El maravilloso apóstol y obispo
primado de Irlanda, san Patricio, nació en Escocia en el territorio de Aclud,
que se llama hoy Dumbritón. A los dieciseis años de su edad le prendieron unos
salteadores irlandeses juntamente con una hermana suya llamada Lupita, y le
vendieron en Irlanda a un amo que le hacía apacentar su ganado de cerda. Mas el
ángel del Señor le sacó de aquella esclavitud, manifestándole donde hallaría la
cantidad de oro que bastase para su rescate. Estuvo después debajo de la
enseñanza de San Germán dieciocho años, y por su consejo fué a recibir la
bendición del Papa Celestino I, para consagrarse del todo a la conversión de
los gentiles en Irlanda. Era aquella gente dura y bárbara, y hacían gran
resistencia al santo predicador muchos magos y hechiceros, entre los cuales
había uno, llamado Docha, muy querido del rey, el cual se hacía dios, y con
varios engaños resistía a san Patricio como Simón Mago a san Pedro. Quiso para
confirmación de su divinidad subirse a los cielos; mas estando ya muy alto,
hizo oración san Patricio, y luego cayó muy mal herido a los pies del santo.
Había en aquella tierra un ídolo muy célebre al cual llamaban cabeza de todos
los dioses: era muy grande y estaba cubierto de oro y plata: viendo pues el
siervo de Dios que la adoración de este ídolo detenía a muchos que no se
rindiesen a su predicación, hizo oración al Señor, y levantando contra él el
báculo llamado de Jesús, que traía en la mano, al momento cayó en tierra el
ídolo y se hizo pedazos. De esta suerte convirtió a aquellas gentes a fuerza de
prodigios innumerables y estupendos, y gozando después algunos años de quitud y
mayor contemplación, cada día rezaba el Salterio; hincábase muchas veces de
rodillas aderando al Creador de todo, y rezaba con tierna devoción las Horas
canónicas. Gastaba gran parte de la noche en devotos ejercicios, y tomaba un
breve descanso sobre el duro suelo, teniendo por cabecera una piedra. Con esta
santa y admirable vida se preparó a una santísima muerte, que alcanzó a los
ochenta años de su edad después de haber reducido todo el país de Irlanda a la
fe de Cristo, y edificado numerosas iglesias, y consagrado muchos obispos, y ordenado
gran numeró «le sacerdotes. En la provincia de Ultonia se ve hasta el día de
hoy una pequeña isla hacia la mitad de un lago que forma el Líffer, donde
estaba el célebre purgatorio de san Patricio. Es una cueva, donde se dice que
el Santo pasó toda una cuaresma en grande penitencia, para alcanzar del Señor
la conversión de aquellos isleños; y dónde se retiraban después muchos santos
varones para purificar sus almas dedicándose algunos días a ejercicios de penitencia
y oración en unas pequeñas celdas que allí edificaron: las cuales se llamaban
las celdas de los Santos.
Reflexión: Es cosa de maravilla, que
estando este grande apóstol "ele Irlanda tan fatigado con tantos trabajos
de peregrinaciones, y cuidados de tantas iglesias, hallase tiempo y sazón para
rezar tantos salmos y oraciones mayormente en los postreros años de su vida.
Tomen de ahí ejemplo los hombres engolfados en los negocios de este mundo, y
aprendan a buscar y hallar tiempo para encomendarse a Dios, y mirar por el
principal negocio, que es el de su alma, y de su eternidad. Porque, como nos
dice el Señor en su Evangelio: «¿Qué aprovecha al hombre ganar todo el mundo si
viene después a perder su alma?»
Oración: Oh Dios que te dignaste
enviar al bienaventurado Patricio tu confesor y pontífice, para que anunciase
tu gloria a los gentiles, concédenos que con tu gracia y por su intercesión y
merecimientos, cumplamos fielmente todo lo que tú nos mandas. Por Jesucristo,
nuestro Señor. Amén.
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