(Fecha desconocida). San Eustaquio figura entre los mártires más famosos de la
Iglesia, venerado desde hace siglos, tanto en oriente como occidente. Se le
cuenta entre los Catorce Santos Auxiliadores, es patrono de cazadores y, por lo
menos desde el siglo octavo, dio su nombre a la iglesia titular de un
diácono-cardenal de Roma. Sin embargo, sobre él no se puede decir nada con
certeza. Sus leyendas sin valor histórico, relatan que era un general romano en
los ejércitos del emperador Trajano, se llamaba Plácido y era muy aficionado a
la cacería. Precisamente se hallaba cierta vez en persecución de alguna valiosa
pieza en la soledad de los montes, cuando vio venir hacia él un gran ciervo en
cuyos cuernos aparecía la figura de Jesucristo en la cruz (la misma
historia se cuenta en la leyenda de San Huberto y en las de otros santos) y una
voz que surgía de la aparición, le llamaba por su nombre. Se afirma que aquel
prodigio ocurrió en la región italiana de Guadagnolo, entre Tivoli y Palestrina.
La extraordinaria visión tuvo el efecto de convertir instantáneamente a Plácido
al cristianismo. El general y toda su familia recibieron el bautismo y él tomó
el nombre de Eustaquio, su esposa se llamó Teopistis y sus hijos, Agapito y
Teopisto. Poco después de su conversión, Eustaquio perdió todos sus bienes
y, tras una serie de infortunios, se vio obligado a separarse de su familia. En
un momento crítico para el imperio, fue llamado para que se pusiera al mando de
un ejército, volvieron los buenos tiempos y pudo reunirse con su esposa y sus
hijos. Pero entonces, cuando el bienestar de este mundo se hallaba al alcance
de sus manos, se negó a ofrecer sacrificios a los dioses durante la ceremonia
que se celebró en Roma por su victoria al frente de las armas imperiales. Como
consecuencia de aquella negativa, Eustaquio, su mujer y sus hijos, fueron
encadenados sobre un enorme toro de bronce bajo el cual se encendió una hoguera
a fin de que todos los miembros de la familia perecieran asados.
No obstante la enorme
popularidad de la leyenda de San Eustaquio —como lo prueban la gran cantidad de
versiones tanto en prosa como en verso—, hasta la existencia histórica del
mártir es una cuestión dudosa. El culto no es antiguo ni es posible localizar
su origen con precisión. Es posible que llegara del oriente, pero ya desde la
primera mitad del siglo octavo, había sido adoptado en Roma. Delehaye analiza
cabalmente la leyenda en el Bulletin de l´Académie Royale de Belgique,
Classe des Lettres, 1919, pp. 175-210. El intento de A. H. Krappe
en La Leggenda di S. Eustachio (1929) para unirla con el
Dioscuri, es vano. Para la figura de San Eustaquio en el folklore, ver a
Bachtold-Stáubli, en Handworterbuch d. deutsch. Aberglaubens.
No hay comentarios:
Publicar un comentario