(+ 1003) El admirable taumaturgo santo Domingo de Silos, fué natural de
Cañas, pequeño lugar de la Rioja, y en su niñez se ejercitó en apacentar el
ganado de su padre, después de lo cual se apartó a hacer vida solitaria y de
contemplación. Pareciéndole más segura la vida religiosa, se hizo monje en el
monasterio de San Millán, de Padres benedictinos, en donde estudió con gran
provecho las divinas letras, y ordenado de sacerdote, diéronle el cargo de cura
de Santa María de Cañas. Tan buena cuenta ,dió de este oficio, que le llamaron
a San Millán y le hicieron prior del monasterio. Aquí dió aquella muestra de
tesón y santa libertad resistiendo al rey de Navarra don «García, que por su
propia autoridad y con violencia intentó sacar ciertas joyas y el oro y la
plata de la sacristía del convento; por lo cual le desterró el rey con algunos
de sus monjes. Acogióse Domingo a Fernando I, rey de Castilla y de León, de
quien fué recibido con benevolencia y amor, y su fama de santidad empezó a
extenderse por España. Habiendo decaído en lo espiritual y temporal el insigne
monasterio de Silos; el rey no halló remedio más eficaz para reparar sus
pérdidas, que confiarlo a santo Domingo nombrándole su abad. Durante veintitrés
años lo gobernó con admirable ejemplo de vida, maravilloso celo y grande
acrecentamiento de sus monjes en virtud y perfección. Resplandeció en muchas y
grandes maravillas, que Dios obró por él, sanando a los ciegos, cojos, tullidos
y otros enfermos de diversas enfermedades; pero en la que principalmente se
señaló, fué en socorrer a los cristianos cautivos de los moros, que a la sazón
eran muchos. Fué esto con tan grande extremo, que encomendándose a él desae sus
mazmorras los cautivos, se hallaban a deshora en tierra de cristianos, y aun a
las puertas de su monasterio, dejando allí por testimonio las cadenas y grillos
de su cautiverio; y fueron tantos los despojos que los cautivos depositaron en
el templo, que decían por refrán en Castilla: «No te bastarán los hierros de
santo Domingo»: y no solamente en el templo de santo Domingo colgaban los
cautivos sus cadenas, sino también en otros santuarios y oratorios de su
advocación, como se veían siglos después en la iglesia de Jesús del Monte,
junto a la villa de Loranca de Tajuña, que antes había sido ermita de santo
Domingo. Fué gran devota de este santo doña Juana de Aza la cual en el
monasterio de Silos hizo fervorosa oración, velando ante el sepulcro del santo
y suplicándole la gracia de un dichoso parto, al cual estaba próxima: y por su
intercesión tuvo un hijo, a quien puso el nombre de su favorecedor, y más tarde
fué santo y fundador de la esclarecida orden de predicadores, martillo de los
herejes e instituidor del santísimo Rosario: este fué santo Domingo de Guzmán.
Finalmente llamó a sus monjes, les dió muy saludables documentos; y recibidos
los santos Sacramentos, dió su alma al Señor.
Reflexión: Ni amenazas, ni castigos deben arredrarnos a imitación
de nuestro santo, cuando se trate de defender los intereses divinos. El te ha
confiado la honra de su santísimo nombre. ¿Cómo te muestras tan cobarde al oír
una blasfemia que la hace pedazos, y no atajas con severa reprensión aquella
maldita lengua, si no puedes amordazarla?
Oración: Oh Dios, que ilustraste tu Iglesia con los esclarecidos
merecimientos del bienaventurado confesor santo Domingo, y la alegraste con los
ilustres milagros obrados para redención de cautivos: concédenos a tus siervos,
que aprendamos de sus ejemplos y que por su intercesión nos veamos libres de la
servidumbre de todos los vicios. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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