miércoles, 28 de febrero de 2018

1 de marzo. SAN ROSENDO, OBISPO Y CONFESOR. (+ 977)— Flos Sanctorvm Santoral



El admirable obispo san Rosendo, nació de una de las más ilustres casas de Galicia y Portugal, y fué hijo de los condes don Gutiérrez de Arias y doña Aldara. Procuró con gran cuidado las bondadosa madre inclinar al niño a las virtudes cristianas y educarle en las letras como a su calidad convenía; y se adelantó de manera en la piedad y en el estudio de las ciencias humanas y sagradas, que habiendo vacado el obispo de Dumio, todo el clero y el pueblo hicieron la elección de prelado en Rosendo que contaba a la sazón diez y ocho años. La poca edad e inexperiencia que él alegaba- para huir de aquella dignidad, supliólas ventajosamente con su santidad y maravillosa prudencia. Todos los días predicaba al pueblo la palabra de Dios: mostrábase padre y tutor de los pobres a quienes repartía por su mano largas limosnas, y con su celo apostólico reformó las costumbres de toda su diócesis. A instancias del rey don Sancho tomó el gobierno de la Iglesia de Compostela, en la cual hizo el copioso fruto que el rey deseaba. Invadieron por este tiempo los normandos a Galicia, y los moros a Portugal: y estando el rey don Sancho ausente, congregó nuestro santo prelado Rosendo, un poderoso ejército, y animando a las tropas con aquellas palabras de David: Ellos en carros y caballos, y nosotros en el nombre del Señor, arrojó a los normandos de Galicia, y reprimió a los árabes alcanzando de ellos un glorioso triunfo, por el cual fué recibido en Compostela con grandes demostraciones de júbilo, como a vencedor asistido del cielo. Mas suspirando el santo por la soledad, edificó en el pueblo del Villar el célebre monasterio de Celanova, uno de los más magníficos de la Religión benedictina, donde sirvieron a Dios muchos monjes de sangre noble y de vida santísima. Dióles por padre a Franquila, abad del monasterio de san Esteban, y muerto este Santo varón, todos eligieron a san Rosendo. Algunos obispos y abades renunciaron la dignidad, y muchos señores nobles las grandezas del mundo, para tomar el hábito de manos del santo, y ponerse debajo de su paternal gobierno. El Señor acreditaba su santidad con el don de milagros, los cuales fueron tantos en número, que de ellos se compuso un códice que se conservó en el monasterio de Celanova. Finalmente, a los setenta años de su vida santísima, envuelto en su cilicio, rociado de ceniza y visitado de los ángeles, entregó su espíritu Si Creador.

Reflexión: En la hora en que murió el santo, preguntándole los monjes anegados en lágrimas a qué superior les encomendaba, respondió: «Confiad, hijos míos, en el.Señor: poned en él vuestra confianza, que no os dejará huérfanos. Os encomiendo _ a Jesucristo, que os redimió con su preciosa sangre, y os congregó en este lugar». Bajo su amparo nos hemos de poner también nosotros continuamente pero sobre todo en tiempo de tentación. ¿Qué mejor ayuda? ¿Qué mayor fortaleza para nuestra alma? «Si vinieren ejércitos contra mí, no temerá mi corazón. Si arreciare la batalla, en El confiaré», dice el profeta. Y a la verdad ¿quién podrá contra nosotros, si está de nuestro lado el Señor? ¿Acaso la tentación? ¿Acaso las angustias? ¿Acaso los trabajos? «Estoy cierto, decía el apóstol san Pablo que confiaba en el Señor, que ni la tribulación, ni el hambre, ni las persecuciones serán capaces de vencerme y separarme de la caridad de Cristo.» En él venceremos también nosotros.

Oración: Suplicámoste, Señor Dios, que favorezcas a tus siervos por los gloriosos méritos de tu confesor y pontífice Rosendo, para que por su intercesión seamos siempre protegidos en todas nuestras adversidades. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

martes, 27 de febrero de 2018

28 de febrero. SAN ROMÁN, ABAD. . (f 460) Flos Sanctorvm Santoral


El glorioso san Román fué natural del condado de Borgoña; y hallándose bien enseñado en la ciencia de los santos por el abad de León llamado Sabino, retiróse a un desierto del monte Jura, que separa el Franco Condado del país de los suizos. Allí encontró un chopo de enorme corpulencia cuyas ramas entendidas y entretejidas formaban un techo que le defendían así de la lluvia como de los rayos del sol: y no lejos del árbol brotaba una fuente de agua cristalina, rodeada de zarzas llenas de unas como acerolas silvestres. Allí vivió muchos años el santo como ángel en carne humana, >y allí le visitó su hermano Lupiciano, guiado por soberana inspiración, que le movió a dar también de mano al siglo, y gozar de las espirituales delicias que halló su hermano en aquella soledad. Comenzaron luego a concurrir a aquel yermo aldeanos y ciudadanos, unos por solo venerar a los santos hermanos, y otros para hacerse sus discípulos: y tantos fueron estos últimos, que en breves años se labraron varios monasterios así de hombres como de mujeres, cuya santidad era celebrada en todo el reino de Francia. Entre otras maravillas que hizo el Señor por mano de san Román, una fué que yendo un día el santo a visitar a sus hermanos los monjes, le sorprendió la noche sin hallar otro albergue que el pobre hospicio donde se curaban los leprosos, que a la sazón eran nueve. Luego que los vio, hizo calentar un poco de agua, les lavó los pies, y aquella noche se acostó en medio de ellos. Acostados todos diez, los nueve leprosos se durmieron, velando sólo Román y rezando a Dios salmos e himnos de alabanzas. Tocó luego un lado de uno de los leprosos y al instante sanó y se vio libre de la lepra. Tocó a otro, y al instante también sanó. Despertaron -los dos, y hallándose así milagrosamente limpios, cada uno tocó a su compañero que más cerca le estaba para despertarle, y que despierto " rogase a Román le sanase como a ellos. Pero ¡oh bondad de. nuestro gran Dios! ¡oh poder grande de la virtud de su siervo Román! Al despertar, todos se hallaron tan sanos y buenos como si en su vida no hubiesen tenido lepra, ni otro mal alguno. Finalmente, después de haber poblado san Román de santos aquellos desiertos, a los sesenta años de su edad, lleno ya de méritos y virtudes, entregó su purísima alma al Señor, con gran sentimiento de sus discípulos que le amaban como a padre y le veneraban como a santo abad y espejo de perfección. 

Reflexión: Muy regalados eran de Dios san Román y sus monjes, y era tal la abundancia de dulzura interior, que apenas sentían la aspereza de aquellos desiertos. Perp si tú cuando estás orando, u oyendo Misa, o leyendo algún libro santo, no experimentas aquel sabroso afecto de devoción, no dejes por eso lo que hubieras comenzado. Forma un santo deseo de agradar a Dios, y ofrécele en alabanza eterna esa esterilidad y trabaja. Porque así no menos agradable le será esa esterilidad que padeces, que una grande abundancia de suavidad, y por ventura más. La devoción racional es más cierta y agradable a Dios que la sensible cuando uno aborrece el pecado y lo abomina y sirve a Dios con una voluntad determinada y desinteresada, y las cosas en que sabe que ha de agradar a Dios, las abraza con buen ánimo y las pone por obra. Si tienes esta devoción, no perderás nada de tu trabajo, aunque te falte la otra. 

Oración: Suplicárnoste, Señor, que por la intercesión del bienaventurado abad san Román hallemos gracia delante de tu Majestad para conseguir por sus oraciones lo que no podemos alcanzar por nuestros merecimientos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. 


lunes, 26 de febrero de 2018

27 de febrero : SAN LEANDRO, ARZOBISPO DE SEVILLA. . (t 603) Flos Sanctorvm Santoral


El gloriosísimo apóstol de los godos san Leandro, fué hijo de Severiano, hombre principal y de gran linaje en Cartagena. Tuvo por hermanos a san Fulgencio, obispo de Ecija, a san. Isidoro, que le sucedió en la Iglesia de Sevilla, y a santa Florentina, abadesa y maestra de muchas santas vírgenes dedicadas al Señor. , Dando libelo de repudio al mundo, tomó el hábito de san Benito, y resplandeció tanto por su santa vida y doctrina, que por común consentimiento de todos fué elegido para la cátedra arzobispal de Sevilla. Reinaba a la sazón Leovigildo, rey godo y hereje arriano y enemigo de los católicos; y como su hijo Hermenegildo hubiese abrazado muy de corazón la verdadera fe, hubo entre el padre y el hijo muchos y muy grandes disgustos y contiendas por causa de la religión, y vino el negocio a tanto rompimiento, que el reino se dividió en dos bandos, de católicos y herejes. Mas cayó el hijo y príncipe Hermenegildo en manos de su padre; el cual le encarceló y cargó de duras prisiones y finalmente le hizo matar, por no haber querido comulgar por mano de un obispo arriano, que el padre le había enviado a la cárcel el día de Pascua. Desterró luego de España a los obispos católicos, principalmente a san Leandro y a san Fulgencio su hermano, se apoderó de los bienes de las Iglesias y dio muerte a muchos católicos. Mas cuando la tempestad estaba más brava y furiosa, comenzó el rey a reconocer su gran pecado, para lo cual le ayudaron algunos milagros que obró el Señor en el sepulcro de su hijo mártir, y una enfermedad de la cual falleció, encomendando a Recaredo, su hijo, que tuviese en lugar de padre a san Leandro y a san Fulgencio. Así, pues, Recaredo después de la muerte de su padre, por consejo de san Leandro hizo juntar un concilio nacional, que fué el tercero Toledano, en el cual se halló san Leandro, y aun-presidió en él (como dice san Isidoro su hermano). Celebróse este famoso concilio con grande paz y conformidad, y el rey se mostró piadosísimo y celosísimo de la fe católica, la cual abrazaron universalmente todos los godos, y san Leandro hizo una docta y elegante oración, alabando a nuestro Señor por las mercedes que había hecho aquel día a toda la nación y reino de España, y a toda la Iglesia católica. Finalmente, volviendo san Leandro a su Iglesia de Sevilla, y gobernándola como Santísimo prelado, pasó de esta vida mortal a la edad de ochenta años para recibir de la mano del Señor la Corona de sus grandes merecimientos. 

Reflexión: La unidad de la fe católica, fué el mayor beneficio que recibió España de la bondad de Dios por medio del glorioso san Leandro; y la pérdida de esta unidad ha sido el mayor azote que podía venir sobre nuestra desventurada patria. Cuando España era católica, y más católica que todas las demás naciones, floreció tanto en las virtudes, en las armas, en las artes y en las ciencias, que llegó a ser la primera y más poderosa nación del mundo. ¿Y qué hemos sacado de abrir las puertas a las herejías e impiedades de los extranjeros? La pérdida de la fe, de la honra, del poder, de la riqueza, de la paz, en una palabra: la ruina del cuerpo y del alma. Estos son los frutos del liberalismo infernal en España; y el mayor de todos sus males es la ceguedad en que se halla para no ver que todos estos azotes son justos castigos de su prevaricación. 

Oración: ¡Oh Dios! que desterraste de España la pravedad arriana por la doctrina de tu santo confesor y nontífice Leandro, rogárnoste por sus méritos y oraciones, que concedas a tu pueblo que se conserve siempre libre de toda plaga de errores y de vicios. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. 

domingo, 25 de febrero de 2018

26 de febrero SAN PORFIRIO, OBISPO. . (+420) Flos Sanctorvm Santoral


Nació el glorioso san Porfirio en Tesalónica, de familia muy ilustre y opulenta, y habiéndole educado sus cristianos padres en el santo temor de Dios, y en las letras humanas y divinas, a la edad de veinticinco años se retiró a Egipto, donde se consagró enteramente al servicio de Dios abrazando la vida religiosa en el famoso monasterio de Sceté. Perseveró allí cinco años ejercitándose en la humildad y en la penitencia. Visitó después con gran devoción los santos lugares de Jerusalén, y en una maravillosa visión que tuvo en el monte Calvario, cobró sobrenaturales fuerzas para adelantarse en el camino de la cruz de Cristo, que vio muy gloriosa y resplandeciente. Repartiendo después sus bienes a los pobres, puso su asiento en una gruta de las riberas del Jordán, donde aprendió el oficio de curtidor para ganarse el sustento necesario. Pero llegando la fama de sus grandes virtudes al patriarca de Jerusalén, le sacó de su vivienda, y le mandó que se ordenase de sacerdote para que su doctrina y virtud resplandeciesen con mayor brillo en la Iglesia de Dios. Por este tiempo quedó vacante la Silla de Gaza, y todos pusierpn los ojos en el santo sacerdote Porfirio, el cual aceptó aquella dignidad con muchas lágrimas, mas con grandísimo fruto y acrecentamiento del rebaño de Jesucristo. Porque con la divina fuerza de su prer dicación redujo muchos infieles a la santa fe, reprimió a los herejes Maniqueos, y destruyó las reliquias de la idolatría que aún habían quedado en su diócesis. Era varón de Dios, poderoso en obras y palabras y lleno del espíritu del Señor. A su voz caían por tierra los ídolos de los raíganos, los dioses, los enfermos recobra, ban la salud, y no parece sitio que todos los elementos se mostraban sumisos y rendidos al imperio de su voluntad. Finalmente, después de una vida llena de virtudes y maravillas, llegando el santísimo prelado a la edad de sesenta y siete años, muy quebrantado por sus penitencias y consumido por el ardor de su celo, descansó en la paz del Señor, con la singular consolación de dejar su ciudad y diócesis no solamente limpias de toda la pestilencia de las herejías que las contaminaban, mas también purificadas de los vicios de los pay hermoseadas con el resplandor de las cristianas virtudes. 
Reflexión: Mucho hizo y trabajó el santo obispo Porfirio en su diócesis para limpiarla de la herejía, y de los vicios y errores de la gentilidad; pero al fin de su vida pudo ofrecer a Jesucristo una Iglesia pura, hermosa y sin mancha. Imiten este celo cuantos tienen obligación de guiar a otros por el camino de la virtud y especialmente los padres y cabezas de las familias cristianas. Sí, padres de familia: vosotros sois constituidos por Dios como obispos y prelados de vuestra casa: y esa casa y familia que gobernáis es vuestra iglesia y vuestro sagrado rebaño. Velad, pues, con toda solicitud sobre ella, y no permitáis que la inficionen ni los errores de la impiedad, ni los vicios del libertinaje que pervierten y estragan a tantas familias. ¿Cómo podríais, morir tranquilamente dejando una familia de hijos incrédulos, renegados y perdidos, que serían vuestros verdugos por toda la eternidad? Criadlos, pues, en santo temor de Dios, inspiradles el amor de las virtudes cristianas con vuestras palabras y ejemplos, y así moriréis en paz y tendréis la dicha de recobrarlos en el cielo y para gozar siempre de su dulce compañía en aquella eterna bienaventuranza. 
Oración: Rogárnoste, Señor, que te dignes oír las súplicas que te hacemos en la solemnidad de tu confesor y pontífice Porfirio, para que por los méritos e intercesión de este santo que tan dignamente te sirvió, nos absuelvas de todos nuestros pecados. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

viernes, 23 de febrero de 2018

24 de febrero. SAN MATÍAS, APÓSTOL. (t 60 de J. C.?) Flos Sanctorvm Santoral


Habiendo caído el traidor Judas de la cumbre del apostolado, y acabado la vida con desdichado fin, escribe san Lucas en los Hechos Apostólicos, que después de la Ascensión de Cristo nuestro Salvador a los cielos, estando todos los apóstoles y los otros discípulos del Señor juntos, se levantó san Pedro como cabeza y Pastor universal de todos, y después de haberles referido brevemente la maldad y castigo de Judas, les dijo que para cumplirse la profecía de David, se había de escoger uno de los que allí estaban y habían conversado con Cristo desde el bautismo de san Juan Bautista, hasta el día en que .subió a los cielos, y pareciendo bien a todos los que allí estaban, y eran como ciento y veinte personas, de común acuerdo escogieron dos entre todos: a José, que por su gran santidad llamaban Justo, y a Matías. Ambos eran de los setenta y dos discípulos. Pusiéronse luego todos en oración, suplicando humildemente al Señor que pues él solo conocía los corazones, les manifestase a cuál de los dos había escogido, y cayó la suerte sobre Matías, concurriendo con gran consentimiento los votos en su persona. Desde aquel día fué contado con los once apóstoles, y habiendorecibido con ellos y los discípulos el Espíritu Santo, comenzó a predicar el misterio escondido e inefable de la Cruz, con gran santidad de vida y con una lengua de fuego divino que encendía los corazones de los que le oían. Después, en el repartimiento que hicieron los sagrados apóstoles de las provincias en que habían de predicar, a san Matías le cupo Judea, donde convirtió muchos pueblos al Señor, y penetrando con su predicación y doctrina hasta lo interior de Etiopía, padeció muchos y muy graves trabajos de caminos por tierras ásperas y fragosas, y de persecuciones de los gentiles. Finalmente, después de haber alumbrado con la luz de Cristo muchos pueblo's que estaban asentados en tinieblas y sombras de muerte, selló como los demás apóstoles, con su sangre, la doctrina del Evangelio, muriendo apedreado y descabezado por amor de su divino Maestro. Su sagrado cuerpo, según la más constante tradición, fué traído a Roma por santa Elena, y hasta hoy se venera en la iglesia de santa María la Mayor, la más considerable parte de sus reliquias. Asegúrase que la otra parte de ellas se la dio la misma santa emperatriz a san Agricio, arzobispo de Tréveris, quien las colocó en la iglesia llamada de S. Matías. 

Reflexión: Nos dice el Espíritu Santo: «Conserva la gracia que tienes para que no reciba otro tu corona.» Y la infelicísima suerte de Judas, a quien arrebató san Matías la corona gloriosa del Apostolado, nos ha de hacer temblar y entender que no hay lugar seguro en esta vida, si el hombre no vive con cuidado y recato, pues Lucifer cayó en el cielo, nuestro padre Adán en el paraíso, y Judas en el Colegio apostólico en compañía del Señor. ¡Oh qué tremendos son los juicios divinos! Teme, pues, y ama a Dios. Guarda con toda diligencia tu corazón y procura tenerlo siempre limpio y puro; si pecares, humíllate, y por muchos y muy graves que sean tus pecados, aunque negares a Dios y vendieres a Cristo (que nunca el Señor lo permita), nunca desesperes, como Judas, del perdón, porque nunca puede ser tan grave tu malicia, que sobrepuje a la misericordia de Dios. Mas si te obstinares en tus pecados, si quisieres estar de asiento en tus vicios, teme a aquel Señor que puede dar a otro la corona que te había reservado en el cielo. 

Oración: ¡Oh Dios! que te dignaste agregar al Colegio de tus apóstoles al bienaventurado san Matías, concédenos por su intercesión que experimentemos siempre los efectos de tus misericordiosas entrañas. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

domingo, 18 de febrero de 2018

19 de febrero. SAN ALVARO DE CÓRDOBA, CONFESOR. (t 1430) Flos Sanctorvm Santoral


Uno de los varones ilustres que florecieron en España en el siglo XIV fué san Alvaro, el cual nació en la ciudad de Córdoba de la excelentísima casa de los duques de este título, y fué decoroso ornamento de la Orden Dominicana. Dedicóse a un mismo tiempo que san Vicente Ferrer al ministerio apostólico de la predicación, para combatir el desorden general, causado en toda la cristiandad por el dilatado cisma de tres antipapas, y extendió sus conquistas evangélicas a varias provincias de España, Portugal e Italia, no habiendo pecador tan obstinado que pudiese resistirse a su triunfante elocuencia. Obligóle la reina Catalina a dirigir su conciencia, y a expensas de su infatigable actividad y con la ayuda de san Vicente Ferrer calmó las tempestades que agitaban el á^nimo generoso de la soberana, y los reinos de Aragón y de Castilla, y se retiró después a su amada soledad en el convento de Scala coeli, que labró a una legua de Córdoba. Aquí soltó el santo las riendas a su fervor. Desnudábase las espaldas, y azotándose con una cadena de hierro, subía de rodillas por una agria cuesta, sembrada de puntas penetrantes de la misma roca, y en llegando a una cueva, donde estaba una imagen de Nuestra Señora de las Angustias, en todo semejante a la del convento de san Pablo, continuaba la disciplina con tanto rigor, que dejaba el suelo y las paredes bañadas en sangre. Viéronle muchas veces en ese santo ejercicio, sostenido de los brazos por los ángeles, los cuales le alumbraban y separaban del camino las piedras para que no le lastimasen. Y entre otros regalos que recibió de su Amor crucificado este abrasado serafín, uno fué que pasando un día a su convento de Córdoba, y viendo en el camino a un pobre enfermo tan desnudo y tan lastimoso que moviera a piedad al pecho más duro, cargándolo sobre sus hombros, partió con él al convento, y entrando en la portería con la piadosa carga, y acudiendo los religiosos a bajar de los hombros del santo al enfermo, luego que lo descubrieron hallaron una imagen de Cristo crucificado. Espantáronse a la vista de aquel soberano espectáculo, y el santo, prorrumpiendo en expresiones amorosas, le adoró 

Reflexión: Al leer la vida de este varón tan santo, por ventura te has inquietado al verte tan miserable y sin ningún mérito. Haz, pues, lo que buenamente puedas para satisfacer por tus culpas y agradar a aquel benignísimo Señor a quien ofendiste, y pon toda tu esperanza en sus divinos e infinitos merecimientos, y no temas, que no te condenará ni te privará de la gloria de su reino. Mira lo que dice el apóstol: «Doctrina fiel y verdadera es que Jesucristo vino a este mundo a salvar a los pecadores. Dióse a sí mismo por nosotros para librarnos de toda maldad, y por su misericordia nos redimió, para que renovados con su gracia, esperemos ser herederos de la vida eterna.» ¿Quién no se anima con tales promesas? ¿Quién con tal esperanza podrá desmayar y caer en la desesperación? 

Oración: Atiende, Señor, a las súplicas que te dirigimos en la solemnidad de tu bienaventurado confesor Alvaro, para que los que no confiamos en nuestros méritos, seamos ayudados por las oraciones de aquel santo que fué de tu agrado. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

lunes, 12 de febrero de 2018

13 de febrero. SANTA CATALINA DE RICCI. (t 1590) Flos Sanctorvm Santoral

La extática y gloriosa virgen santa Catalina de Ricci nació en la ciudad de Florencia de la noble familia de Ricci. Pusiéronle en el baustimo el nombre de Alejandra, que después mudó en el de Catalina cuando se hizo religiosa. Así que llegó la santa niña a la edad de diez años, la con_ fió su padre a la dirección de una tía suya paterna, religiosa del monasterio de San Pedro de Monticelli, situado en los arrabales de Florencia, donde se aficionó tanto a la oración, que aun en el tiempo en que las otras niñas se recreaban, ella tenía todo su placer en estarse arrodillada delante de una imagen de Cristo crucificado, con admirables deseos de participar del amargo cáliz de su Pasión. Trece años tenía, cuando vistió el hábito religioso de santo Domingo en el monasterio de San Vicente de Prato, donde satisfizo sus deseos de padecer por su divino Esposo clavado en la cruz: porque fué acometida de una gravísima enfermedad, con calentura cotidiana y con agudos dolores que padecía en todo el cuerpo, cuya dolencia degeneró en una hidropesía, y en mal de piedra, acompañado de asma. Sufrió la santa con perfectísima resignación este conjunto de males, sin recibir ningún alivio de las medicinas que le recetaban los médicos; y al cabo de dos años se le agravaron de suerte, que estuvo muchas semanas sin poder dormir un solo momento. En este estado, se le apareció en la vigilia de la Santísima Trinidad un santo de la Orden de santo Domingo, todo resplandeciente, el cual la hizo la señal de la cruz sobre el estómago, y la dejó repentinamente sana y curada de todos sus males; pudiendo desde aquel día practicar los más arduos-ejercicios de caridad y de penitencia, y llevar sobre sus desnudas carnes una cadena de hierro y un áspero cilicio. Favorecióla el Señor con muchas visiones celestiales, éxtasis y raptos tan estupendos, que a veces quedaba totalmente elevada de la tierra y suspendida en el aire por largo tiempo. Fué también enriquecida del don de profecía, de discreción de espíritus y de milagros; por lo que su nombre y su santidad fué conocida y celebrada con universal aplauso, no sólo en Toscana, sino también en toda Italia y en otras regiones. Finalmente, a los sesenta y ocho años de su vida maravillosa, de los cuales empleó cuarenta y dos en el gobierno de su monasterio, entregó su alma purísima al celestial Esposo el día 2 de febrero, en que se celebra la fiesta de la Purificación de la Virgen nuestra Señora; y el Señor acreditó la santidad de su sierva con grandes y manifiestos prodigios. 

Reflexión: Mucho padeció y mucho gozó la preciosa virgen santa Catalina abrazada siempre con la cruz de Cristo. Desde qua el Hijo de Dios murió por nuestro amor en la cruz, la mayor prueba de amor que podemos darle, ep uadecer por su amor. Pero tiene también el árbol de la cruz frutos sabrosísimos, y de mayor suavidad y dulzura que todos los gustos y regalos del mundo. Son gustos espirituales, de los cuales el mundo no tiene noticia: son placeres soberanos y sabores del paraíso, con que Dios suele regalar a sus escogidos, y hacerles aun en esta vida los hombres más felices de la tierra. 

Oración: ¡Oh Jesucristo Señor nuestro! que inflamando en tu amor a la bienaventurada virgen Catalina, la hiciste ilustre por la contemplación de tu Pasión y muerte; concédenos por su intercesión que haciendo piadosa memoria de los misterios de tu Pasión, merezcamos alcanzar los frutos de ella. Amén. 

domingo, 11 de febrero de 2018

12 de febrero. SANTA EULALIA, VIRGEN Y MÁRTIR. (t 304) Flos Sanctorvm Santoral


Al tiempo que el presidente Daciano entró en Barcelona para hacer carnicería de los cristianos, vivía retirada en una heredad de sus nobles padres una santa doncella de edad de trece años, llamada Eulalia, virgen hermosísima, y abrasada del amor de Jesucristo, a quien ya había consagrado su pureza virginal. Vino a su noticia la crueldad de Daciano, y fué combatida en su corazón de dos contrarios afectos: de tristeza y alegría; de tristeza, porque temía que algunos cristianos flacos no desmayasen en la fe por temor de tan rigurosos tormentos; de alegría, porque deseaba morir por Cristo y juzgaba que era llegado el tiempo en que Dios le quería hacer tan gran merced. Y con este fervor y deseo del martirio, movida del Señor, se salió secretamente de casa de sus padres y se fué al tribunal del juez para reprenderle de la tiranía y crueldad que usaba con los cristianos. Asombróse Daciano al ver una niña como aquella, y oír su reprensión; pero volviendo luego en su acuerdo juzgó que se hallaba ya en uno de aquellos trances, más difíciles en que los mismos niños cristianos habían puesto, debajo de sus pies todo el orgullo y poderío de los tiranos de Roma. No contestó, pues, con blandas palabras, como merecía la hermosa y tierna Eulalia, sino con grandes y fieras amenazas. ¿Quién eres tú, le dice, que así te atreves a menospreciar las leyes de los emperadores? Respondió la valerosa y candorosa niña: Yo soy Eulalia, sierva de Jesucristo Hijo de Dios, al cual se debe toda reverencia y adoración, y no a los ídolos vanos. Rugió de coraje el presidente, y quería ver decapitada de un solo golpe a la que así hablaba, pero no le estaba bien tomar venganza en aquella débil criatura, y ordenó, que atadas las manos fuese conducida a la cárcel para ver si podían rendirla allí con un cruel castigo de azotes. Desnudan, pues, el cuerpo virginal de aquella blanca paloma de Jesucristo, y con bárbara crueldad descargan sobre ella repetidos y fieros golpes hasta dejarla toda bañada en sangre. Pero Eulalia ni se queja ni da un solo gemido, ni muda siquiera el semblante apacible y sereno. Tienden luego aquel santo cuerpecito en el potro y lo atormentan con uñas de hierro, con hachas ardientes, con aceite hirviendo, con plomo derretido y con cal viva. Pusiéronla después en una cruz, y aun en este ignominioso suplicio prevaleció la santa virgen y dejó confusos a los verdugos y al tirano. Finalmente, después de haber sido paseada por la ciudad para espantar con su vista a los cristianos, fué degollada en el campo, donde los cristianos la hallaron por la noche cubierta de nieve, y la sepultaron honoríficamente. 

Reflexión: Dígame quienquiera que esto leyere, ¿de dónde le vino a la santa niña tan maravillosa e invencible constancia? Las niñas tiemblan, las niñas se estremecen a la sola vista o imaginación de tales horrores. Claro está: pertenecen al sexo débil y son lo más débil de su sexo. Confiese, pues, todo hombre de sano juicio, que aquí hay un prodigio estupendo de la virtud de Cristo, el cual escogió a una flaca criatura como Eulalia, para hacer ostentación de su fortaleza soberana contra los más poderosos enemigos de su santo Nombre. 

Oración: Suplicárnoste, Señor, nos concedas el perdón de nuestros pecados por la intercesión de la bienaventurada virgen y mártir Eulalia, que tanto te agradó, así por el mérito de su castidad, como por la ostentación de tu infinito poder. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

domingo, 4 de febrero de 2018

5 de febrero. SANTA ÁGUEDA, VIRGEN Y MÁRTIR. (t 251) Flos Sanctorvm Santoral

Siendo emperador Decio y presidente de Sicilia Quinciano, vivía en Catania una doncella cristiana, llamada Águeda, natural de Palermo, la cual era nobilísima, riquísima, hermosísima y honestísima, que son las cuatro cosas que se estiman mucho en las mujeres. Mandó Quinciano presentarla delante de sí, y así que la vio, luego fué preso de su rara belleza, y olvidado del oficio de juez, se determinó de tomar todos los medios posibles para atraerla a su voluntad, y para cubrir más su intento la entregó a una vieja sagaz, llamada Afrodisia, que tenía cinco hijas muy hermosas y no menos lascivas. Treinta días estuvo en aquella mala compañía la castísima Águeda, tan firme en ser cristiana y en guardar su virginidad, que al dar Afrodisia cuenta de todo al presidente, le dijo: Antes se ablandará el acero y el diamante, que Águeda mude de propósito. Oído esto por Quinciano, mandó llamar a la santa y preguntóle: Niña, ¿de qué casta eres tú?  Noble soy, como es notorio por toda Sicilia.  ¿Pues, cómo siendo noble, sigues las costumbres de gente despreciada y vil como son los cristianos?  Porque soy sierva y esclava de Jesucristo, y en eso está mi mayor nobleza. A esto respondió Quinciano: ¿Luego, nosotros que le despreciamos, no somos nobles? Y la santa: ¿Qué. nobleza es la vuestra, que se abate a los dioses de piedra y a los demonios? Enojóse el juez con esta respuesta, y mandó que se diese a la virgen una cruel bofetada y la echasen de su presencia. El día siguiente, después de algunos halagos y vanas tentativas, ordenó que le retorciesen un pecho y se lo cortasen y la encerrasen después en la cárcel, para que allí, sin comer ni beber ni medicinarse, se consumiese de dolor. Pero en aquella necesidad la visitó el apóstol san Pedro, el cual la consoló y restituyó el pecho cortado. Con el resplandor de aquel médico celestial echaron a huir los guardias, y tras ellos huyeron los presos, y ella fué traída de nuevo al^ tribunal de Quinciano; el .cual se espantó de verla tan sana y entera, y como a maga la mandó poner sobre brasas de fuego y pedazos de teja para que a la vez se quemase y lastimase. Volvió por ella el cielo enviando un terremoto, en el cual perecieron dos amigos del presidente, y entonces la santa, que se veía sola en la cárcel, entregó su alma purísima al Señor, dándole las gracias por tantas victorias. Poco después recibió su castigo el feroz Quinciano, porque, codicioso de las muchas riquezas que poseía la santa virgen, partió muy acompañado de gente a Palermo para apoderarse de ellas, y a] pasar un río, un caballo le mordió en la cara, y otro, a coces, le echó en el río, donde murió ahogado, y buscando su cuerpo nunca se pudo hallar, para que se entiendan los justos juicios de Dios, y cómo al cabo castiga la deshonestidad, crueldad y codicia de los que persiguen a sus santos. 

Reflexión: Cuando los verdugos atormentaban y cortaban el pecho a santa Agi^da, con ánimo valeroso decía al tirano: Y ¿cómo no te confundes, hombre vilísimo, de atormentar a una doncella en los pechos, habiendo tú recibido el primer sustento de tu vida de los pechos de tu madre? Por los merecimientos de este cruel martirio, innumerables mujeres que padecían en los pechos, invocando a santa Águeda, y acudiendo confiadamente a su celestial protección, han recibido la salud. 

Oración: Oh Dios, que entre otras maravillas de tu poder, supiste dar fuerzas aún al sexo más frágil para conseguir la victoria del martirio, concédenos la gracia de que celebrando la victoria de tu virgen y mártir santa Águeda, caminemos hacia ti, por la imitación de sus ejemplos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.