domingo, 8 de octubre de 2017

9 de octubre: SAN DIONISIO EL AEROPAGUITA Discípulo de San Pablo. Vidas de los Santos de A. Butler

(Siglo I) Cuando San Pablo, que venía de Berea, estaba esperando en Atenas a Silas y a Timoteo, "su espíritu se conmovió al ver la ciudad completamente entregada a la idolatría". Ello le movió a ir al mercado y a la sinagoga para exhortar al pueblo. Algunos filósofos epicúreos y estoicos que le oyeron predicar, se le acercaron y le preguntaron: "¿Puedes explicarnos un poco la doctrina que predicas?" Pablo se dirigió entonces con ellos al Areópago o Colina de Marte, donde solía reunirse el concejo de la ciudad. Según dice San Lucas, "todos los atenienses y extranjeros que se hallaban ahí se dedicaban únicamente a contar o escuchar novedades". No es imposible que San Pablo haya acudido al Areó- pago a petición del concejo. En todo caso, ahí fue donde pronunció su famoso discurso sobre el Dios desconocido. Entre los que se convirtieron entonces había una mujer llamada Damaris y un hombre llamado Dionisio, apodado el "Areopagita" (Hechos, xvn, 13-34), porque era miembro del concejo, o Areó- pago. 



A esto se reduce todo lo que sabemos con certeza sobre San Dionisio. Eusebio dice que San Dionisio de Corinto fue el primer obispo de Atenas. San Sofronio de Jerusalén y otros autores, afirman que fue mártir. Por otra parte, el Menologio de Basilio añade que fue quemado vivo en Atenas durante la persecución de Domiciano. Todos los calendarios antiguos ponen su fiesta el 3 de octubre. Los sirios y los bizantinos lo celebran todavía en esa fecha. No existe documento alguno, anterior al siglo VII, donde se afirme que San Dionisio haya salido de Grecia; pero los documentos posteriores le mencionan en relación con las ciudades de Cotrone, Calabria y París. La identificación de San Dionisio Areopagita con San Dionisio (Denis) de Francia (de la que hablaremos más abajo) ha dejado huellas en el Martirologio Romano y en la liturgia del día.* La sexta lección de maitines termina con estas palabras: "Escribió obras admirables y celestiales sobre los Nombres Divinos, sobre las jerarquías eclesiásticas y celestes, así como diversos tratados de teología mística y otras materias." Como se sabe, en la Edad Media se cometió también el error de atribuir a San Dionisio Areopagita cuatro tratados y diez cartas, que del siglo X al XV se contaron entre los escritos teológicos y místicos más apreciados y admirados, así en el oriente como en el occidente, y ejercieron una influencia enorme sobre la escolástica. La convicción creciente de que no habían sido escritos por el discípulo de San Pablo, sino por un autor muy posterior que los había atribuido falsamente al Areopagita, los hizo pasar a segundo término durante largo tiempo. Pero en la época moderna, debido al valor intrínseco de dichos escritos, por más que sean de fecha desconocida, se ha comenzado a darles nuevamente la importancia que merecen.  

* Alban Butler no se atrevió a admitir abiertamente esta identificación. En una nota escribe: "Hilduino..., basándose en documentos falsos y legendarios, afirma que Sun Dionisio, el primer obispo de París, se identifica con el "Areopagita". En algunos otros escritos se encuentran también huellas del mismo error." La identidad de los dos liersonajes no se ponía en duda en el occidenlc enlre los. siglos IX y XV

El largo artículo de Acta Sanctorum, que ocupa más de 160 páginas in folio, está consagrado principalmente a probar que el Dionisio convertido por San Pablo no fue el autor del libro de los Nombres Divinos y de los otros tratados que se le atribuyen. Sin embargo, está fuera de duda que el pseudo-Dionisio tenía la intención de que se le confundiese con el Dionisio de los Hechos de los Apóstoles. En la primera mención que se conserva de dichos escritos, que data del sínodo de Constantinopla del año 533, se dice que son obra de "Dionisio el Areopagita"; pero ya entonces Hipacio alegó que eran falsificaciones. Existe una literatura inmensa sobre las obras del pseudo-Dionisio; pero no se ha llegado nunca a identificar al autor y no tenemos por qué extendernos aquí sobre ese punto. El autor afirma que, hallándose en Heliópolis, presenció el eclipse de sol ocurrido durante la crucifixión del Señor y dice que asistió a la muerte de la Virgen María; pero ambas afirmaciones son falsas. Cf. el artículo del P. Peeters en Analecta Bollandiana, vol. xxix (1910), pp. 302-322; el autor llega a conclusiones muy desfavorables acerca de la honradez literaria de Hilduino, abad de Saint-Denis, quien tradujo por primera vez al latín las obras del pseudo-Dionisio, aunque no fue el primero en identificarle con San Dionisio de París. Véase G. Théry, Etudes dionysiennes (2 vols., 1932-1937); y R. J. Loenertz, en Analecta Bollandiana, vol. LXIX (1951), pp. 218-237. 

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