lunes, 16 de enero de 2017

16 de Enero: SAN MARCELO I, PAPA Y MÁRTIR

En tiempo, pues, de Majencio tirano, fue martirizado san Marcelo papa , el cual después de san Marcelino, así mismo papa y mártir, habiendo vacado la silla apostólica, no siete años, como dicen al gunos, sino seis meses y veinte y cinco días, fue elegido con gran consentimiento del clero y contentamiento de todo el pueblo, por vicario universal de Cristo y sucesor de san Pedro.


Fue san Marcelo romano, su padre se llamó Benito y gobernó la Iglesia santísimamente, la cual por la persecución de Diocleciano y Maximiano, estaba muy afligida, animando a todos los fieles con su doctrina y ejemplo, a la constancia en la fe y porque la sangre de los cristianos, que habían derramado los tiranos, había sido como semilla de trigo, que producía y multiplicaba nuevas mieses y por uno que moría, nacían muchos. 

Instituyó Marcelo en la ciudad de Roma veinte y cinco títulos, o parroquias, en las cuales se bautizaban los que de nuevo venían a la fe, los pecadores podían hacer penitencia y los mártires podían ser sepultados, lo cual como fuese la noticia al tirano Majencio, mandó este a prender al santo pontífice y procuró primero con palabras blandas y promesas, persuadirle, que no se nombrase Pontífice de Cristo y que adorase a sus falsos dioses. 

Después viendo este que no le complacía, le mandó azotar cruelmente y le condenó al catábulo, que era un establo grande, donde estaban las bestias de carga para uso y servicio de la república y que en él tuviese cargo de ellas. 

Estuvo el santo Pontífice en aquel abatido y vil oficio nueve meses, orando, velando, llorando, y exhortando de palabra y por cartas a los fieles a la perseverancia. Al cabo de vinieron de noche los clérigos de Roma para librar a su pastor  y escondiéronle en casa de una santa mujer llamada Lucía, la cual habiendo vivido quince años con su marido, había ya diez y nueve que era viuda. Ella le recibió como un ángel de Dios en su casa y le suplicó, que la consagrase en Iglesia; y el santo pontifice lo hizo, y después se llamó este lugar san Marcelo. 

Allí se juntaban los cristianos, para alabar y glorificar de día y de noche al Señor. Supo esto Majencio y lleno de rabia y furor, mandó que aquella Iglesia se profanase y que sirviese de establo para bestias públicas y que san Marcelo se ocupase en el servicio de ellas y que viviesen en aquella sucia morada. En este establo sucio, asqueroso y hediondo, estuvo algún tiempo el santo Pontífice desnudo y sin abrigo, vestido de cilicio, sirviendo a aquellos animales y con este género de martirio dio su alma a Dios a los 16 días de enero del año del Señor de 309, en el cual celebra la Iglesia su fiesta.

El cuerpo de san Marcelo fue recogido por Juan Presbítero  y Lucía y le enterraron en la vía Salaria, en el cementerio de Priscila. Fue Pontífice sumo cinco años y un mes y veinte y cinco días; aunque en los años de su pontificado hay mucha diversidad en los autores.

Ordenó en Roma de una vez, en el mes de diciembre veinte y cinco Presbíteros y dos diáconos y consagró veinte y un obispos en diferentes lugares. Dos epístolas se hallan de san Marcelo: la una escrita a los obispos de la provincia de Antioquia, en la cual les pide y ruega que no sientan ni enseñen otra cosa, sino lo que aprendieron del apóstol san Pedro y de los otros apóstoles y santos padres, pues habiendo tenido a san Pedro por primer ministro, no es justo, dice que dejeis a vuestro padre y sigais a los extraños, especialmente siendo él la cabeza de toda la Iglesia; la otra es para Majencio tirano, en la cual le dice, que los verdaderos Sacerdotes de Dios, más quieren ser preseguidos por la justicia y por la verdadera fe y padecer por el nombre del Señor, que tener muchas riquezas y ser honrados y estimados  y perder el cielo, porque todo lo de acá es momentáneo y lo de allá es eterno, lo de acá en una hora se acaba y lo de allá dura para siempre. También le dice, que el oficio del buen príncipe y religioso rey, es reparar las Iglesias maltratadas y caídas, y edificar nuevos templos y honrar y defender a los sacerdotes del Señor.

San Marcelo, ora pro nobis.


La Leyenda de Oro
Vida de todos los santos que venera la Iglesia

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