martes, 31 de octubre de 2017

31 DE OCTUBRE LA VIGILIA DE TODOS LOS SANTOS. Año Litúrgico - Dom Prospero Gueranger


Preparemos nuestras almas a las gracias que el cielo va a derramar sobre el mundo a cambio, de sus homenajes. Será tal mañana la alegría de la Iglesia, que se creerá vivir ya en la eternidad. Pero hoy se presenta ante nosotros con libreas de penitencia, reconociendo que no pasa de ser una desterrada. Ayunemos y oremos con  ella. ¿Qué somos nosotros también sino caminantes de un mundo en que todo pasa y marcha rápidamente a la muerte? La solemnidad que va a empezar, cuenta de año en año, entre nuestros compañeros de otros tiempos, nuevos elegidos que bendicen nuestro llanto y sonríen a nuestros cantos de esperanza. Cada año nos acercamos al término y también nosotros, admitidos en la fiesta del cielo, recibiremos el homenaje de los que vienen detrás y les tenderemos la mano para ayudarlos a unirse con nosotros en el país de la felicidad que no tiene fin. Sepamos desde ahora libertar nuestras almas, y en medio de los vanos cuidados conservemos nuestros corazones libres de los falsos placeres de una tierra que no es la nuestra: un desterrado no tiene más inquietud que su aislamiento ni otra alegría que la que le procura el gusto anticipado de la patria. Imbuidos en estos pensamientos, digamos con la Iglesia en este día de vigilia: 

ORACIÓN 

Señor, Dios nuestro, multiplica sobre nosotros tu gracia; y haz que consigamos en nuestra santa profesión la alegría de aquellos cuya gloriosa solemnidad prevenimos. Por Nuestro Señor Jesucristo. Y terminamos este mes con un homenaje a María, Reina del Santísimo Rosario y Reina de los Santos, que tomamos de un misal dominicano. 

SECUENCIA

He aquí que en el jardín virginal echan brotones los nuevos vástagos y se forman las flores; apunta la fertilidad de la primavera. 

Han terminado las heladas; se ha ido el invierno y las lluvias y la nieve han desaparecido con él; se han mostrado las rosas en la tierra, como sembradas por los cielos. 

La rosa ha producido al lirio; y luego del jardín de su hijo, mientras duró su destierro, ella ha recogido y cosechado. 

Para los justos la alegría, para los pecadores una nueva inocencia, para los elegidos la gloria, para todos la salvación: 

Dones que Cristo trajo de los cielos, que aseguró con sus padecimientos a la tierra, salvando al mundo que había venido a vencer. 

Descansa entre las hojas del rosal, se hiere en sus espinas, se corona con sus flores: y de ese modo nos llama, nos justifica, nos recompensa. 

Gracias, pues, a la vara bendita, a sus hojas, a sus espinas, a sus rosas, tenemos patria; donde mora el augusto jardinero, allí nos esperan sus delicias. 

La emperatriz que se complace en la compañía de nuestra milicia santa, preside a la triple jerarquía dé los nueve coros. 

Nueva triunfadora que reparas el antiguo desastre, para ti nuestros cantos. Pero otra vez amenaza y ruge el enemigo; si tú no le detienes, acaba con los cristianos. 

Te saludamos, morada del Verbo, santuario del Espíritu Santo, hija del Padre soberano. 

Esté siempre tu ayuda con nosotros en los peligros múltiples de esta vida, en las asechanzas del enemigo

Y después del combate, sea nuestra corona de rosas y de lirios cogidos en los jardines de los cielos^ Amén,

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