jueves, 2 de noviembre de 2017

3 de Noviembre: TERCER DÍA DE LA OCTAVA DE TODOS LOS SANTOS. Año Litúrgico - Dom Prospero Gueranger

INTENCIÓN DE LA OCTAVA. — Al hacernos celebrar durante ocho días la fiesta de todos los Santos, quiere la Iglesia que, animados con su ejemplo y dirigiendo nuestra mirada a la patria celestial, lleguemos también nosotros a ser santos y deseemos el cielo. Bastará leer las enseñanzas que nos da en el oficio de Maitines durante estos días, para siquiera formarnos alguna idea de la alegría, de la paz, de la concordia, de la luz y de la gloria del paraíso: 


SERMÓN DE SAN BEDA [1] . — "En el cielo nunca habrá la menor discordia, sino acuerdo en todo, en todo plena conformidad, porque la concordia será siempre la misma entre los Santos; en el cielo todo es paz y alegría, todo está tranquilo y en reposo; allí luce una luz perpetua, muy distinta de la de aquí, tanto más clara, cuanto es más excelente. Aquella ciudad, leemos en la Escritura, no necesitará de la luz del sol, porque "el Señor todopoderoso la iluminará y su lumbrera es el Cordero" [2] . "Los santos brillarán allí por siempre, eternamente, como las estrellas, y quienes enseñan a muchos resplandecerán con esplendor de cielo" [3] . "Allí, pues, no se conocerán la noche ni las tinieblas, ni aglomeración alguna de nubes; ni rigor de frío, ni excesivo calor, sino más bien un estado de cosas tan equilibrado que, "ni el ojo vió, ni el oído oyó, ni el corazón del hombre pudo nunca comprender" [4]  nada que con ello se pueda comparar. Lo conocen los que han sido hallados dignos de gozarlo, "cuyos nombres están escritos en el libro de la vida"[5] , los cuales "lavaron sus vestidos en la sangre del Cordero" y "están ante el trono de Dios y le sirven noche y día"[6] . "Allí no hay vejez ni las miserias de la vejez, ya que todos han llegado al estado del hombre perfecto, a medida de la edad de Cristo"[7] . "Pero es más todavía el estar asociado a los coros de los Ángeles y de los Arcángeles, de los Tronos y de las Dominaciones, de los Principados y de las Potestades; gozar de la compañía de todas las Virtudes de la corte celestial; contemplar los diversos órdenes de los Santos más esplendorosos que los astros; contemplar a los Patriarcas iluminados por su fe; a los Profetas, rutilantes de esperanza y de alegría; a los Apóstoles dispuestos a juzgar a las tribus de Israel y a todo el mundo; a los Mártires, coronados con diadema resplandeciente por la púrpura de su victoria; en fin, a las Vírgenes, rodeada su frente con blancas flores"[8].

1 Este sermón y el de los días siguientes atribuidos a San Beda son en realidad o de Walafrid o Estrabón, o más bien, de Helisacar de Tréveris. Revue Bénédictine, 1891, P- 278. 
2 Apoc.j XXI , 23. 
3 Dan., XII , 3. 
4. I Cor., II, 9. 
5 Flp., IV , 3. 
6 Apoc., VII, 14. 
7 Ef., IV, 13. 
8 Sermó n d e los Santos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario