo, las apariciones de los ángeles, de santo Domingo, de san Francisco, y de su dulcísimo Esposo Jesús con quien familiarmente conversaba con celestial suavidad y regalo? ¿Quién podrá decir los milagros que obró el Señor por esta santa virgen y el fruto que causó en muchos pecadores con su santa vida y conversación Sintieron

Reflexión: En el ardiente celo que manifestó esta santa virgen, convirtiendo aquel lodazal de vicios en jardín de flores celestiales, echarás de ver la inmaculada pureza que inspira nuestra santísima Religión a todos los que de veras la profesan. Por el contrario, la impiedad infernal de los modernos sectarios y apóstatas, multiplica cada día las tentaciones sensuales y lazos de Lucifer para acabar con la honestidad y fe de los católicos. «Está resuelto en nuestras logias, dice un documento muy conocido de la suprema Venta de los masones, que es menester popularizar al vicio para matar la fe: que lo respiren los hombres por todos sus .cinco sentidos, que se saturen de él, y ya no habrá más católicos.» No. es nueva en el mundo esta astucia de Satanás. La impiedad hace de los hombres bestias: la Religión hace de las bestias hombres, y de los hombres ángeles.

Oración: Oh Dios, que eres nuestra salud, oye nuestras súplicas, para que así como celebramos con gozo la festividad de la bienaventurada virgen Inés, así alcancemos el fervor de una piadosa devoción. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

miércoles, 18 de abril de 2018

19 de abril. San Vicente de Colibre, mártir. — (t 303.) FlosSanctorvm Santoral



En el principio del imperio de Diocleciano estaba en todo el mundo en tanta estimación la fe y la religión cristiana, que los mismos emperadores, aunque paganos, daban el gobierno de las provincias a los cristianos, porque hallaban en ellos tanta fidelidad para con los príncipes, cuanta nunca jamás experimentaron en los de alguna otra profesión. Habíase, pues, mostrado Diocleciano favorable a los cristianos mientras tuvo necesidad de sus fuerzas contra los persas pero viéndose ya triunfante y glorioso, reventó y salió de madre furiosamente aquel odio mortal al nombre de Cristo, que por espacio de diez y ocho años estaba represado en su infame corazón; y determinó con Maximino su conmpañero destruir a los cristianos y acabarlos del todo. En todas las ciudades del imperio se hallaban las cárceles llenas de cristianos, los cuales eran ajusticiados en las plazas para escarmiento de los demás: y como España estaba sujeta al imperio, le cupo gran parte de esta cruel presecución. En este tiempo pues, había en Colibre, pueblo de Cataluña cerca de Perpiñán, un hombre muy católico, virtuoso y gran siervo de Dios, llamada Vicente. Llegó a ColibreDaciano, presidente general de España por los ya mencionados emperadores, y el primer católico que le presentaron fué Vicente, al cual en vano procuró apartar de la fe de Jesucristo, y atraer a la adoración de los falsos dioses; porque le halló siempre firme y constante; y al fin de varios tormentos con que juzgó el tirano amedrentarlo viendo que se cansaba en balde y que Vicente traía escrito contra él el triunfo, palma y corona, que eso es Vicente, o Vincente, le condenó a morir degollado. Ofreció, la cerviz a la cuchilla del verdugo, y con este suplicio entregó su bendita alma en manos del Señor y alcanzó la corona inmortal de los mártires vencedores, significada en el nombre de Vicente que llevaba nuestro santo glorioso.

Reflexión: Fué tan cruel el odio de estos tiranos emperadores, contra los cristianos, que no contentos con quitarles las vidas después de tan bárbaros cuanto inhumanos tormentos, hacían luego quemar cuantos escritos hallaban en poder de los cristianos que pudieran dar testimonio a los venideros de los santos mártires y sus hechos ilustres; por lo cual hay infinitos mártires gloriosos, de quienes no han quedado más que los nombres, y de otros tan pocas noticias como se ve en este martirio de san Vicente. Sabe el demonio el provecho que se sigue a las almas de leer semejantes historias, y' el daño que a él le viene, y por eso procura ocultarlas; pero no todas las veces sale con su intento, y por donde intenta ocultarnos un Vicente mártir, queda burlado, cuando se nos descubren muchos gloriosos Vicentes, mártires españoles, como son san Vicente, diácono de Zaragoza, mártir insigne; san Vicente de Ebora, mártir glorioso en Avila, con santa Sabina y Cristeta hermanas; san Vicente, mártir en Gerona, con Oroncio y Víctor; san Vicente, abad del monasterio de san Claudio, mártir célebre en tiempo de los godos y otros santos Vicentes, con que el diablo se quiebra los ojos en su dañado intento; vaya para quien es: y nosotros esperemos vencerle, por la intercesión de tantos Vicentes, como le vencieron y triunfan gloriosos en el reino de Dios.

Oración: Concédenos, oh Dios omnipotente, que los que veneramos el nacimiento para la gloria de tu bienaventurado mártir Vicente, seamos fortalecidos por su intercesión en el amor de tu santísimo nombre. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

martes, 17 de abril de 2018

18 de abril. El beato Andrés Hibernen. — (t 1602) FlosSanctorvm Santoral



El bienaventurado y fervorosísimo siervo de Dios, beato Andrés Hibernen nació en la ciudad de Murcia de padres pobres aunque eran hijosdalgo de Cartagena. Queriendo darle una cerrera, le enviaron a unos tíos suyos que vivían en Valencia; pero estos le hicieron guardar el ganado, en cuyo oficio llegó con admirable inocencia a la edad de veinte años. Habiendo recibido ochenta ducados de manos de su tío, pensaba dotar con ellos a una hermana suya, pero como unos ladrones se los robasen, determinó de abrazar la Regla del Patriarca de los pobres: y tomó el hábito de fraile lego en el convento de Elche para servir a Dios con extremada humildad, penitencia y desnudez, ejerciendo los oficios de portero, hortelano, refitolero y cocinero. Cuando andaba en las cosas de la cocina, maravillábanse los religiosos de que a pesar de verle casi siempre en oración guisase tan bien los manjares, en los cuales hallaban un sabor tan delicado, que parecía del cielo. Tuvo después el cargo de limosnero, y era tanta la gracia del Señor con que pedía limosna por Jesucristo, que por su medio se pudo acabar la obra del monasterio de san Juan de Valencia, y el famoso noviciado de aquella custodia, y más tarde el nuevo convento de Murcia llamado el Real de san Diego. Convertía a los pobres que se llegaban a la portería para pedir limosna, curaba milagrosamente a los enfermos, interpretaba con soberana luz los lugares difíciles de la Sagrada Escritura, penetraba los secretos de los corazones, y hasta los cardenales Doria y Borja y el arzobispo de Valencia beato Juan de Ribera, le veneraba como a santo. Morando en Gandía, y entendiendo que se llegaba el día y la hora de pasar de esta vida, barrió con extraordinario aseo los claustros y corredores por donde había de pasar el Señor, a quien recibió por viático, y clavando los ojos en la imagen de Jesucristo crucificado, murió tranquilamente a los cincuenta y ocho años de su edad. Tres días estuvo el santo cuerpo recibiendo los obsequios de los fieles de Gandía, sin que se oyesen en el templo otras voces que las aclamaciones de los que le llamaban santo, y las alabanzas de los enfermos que repentinamente alcanzaban la salud por los méritos del siervo de Dios.

Reflexión: Ahí tienes un pobrecillo fraile lego de san Francisco, despreciable a los ojos del mundo, pero muy apreciable, grande y glorioso a los ojos de Dios. ¡Oh! si entendieses en qué está la verdadera grandeza! ¡Cuán poca estima hicieras de las vanidades del mundo" ¡oh! si considerases que también ha de llegar un día para tí, en el cual no se hará nigún caso de tus riquezas, de tus honras y talentos, sino solamente de tus virtudes, y buenas obras! Este es el secreto de la sabiduría de Dios que nos enseñó su Hijo Unigénito: La verdadera grandeza es para los humildes; el reino de los cielos es para los pobres de espíritu y el gozo de Dios es para los que toman la cruz y siguen a Jesucristo. La sabiduría del mundo piensa y siente todo lo contrario: y por esta causa dice el apóstol, «que la sabiduría de este siglo es necedad delante de Dios».

Oración: Oh Dios, que nos alegras con la solemnidad anual de tu confesor e] bienaventurado Andrés, concédenos propicio, que los que veneramos su nacimiento para el cielo, imitemos también sus virtuosas acciones. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.


lunes, 16 de abril de 2018

17 de abril. La beata María Ana de Jesús. — (t 1624). FlosSanctorvm Santoral



La extática y maravillosa virgen María Ana de Jesús nació en Madrid, de muy noble e ilustre linaje, y su padre Luis Navarro Ladrón de Guevara servía en la corte del rey don Felipe III. Cuando llevaban en brazos a la iglesia aquella -.anta niña, notaban que al tiempo de alzar la Hostia y el Cáliz se quedaba arrobada; y cuando apenas sabía andar por sus pies, buscaba algún lugar recogido de su casa, y allí la veían puesta en oración delante de una imagen de nuestro Señor crucificado, bañados los ojos en lágrimas o cercado su rostro de resplandores. Gozaba de la presencia visible de su Ángel custodio; y platicaba de la beatísima Trinidad, de la Encarnación del Verbo, y de la adorable Eucaristía, que son los más inefables Misterios de nuestra divina Religión, como de cosas que más parecía entenderlas que creerlas. Recibió la primera comunión en edad muy temprana, v cada vez que tomaba el Pan de los angeles, parecía transformarse en un ángel que gozaba de Dios. Mas, ¿quién no se espantará ahora de las durísimas pruebas porque hubo de pasar esta alma angelical? Muy presto tuvo en lugar de madre una madrastra de condición asperísima, que la afligía sobremanera, y no le iba el padre a la mano tanto como debiera, especialmente cuando la santa doncella hizo voto de perpetua virginidad, contra la voluntad del padre que quería casarla. Era ella, de gentil disposición v muy hermosa; y se cortó un día con las újeras la rubia cabellera, pensando que así se entibiaría el amor del que la pretendiera por esposa: entonces fué cuando su padre y su madrastra salieron de sí y cargaron sobre ella una tempestad de injurias y golpes, con tanto enojo v crueldad, como si fueran verdugos de su hija mártir. Cuando cesaron los malos tratos permitió que su sierva se viese todos los instantes del día fieramente atormentada por torpísimas imaginaciones y tentaciones las cuales le duraron anee años, y a todo esto se añadían penosísimas enfermedades y agudísimos dolores, que acrisolaron como el oro su invencible paciencia. Dejó al fin la casa de sus padres, y con la aprobación del venerable Fray Juan Bautista, que era su confesor, y fué el fundador de los Mercenarios descalzos, se labró una celdilla junto a la ermita de santa Bárbara, y recibió después el hábito de nuestra Señora de la Merced de manos del Maestro general de la orden: y en aquella pobrísima casa la visitaban hasta los príncipes, porque era muy grande la fama de sus arrobamientos, milagros y profecías. Finalmente, después de una vida llena de trabajos y celestiales consuelos, en un éxtasis suavísimo entregó su alma al Señor a los cincuenta y nueve años de su edad. 

Reflexión: Los cilicios e instrumentos de penitencia que usaba la santa, y se conservan en el convento de santa Bárbara de Madrid, llenan de asombro y compunción a los que los miran. Llevaba pegado al pecho un peto de espinas y a las espaldas unas cruces anchas sembradas de puntas de hierro; en los brazos unos cilicios, y en la cabeza una corona de espinas: y solía hacer el viacrucis con una pesada cruz en los hombros. La causa de esta asombrosa mortificación no era otra sino el amor grande que tenía esta inocentísima virgen a su divino Amor crucificado, y tan desagradecido e injuriado de los hombres. Pues, ¿quién no exclamará aquí diciendo: «Esta santa virgen tan inocente y tan penitente; y yo tan pecador y tan inmortificado»?

Oración: O clementísimo Dios, Señor de las virtudes, que llenaste de los dones de tu gracia a la bienaventurada María Ana, concédenos por sus ruegos, que los que la honramos con solemnes cultos, imitemos también sus obras. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

domingo, 15 de abril de 2018

16 de abril. San Toribio de Liébanai — (t 456) FlosSanctorvm Santoral



El bienaventurado y celosísimo santo Toribio de Liébana, obispo de Astorga, fué natural de la provincia de Galicia, y a lo que se puede entender, hijo de una de las familias principales de la ciudad de Astorga. Habiendo aprendido y aprovechado mucho en las letras humanas, distribuyó su patrimonio a los pobres y navegó a Jerusalén, donde el obispo de aquella iglesia hizo tal estimación de su santidad, que le confió el riquísimo tesoro de las cosas sagradas y reliquias de la pasión de nuestro Señor Jesucristo, de las cuales trajo después muchas a España. Volviendo de los Santos Lugares a su patria, curó milagrosamente a una hija del rey de los Suevos, y a otros muchos enfermos, y con las crecidas limosnas que le dieron, edifico un templo al Salvador, y puso en é] las reliquias que había traído. Murió en esta sazón el obispo de Astorga; y todos pusieron los ojos en santo Toribio, el cual aunque mucho se resistió, hubo de rendirse a la voluntad divina. Entonces fué ruando le acusó de un crimen de adulterio, un ambicioso diácono de Astorga, 3_ue pretendía aquella cátedra, y el santo obispo, inspirado de Dios se justificó plenamente. Porque habiendo ido a su catedral, un día de grande concurso, dijo al pueblo la necesidad que tenía de volver por su honra y con muchas lágrimas pido al Señor que deshiciese aquella calumnia. Luego mandó traer al altar un brasero, y tomando en sus sagradas manos las ascuas encendidas, las envolvió en el sobrepelliz que traía puesto, y entonando el salmo de David, que comienza: «Levántese Dios, y sean disipados sus enemigos», rodeó toda la iglesia llevando las ascuas en el roquete; y todo el pueblo vio por sus ojos como ni el roquete ni las manos del santo padecieron ninguna lesión de fuego, pues no quedó de él ni la más leve señal. Asombráronse todos de semejante maravilla, y el calumniador confesó a voces su pecado, y cayó muerto en la iglesia. Pero la obra más excelente que hizo santo Toribio, fué el acabar con la herejía de los Priscilianos en España, para lo • cual se armó de una carta en que refutaba victoriosamente aquellos errores, y la envió a algunos obispos españoles. Y con las Letras Apostólicas del papa, que era san León el Magno, y la autoridad de un concilio nacional que se juntó en Toledo, y otro provincia que se celebró en Gálica, cortó la cabeza de aquella herejía que inficionaba muchos pueblos de España. Finalmente después de haber cumplido santo Toribio las obligaciones de un buen pastor, y defendido su rebaño de los lobos infernales, descansó en paz; y en el siglo VIII, por causa de la invasión de los moros fueron trasladadas sus reliquias, y las que trajo de Jesucristo, al monasterio de san Martín de Liébana que se llamó después santo Toribio de Liébana.


Reflexión: Entre las otras cosas que santo Toribio dice en aquella epístola que escribó a los obispos para extirpar los errores de Prisciliano, encarece mucho el daño de los libros apócrifos, los cuales los herejes publicaban por divinos, y les exhortaba mucho a desterrarlos y condenarlos como cosa tan perjudicial y dañosa; y cierto que entre los cuidados que deben tener todos los gobernantes, y más los eclesiásticos, a quienes más toca, debe ser muy principal el procurar que haya abundancia de libros católicos, doctos, graves y provechosos, y que se destierren y no se lean los herejes, falsos y reprobados, ni los torpes, livianos e inútiles.

Oración: Rogámoste, Señor, que oigas las oraciones que te hacemos en la solemnidad de tú bienaventurado confesor y pontífice santo Toribio, y que por los méritos e intercesión de aquel que tan dignamente te sirvió, nos absuelvas de todos nuestros pecados. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

viernes, 13 de abril de 2018

14 de abril. San Justino, filósofo y mártir. (f 165) FlosSanctorvm Santoral



El glorioso filósofo y antiguo apologista y mártir san Justino fué hijo de Prisco, de linaje griego, y nació en Napóles Flavia, ciudad de Palestina. Desde su mocedad se dio mucho a las letras humanas, y al estudio de la filosofía, y se ejercitó en todas las sectas de los filósofos estoicos, peripatéticos y pitagóricos, con gran deseo de saber la verdad; y hallando en todas ellas poca firmeza, las dejó y se dio a la filosofía de Platón, por parecerle que era más grave y más cierta y segura para lo que él pretendía, que era alcanzar la sabiduría y con ella entender y ver a Dios. Para poder, pues, mejor atender a sus estudios se retiró a un lugar apartado, vecino del mar, donde estando ocupado y absorto en la contemplación de las cosas divinas, se le presentó, como el mismo santo escribe, un varón viejo y muy venerable que trabó plática con él; y entendiendo que era filósofo platónico, y lo que buscaba en sus estudios, le desengañó que no lo hallaría en los libros de los filósofos, sino en solos los de los profetas y de los santos, a quienes Dios había alumbrado y abierto los ojos del alma para ver la luz del cielo y entender sus misterios y verdades. Con esto se fué el anciano y san Justino no le vio más; pero quedó muy encendido en el amor de la verdad, e inclinado a leer los libros de los cristianos en que ella se halla. Por estos medios entró Cristo nuestro Señor en el corazón de Justino, y de filósofo platónico y maestro de otros le hizo filósofo cristiano y discípulo suyo. Escribió un libro maravilloso y divino en defensa de la religión cristiana en el año 150 como él mismo lo dice, y le dio al emperador Antonino Pío, el cual después de haberlo leído, hizo publicar en Asia un edicto en favor de los cristianos mandando que ninguno, por solo ser cristiano, fuese acusado ni condenado. Pero como muerto Antonino, sucediesen en el imperio Marco Aurelio Antonio y Lucio Vero, y se tornase a embravecer la tempestad, san Justino que a la sazón estaba en Roma escribió otro libro o apología a los emperadores y al senado en favor de los cristianos para aplacarla. Entonces fué el santo acusado por un enemigo suyo llamado Crescente, cínico filósofo en el nombre y profesión, y en la vida viciosísimo y abominable; el cual era quien más atizaba a los magistrados contra los fieles de Cristo. Mandó pues el prefecto de Roma prender a san Justino, y después de haberle hecho azotar, dio sentencia que fuese degollado con otros seis compañeros, como se dice en las Actas de su martirio, que escribieron los notarios de la Iglesia romana.

Reflexión: Dice el glorioso san Justino en su primera apología estas palabras admirables: «Cuando somos atormentados, nos regocijamos, porque estamos persuadidos que nos resucitará Dios por Jesucristo; y cuando somos heridos con la espada y puestos en la cruz, y echados a las bestias fieras, y maltratados con prisiones, fuego y otros tormentos y suplicios, no nos apartamos de lo que profesamos; porque cuanto son mayores los tormentos, tanto más son los que abrazan la verdadera religión; como cuando se poda la vid da más fruto; lo mismo hace el pueblo de Dios, que es como una vid o viña bien plantada de su mano.» Pues ¿quién podrá leer estas cosas sin derramar lágrimas, viendo lo que sentían de la fe de Cristo aquellos filósofos tan sabios de los primeros tiempos de la cristiandad, y comparando su heroísmo con la indiferencia criminal de nuestros tiempos?

Oración: Oh Dios, que por la simplicidad de la Cruz enseñaste maravillosamente al bienaventurado Justino la eminente sabiduría de Jesucristo; concédenos por su intercesión que rechazando las engañosas razones de las perversas doctrinas, alcancemos la firmeza de la fe. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

jueves, 12 de abril de 2018

13 de abril. San Hermenegildo, príncipe de España. — (t 586) FlosSanctorvm Santoral


San Hermenegildo, príncipe de España y mártir glorioso, fué hijo de Leovigildo, godo y hereje arriano, rey de España, el cual tuvo dos hijos: a Hermenegildo, que era el mayor, y príncipe del reino, y como a tal le dio el título de rey; y a Recaredo que por muerte de Hermenegildo su hermano, sucedió en el reino. Criáronse estos dos príncipes con la leche ponzoñosa de la herejía arriana que tenía su padre y los godos habían traído a España, hasta que habiendo crecido Hermenegildo en edad y discreción, conoció su engaño, y enseñado de san Leandro arzobispo de Sevilla, se convirtió con entero corazón a la santa fe católica. Hubo entre el rey Leovigildo y el príncipe su hijo algunos debates y diferencias, al principio mansamente y después con rompimiento de guerra; y finalmente vino el hijo católico a manos del padre hereje, el cual le hizo llevar preso y aherrojado a Sevilla y ponerle en una torre hedionda y oscura, cargado de cadenas. Estando en esta cárcel el santo príncipe comenzó a tener en poco el reino de la tierra y a desear mucho el del cielo, y no contentándose con las prisiones y penas que sufría se vistió de cicilio, haciendo continuamente oración al Señor. Vino la festividad de la Pascua, y aquella noche el pérfido rey Leovigildo envió un obispo arriano a la cárcel para que su hijo recibiese la comunión pascual de la mano sacrílega de aquel hereje, prometiéndole, si lo aceptaba, de admitirle en su gracia: pero el santo mozo echó de sí al obispo arriano, reprendiéndole y diciéndole las palabras que merecía oir. Entonces el padre salió de sí, y arrebatado de saña y furor, envió sus soldados y ministros para que allí donde estaba le matasen, y así se hizo; porque entrando en la cárcel, le dieron un golpe con un hacha en su santo cerebro y le quitaron la vida corporal, que el mismo santo con tanta constancia había menospreciado. Añade aquí san Gregorio, que el padre pérfido y homicida de su hijo tuvo dolor y arrepentimiento de lo que había hecho, mas no de manera que le aprovechase para la salud eterna, porque puesto caso que conoció que la fe católica es la verdadera, pero no se atrevió a confesarla públicamente, por temor de sus subditos, y por no perder el reino: y cayendo enfermo, y estando para morir, encomendó a san Leandro, obispo, a quien antes gravemente había afligido, que tuviese mucha cuenta con Recaredo su hijo, que dejaba por sucesor, y procurase reducirle a la fe católica, y con esto acabó su vida». El cuerpo de san Hermenegildo se venera en Sevilla, menos la santa cabeza que fué llevada a Zaragoza cuando los moros se apoderaron de Andalucía.

Reflexión: En una carta que escribió san Hermenegildo al rey su padre le decía estas palabras: «Si os enojáis porque sin vuestro parecer he osado trocar religión, yo os suplico que me deis licencia para tener justa pena por ver que aún no me concedéis que yo tenga más cuenta de mi salvación que con las otras cosas de esta vida. Y sabed que estoy aparejado, si fuere menester, a dar la sangre y la vida por mi alma; porque no es justo que el padre carnal pueda más que Dios, ni que tenga más fuerza con su hijo que la propia conciencia». Esta ha de ser también la firme determinación con que hemos de conservar nuestra fe y guardar nuestra fidelidad a Dios, diciendo con cristiana libertad y entereza: «Primero es Dios; después mi alma; después los padres, amigos y demás hombres y cosas del mundo».

Oración: Oh Dios, que enseñaste a tu bienaventurado mártir Hermenegildo a que pospusiese el reino de la tierra al celestial, concédenos que a su imitación despreciemos las cosas caducas, y aspiremos siempre a las eternas. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. 

miércoles, 11 de abril de 2018

12 de abril. San Julio, papa. — (t 352) FlosSanctorvm Santoral




Al tiempo que murió el glorioso pontífice san Marcos, pusieron todos los ojos en san Julio, porque por su rara prudencia, doctrinas y excelentes virtudes parecía el más digno de sentarse como Vicario de Cristo en la silla de san Pedro. Y bien era menester una entereza y santidad, como la de este insigne pontífice para defender la causa de san Atanasio, patriarca de Alejandría, contra los herejes arríanos; los cuales con el favor de los emperadores pretendían derribarle, y con él, a toda la Iglesia de Jesucristo. Volvía san Julio, cuando los herejes nombraron por patriarca a un Gregorio de Capadocia, hombre facineroso, hereje insolente y atrevido, el cual entrando en la ciudad con mucha gente de guerra y bárbara, hizo un estrago en toda aquella población tan extraño y lastimoso, como si fuera un ejército de enemigos, no perdonando a doncellas ni casadas, ni a viejos ni a niños, ni a seglares, ni a eclesiásticos, ni a cosa sagrada ni profana, divina ni humana, con tan grande impiedad y fiereza que no se puede explicar. Y viendo san Atanasio esta calamidad tan lastimosa, se salió a escondidas de la ciudad y vino a Roma para ver si con la autoridad del sumo pontífice podría hallar algún remedio para detener el ímpetu furioso de los herejes y apagar aquel incendio que abrasaba no solo a Alejandría, mas también a Egipto y a todas las partes de Oriente. Recibióle muy bien el santo pontífice Julio y celebró un concilio en Roma en el cual aprobó su inocencia, y declaró que era valeroso capitán del Señor, e invencible defensor de su Iglesia, y cuatro años después con el consentimiento del emperador Constante convocó un concilio ecuménico y universal en Sárdica, el cual fué de trescientos obispos de todas las provincias de la Iglesia occidental y setenta y seis de la oriental, presidiendo en él, Osio, español, obispo de Córdoba con otros dos legados de la sede apostólica. Y con la sentencia de este concilio, y las cartas que el santo papa Julio escribió a los prelados de Alejandría, volvió san Atanasio a su iglesia, y fué privado de aquella silla el usurpador, a quien acababa de matar el mismo pueblo por no poder sufrir sus desafueros. Finalmente habiendo aprobado el santo pontífice los veintiún cánones del concilio general de Sárdica y dado sabios reglamentos a la Iglesia, que gobernó santísimamente por espacio de quince años, descansó en la paz del Señor. Se conserva una excelente carta suya, o de su concilio, en la cual defiende la verdad con una entereza y vigor digno del vicario de Cristo.

Reflexión: Decía el santo papa Julio en su carta a los fieles de Alejandría: «Recibid, amados míos, a vuestro obispo Atanasio, con entera gloria y alegría espiritual, y con él a todos los que han sido sus compañeros en sus grandes y trabajosas persecuciones. Yo cierto tengo particular alegría cuando me pongo a pensar la que cada uno de vosotros ha de tener cuando llegue vuestro pastor a esa • ciudad, como toda ella ha de salir a recibirle, y la fiesta que se ha de hacer. ¡Qué día tan regocijado será para vosotros, cuando nuestro hermano vuelva a veros, y los males pasados tendrán fin y el corazón de todos será uno!» Como esta ha de ser la unión de paz y amor que ha de reinar entre el pastor y las ovejas del rebaño de Jesucristo. No turbemos jamás esta santa concordia, como suele turbarla por cualquier motivo los herejes, antes, como obedientes .hijos de la Iglesia, procuremos a todo trance conservarla.

Oración: Rogámoste, Señor, que oigas las súplicas que te hacemos en la solemnidad de tu bienaventurado confesor y pontífice Julio, y que por la intercesión y merecimientos de aquel que dignamente te sirvió nos absuelvas de todos nuestros pecados. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

martes, 10 de abril de 2018

11 de abril. San León el Magno, papa y doctor. — (t 461) FlosSanctorvm Santoral



El muy grande y santísimo pontífice León, primero de este nombre, fué romano de nacimiento, e hijo de Quinciano, originario de Toscana. Siendo aún acólito, llevó a los obispos de África las Letras1 apostólicas del papa Zósimo, que condenaba a los heresiarcas Pelagio y Celestio, y con esta ocasión trabó amistad con san Agustín: y cuando fué ordenado diácono, el papa san Celestino le hizo su secretario. Mandóle después Sixto III a las Galias, donde compuso ciertas diferencias muy graves que había entre Accio y Alvino, generales del ejército romano, y que amenazaban la ruina del imperio; y como en esta sazón muriese el papa, fué León recibido en Roma con grandes aplausos, y reverenciado como vicario de Cristo en la silla de san Pedro. En aquel tiempo muchos herejes maniqueos, donatistas, arríanos y priscilianistas inficionaban la Iglesia del Señor, y en Oriente las herejías de Néstorio, de Eutiques y Dióscoro procuraban turbar y oscurecer la fe católica: mas el santo pontífice arrancó estas malezas del campo de la Iglesia, desterrando a los maniqueos de toda la cristiandad, y condenando al hereje Jiiliano, cabeza de los pelagianos, (el cual murió de mala muerte en país remoto), y convenciendo a los priscilianistas de España, con las epístolas que envió a los obispos españoles. Y para acabar de una vez con los errores y herejías de Oriente, procuró con gran fuerza y eficacia que se celebrase el concilio Calcedonense, en el cual hubo seiscientos y treinta obispos; y que estando presentes sus legados, fuesen condenados en él Eutiques y Dióscoro, y establecida la santa fe católica. En tiempo de san León, por los pecados del mundo hubo grandes calamidades, porque Atila, rey de los hunos, que se llamaba Azote de Dios, entrando ya por Italia, arruinando y abrasando todo lo que hallaba, determinó con su ejército copiosísimo acometer a Roma, y destruirla y hacerse señor de Italia. Entonces el santo pontífice León, armado de espíritu del cielo, salió al encuentro de Atila, vestido de pontifical, y estando todo el senado de Roma postrado delante del rey bárbaro, le habló con tanta gravedad, prudencia y elocuencia que le persuadió a no pasar  adelante, y dejar aquel mal intento y salir de Italia. Y cuando algunos años después Genserico, rey de los vándalos entró en Roma, mandó a ruegos del santo pontífice, que no se quemase la ciudad, ni matasen a nadie, ni saqueasen las principales iglesias. Finalmente después de haber rescatado el santo Papa a muchos cautivos, y reparado los templos, y dejado con sus muchas y buenas obras muy floreciente la cristiandad, a los setenta años de su vida, y veintiún años de su pontificado, pasó a recibir la corona inmortal de sus altos merecimientos en la eterna bienaventuranza.

Reflexión: Cuando este gran pontífice se vio en la cátedra de san Pedro, dijo llorando en su sermón al pueblo: «Señor, yo oí vuestra voz y temí; consideré vuestras obras y espánteme: porque ¿qué cosa hay tan insólita y nueva y tanto para temer como el trabajo al flaco, la alteza al bajo, y la dignidad al que no la merece?» Y porque es tan grave el peso de las dignidades de la Iglesia, nunca hemos de olvidarnos de encomendar a nuestro Señor así al sumo pontífice como a los demás obispos y prelados para que iluminados por la gracia de Jesucristo guíen seguramente su rebaño por el camino de la eterna salvación.

Oración: Suplicámoste, Señor,, que oigas benignamente las súplicas que te hacemos en la festividad del bienaventurado León, tu confesor y pontífice, y que nos perdones nuestros pecados por los merecimientos de aquél que mereció servirte dignamente. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.