viernes, 6 de enero de 2017

SERMÓN SOBRE LA FIESTA SACRATÍSIMA DE LA EPIFANÍA DEL SEÑOR

Habiendo poco ha pasado el día de tanta alegría en que celebramos el Nacimiento de nuestro Salvador, cuando la Virgen Sacratísima dio al mundo tan grande bien, hoy se nos ofrece, muy amados hermanos míos, celebrar la fiesta de la Epifanía digna de tanta veneración, para que nuestros gozos espirituales se continúen y perseveren; y juntándose los misterios de estas solemnidades santísimas unos con otros, la fuerza de nuestra alegría dure, y el fervor de la fe y devoción no se resfrié. 


Al beneficio y salud de todo el linaje humano conviene, que este infante tan poco ha nacido, medianero de Dios y de los hombres, no esté secreto en este lugar tan pequeño, antes bien que sea publicado por todo el mundo. Es verdad que el Señor eligió el pueblo de Israel, y en este pueblo una familia señalada de donde tomase nuestra humanidad; pero no fue servido de que su nacimiento estuviese secreto ni encerrado en la estrechez de aquel lugar en donde había nacido, antes como su Majestad nació para todos, quiso también dar a todos noticia de su nacimiento bienaventurado, y para cumplimiento de esto apareció a los tres Magos en Oriente una estrella de nueva claridad, mas clara y mas hermosa que las otras estrellas, y tal que arrebataba hacia sí los ojos y corazones de cuantos la veían, para ponerlos en el pensamiento de que no podía ser sin gran misterio una cosa tan llena de maravilla; mas el mismo Señor que crió esta maravilla, dio también entendimiento a los que la miraban, no solo para entender lo que significaba, mas también para que le buscasen, y buscándole le hallasen. Siguen pues estos tres varones bienaventurados la guía de esta soberana lumbre, acompañando con su contemplación atenta su grande claridad, tanto que con el resplandor de la gracia vinieron al conocimiento de la verdad, y juzgando este negocio como hombres sabios, les pareció que en alguna Ciudad Real se había de hallar el» Rey nacido, que ellos venían a buscar avisados por el Espíritu Santo; pero el Señor que había tomado forma de siervo, no venia para juzgar, sino para ser juzgado. Hizo elección de Bethlem para su Nacimiento, y para, su Pasión de Jerusalem. Oyendo Herodes que era nacido Rey de los Judíos, temió que venia quien le quitase el Reino, y tratando en su corazón como mataría al hacedor dé la vida, ofreciósele una devoción falsa y un servicio fingido. ¡O quán bienaventurado fuera, si se conformara con la fe de los Magos, y pusiera en la devoción lo que puso en la traición! ¡o ciega crueldad llena de loca envidia , que piensas ser parte para desbaratar con tu furor lo que por el soberano consejo estaba sin principio ordenado! El Criador y Señor del mundo no viene para tomar Reino temporal, sino para dar el eterno. ¿Qué locura es tan grande la tuya Herodes, pues pretendes mudar el orden inconmutable de las cosas ordenadas por Dios, y procuras cometer la maldad que para otros está guardada? Mira malaventurado, que la muerte de Christo Redentor del mundo no ha de ser en tu tiempo: primero se ha de fundar el Sagrado Evangelio, primero se han de obrar grandes maravillas, y se ha de dar sanidad a muchos enfermos, ¿por qué quieres que sea tuyo el pecado espantoso que está ordenado para otros? no teniendo tú parte en efectuar esta traición, quieres a lo menos obrarla con la voluntad, y deber así lo que no has de hacer. Todo tu aparato y negociación no es nada: no saldrás con lo que procuras por tantos perversos medios, porque has de saber, que ha de morir por su propia voluntad, como por ella nació. Los Magos bienaventurados continúan su intento, y llegan al lugar tan deseado, y guiándolos su misma estrella, vinieron adonde estaba el infante Jesús nuestro Salvador: adoraron al Verbo Divino humanado en nuestra carne: adoraron la sabiduría eterna en la niñez: adoraron la fortaleza infinita en la flaqueza humana: adoraron al Señor de toda la majestad en la verdad de la humanidad; y por mas testificar la verdadera fe que traían, y los misterios que entendían, con los dones que presentan, manifiestan sus corazones. Ofrécenle incienso, porque es Dios: mirra, porque es hombre mortal; y oro, porque es Rey: adorando la naturaleza divina y humana en un mismo hombre, porque lo que en las substancias era propio, en la persona no era diverso.

Vueltos los Magos a sus tierras, y siendo por la divina providencia el Infante Jesús trasladado a Egypto, se encendió bravamente el furor loco en los pensamientos de Herodes: mandó que todos los niños fuesen muertos en Belem y sus comarcas. Y porque no estaba cierto de la edad del Infante que buscaba, extendió su crueldad en general contra todos los niños, cuya edad era para él sospechosa: mas el Infante Jesús señalaba piadoso para el cielo todos los infantes que Herodes cruel sacaba del mundo. Y aun antes que hubiesen recibido la sangre del Señor para su redención , ya les ha dado la dignidad de mártires.

Levantad, pues, vuestros corazones, muy amados hermanos míos, para que se inflamen con la gracia del resplandor soberano, y festejando los misterios sagrados que Dios obró para nuestra salud , humillad vuestras obras y corazones al Señor, que tan grandes mercedes nos ha hecho. Amad la castidad, acordándoos de que nuestro Redentor quiso nacer de una Virgen. Apartad de vosotros los deseos de la carne , que siempre pelean contra el alma, según el Apóstol glorioso San Pedro nos lo enseña. Sed niños en la malicia : acordaos que el Rey de la gloria se conformó con nuestra infancia. 

Seguid la humildad que Christo Redentor nuestro enseñó a sus Sagrados Discípulos. Vestíos de la virtud de la paciencia, para que con ella ganéis vuestras almas, porque el mismo Señor que nos ha redimido, es también nuestra fortaleza. Procuremos tomar gusto a las cosas del cielo, y no a las que hay sobre la tierra. Caminad constantemente por el camino de la verdad y de la vida, y no os estorben las poquedades de la tierra, pues estáis ciertos de que os están preparadas las riquezas del cielo por la misericordia del Señor que vive y reina para siempre jamas. Amen. 



Sermón del bienaventurado San León Papa


No hay comentarios:

Publicar un comentario