sábado, 4 de marzo de 2017

PRIMER DOMINGO DE CUARESMA. Del Año Litúrgico de Dom Guéranger


SOLEMNIDAD DE ESTE DÍA.  Este domingo primero de la Santa Cuaresma, es así mismo, uno de los más solemnes del año. Su privilegio aplicado, por las últimas decisiones romanas, a los demás domingos de Cuaresma', pero que durante muchísimo tiempo fué exclusivo de Pasión y Ramos, consiste en no ceder el puesto a ninguna ñesta cualquiera, ni la del Patrono, titular de la iglesia o Predicación de la misma. En los antiguos calendarios es llamado el primer domingo de Cuaresma: Invocabit, Primera palabra del introito de la Misa. En la Edad Media se le llamaba: "Domingo de los Hachones" del uso de llevar hachones en la Misa del día, por motivos diversos no idénticos ni en tiempo ni en lugar. En algunos lugares, los jóvenes que se habían propasado en diversiones carnavalescas, debían presentarse hoy en la Iglesia, con un blandón en las manos para dar pública satisfacción de sus excesos. Aparece hoy la Cuaresma con todo su solemne atuendo. Los cuatro días precedentes se añadieron bastante tarde para completar los cuarenta días de ayuno, y, el miércoles de Ceniza no tienen obligación los fieles de oír misa. Viendo la Santa Madre Iglesia reunidos a sus hijos les dirige las palabras del oficio de maitines, sirviéndose del elocuente estilo de San León Magno. "Carísimos hijos, les dice, debiendo anunciaros el ayuno sacrosanto y solemne de Cuaresma, ¿por ventura podré empezar más oportunamente mi plática que usando las palabras del Apóstol a quien Jesucristo habla y repitiendo lo que acaban de leeros: He aquí el tiempo favorable, he aquí los días de salvación? Por que, aún cuando no haya tiempo alguno durante el año, que no sea rico en dones celestiales y en que, por la gracia de Dios, no hallemos siempre abiertas las puertas de la misericordia divina, debemos, sin embargo, trabajar en este santo tiempo con mayor celo y excitarnos al progreso espiritual y animarnos de grande confianza. La Cuaresma en efecto, al ponernos a la vista el día sacro en que fuimos redimidos, nos invita a practicar todos los deberes de piedad cristiana a fin de disponernos para la purificación del cuerpo y alma a celebrar los misterios de la Pasión del Señor. 

TIEMPO FAVORABLE.  Tan gran misterio merecería de parte nuestra, respeto y devoción sin tasa y debiéramos estar siempre delante de Dios tales cuales quisiéramos el día de Pascua. Pero esta constancia no es caudal de muchos; la flaqueza de la carne nos fuerza a mitigar la austeridad del ayuno y los varios quehaceres de esta vida dividen y reclaman nuestras preocupaciones. Y sucede en consecuencia que los corazones religiosos están dispuestos a contaminarse en algo con el polvillo de este mundo. Con aventajado provecho nuestro se ha introducido esta divina institución que nos da cuarenta días para recobrar las fuerzas de nuestras almas expiando por la santidad de nuestras obras y el merecimiento de nuestros ayunos los deslices de todo el año. 

CONSEJOS APOSTÓLICOS.  "Al comenzar queridos hijos, estos misteriosos días santamente establecidos para purificar nuestras almas y cuerpos, tengamos a gala obedecer la prescripción del Apóstol, despidiéndonos de todo cuanto pueda enlodar la carne y el espíritu con el fin de refrenando el ayuno la enemiga existente entre las dos partes de nuestro ser recobre el alma la dignidad de su imperio, sometida ella misma a Dios y dejándose guiar por El. A nadie demos ocasión de querellarse de nosotros; no nos expongamos al justificado vituperio de los que buscan contrariarnos. Los infieles, pues, tendrían motivo de condenarnos, y azuzaríamos nosotros mismos, por nuestra culpa, sus impías lenguas contra la religión, si la pureza de nuestra vida no corre parej a con la santidad, del ayuno que hemos abrazado. No nos figuremos que la perfección toda de nuestro ayuno estriba en sola la abstinencia de viandas; porque en balde negaríamos al cuerpo parte del alimento si, a la vez no alejásemos del alma la maldad." 


EL EJEMPLO DE JESUCRISTO TENTADO POR SATANÁS  Cada domingo de Cuaresma ofrece como objeto principal una lectura de los santos Evangelios, destinada a iniciar a los fieles en los sentimientos que la Iglesia quiere inspirarnos durante el día. Hoy nos da a meditar la tentación de Cristo en el desierto. No hay asunto más adecuado para esclarecernos y fortalecernos que ese capital relato. Somos pecadores, nos reconocemos y deseamos expiar nuestros pecados. Pero ¿cómo caímos en el mal? Nos tentó el Demonio, y no rechazamos la tentación. Pronto cedimos a la sugestión del adversario y se perpetró el mal. Tal es nuestra historia en el pasado y tal sería en el porvenir si no aprovechamos el ejemplo con que nos brinda hoy el Redentor. Declarándonos el Apóstol la misericordia del consolador divino de los hombres, insiste sobre las tentaciones que se dignó tolerar nuestro Señor Esa muestra de abnegación sin límites no se nos ha negado y así contemplamos hoy la paciencia adorable del Santo de los Santos; no tiene recelo ni asco en dejarse se le acerque ese repulsivo enemigo de todo bien, para enseñarnos como debemos triunfar de él. Satanás ha vislumbrado con sobresalto la santidad incomparable de Jesús. Las maravillas de su nacimiento, los pastores convocados por los Angeles ante el pesebre, los Magos llegados de Oriente, al señuelo de una estrella; la protección que ha sustraído al Niño del furor de Herodes; el testimonio de Juan Bautista dado a favor del nuevo Profeta; todo este conjunto de hechos contrasta y choca de modo tan extraño con la humildad, la oscuridad de los treinta primeros años del Nazareno, que despierta los recelos de la serpiente infernal. El misterio de la Encarnación se llevó a cabo lejos de sus miradas sacrilegas; ignora que María es la Virgen anunciada por Isaías como madre del Emmanuel2. Pero se han cumplido los tiempos y la última semana de Daniel ha iniciado su carrera, el mismo mundo pagano aguarda

MISA 

La estación en Roma se celebra en la Basílica de San Juan de Letrán. Puesto en razón parece que un domingo tan solemne se celebre en la Iglesia Madre y Maestra de todas las Iglesias, no ya tan sólo de la ciudad eterna, sino del mundo entero. En ella eran reconciliados el Jueves Santo los pecadores públicos, allí, en el Bautisterio de Constantino, recibían el Bautismo la noche de Pascua los Catecúmenos; ninguna otra Basílica cuadraba mejor para reunir a los fieles en el día en el que el ayuno cuaresmal fué proclamado tantas veces por la voz de los Papas. El Introito está sacado del Salmo XC, que da él sólo el texto de todos los cantos de esta Misa. Ya hablamos de cómo ha apropiado la Iglesia este hermoso cántico a la situación del cristiano durante la Cuaresma. Todo él trata de la esperanza que el alma cristiana ha de concebir en el auxilio divino en estos días en que se ha decidido a darse por completo a la oración y a la lucha contra los enemigos de Dios y de sí misma. Prométele el Señor en el Introito que no será vana su confianza.

 INTROITO 

Me invocará, y yo le oiré: le libraré, y le glorificaré: le saciaré de una larga vida. — Salmo: El que habita al abrigo del Altísimo: morará en la protección del Dios del cielo. V. Gloria al Padre. 

Recomienda la Iglesia a Dios en la Colecta a todos sus hijos y pide que su ayuno no sólo los purifique, si no que les alcance de lo alto la potente ayuda para hacerles fecundos en buenas obras que les salven.
 
COLECTA

Oh Dios, que purificas tu Iglesia todos los años con la observancia cuaresmal: haz que tu familia manifieste con buenas obras lo que se esfuerza en alcanzar de ti por la abstinencia. Por el Señor. 

EPÍSTOLA 

Lección de la Epístola del Ap. S. Pablo a los Corintios. 
Hermanos: Os exhortamos a que no recibáis en vano la gracia de Dios. Porque dice: En el tiempo propicio te escuché, y te ayudé en el día de la salud. He aquí el tiempo propicio, he aquí el día de la salud. No ofendamos a nadie, para que no sea vituperado nuestro ministerio; antes portémonos en todo como ministros de Dios: en mucha paciencia, en las tribulaciones, en las necesidades, en las angustias, en los azotes, en las cárceles, en las sediciones, en los trabajos, en las vigilias, en los ayunos, en la castidad, en la ciencia, en la longanimidad, en la suavidad, en el Espíritu Santo, en la caridad no fingida, en la palabra de verdad, en la virtud de Dios, con las armas de la justicia en la diestra y en la siniestra, en la gloria y en la ignominia, en la fama y en la infamia; como seductores, pero (siendo) veraces; como ignorados, pero conocidos; como muriendo, pero he aquí que vivimos; como castigados, pero no muertos; como tristes, pero siempre alegres; como necesitados, pero enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, pero poseyéndolo todo. 

LA VIDA DEL HOMBRE ES UNA MILICIA.—Este paso del Apóstol nos muestra la vida cristiana en otro aspecto muy diverso del que de ordinario se figura nuestra molicie. Para esquivar su alcance, fácilmente juzgaríamos que semejantes consejos apostólicos cuadrarían bien en los primeros tiempos de la Iglesia en que los fieles enfrentados sin cesar con las persecuciones y con la muerte, necesitaban algunos grados más de abnegación y de heroísmo. Ilusión grande sería sin embargo creer que todas las luchas del cristianismo han terminado. Queda siempre en pie la lucha con los demonios, con el mundo, con la carne y sangre, y por eso nos remite la Iglesia al desierto con Jesucristo para que aprendamos a pelear; allí comprenderemos ser la vida del hombre en la tierra una milicia y que si no luchamos siempre y con denuedo, esta vida que quisiéramos pasar en el sosiego acabará con nuestra derrota. Para ahorrarnos precisamente esta catástrofe, nos dice la Iglesia por boca del Apóstol: "He aquí llegado el tiempo aceptable; he aquí los días de salud." Obremos en todo "como servidores de Dios"; y mantengámonos firmes hasta el fin de esta santa temporada. Dios vigila sobre nosotros como vigiló sobre su Hijo en el desierto. 

El Gradual nos asegura la protección de los santos Angeles, cuya solicitud no nos pierde de vista ni de día ni de noche. Durante la Cuaresma redoblan sus esfuerzos contra nuestros enemigos y se alegran al ver que el pecador acepta por fin la penitencia que le ha de acarrear la salvación.

El Tracto está formado del Salmo XC y del mismo están sacados el Gradual, el Introito, y demás cánticos de esta Misa. Cobre, pues, aliento nuestro corazón; todo nos habla de la bondad de Dios y de su vigilancia paternal sobre hijos ingratos que quiere trocar en amigos fieles y cohorederos de su reino. 

GRADUAL 

Mandará Dios sus Angeles a ti, para que te custodien en todos tus caminos. V. Te llevarán en las manos, para que tu pie no choque con piedra alguna. 

TRACTO 

V. El que habita al abrigo del Altísimo, morará en la protección del Dios del cielo. V. Dirá al Señor: Esperanza mía y refugio mío eres tú: Dios mío, confiaré en ti. V. Porque El me libró del lazo de los cazadores, y de la peste destructora. V. Te cubrirá con sus espaldas, y te cobijará bajo sus alas. V. Te rodeará con el escudo de su verdad: y no temerás los sobresaltos nocturnos. V. Desafiarás las flechas que vuelven de día, las emboscadas de la noche, las incursiones y razias del mediodía.V. Caerán mil a tu siniestra, y a tu derecha diez mil: mas a ti no te tocarán. V. Porque mandará Dios sus Angeles a ti, para que te custodien en todos tus caminos, y. Te llevarán en las manos, para que tu pie no choque con piedra alguna. V. Caminarás sobre el áspid y el basilisco, pisarás al león y al dragón. V. Puesto que confió en mí, yo le libraré: le protegeré, por haber invocado mi nombre. V. Me llamará, y yo le oiré: le acompañaré en la tribulación. V. Le libraré, y le glorificaré: le saciaré de larga vida, y le mostraré mi salud.
 
EVANGELIO 


Continuación del santo Evangelio según S. Mateo. 
En aquel tiempo Jesús fué llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo. Y, habiendo ayunado cuarenta días y cuarenta noches, después tuvo hambre. Y, acercándose el tentador, le dijo: Si eres el Hijo de Dios, di que estas piedras se tornen panes. Y El, respondiendo, dijo: Escrito está: No de solo pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Entonces le llevó el diablo a la ciudad santa, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres el Hijo de Dios, échate abajo. Porque escrito está: Mandará sus Angeles a ti, y te tomarán en las manos, para que tu pie no tropiece en piedra alguna. Dijóle Jesús: También está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios. El diablo le transportó de nuevo a un monte muy elevado: y le mostró todos los reinos del mundo, y su gloria, y le dijo: Te daré todo esto, si, postrándote, me adorares. Entonces le dijo Jesús: Vete, Satanás. Porque escrito está: Adorarás al Señor, tu Dios, y a El solo servirás. Entonces le dejó el diablo: y he aquí que se acercaron los Angeles, y le sirvieron. 

COMPASIÓN A JESÚS. — Admiremos la bondad inefable del Hijo de Dios, que no contentándose con expiar por la Cruz todos nuestros pecados, se dignó, para alentarnos a hacer penitencia, imponerse un ayuno de cuarenta días y cuarenta noches. No consintió que la justicia de su Padre pudiera exigir de nosotros un sacrificio sin haberle ofrecido El antes en persona en circunstancias mil veces más austeras que cuantas puedan darse en nosotros. ¿Qué son nuestras obras de penitencia, tan a menudo regateadas a la justicia de Dios por nuestra supina cobardía, si las careamos con el rigor de este ayuno del Señor en la montaña? ¿Tendríamos cara todavía, para pretender dispensarnos esas leves satisfacciones con que el Señor se dá por satisfecho, y que tan lejos están del castigo que merecen nuestras culpas? En lugar de lamentarnos de una ligera incomodidad, un trabajillo de algunos días, compadezcamos mas bien la cruel hambre que padece nuestro inocente Redentor durante esos interminables días y noches del desierto. 

CONFIANZA EN LA TENTACIÓN. — La oración, la abnegación en favor nuestro, el pensamiento de las justicias de su Padre sostenían a Jesús en sus desalientos; pero al finalizar la expiación de la cuarentena, la naturaleza humana estaba agotada. Entonces vino la tentación a darle el asalto, pero triunfa con tal sosiego y firmeza que nos deben servir de ejemplo. ¡Qué desvergonzada audacia de Satanás en el atrevimiento aquel de llegarse al Justo por excelencia! Y ¡qué paciencia la de Jesús! Se digna tolerar que el monstruo del abismo eche mano en él y le transporte por los aires de un lugar a otro. El alma cristiana está a menudo expuesta a crueles insultos de su enemigo, y hasta algunas veces estará tentada de quejarse a Dios de la humillación que sufre. Piense entonces en Jesús, el Santo de los Santos, entregado, si es lícito decirlo, a merced del espíritu del mal. No deja de ser por eso el Hijo de Dios, vencedor del infierno; y Satanás no ha sacado en limpio sino una vergonzosa derrota. De igual modo el alma cristiana, en ruda tentación, si aguanta con enérgico corage, será objeto de las más tiernas complacencias de Dios, para vergüenza y castigo eterno de Satanás. Unámonos a los Angeles leales que tras la retirada del príncipe de las tinieblas, se apresuraron a reparar las agotadas fuerzas del Redentor, ofreciéndole comida. ¡Qué tierna y finamente se conduelen de sus divinos trabajos! ¡Cómo reparan en sus adoraciones el ultraje horrible de que Satanás se hace reo contra el soberano Señor de todo lo creado! ¡Cómo se quedan pasmados de admiración de tamaña caridad de un Dios que en su amor al Hombre parece olvidarse de su augusta dignidad, para no pensar más que en las desgracias y necesidades de los hijos de Adán! Usurpando la Iglesia de nuevo las palabras de David, nos muestra al Señor amparando con delicada protección al leal rebaño y armándole contra toda embestida con el invencible escudo que nos brinda la fe. 

OFERTORIO 

El Señor te cubrirá con sus espaldas, y te cobijará bajo sus alas: te rodeará con el escudo de su verdad.
No estriba la Cuaresma solamente en el ayuno, y no será eficaz para lograr la reforma de nuestra alma si no esquivamos las ocasiones peligrosas que en un instante destruirán la obra de la gracia divina. Por eso pide la Iglesia en la Secreta un especial auxilio a nuestro favor. 

 
SECRETA 

Te inmolamos, Señor, solemnemente el sacrificio del comienzo cuaresmal, suplicándote hagas que, con la restricción de carnes, nos moderemos también en los placeres malsanos. Por el Señor. 

Para más sólidamente afianzar la confianza en nuestras almas, repite la Iglesia en la antífona de la Comunión las palabras de esperanza ya propuestas en el ofertorio. El sacrificio que acaba de ser ofrecido es para nosotros nueva prenda de la bondad divina. 

 
COMUNIÓN 

El Señor te cubrirá con sus espaldas, y te cobijará bajo sus alas: te rodeará con el escudo de su verdad. 

Enséñanos la Iglesia en la Poscomunión a considerar la Sagrada Eucaristía como medio más eficaz de acrecentar nuestras fuerzas, purificando nuestras lacras. Apresúrese, pues el pecador a sellar la paz con Dios, y no aguarde al festín pascual para probar la eficacia del divino manjar que nos salva de la divina justicia, incorporándonos al autor mismo de la salvación. 
 POSCOMUNIÓN 

Restáurenos, Señor la santa libación de tu Sacramento: y, purificándonos de nuestra vejez, háganos partícipes de tu salvador Misterio. Por el Señor.



Año Litúrgico de Dom Guéranger



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