domingo, 15 de enero de 2017

15 de Enero: LAS BODAS EN CANÁ DE GALILEA. II DOMINGO DESPUÉS DE LA EPIFANÍA. De la Catena áurea de Santo Tomás

Juan II. 01-11 Y de allí a tres días se celebraron unas bodas en Caná de Galilea: y estaba allí también la madre de Jesús. Fue también convidado Jesús y sus discípulos a las bodas. Y llegando a faltar vino, la madre de Jesús le dice: "No tienen vino". Y Jesús le dijo: "Mujer, ¿qué nos da a mí ni a ti? Aún no es llegada mi hora". Dijo la madre de El a los que servían: "Haced cuanto os dijere". Y había allí seis hidrias de piedra, conforme a la purificación de los judíos, y cabían en cada una dos o tres cántaros. Y Jesús les dijo: "Llenad las hidrias de agua": y las llenaron hasta arriba. Y Jesús les dijo: "Sacad ahora y llevad al maestresala". Y le llevaron. Y luego que gustó el maestresala el agua hecha vino, y no sabía de dónde era, aunque los que servían lo sabían porque habían sacado el agua, llamó al esposo el maestresala y le dijo: "Todo hombre sirve primero el buen vino; y después que han bebido bien, entonces da el que no es tan bueno; mas tú guardaste el buen vino hasta ahora". Este fue el primer milagro que hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria, y creyeron en El sus discípulos. 




Crisóstomo, in Ioannem, hom. 20 
Como el Señor era conocido en Galilea, lo invitaron a unas bodas. Por esto sigue: "De allí a tres días se celebraron unas bodas en Caná de Galilea".  

Alcuino 

Caná es un pueblecito de la provincia de Galilea.  

Crisóstomo, ut sup 

Llaman al Señor a las bodas, no como persona distinguida, sino como uno de muchos, y sencillamente porque era conocido. Para expresar esto, el Evangelista dice: "Y estaba la madre de Jesús allí". Y así como habían llamado a la Madre, llamaron también al Hijo. Por esto sigue: "Y fue también convidado Jesús y sus discípulos a las bodas, y acudió". Esto no afectaba a su dignidad, sino que sucedía en beneficio nuestro; porque Aquél que no desdeñó de tomar la forma de siervo, tampoco desdeñó el venir a las bodas de sus siervos. 
 
San Agustín, De verb. Dom., serm. 41 
Avergüéncese, por tanto, el hombre, de ser soberbio, porque Dios se humilló. Considera aquí cómo entre otras cosas el Hijo de la Virgen vino a las bodas, siendo así que cuando estaba con el Padre instituyó el matrimonio.
  
San Agustín, in Ioannem, tract. 8 
¿Qué de extraño tiene que fuera a aquella casa donde se celebraban las bodas, Aquél que vino al mundo a celebrar las suyas? Porque tiene aquí a su Esposa, a quien redimió con su sangre, a quien concedió como obsequio el Espíritu Santo, y a la que se unió desde el vientre de la Virgen; porque en realidad el Verbo es el Esposo, y la carne humana es la Esposa. Y así el Hijo de Dios es las dos cosas, y a la vez el Hijo del hombre. Aquellas entrañas de la Virgen María son su lecho, de donde salió como sale el esposo de su lecho ( Sal 18,6). 

Beda 

No carece de misterio, cuando se dice que las bodas se celebraron en el tercer día. Aparece el primer tiempo del mundo, antes de la Ley, por el ejemplo de los Patriarcas. El segundo, bajo el dominio de la Ley, por medio de los escritos de los profetas. Y el tercer tiempo de la gracia brilló (como la luz del tercer día) por las predicaciones de los evangelistas, y en el cual fue cuando el Señor apareció vestido de nuestra carne. Además, como se dice que estas bodas se celebraron en Caná de Galilea (esto es, en el celo de la trasmigración), se demuestra en sentido figurado que son muy dignos de la gracia de Jesucristo aquéllos que, distinguiéndose por el fervor de su piedad, pasan de los vicios a las virtudes, y saben que emigran de las cosas de la tierra a las del cielo. Estando ya recostado el Señor 4 en las bodas, faltó el vino, con el objeto de que se manifestase la gloria de Dios, oculta bajo la forma humana, por medio del vino de mejor condición. Por esto sigue: "Y llegando a faltar el vino, la Madre de Jesús le dice: No tienen vino". 

Crisóstomo, ut sup 

Es digno de notarse cómo vino a la imaginación de la Madre haber concebido un concepto tan elevado de su Hijo, siendo así que hasta entonces ningún milagro había hecho. Prosigue: "Esto sirvió de principio a los milagros de Jesucristo, etc." Pero ya había empezado a revelarse tal como era por medio de San Juan, y por las palabras que decía a sus discípulos. Además, antes de todo esto, su concepción y cuanto siguió a su nacimiento habían hecho concebir grande estimación respecto de aquel Niño. Por esto dice San Lucas: "María conservaba todas estas palabras, examinándolas en su corazón" ( Lc 2,19). Esta es la causa por la cual ya antes no le había incitado a que hiciese milagro alguno, mas ya había llegado el tiempo de su manifestación, y hasta entonces había hablado como uno de muchos, por lo que no presumía su madre deberle decir tal cosa. Y como oyó que Juan daba testimonio de El, y como ya tenía discípulos, ruega con confianza al Señor respecto de esto mismo.  

San Agustín, in Ioannem, tract. 8, sparsim 

Algunos, contrariando el Evangelio, y diciendo que Jesús no nació de la Virgen María, se esfuerzan en sacar de aquí un argumento para confirmar un error, y dicen: ¿Cómo puede creerse que era su madre, aquélla a quien dijo: "Mujer, ¿qué hay de común entre tú y yo?" Pero ¿quién refiere, para que le demos crédito, que el Señor dijo esas palabras? Pues el mismo Evangelista San Juan, que poco antes había dicho: "Y estaba allí la madre de Jesús". ¿Y por qué esto, sino porque una y otra cosa son verdad? ¿O es que Jesús vino a las bodas para enseñar a despreciar a las madres?  

Crisóstomo 

Pero que respetaba mucho a su madre, lo refiere San Lucas cuando manifiesta que Jesús vivía sometido a sus padres; porque cuando los padres no prohiben lo que agrada a Dios, hay obligación de obedecerles. Mas cuando fuera del tiempo oportuno pretenden algo, o tratan de separarnos de las cosas espirituales, no es seguro el obedecerles. 

San Agustín, De Symbolo, 2, 4 

Para distinguir entre Dios y el hombre (porque en cuanto a hombre, era menor y estaba sujeto, y en cuanto a Dios, estaba por encima de todos), dijo: "Mujer, ¿qué hay de común entre tú y yo?"  

Crisóstomo, in Ioannem, hom. 21 
Aunque había dicho "no es llegada mi hora", al fin hizo lo que su Madre le había pedido. Y así prueba suficientemente que no estaba sujeto a horas. Pues si lo hubiese estado, ¿cómo hizo esto cuando aun no había llegado la hora debida? Además, por honra de su madre, a quien no creía oportuno contradecir, ni quería avergonzar delante de todos; pues ésta le había traído a los que servían para que la petición se hiciese por muchos. Por esto sigue: "Dijo la madre de El a los que servían: Haced cuanto El os dijere".  

Beda 

Como diciendo: Aunque parece que se niega, lo hará sin embargo. La madre sabía, pues, que era bueno y caritativo. Prosigue: "Y había allí seis hidrias de piedra", etcétera. Se llaman hidrias a unos cántaros a propósito para llevar agua, del griego udwr que significa agua.  

Alcuino 

Los vasos que tenían para llevar agua con el fin de que se purificasen los judíos eran los que tradicionalmente empleaban los fariseos, que también tenían esta costumbre, y que con frecuencia se lavaban.  

Crisóstomo, ut sup 

Mas como Palestina era escasa de agua, y ésta no se encontraba en muchos sitios por haber pocas fuentes y pozos, llenaban las hidrias de agua para no tener que volver muchas veces, porque en cuanto se manchaban tenían cerca el medio de purificarse. Y para que los infieles no sospechasen que de los restos que habían quedado en el fondo de los vasos, después de haber introducido el agua, hizo aquel vino tan exquisito, por eso dice el Evangelista: "Conforme a la purificación de los judíos"; manifestando que aquellas hidrias nunca habían estado destinadas a contener vino.  

San Agustín, in Ioannem, tract. 9 

Con la palabra metretas significa ciertas medidas, como si dijera urnas o cántaros, o algo por el estilo; la palabra medida en griego es metron; de aquí el que se llamen metretas. 

Crisóstomo, ut sup 

Pero ¿por qué no hizo el milagro antes que las hidrias fuesen llenas de agua? Porque hubiese sido mucho más admirable si hubiese sacado aquella sustancia de la nada y hubiese brillado mucho más el milagro, toda vez que allí no hubo otra cosa que el cambio de una esencia en otra. Esto, en verdad, hubiera sido más prodigioso; pero muchos, en cambio, no lo hubiesen creído. Por esta razón se abstiene muchas veces de hacer milagros estupendos, queriendo hacer más creíble lo que hacía, y con esto destruía las malas doctrinas. Y como hay algunos que dicen que hay otro Creador del mundo, El hace muchos milagros con las sustancias que le están sometidas; pues si el que ha creado el mundo fuera contrario al Salvador, éste no se valdría de medios ajenos para probar su propia virtud. Pero no las llenó El mismo de agua y mostró después el vino, sino que mandó a los que servían para que fuesen testigos de lo que acontecía. Por esto sigue: "Y Jesús les dijo: Sacad ahora, y llevad al maestresala".  
 
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 25 

Otros creen que, como los convidados podían estar embriagados, era fácil que creyesen que se habían trastornado las cosas, y que no supieran si era agua o vino lo que bebían; mas aquellos a quienes estaba confiado el cuidado de los que asistían al convite, vigilaban mucho para que nada faltase y todo estuviese a punto y en orden. Por lo tanto, en testimonio de lo que sucedía, dijo el Señor: "Llevad al maestresala", porque era quien tenía el cuidado. Y no dijo: servid a los convidados. 

San Hilario, De Trin., 1, 3 

He aquí que se echó agua en las hidrias y de ellas se sacó vino, que se vaciaba en las copas. Así sucede que la opinión de los que echaron el agua difiere de la opinión de los que bebían. Los que las llenaron creían que saldría agua, mas los que las vaciaban veían que salía vino. Por esto sigue: "Y luego que gustó el maestresala el agua hecha vino, y no sabía de dónde era (pero los que servían sabían muy bien que habían echado agua), llamó al esposo el maestresala". Y en ello no hubo mezcla, sino creación; faltó la sencillez del agua, y apareció el sabor del vino. No acontece que por la mezcla de un líquido de inferior calidad se obtiene otro superior, sino que realmente desaparece lo que era y aparece lo que no existía.  

Crisóstomo, in Ioannem, hom. 21
El Señor quería que sus milagros fuesen conocidos poco a poco, y por lo tanto ni Él revelaba lo que había hecho, ni el maestresala llamó a los sirvientes (porque no se les hubiera creído, si ellos hubiesen dado tal testimonio de alguien a quien se consideraba un mero hombre), sino que llama al esposo, que era quien podía haber visto lo que había sucedido. Y Jesucristo no hizo vino sencillamente, sino un vino exquisito. Por esto sigue: "Y le dijo: Todo hombre sirve primero el buen vino", etc. Tales son los milagros de Jesucristo, que todo lo que hace es mucho más útil y hermoso que lo que se hace por la naturaleza. Por lo tanto, tuvo por testigos a los sirvientes, de que en realidad era agua lo que se había convertido en vino, y de que el vino era bueno, al maestresala y al esposo. Y es probable que el esposo respondería, pero el Evangelio nada dice de esto, ocupándose únicamente de lo que era necesario saber; esto es, que el agua se había convertido en vino. Por lo que añade en seguida: "Este fue el primer milagro que hizo Jesús en Caná de Galilea". 

Crisóstomo, in Ioannem, hom. 22 

Entonces era necesario hacer milagros, porque los discípulos ya estaban reunidos y atentos, fijándose en todas las cosas que sucedían claramente. Mas si alguno dijese que esto no era razón suficiente sobre que era el principio de los milagros -porque el Evangelista añadió "En Caná de Galilea", como significando que ya se habían hecho primero en otra parte-, diremos lo que ya antes hemos advertido: que dijo San Juan haber él venido a bautizar para darlo a conocer en Israel ( Jn 1,31). Y si hubiera hecho milagros en su niñez, los israelitas no hubieran necesitado de otro que se lo manifestase. Y el que en poco tiempo brilló tanto por sus muchos milagros, que su nombre fue conocido de todos, mucho más lo hubiera sido si hubiera hecho milagros desde sus primeros años, porque los milagros que se hubiesen hecho por El siendo niño, hubieran sido más portentosos por proceder de un infante, y había además más tiempo para que se extendieran. Muy convenientemente no empezó a hacer milagros en la primera edad, porque hubiesen creído que la Encarnación era sólo aparente, y lo hubieran crucificado antes del tiempo oportuno, acosados por la envidia. 
 
Alcuino 

El es el Rey de la gloria, quien transforma también los elementos como Señor de ellos.
 
San Agustín, De cons evang. 2, 17 

Mas si entonces creyeron en El, todavía no eran discípulos suyos cuando fueron convidados a las bodas. Mas se dijo así, de a la misma manera que solemos decir que el apóstol San Pablo nació en Tarso de Cilicia, pues cuando nació aún no era apóstol. A semejanza de esto, cuando oímos decir que los discípulos del Señor fueron convidados a las bodas, debemos entender que no eran discípulos aún, sino que lo serían con el tiempo.  

Alcuino 
Los servidores son los doctores del Nuevo Testamento que explican las Escrituras a otros en sentido espiritual. El maestresala es algún doctor de la Ley, como Nicodemo, Gamaliel o Saulo. Cuando se confió a éstos la predicación del Evangelio, que se ocultaba en la letra de la Ley, representaban al maestresala, a quien se le daba a gustar el vino hecho del agua. Y en la casa de las bodas había tres clases de hombres recostados, como en la Iglesia hay tres clases de fieles, a saber: casados, continentes y doctores. Pero el Señor reservó el vino exquisito para el final; esto es, el Evangelio, que llegó en la sexta edad. 


De la Catena áurea de Santo Tomás

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