(629
d.C.). Según nos enseñan el Martirologio Romano y la lección de
los maitines, la Iglesia de occidente celebra en este día la veneración a las
reliquias de la cruz de Cristo en Jerusalén, en 614, después de que el
emperador Heraclio las recuperó de manos de los persas que se las habían
llevado quince años antes. De acuerdo con la historia, al recuperar el madero
precioso, el emperador quiso cargar una cruz, como había hecho Cristo, a través
de la ciudad, con toda la pompa posible. Pero, tan pronto como el emperador,
con el madero al hombro, trató de entrar a un recinto sagrado, no pudo
hacerlo y quedó como paralizado incapaz de dar un paso. El patriarca Zacarías,
que iba a su lado, le indicó que todo aquel esplendor imperial iba en
desacuerdo, con el aspecto humilde y doloroso de Cristo cuando iba cargado
con la cruz por las calles de Jerusalén. Entonces, el emperador se despojó de
su manto de púrpura, se quitó la corona y, con simples vestiduras, descalzo,
avanzó sin dificultad seguido por todo el pueblo, hasta dejar la cruz en el
sitio donde antes se veneraba la verdadera. Los fragmentos de ésta se
encontraban en el cofre de plata dentro del cual se los habían llevado los
persas y, cuando el patriarca y los clérigos abrieron el cofre todos veneraron
las reliquias con mucho fervor. Los escritores más antiguos siempre se
refieren a esta porción de la cruz en plural y la llaman "trozos de madera
de la verdadera cruz." Por aquel entonces, la ceremonia revistió gran
solemnidad: se hicieron acciones de gracias y las reliquias se sacaron para que
los fieles pudiesen besarlas y, se afirma, que en aquella ocasión, muchos
enfermos quedaron sanos.
En la Iglesia de oriente la
fiesta de la Exaltación Universal de la Santa Cruz Vivificadora, es una de las
más grandes del año y conmemora, principalmente, el hallazgo de la santa cruz y
(actualmente el día anterior) las dedicaciones de las iglesias del Santo
Sepulcro y del Calvario por el emperador Constantino. La peregrina Etheria que
visitó los santos lugares en el siglo cuarto, nos dice que aquellas
dedicaciones se celebraban el mismo día que el descubrimiento de la Santa
Cruz; en tiempos más antiguos, en el oriente, las festividades de la cruz se
relacionaban con el descubrimiento, las dedicaciones y una visión que tuvo San
Cirilo de Jerusalén en el año de 351, más que con la recuperación de las
reliquias por el emperador Heraclio. Parece cosa cierta que el 14 de septiembre
era la fecha original de la conmemoración del hallazgo, aun en Roma, pero fue
reemplazada por la Exaltación del triunfo de Heraclio y el Descubrimiento en el
día 3 de Mayo, de acuerdo con una costumbre gálica. Mons. Duchesne declara que
este día de la Santa Cruz en septiembre es una festividad que se originó en
Palestina, "en el aniversario de la dedicación de la basílica erigida por
Constantino en el sitio del Calvario y la que edificó en el Santo
Sepulcro." "Esta festividad de las dedicaciones", agrega,
"fue celebrada en el año de 335 por los obispos que asistían al Concilio
de Tiro que pronunció la sentencia de deposición contra Atanasio.
También estaba asociada con ella, la conmemoración del descubrimiento de
la verdadera cruz", que fue "exaltada" ante el pueblo reunido.
Ver
a L. Duchesne en Christian Worshir, (1919), pp. 274-275,
522-523 y 570-571; y a Bludau en Die Pilgerreise der Etheria (1927),
pp. 185-190. La mención más antigua de la fiesta de la Exaltación de la Santa
Cruz, con ese nombre, en el occidente, aparece en la nota del Papa San Sergio I
(muerto en 701) en el Líber Pontificalis, ed. de Duchesne, vol.
I, pp. 374-378. Ver también a K. A. Kellner, en Heortology (1908),
pp. 333-341; DAC., vol. III, cc 3131-3139. Hay un resumen muy útil en Vies
des Saints de Baudot y Chaussin, vol. V (1947), pp. 63-78. Cf. también
lo que se dice en esta obra en el día 3 de mayo.
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