LOS SIETE MÁRTIRES. — Este día era antiguamente célebre en Roma. Se le llamaba dies martyrum: el día de los mártires, sin más, y a su solemnidad precedía una vigilia, como a las de San Lorenzo o de los Apóstoles. Se celebraba, en efecto, en dicho día, a los siete mártires cuyos nombres nos les da el Calendario filocaliano del año 336: Félix y Felipe en el cementerio de Priscila; Vidal, Marcial y Alejandro en el de Jordani; Silvano en el de Máximo y Jenaro en el Cementerio de Pretextato. En su honor el pueblo se trasladaba a estos varios cementerios y en cada uno de ellos se celebraba una misa, cuyos textos nos ha conservado el Sacramentarlo Leonino.
Parece que hasta el siglo V no se empezó a llamarles los Siete Hermanos, y se les consideró como hijos de una santa Felicidad, que no conocemos. Las Actas que nos refieren su heroica muerte, fueron compuestas en esta época tardía y no se las tiene por verídicas. Su autor se ve claramente que pretendió dar al Nuevo Testamento una réplica del martirio de los Siete Hermanos, que refiere con grandes elogios en el Antiguo Testamento el libro II de los Macabeos.
EL OFICIO Y LA MISA. — Las Lecciones del Oficio y los textos de la Misa están inspirados en la Leyenda, pero no por eso pierden su interés. El Introito con razón alaba al Señor que concede a la Iglesia, "pues es madre", tantos hijos que son su orgullo. La muerte cruenta de los mejores de entre ellos, lejos de ser para la Iglesia un empobrecimiento, la asegurará una mies más rica de fieles. Con qué alegría cantan desde lo alto del cielo donde recibieron su recompensa: "Nuestra alma, como un pájaro se ha visto libre del lazo de los cazadores; se rompió el lazo y hemos quedado libres." Les ha hecho hermanos, no tanto la sangre como la misma fe y el sufrimiento, y nos recuerdan con insistencia a todos nosotros en qué consiste la verdadera fraternidad: "Es la que triunfa de los crímenes del mundo, la que sigue a Cristo y que al fin, toma posesión del glorioso reino del cielo." ¿No es la voluntad del Padre Celestial que todos los hombres, que son hijos suyos, sepan que son entre sí hermanos y lo manifiesten amándose los unos a los otros? Esto les servirá como primera recompensa para hacerse hermanos del mismo Cristo: "El que hace la voluntad de mi Padre, dice el Señor, ese es de veras, mi hermano, mi hermana, mi madre."
LAS DOS VÍRGENES MÁRTIRES. — A los Siete Mártires, la Iglesia añade hoy en su culto dos Vírgenes Mártires: Santa Rufina y Santa Segunda. Debieron ser martirizadas en un lugar cercano a Roma, que se llamaba entonces Silva nigra, el Bosque Negro, y después recibió el nombre de Silva Candida, el Bosque Blanco. No lejos de sus sepulcros en la vía Cornelia, se formó un barrio, que a partir del siglo VI fue la sede de un Obispado. Actualmente es el título cardenalicio de Porto y Santa Rufina.
PLEGARIA. — La Misa celebra a la vez a los dos grupos de mártires y en su honor recitaremos la Colecta: "Haz, oh Dios Omnipotente, que los gloriosos mártires a quienes hemos visto tan fuertes en su confesión, los veamos también piadosos al interceder por nosotros ante Ti. p0r Jesucristo nuestro Señor. Amén."
Año Litúrgico de Guéranger
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