El virtuosísimo presbítero y glorioso
mártir san Eulogio, nació de nobles y ricos padres, en la ciudad de Córdoba,
donde a. la sazón tenían los moros su principal asiento. Levantó el rey Mohamat
una terrible persecución contra los cristianos, martirizándolos con tan extraña
rabia y furor, como si pudiese borrar con sangre Hasta el nombre de Cristo. En
esta tormenta tan brava y noche tan tenebrosa envió el Señor a san Eulogio para
que resplandeciese como una luz venida del cielo, y como sabio piloto gobernase
la nave de aquella Iglesia tan combatida de furiosas olas, para que no diese al
través, y del todo se hundiese; porque no se puede creer lo que conforto a los
flacos, encendió a los fuertes, levantó a los caídos, y detuvo a los que iban a
caer, con su vida santísima, con su doctrina y con los libros admirables que
escribió, para animar a todos a pelear valerosamente por Cristo en aquella dura
batalla. Por estas obras le aborrecían los moros y le procuraban la muerte, mas
hubo también otra causa particular de su martirio, y fué que habiendo el santo
recogido y puesto en lugar seguro a una santa doncella llamada Leocricia,
nacida de padres nobles aunque paganos, que se había convertido y bautizado, al
fin la descubrieron sus padres, y la presentaron delante del juez, acusando a
la hija por haber huido de su casa y a Eulogio por haberla recibido y
encubierto. Dio razón de sí el santo sacerdote, diciendo eme tenía obligación
de favorecer y enseñar el camino del cielo a todos los que viniesen a él con
deseo de salvar sus almas, y vituperó con cristiana entereza las abominaciones
de Mahoma, por lo cual los jueces dieron sentencia que fuese degollado. Al
tiempo que lo llevaban al martirio, uno de los siervos del rey que le había
oído decir mal de su gran profeta, revestido de Satanás, llego a san Eulogio, y
le dio una gran bofetada en su venerable rostro, y el santo, sin turbación
alguna ofreció la otra mejilla. Finalmente, llegando al lugar del martirio con
gran tropel de gente y gritería, el mártir hizo de rodillas su oración, y
levantadas las manos al cielo, y armado de la señal de la cruz, dio su cuello
al cuchillo y su alma purísima al Señor. Cuatro días después fué también
degollada la santa virgen Leocricia. Quiso demostrar el Señor la gloria del
santo mártir con prodigios visibles, de que fueron testigos los mismos
infieles. El día siguiente de su martirio rescataron los cristianos la cabeza,
y dos días después el cuerpo, y lo sepultaron en la iglesia de San Zoilo, donde
estuvo hasta el año 883, que fué trasladado con las reliquias de santa
Leocricia a la ciudad de Oviedo.
Reflexión: Una causa particular del
martirio del santo sacerdote Eulogio fué haber puesto a la cristiana virgen
Leocricia en lugar seguro, donde no corriesen peligro su honestidad, su fe y su
vida; 10 cual echaron a tan mala parte aquellos desalmados moros, que por ello
dieron a los dos cruel muerte. Siempre han mirado con malos ojos a los
sacerdotes los enemigos de la fe, interpretando conforme a la malignidad de su
corazón, aún las cosas que hacen con suma rectitud y procurando desacreditarles
con mil embustes y calumnias que contra ellos inventan. No seamos, pues,
fáciles en creerles; honremos y veneremos siempre a los sagrados ministros del
Señor, que si alguno de ellos no fuere lo que debe ser, Dios le juzgará, y
condenará también para siempre a los que no creen ni hacen lo que ellos
enseñan.
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