El
venerable prelado y doctor de la Iglesia de Jesucristo san Anselmo nació de
nobles padres en la ciudad de Augusta, que está en los confines del Piamonte y
de Borgoña. Dióse desde niño al estudio de las buenas letras; y aunque a la
edad de quince años determinó renunciar a todas las cosas del siglo, olvidado
de su primera vocación, se dejó llevar sin freno de sus gustos con grande y
terrible enojo de su padre. Partióse Anselmo de su casa y pasando a la
provincia de Normandia, llevado de mejores pensamientos, se hizo discípulo del
famoso monje Lanfraneo, con que vino a revivir y reflorecer aquel deseo de
consagrarse totalmente al servicio de Dios, como lo hizo en el monasterio
gobernado por aquel insigne monje. Extendióse la fama de sus esclarecidos
talentos y virtudes en toda Normandia, Francia, Flondes e Inglaterra, de
manera, que muchos hombres nobles y letrados concurrían al monasterio donde
Anselmo era ya prelado, para vivir debajo de su disciplina; mas como tuviese
necesidad de pasar a Inglaterra, el rey Guillermo el Conquistador le recibió
con gran honra, y su hijo Guillermo II quiso que fuese consagrado por arzobispo
de la Iglesia de Cantorbery. Pero cuando entendió el rey codicioso que el santo
prelado estaba lejos de darle la hacienda de los pobres, se indignó de manera,
que no pudiendo el santo conjurar aquella tormenta horrible, se vistió de
hábito de romero y huyó a Roma, donde fué bien acogido del Sumo Pontífice, y
pasó después a León de Francia para ayudar al arzobispo de aquella silla, y
allí tuvo nueva que el rey Guillermo, andando a caza, había sido traspasado con
una saeta en el corazón: y no se puede creer el dolor que tuvo con esta nueva
el santo prelado, y las lágrimas de amargura que derramó. A Guillermo II
sucedió en el reino su hermano Enrique II, el cual rogó a san Anselmo que
volviese a Inglaterra, y aunque le persiguió y le mandó confiscar los bienes,
cuando supo la excomunión que había fulminado el papa contra los legos que
osasen dar la investidura de los obispados, al fin dejó a la Iglesia lo que era
suyo y convirtió el odio que tenía a san Anselmo en amor. Estando ya, pues, el
venerable arzobispo con mucha paz y quietud en su Iglesia, no solo hizo oficio
de santo y vigilante pastor, sino que escribió además muchos y excelente
libros, añadiendo a los de materias teológicas, otros en que engrandeció las
prerogativas de la Virgen Santísima; y fué tan devoto de su inmaculada
concepción, que mandó con precepto se celebrase esta fiesta en su Inglesia
Cantuariense. Finalmente después de haber ilustrado toda la cristiandad con su
doctrina, virtudes y milagros, armado con los sacramentos, y tendido sobre el
cilicio y la ceniza, dio su bienaventurada alma al que para tanta gloria suya
la había criado.
Reflexión:
Mira en el desdichado hijo de Guillermo el Conquistador, rey de Inglaterra, el
paradero de los perseguidores de la Iglesia. Había dicho este rey, que él era
el papa en su reino, y que no conocía ni quería que se nombrase en él otro papa
sino él; por lo cual le alcanzó la sentencia de excomunión que fulminó el papa
contra los legos que osasen dar la investidura de los obispados. Y ¿cuál fué el
castigo de Dios? Fué que andando el rey a caza, una saeta le traspasó el
corazón; para que se vea como el Señor, aunque permite que los malos reyes
aflijan sus reinos, y se sirve de ellos como de ministros y verdugos de su
justicia, a la postre los castiga y ejecuta en ellos su furor.
Oración:
Oh Dios, que hiciste al bienaventurado Anselmo ministro de la eterna salvación
de tu pueblo; suplicámoste nos concedas que merezcamos tener por intercesor en
el cielo al que tuvimos por maestro y doctor en la tierra. Por Jesucristo,
nuestro Señor. Amén.
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