lunes, 9 de enero de 2017

SERMÓN DEL BIENAVENTURADO DOCTOR SAN AGUSTÍN, SOBRE EL EVANGELIO DE SAN LUCAS CAP 2. v.42: Trata de la caridad.

El corazón que esté lleno de caridad, muy amados hermanos míos, comprende sin error , y guarda sin trabajo la doctrina maravillosa de la Santa Escritura, que es en sí misma abundante y llena de misterios. Así lo enseña el glorioso Apóstol San Pablo, diciendo: el cumplimiento de la ley es la caridad: él mismo en otro lugar dice: el fin de la ley es la caridad, y dice otra vez: el fin de todos los mandamientos que Dios manda, es que tengamos caridad con limpio corazón y buena conciencia, y con fé no fingida: y si te parece que no puedes leer todas las Santas Escrituras, ó porque no tienes lugar para ello, ó porque no las entiendes, ten caridad, que en ella hallarás toda la ciencia buena del mundo. 




Claro es que los mandamientos no nos fueron dados sino para que los guardemos y en lo mismo se cumple la ley; y así lo mismo quiso decir el Apóstol sagrado, cuando dijo: el cumplimiento de la ley es tener caridad, que cuando dijo, el fin de los mandamientos es la caridad, de tal manera que el hombre en quien vive la caridad, sin duda es templo de Dios. 

El glorioso S. Juan lo confirma, diciendo: Dios es caridad: escribiendo esto los Santos Apóstoles nos encomiendan mucho la excelencia de la caridad, y no podían ellos sacar de su boca otra cosa sino lo que á la mesa de su soberano Maestro habían comido; y el Señor dándoles pasto de su doctrina verdadera, que es el mismo pan vivo que descendió del cielo, les dijo: yo os doy un nuevo mandamiento, y es que os améis unos á otros. Y en otro lugar les dice: en esto conocerán los hombres que sois mis Discípulos, si os amais unos á otros. 

Sabed, que viniendo el Señor para quitar la corrupción de nuestra carne con el escarnio de su cruz , y para desatar las prisiones antiguas de nuestra muerte con la novedad de su muerte, también con su mandamiento nuevo hizo al hombre nuevo. Era cosa muy antigua y muy usada que el hombre muriese, y porque esto se remediase en el hombre, hizo una cosa nueva y nunca vista, y fué que muriese Dios. Mas por quanto el Hijo de Dios murió en la carne, y no en la Divinidad, remedió con la vida eterna de su Divinidad, que no fuese eterna la muerte de nuestra carne. Asi lo declara el glorioso Apóstol, quando escribiendo á los Romanos, dice: murió por nuestros pecados, y resucitó para nuestra justificación, y así como trazo la vida nueva contra la muerte antigua, también contra el pecado viejo nos da mandamiento nuevo. 

Por tanto, cristiano, si quieres quitar la vida al pecado viejo, toma el mandamiento nuevo, destierra la codicia, y abraza la caridad; porque bien así como la codicia es raíz de todos los males, la caridad es raíz de donde- nacen todos los bienes. En la caridad, que es el amor con que amamos á Dios y al próximo, está encerrada toda la Sagrada Escritura, y todo quanto Dios nos ha mandado; porque la doctrina y mandamiento de nuestro soberano maestro es: amarás á tu Señor Dios de todo tu corazón y con toda tu alma, y amarás á tu prójimo como á tí mismo. 

Toda la ley y todos los Profetas están pendientes de estos dos mandamientos; si no tienes, pues, lugar para leer toda la Escritura Sagrada, y revolver todos los libros santos, y no puedes entrar en los secretos de las Escrituras, ten caridad, que ahí está todo, y así lo sabes todo, y lo has visto y entendido todo, de esto pende todo, y no solo sabrás lo que está escrito, sino que tendrás aun mas de lo que está escrito; porque con la caridad sabrás algo de donde esto pende, lo que no sabes ni lo entenderás aunque veas todas las Escrituras. 

La caridad se sabe en la Sagrada Escritura, y se posee en las santas obras; por tanto, muy amados hermanos míos, seguid y poseed la caridad, que es una cuerda con que dulce y saludablemente se atan las almas: pensad, que con ella el pobre se halla rico y contento, y sin ella el rico vive triste y descontento. Esta hace que podáis sufrir las adversidades, y os da templanza en las prosperidades: os da fortaleza contra las pasiones por duras que sean, y os da alegría en las buenas obras: os defiende de las tentaciones: os abre los corazones para con los próximos, y hace que viváis alegres con los que os aman, y tengáis paciencia para con los malos. La caridad fué graciosa para con Dios en Abel por el sacrificio, en Noé estuvo segura en el gran diluvio, en Abraham dio mansedumbre en tantas peregrinaciones, en los tres mancebos inocentes esperó la muerte del fuego con firmeza, en los justos Macabeos sufrió con paciencia la cruel muerte del fuego: la caridad se mostró casta en Susana para con su marido, y en Ana despues de la muerte de su marido, y en María Sacratísima aun sin marido: fué libre en Pablo para reprehender el mal, y humilde en Pedro para obedecer: es humana en los cristianos para alabar á Dios confesando, es divina en Christo para perdonar los pecados. ¿Mas qué os puedo yo decir de la caridad que iguale con lo que nuestro Redentor por boca del Apóstol glorioso nos enseña, diciendo? Si yo hablare con lenguas de los hombres y de los Angeles no teniendo caridad, seré como la campana que retiñe, ó el metal que suena: y si tuviere don de profecía, y tuviere todos los misterios, toda la ciencia y toda la fé, tanto que haga mudar los montes; no teniendo caridad, ninguna cosa me aprovecha. La caridad es de gran corazón, es benigna, la caridad no tiene envidia, no hace mal, no se ensoberbece, no es deshonesta, no busca sus propias cosas primero que las de todos, no se aíra, no piensa mal, no se alegra en la maldad, se goza con la verdad, todo lo sufre por bien del próximo, todo lo cree, todo lo espera, todo lo sostiene esperando en Dios, la caridad nunca cae. 

O hermanos ¡quán grande salud para las almas es la caridad! ¡qué fundamento tan firme para el saber! ¡qué fruto tan provechoso para la fé! ¡qué riqueza para los pobres! ¡ qué vida para los que mueren ! ¿ qué cosa puede ser de tanta magnanimidad como morir por los malos? ¿ qué cosa de tanta benignidad como amar á los enemigos ? Sola la caridad es la que no recibe pena del bien de los otros, porque nunca tiene envidia: ella sola es la que por venirle prosperidades no se levanta ni se desconoce, porque no se ensoberbece: sola es la que en lo interior no es atormentada de la mala conciencia, porque no piensa maldad: está segura en medio de las afrentas que sobrevienen en medio de los que la quieren mal: siembra buenas obras: entre los airados está mansa y graciosa: entre los que buscan traiciones guarda perfecta inocencia: entre los que vé fundarse en maldades gime: en medio de los que tratan verdad respira. ¿Qué cosa se puede hallar mas fuerte que la caridad, no para vengar las injurias sino para perdonarlas ? ¿ qué cosa hay que tenga mas facilidad en el bien, no con vanidad, sino con toda verdad? Porque á la verdad por esto sufre con tanta paciencia los trabajos en la vida presente, porque cree todo lo que de la otra la dicen: sufre todo lo que acá la viene de mal, porque cree todo lo que allá le prometen de bien , y por esto con razón nunca cae. 

Seguid, pues, hermanos mios, la caridad, y teniéndola con toda santidad haréis frutos de justicia; porque si con las obras la gustáis, incomparablemente será mas lo que hallaréis de bien en ella, que todos los elogios que yo os he dicho de ella. Y yo doy fin al Sermón, porque la plática de los viejos ha de tener gravedad y brevedad en gloria del Señor , que vive y reina sin fin. Amen.

San Agustín doctor de la Iglesia



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