domingo, 30 de abril de 2017

1ro de Mayo: LUNES DE LA TERCERA SEMANA DESPUÉS DE PASCUA. Del Año Litúrgico de Dom Guéranger.

LAS NOTAS DE LA IGLESIA. — La primera piedra de la Iglesia está ya colocada; Jesús va ahora a edificar sobre este fundamento. El Pastor de las ovejas y de los corderos ha sido proclamado: es hora de formar el aprisco; las llaves del reino han sido dadas a Pedro: ha llegado el momento de inaugurar el Reino. Así, esta Iglesia, este aprisco, este reino, designan una sociedad que recibirá del nombre de su fundador el de Cristiana. Esta sociedad que forman los discípulos de Cristo está destinada a recibir en su seno a todos los miembros de la humanidad; ninguno será excluido, aunque de hecho no entren todos. Deberá durar hasta el fin de los siglos, pues no habrá elegidos más que en su recinto. Será "Una", pues Cristo no dice: "Edificaré mis Iglesias"; no habla más que de una sola. Será "Santa", porque todos los medios de santificación del hombre le serán confiados. Será "Católica", es decir, universal, para que siendo conocida en todos los tiempos y en todos los lugares, los hombres puedan oírla hablar y entrar en ella. Será "Apostólica", es decir que, cualquiera que sea la duración de este mundo, pasará por una sucesión legítima a esos hombres con los cuales Jesús trata en estos días para su fundación. 


LA PERPETUIDAD DE LA IGLESIA. — Tal será la Iglesia, fuera de la cual no puede haber salvación para cualquiera que, habiéndola conocido, descuidarse asociarse a ella. Aguardemos unos días, y el mundo oirá hablar de ella. La chispa en este momento se encuentra en solo la Judea; pero pronto será un incendio que se extenderá al mundo entero. Antes de fin de siglo, no solamente el imperio romano, tan vasto ya, tendrá miembros de la Iglesia en todas las provincias, sino que la Iglesia contará hasta en los pueblos en cuyo seno los cuales Roma no ha paseado sus águilas victoriosas. Más aún; esta propagación milagrosa no se detendrá jamás; en todos los siglos partirán nuevos apóstoles para realizar nuevas conquistas. Nada dura bajo el sol; pero la Iglesia maravillará por su duración incesante las miradas soberbias e irritadas del incrédulo. Las persecuciones, las herejías, los cismas, los desfallecimientos de la debilidad humana y sus depravaciones, no harán mella en ella; la Iglesia sobrevivirá a todo. Los nietos de sus adversarios la llamarán su madre; verá rodar a sus pies el torrente de los siglos llevando mezclados tronos, dinastías, nacionalidades y hasta razas; y estará siempre allá, abriendo sus brazos a todos los hombres, enseñando siempre las mismas verdades, repitiendo hasta el último día del mundo el mismo símbolo, y siempre fiel a las instrucciones que Jesús resucitado la confió. 

¡Qué acciones de gracias debemos darte, Señor Dios nuestro, por habernos hecho nacer en el seno de esta sociedad inmortal, la única que tiene tus enseñanzas celestiales y los socorros por los que se obra la salvación! No tenemos que buscar donde se halla tu Iglesia; en ella y por ella vivimos de esta vida superior que está por encima de la carne y de la sangre, y cuya plenitud, si somos fieles, nos está reservada en la eternidad. Dirige, Señor, una mirada misericordiosa sobre tantas almas que no han tenido la misma dicha y que no entrarán en tu única Iglesia, sino con el precio de más de un sacrificio penoso a la naturaleza. Dales una luz más viva, sostenles, a fin de que no desfallezcan. Quebranta la indiferencia de los unos, secunda los esfuerzos de los otros, a fin de que tu aprisco, oh buen Pastor, se acreciente siempre más y más, y que la Iglesia, que es tu Esposa, se regocije aún con la fecundidad que Tú le has prometido por todos los siglos.


Año Litúrgico de Dom Guéranger


 

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