lunes, 6 de marzo de 2017

7 de Marzo: MARTES DE LA PRIMERA SEMANA DE CUARESMA. Del Año Litúrgico de Dom Guéranger.

La Estación en Roma se celebra en Santa Anastasia, Iglesia en que antiguamente se celebraba la misa de la Aurora el día de Navidad. Bajo la protección de esa santa Mártir se ofrecen hoy al Padre de las misericordias nuestros anhelos. 

 COLECTA 

Contempla, Señor, a tu Familia, y haz que nuestro espíritu, que se mortifica con la maceración de la carne, resplandezca ante ti con tu deseo. Por el Señor. 

 EPÍSTOLA 

Lección del Profeta Isaías. 
En aquellos días habló el Profeta Isaías, diciendo: Buscad al Señor, mientras puede ser hallado: invocadle, mientras está cerca. Abandone el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase al Señor, y a nuestro Dios, y se compadecerá de él: porque es muy grande para perdonar. Porque mis pensamientos, no son como vuestros pensamientos, ni vuestros caminos como mis caminos, dice el Señor. Porque, como se elevan los cielos sobre la tierra, así se elevan mis caminos sobre vuestros caminos, y mis pensamientos sobre vuestros pensamientos. Y, como la escarcha y la nieve descienden del cielo, y no tornan más allá, sino que embriagan la tierra, y la penetran, y la fecundan, para que dé simiente al que siembra, y pan al que come: así será mi palabra, la que saldrá de mi boca: no tornará a mí estéril, sino que hará cuanto quise, y prosperará en aquello para lo que la envié: lo dice el Señor omnipotente. 

CONFIANZA Y VIGILANCIA. — Nos anuncia el Profeta de parte de Dios que, si nuestra conversión es sincera, descenderá sobre nosotros la misericordia. En valde buscará el hombre medir la infinita distancia que separa la santidad soberana de Dios del estado sórdido en que se halla el alma del pecador; porque nada de eso estorbará la reconciliación de la creatura con su Creador. La omnipotente bondad de Dios creará un corazón puro
(Psl. L. 12) en el hombre arrepentido y "la gracia sobreabundará donde abundó el pecado" (Rom., V, 20). La palabra del perdón bajará del cielo como benéfica lluvia, sobre tierra estéril y árida, y esa tierra dará fruto abundoso. Escuche empero el pecador la profecía por entero: ¿Es acaso dueño el hombre de aceptar o rechazar la palabra que viene de lo alto? Puede hoy descuidarla en la idea de que acaso la acatará más tarde, al fin de su vida? No; porque nos dice Dios por su Profeta: "Buscad al Señor mientras puede ser hallado; llamadle en tanto que está cerca." No podemos, pues, hallar siempre a nuestro antojo al Señor, no siempre está tan cerca de nosotros. ¡Cuidado! tiene sus tiempos; ha sonado la hora de sus misericordias, la de sus justicias sonará después. "De aquí a cuarenta días Nínive será arrasada", decía a voz en grito Jonás en las calles de aquella soberbia ciudad (Jon., III, 4). No dejó Nínive transcurrieran los cuarenta días sin convertirse al Señor sin aplacarle en ayuno, ceniza y cilicio, y Dios perdonó a Nínive. Hagamos nuestros los sentimientos de esa ciudad culpable y arrepentida, no de safiemos a la divina justicia rehuyendo la penitencia o cumpliéndola de modo imperfecto. La Cuaresma que celebramos es acaso la última que la bondad divina nos prepara; si no nos convirtiéramos ¿quién sabe si el Señor volvería piadoso a nosotros? Consideremos despacio estas palabras del Apóstol que se relacionan con las de Isaías: "Porque la tierra que a menudo absorve la lluvia caída sobre ella y produce frutos de bendición para el que la cultiva, recibirá las bendiciones de Dios; pero la que produce espinas y abrojos, es estéril y está próxima a ser maldita, y su fin será el fuego" (Hebre, VI, 7, 8.) 

EVANGELIO 

Continuación del santo Evangelio según S. Mateo. 


En aquel tiempo, habiendo entrado Jesús en Jerusalén, se conmovió toda la ciudad, diciendo: ¿Quién es éste? Y los pueblos decían: Jesús, el Profeta de Nazareth de Galilea. Y entró Jesús en el templo de Dios, y expulsó a todos los que vendían y compraban en él y derribó las mesas de los cambistas, y los asientos de los vendedores de palomas: y les dijo: Escrito está: Mi casa se llamará casa de oración; pero vosotros la habéis hecho cueva de ladrones. Y se acercaron a El los ciegos y tullidos que había en el templo; y los sanó. Mas, viendo los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, las maravillas que hacía, y a los niños clamando en el templo, y diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! se indignaron, y dijeron: ¿Oyes lo que dicen éstos? Y Jesús les dijo: Sí. ¿Nunca leísteis: De la boca de los niños y lactantes sacaste alabanza? Y, dejados ellos, salió fuera de la ciudad, yéndose a Betania: y allí se quedó. 
 
OBEDIENCIA. — La Santa Cuaresma acaba apenas de iniciarse, y, antes de que se acabe, habremos presenciado el suplicio del Justo. Ved aquí ya a sus implacables enemigos enfrentados contra El. En vano presencian sus ojos los estupendos prodigios; la envidia y el orgullo que endurecen su corazón no quisieron comprender ni verlo claro. Esos desleales custodios de la casa de Dios permanecieron mudos cuando vieron a Jesús mostrar su autoridad en el templo; extrañeza terrorífica les ha sobrecogido. Ni siquiera retrucan cuando llama al templo su casa: a tal grado se les imponía la virtud, tanto temían su poder sobrehumano. Ahora renace su audacia; la voz de los niños que aclaman a Jesús: ¡Hosanna!, lastima sus oídos y se indignan. Se atreven a censurar amargamente ese inocente agasajo tributado al hijo de David que pasa haciendo bien. Esos doctores de la Ley, cegados por envidia abominable no aciertan ya a conocer las profecías ni a descubrir su cumplimiento. Se confirma el oráculo de Isaías que acabamos de leer: Por no haber buscado al Señor cuando se hallaba cerca de ellos, no pueden ya reconocerle cuando El mismo les habla. Los niños le adivinan y bendicen; los sabios de Israel no ven en él más que un enemigo de Dios, un blasfemo. Aprovechemos nosotros, al menos, la visita de Jesús para que no nos abandone como abandonó a esos falsos sabios. Se retiró de su lado y saliendo de la ciudad volvió a Betania que estaba cerca de Jerusalén. Allí vivía Lázaro con las dos ¡hermanas Marta y María Magdalena; allí también se había retirado María madre de Jesús, en espera del terrible drama que bien pronto se iba a desarrollar. San Jerónimo en su comentario sobre San Mateo nota que la palabra Betania significa Casa de obediencia, lo que nos da a entender que el Salvador se aleja de los corazones rebeldes a su gracia y le place descansar en los corazones obedientes. Aceptemos por entero la lección que nos da Jesús, y en estos días de salud mostremos por nuestra obediencia a la Iglesia y la sumisión al guía de nuestra conciencia, que hemos, por fin, caído en la cuenta de que no hay salvación para nosotros, sino en el abatimiento del orgullo y sencillez de corazón. 


 ORACIÓN

Humillad vuestras cabezas a Dios. Asciendan a ti, Señor, nuestras preces: y aleja de tu Iglesia todo mal. Por el Señor. 


Año Litúrgico de Dom Guéranger


 

domingo, 5 de marzo de 2017

6 de Marzo: LUNES DE LA PRIMERA SEMANA DE CUARESMA. Del Año Litúrgico de Dom Guéranger.

Todas las ferias de Cuaresma tienen misa propia, mientras que en las ferias de Adviento se repite sencillamente la misa del Domingo anterior. La riqueza de la Liturgia en la santa Cuaresma nos ayuda poderosamente a adentrarnos en el pensamiento de la Iglesia al multiplicar la expresión de sentimientos que pretende inspirarnos. Extractamos en la misa ferial la colecta que es siempre la oración más solemne la Epístola, el Evangelio y la oración que se canta sobre el pueblo al fin de la Misa. El conjunto constituye solidísima instrucción y desfila a nuestra vista todo lo que las Sagradas Escrituras contienen de más sustancial y acomodado al tiempo en que vivimos. 

La Estación en Roma se celebra en San Pedro "ad vincula"; construida esta Iglesia en el siglo V, guarda y honra las cadenas del Príncipe de los Apóstoles. 

COLECTA

Conviértenos, oh Dios, Salvador nuestro: y, para que nos aproveche el ayuno cuaresmal, instruye nuestras mentes con enseñanzas celestiales. Por el Señor. 

EPÍSTOLA 

Lección del Profeta Ezequiel. 
Esto dice el Señor: He aquí que yo mismo buscaré mis ovejas, y las visitaré. Como el pastor pasa revista a su rebaño, cuando se halla en medio de sus ovejas recobradas: así visitaré yo mis ovejas, y las libraré de todos los lugares donde fueron dispersadas el día de la nube y de la tempestad. Y las sacaré de los pueblos, y las reuniré de las tierras, y las tornaré a su tierra: y las pastaré en los montes de Israel, en los ríos, y en todos los lugares de la tierra. Las apacentaré en pastos ubérrimos, y sus pastos estarán en los altos montes de Israel: allí descansarán entre las crecidas hierbas, y serán apacentadas en los abundantes pastos de los montes de Israel. Yo pastaré mis ovejas, y las haré sestear, dice el Señor. Lo que había perecido, lo buscaré; y lo que se había extraviado, lo reduciré; y lo que se había quebrado, lo ligaré; y lo que se había debilitado, lo robusteceré; y lo gordo y fuerte, lo guardaré: y las apacentaré con juicio, dice el Señor omnipotente. 

EL BUEN PASTOR. — Se nos muestra aquí el Señor como un pastor lleno de ternura para con sus ovejas; y eso es en realidad de verdad para los hombres en estos días de misericordia y perdón. Parte de su rebaño se había extraviado y dispersado en medio de las tinieblas de este mundo, pero Jesús no ha olvidado sus ovejas. Se pone en camino para ir a buscarlas y reunirías. No hay desierto por apartado que se halle, ni abrupta montaña, ni matorral por espinoso que sea, que no inspeccione en su busca. A todas hace oír su voz en la de la Santa Iglesia que las convida al redil; y recelando se atolondren en sus extravíos y tiemblen aparecer delante de él se digna inspirarlas confianza. No tienen más que llegarse, que se dejen encontrar y los más regalados pastos las esperan, cabe los regatos, en yerba fresca y frondosa, en montañas enchidas de encantos. Están heridas, pero el Pastor divino vendará sus llagas; estarán maltrechas y endebles pero, El las robustecerá. Las juntará a las ovejas fieles y con ellas se quedará siempre. Decídase por fin el pecador a darse por vencido a vista de tanta bondad, y no tema los esfuerzos que ha de hacer para llegarse al Señor su Dios. Penosa le parece la vuelta, la expiación asusta a su cobardía, pero acuérdese de los días en que vivió en la seguridad del rebaño, en su redil a vista del Pastor más tierno; puede recobrar esos días. La puerta del redil está abierta; muchas ovejas antes descarriadas se apresuran a entrar enchidas de gozo y confianza; sígalas y acuérdese "que hay mayor alegría en el cielo por un solo pecador que hace penitencia que por noventa y nueve justos que no han menester de ella" (Luc., xv, 7). 


EVANGELIO 

Continuación del santo Evangelio según S. Mateo. 


En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Cuando venga el Hijo del hombre en su majestad, y todos sus Angeles con El, entonces se sentará sobre el trono de su majestad: y serán congregadas ante El todas las gentes, y las separará entre sí, como el pastor separa las ovejas de los cabritos: y pondrá las ovejas a su diestra, y los cabritos a su izquierda, Entonces dirá el Rey a los que estarán a su diestra: Venid, benditos de mi Padre, poseed el reino preparado para vosotros desde el principio del mundo. Porque tuve hambre, y me distéis de comer; tuve sed, y me distéis de beber; fui peregrino, y me hospedasteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo y me visitasteis; en la cárcel, y venisteis a mí. Entonces le responderán los justos, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te alimentamos; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos peregrino, y te hospedamos; o desnudo, y te cubrimos? O ¿cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y te visitamos? Y, respondiendo el Rey, les dirá: En verdad os digo: Cuando lo hicisteis con uno de estos hermanos míos pequeñitos, conmigo lo hicisteis. Entonces dirá también a los que estarán a su izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno, que está preparado para el diablo, y para sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; fui peregrino, y no me hospedasteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis. Entonces le responderán también ellos, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, o sediento, o peregrino, o desnudo, o enfermo, o en la cárcel, y no te servimos? Entonces les responderá, diciendo: En verdad os digo: Cuando no lo hicisteis con uno de estos pequeñuelos, tampoco lo hicisteis conmigo. E irán éstos al suplicio eterno: mas los justos a la vida eterna. 
 
EL JUICIO FINAL. — Hace unos instantes nos invitaba un Profeta del Antiguo Testamento de parte de Dios a responder a la tierna invitación del Pastor de nuestras almas; el Señor agotaba todos los medios de que echaba mano su cariño para despertar en las ovejas descarriadas el deseo de adherirse a él, he aquí que la Iglesia, el mismo día en que nos ofrece a ese dueño soberano con atuendos de pastor en extremo compasivo, nos le muestra a vuelta de hoja como juez inexorable; ¿cómo, pues, el carácter bondadoso de nuestro Salvador y médico abnegado de nuestras almas, se ha tan radicalmente transformado? "¡Retiraos de mí, malditos, al fuego eterno!" Y la Iglesia ha echado mano de este texto en el Evangelio mismo, código de la ley del amor. Con todo, pecador, no te llames a engaño, lee con atención y reconocerás en quien lanza ese anatema al mismo Dios de quien el Profeta nos detalla la misericordia, la paciencia, el celo por el bien de todas sus ovejas. En su tribunal ostenta así mismo los rasgos distintivos del Pastor: Ved, si no, cómo las coloca unas a su diestra y otras a su siniestra; se trata pues de un rebaño. Quiere desempeñar hasta el día postrero el Hijo de Dios el oficio de pastor. Pero se han trocado las condiciones; ya no hay tiempo porque la eternidad abre sus profundos senos misteriosos; comienza el reinado de la justicia: justicia que otorga a los amigos de Dios la recompensa prometida; justicia que precipita al pecador impenitente en el abismo sin suelo. Sería entonces demasiado tarde pensar en hacer penitencia que no tiene lugar sino en el tiempo, y el tiempo ya no existe. Y ¿cómo el cristiano que sabe que nos hemos de hallar reunidos todos al pie de su tribunal terrible, titubea rendirse a las invitaciones de la Iglesia que le insta eficazmente satisfaga por sus pecados? ¿Cómo regatea a Dios la insignificante expiación con que su misericordia tiene a bien darse hoy por satisfecha? Evidentemente es el hombre, para consigo mismo, el enemigo más despiadado, al escuchar sin inmutarse la palabra de su Salvador ahora y su Juez futuro: "Si no hacéis penitencia, todos pereceréis." 


ORACIÓN
 
Humillad vuestras cabezas a Dios. Suplicámoste, Señor, rompas los. vínculos de nuestros pecados y apartes propicio de nosotros lo que por ellos merecemos. Por el Señor. 


Año Litúrgico de Dom Guéranger


sábado, 4 de marzo de 2017

PRIMER DOMINGO DE CUARESMA. Del Año Litúrgico de Dom Guéranger


SOLEMNIDAD DE ESTE DÍA.  Este domingo primero de la Santa Cuaresma, es así mismo, uno de los más solemnes del año. Su privilegio aplicado, por las últimas decisiones romanas, a los demás domingos de Cuaresma', pero que durante muchísimo tiempo fué exclusivo de Pasión y Ramos, consiste en no ceder el puesto a ninguna ñesta cualquiera, ni la del Patrono, titular de la iglesia o Predicación de la misma. En los antiguos calendarios es llamado el primer domingo de Cuaresma: Invocabit, Primera palabra del introito de la Misa. En la Edad Media se le llamaba: "Domingo de los Hachones" del uso de llevar hachones en la Misa del día, por motivos diversos no idénticos ni en tiempo ni en lugar. En algunos lugares, los jóvenes que se habían propasado en diversiones carnavalescas, debían presentarse hoy en la Iglesia, con un blandón en las manos para dar pública satisfacción de sus excesos. Aparece hoy la Cuaresma con todo su solemne atuendo. Los cuatro días precedentes se añadieron bastante tarde para completar los cuarenta días de ayuno, y, el miércoles de Ceniza no tienen obligación los fieles de oír misa. Viendo la Santa Madre Iglesia reunidos a sus hijos les dirige las palabras del oficio de maitines, sirviéndose del elocuente estilo de San León Magno. "Carísimos hijos, les dice, debiendo anunciaros el ayuno sacrosanto y solemne de Cuaresma, ¿por ventura podré empezar más oportunamente mi plática que usando las palabras del Apóstol a quien Jesucristo habla y repitiendo lo que acaban de leeros: He aquí el tiempo favorable, he aquí los días de salvación? Por que, aún cuando no haya tiempo alguno durante el año, que no sea rico en dones celestiales y en que, por la gracia de Dios, no hallemos siempre abiertas las puertas de la misericordia divina, debemos, sin embargo, trabajar en este santo tiempo con mayor celo y excitarnos al progreso espiritual y animarnos de grande confianza. La Cuaresma en efecto, al ponernos a la vista el día sacro en que fuimos redimidos, nos invita a practicar todos los deberes de piedad cristiana a fin de disponernos para la purificación del cuerpo y alma a celebrar los misterios de la Pasión del Señor. 

TIEMPO FAVORABLE.  Tan gran misterio merecería de parte nuestra, respeto y devoción sin tasa y debiéramos estar siempre delante de Dios tales cuales quisiéramos el día de Pascua. Pero esta constancia no es caudal de muchos; la flaqueza de la carne nos fuerza a mitigar la austeridad del ayuno y los varios quehaceres de esta vida dividen y reclaman nuestras preocupaciones. Y sucede en consecuencia que los corazones religiosos están dispuestos a contaminarse en algo con el polvillo de este mundo. Con aventajado provecho nuestro se ha introducido esta divina institución que nos da cuarenta días para recobrar las fuerzas de nuestras almas expiando por la santidad de nuestras obras y el merecimiento de nuestros ayunos los deslices de todo el año. 

CONSEJOS APOSTÓLICOS.  "Al comenzar queridos hijos, estos misteriosos días santamente establecidos para purificar nuestras almas y cuerpos, tengamos a gala obedecer la prescripción del Apóstol, despidiéndonos de todo cuanto pueda enlodar la carne y el espíritu con el fin de refrenando el ayuno la enemiga existente entre las dos partes de nuestro ser recobre el alma la dignidad de su imperio, sometida ella misma a Dios y dejándose guiar por El. A nadie demos ocasión de querellarse de nosotros; no nos expongamos al justificado vituperio de los que buscan contrariarnos. Los infieles, pues, tendrían motivo de condenarnos, y azuzaríamos nosotros mismos, por nuestra culpa, sus impías lenguas contra la religión, si la pureza de nuestra vida no corre parej a con la santidad, del ayuno que hemos abrazado. No nos figuremos que la perfección toda de nuestro ayuno estriba en sola la abstinencia de viandas; porque en balde negaríamos al cuerpo parte del alimento si, a la vez no alejásemos del alma la maldad." 


EL EJEMPLO DE JESUCRISTO TENTADO POR SATANÁS  Cada domingo de Cuaresma ofrece como objeto principal una lectura de los santos Evangelios, destinada a iniciar a los fieles en los sentimientos que la Iglesia quiere inspirarnos durante el día. Hoy nos da a meditar la tentación de Cristo en el desierto. No hay asunto más adecuado para esclarecernos y fortalecernos que ese capital relato. Somos pecadores, nos reconocemos y deseamos expiar nuestros pecados. Pero ¿cómo caímos en el mal? Nos tentó el Demonio, y no rechazamos la tentación. Pronto cedimos a la sugestión del adversario y se perpetró el mal. Tal es nuestra historia en el pasado y tal sería en el porvenir si no aprovechamos el ejemplo con que nos brinda hoy el Redentor. Declarándonos el Apóstol la misericordia del consolador divino de los hombres, insiste sobre las tentaciones que se dignó tolerar nuestro Señor Esa muestra de abnegación sin límites no se nos ha negado y así contemplamos hoy la paciencia adorable del Santo de los Santos; no tiene recelo ni asco en dejarse se le acerque ese repulsivo enemigo de todo bien, para enseñarnos como debemos triunfar de él. Satanás ha vislumbrado con sobresalto la santidad incomparable de Jesús. Las maravillas de su nacimiento, los pastores convocados por los Angeles ante el pesebre, los Magos llegados de Oriente, al señuelo de una estrella; la protección que ha sustraído al Niño del furor de Herodes; el testimonio de Juan Bautista dado a favor del nuevo Profeta; todo este conjunto de hechos contrasta y choca de modo tan extraño con la humildad, la oscuridad de los treinta primeros años del Nazareno, que despierta los recelos de la serpiente infernal. El misterio de la Encarnación se llevó a cabo lejos de sus miradas sacrilegas; ignora que María es la Virgen anunciada por Isaías como madre del Emmanuel2. Pero se han cumplido los tiempos y la última semana de Daniel ha iniciado su carrera, el mismo mundo pagano aguarda

MISA 

La estación en Roma se celebra en la Basílica de San Juan de Letrán. Puesto en razón parece que un domingo tan solemne se celebre en la Iglesia Madre y Maestra de todas las Iglesias, no ya tan sólo de la ciudad eterna, sino del mundo entero. En ella eran reconciliados el Jueves Santo los pecadores públicos, allí, en el Bautisterio de Constantino, recibían el Bautismo la noche de Pascua los Catecúmenos; ninguna otra Basílica cuadraba mejor para reunir a los fieles en el día en el que el ayuno cuaresmal fué proclamado tantas veces por la voz de los Papas. El Introito está sacado del Salmo XC, que da él sólo el texto de todos los cantos de esta Misa. Ya hablamos de cómo ha apropiado la Iglesia este hermoso cántico a la situación del cristiano durante la Cuaresma. Todo él trata de la esperanza que el alma cristiana ha de concebir en el auxilio divino en estos días en que se ha decidido a darse por completo a la oración y a la lucha contra los enemigos de Dios y de sí misma. Prométele el Señor en el Introito que no será vana su confianza.

 INTROITO 

Me invocará, y yo le oiré: le libraré, y le glorificaré: le saciaré de una larga vida. — Salmo: El que habita al abrigo del Altísimo: morará en la protección del Dios del cielo. V. Gloria al Padre. 

Recomienda la Iglesia a Dios en la Colecta a todos sus hijos y pide que su ayuno no sólo los purifique, si no que les alcance de lo alto la potente ayuda para hacerles fecundos en buenas obras que les salven.
 
COLECTA

Oh Dios, que purificas tu Iglesia todos los años con la observancia cuaresmal: haz que tu familia manifieste con buenas obras lo que se esfuerza en alcanzar de ti por la abstinencia. Por el Señor. 

EPÍSTOLA 

Lección de la Epístola del Ap. S. Pablo a los Corintios. 
Hermanos: Os exhortamos a que no recibáis en vano la gracia de Dios. Porque dice: En el tiempo propicio te escuché, y te ayudé en el día de la salud. He aquí el tiempo propicio, he aquí el día de la salud. No ofendamos a nadie, para que no sea vituperado nuestro ministerio; antes portémonos en todo como ministros de Dios: en mucha paciencia, en las tribulaciones, en las necesidades, en las angustias, en los azotes, en las cárceles, en las sediciones, en los trabajos, en las vigilias, en los ayunos, en la castidad, en la ciencia, en la longanimidad, en la suavidad, en el Espíritu Santo, en la caridad no fingida, en la palabra de verdad, en la virtud de Dios, con las armas de la justicia en la diestra y en la siniestra, en la gloria y en la ignominia, en la fama y en la infamia; como seductores, pero (siendo) veraces; como ignorados, pero conocidos; como muriendo, pero he aquí que vivimos; como castigados, pero no muertos; como tristes, pero siempre alegres; como necesitados, pero enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, pero poseyéndolo todo. 

LA VIDA DEL HOMBRE ES UNA MILICIA.—Este paso del Apóstol nos muestra la vida cristiana en otro aspecto muy diverso del que de ordinario se figura nuestra molicie. Para esquivar su alcance, fácilmente juzgaríamos que semejantes consejos apostólicos cuadrarían bien en los primeros tiempos de la Iglesia en que los fieles enfrentados sin cesar con las persecuciones y con la muerte, necesitaban algunos grados más de abnegación y de heroísmo. Ilusión grande sería sin embargo creer que todas las luchas del cristianismo han terminado. Queda siempre en pie la lucha con los demonios, con el mundo, con la carne y sangre, y por eso nos remite la Iglesia al desierto con Jesucristo para que aprendamos a pelear; allí comprenderemos ser la vida del hombre en la tierra una milicia y que si no luchamos siempre y con denuedo, esta vida que quisiéramos pasar en el sosiego acabará con nuestra derrota. Para ahorrarnos precisamente esta catástrofe, nos dice la Iglesia por boca del Apóstol: "He aquí llegado el tiempo aceptable; he aquí los días de salud." Obremos en todo "como servidores de Dios"; y mantengámonos firmes hasta el fin de esta santa temporada. Dios vigila sobre nosotros como vigiló sobre su Hijo en el desierto. 

El Gradual nos asegura la protección de los santos Angeles, cuya solicitud no nos pierde de vista ni de día ni de noche. Durante la Cuaresma redoblan sus esfuerzos contra nuestros enemigos y se alegran al ver que el pecador acepta por fin la penitencia que le ha de acarrear la salvación.

El Tracto está formado del Salmo XC y del mismo están sacados el Gradual, el Introito, y demás cánticos de esta Misa. Cobre, pues, aliento nuestro corazón; todo nos habla de la bondad de Dios y de su vigilancia paternal sobre hijos ingratos que quiere trocar en amigos fieles y cohorederos de su reino. 

GRADUAL 

Mandará Dios sus Angeles a ti, para que te custodien en todos tus caminos. V. Te llevarán en las manos, para que tu pie no choque con piedra alguna. 

TRACTO 

V. El que habita al abrigo del Altísimo, morará en la protección del Dios del cielo. V. Dirá al Señor: Esperanza mía y refugio mío eres tú: Dios mío, confiaré en ti. V. Porque El me libró del lazo de los cazadores, y de la peste destructora. V. Te cubrirá con sus espaldas, y te cobijará bajo sus alas. V. Te rodeará con el escudo de su verdad: y no temerás los sobresaltos nocturnos. V. Desafiarás las flechas que vuelven de día, las emboscadas de la noche, las incursiones y razias del mediodía.V. Caerán mil a tu siniestra, y a tu derecha diez mil: mas a ti no te tocarán. V. Porque mandará Dios sus Angeles a ti, para que te custodien en todos tus caminos, y. Te llevarán en las manos, para que tu pie no choque con piedra alguna. V. Caminarás sobre el áspid y el basilisco, pisarás al león y al dragón. V. Puesto que confió en mí, yo le libraré: le protegeré, por haber invocado mi nombre. V. Me llamará, y yo le oiré: le acompañaré en la tribulación. V. Le libraré, y le glorificaré: le saciaré de larga vida, y le mostraré mi salud.
 
EVANGELIO 


Continuación del santo Evangelio según S. Mateo. 
En aquel tiempo Jesús fué llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo. Y, habiendo ayunado cuarenta días y cuarenta noches, después tuvo hambre. Y, acercándose el tentador, le dijo: Si eres el Hijo de Dios, di que estas piedras se tornen panes. Y El, respondiendo, dijo: Escrito está: No de solo pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Entonces le llevó el diablo a la ciudad santa, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres el Hijo de Dios, échate abajo. Porque escrito está: Mandará sus Angeles a ti, y te tomarán en las manos, para que tu pie no tropiece en piedra alguna. Dijóle Jesús: También está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios. El diablo le transportó de nuevo a un monte muy elevado: y le mostró todos los reinos del mundo, y su gloria, y le dijo: Te daré todo esto, si, postrándote, me adorares. Entonces le dijo Jesús: Vete, Satanás. Porque escrito está: Adorarás al Señor, tu Dios, y a El solo servirás. Entonces le dejó el diablo: y he aquí que se acercaron los Angeles, y le sirvieron. 

COMPASIÓN A JESÚS. — Admiremos la bondad inefable del Hijo de Dios, que no contentándose con expiar por la Cruz todos nuestros pecados, se dignó, para alentarnos a hacer penitencia, imponerse un ayuno de cuarenta días y cuarenta noches. No consintió que la justicia de su Padre pudiera exigir de nosotros un sacrificio sin haberle ofrecido El antes en persona en circunstancias mil veces más austeras que cuantas puedan darse en nosotros. ¿Qué son nuestras obras de penitencia, tan a menudo regateadas a la justicia de Dios por nuestra supina cobardía, si las careamos con el rigor de este ayuno del Señor en la montaña? ¿Tendríamos cara todavía, para pretender dispensarnos esas leves satisfacciones con que el Señor se dá por satisfecho, y que tan lejos están del castigo que merecen nuestras culpas? En lugar de lamentarnos de una ligera incomodidad, un trabajillo de algunos días, compadezcamos mas bien la cruel hambre que padece nuestro inocente Redentor durante esos interminables días y noches del desierto. 

CONFIANZA EN LA TENTACIÓN. — La oración, la abnegación en favor nuestro, el pensamiento de las justicias de su Padre sostenían a Jesús en sus desalientos; pero al finalizar la expiación de la cuarentena, la naturaleza humana estaba agotada. Entonces vino la tentación a darle el asalto, pero triunfa con tal sosiego y firmeza que nos deben servir de ejemplo. ¡Qué desvergonzada audacia de Satanás en el atrevimiento aquel de llegarse al Justo por excelencia! Y ¡qué paciencia la de Jesús! Se digna tolerar que el monstruo del abismo eche mano en él y le transporte por los aires de un lugar a otro. El alma cristiana está a menudo expuesta a crueles insultos de su enemigo, y hasta algunas veces estará tentada de quejarse a Dios de la humillación que sufre. Piense entonces en Jesús, el Santo de los Santos, entregado, si es lícito decirlo, a merced del espíritu del mal. No deja de ser por eso el Hijo de Dios, vencedor del infierno; y Satanás no ha sacado en limpio sino una vergonzosa derrota. De igual modo el alma cristiana, en ruda tentación, si aguanta con enérgico corage, será objeto de las más tiernas complacencias de Dios, para vergüenza y castigo eterno de Satanás. Unámonos a los Angeles leales que tras la retirada del príncipe de las tinieblas, se apresuraron a reparar las agotadas fuerzas del Redentor, ofreciéndole comida. ¡Qué tierna y finamente se conduelen de sus divinos trabajos! ¡Cómo reparan en sus adoraciones el ultraje horrible de que Satanás se hace reo contra el soberano Señor de todo lo creado! ¡Cómo se quedan pasmados de admiración de tamaña caridad de un Dios que en su amor al Hombre parece olvidarse de su augusta dignidad, para no pensar más que en las desgracias y necesidades de los hijos de Adán! Usurpando la Iglesia de nuevo las palabras de David, nos muestra al Señor amparando con delicada protección al leal rebaño y armándole contra toda embestida con el invencible escudo que nos brinda la fe. 

OFERTORIO 

El Señor te cubrirá con sus espaldas, y te cobijará bajo sus alas: te rodeará con el escudo de su verdad.
No estriba la Cuaresma solamente en el ayuno, y no será eficaz para lograr la reforma de nuestra alma si no esquivamos las ocasiones peligrosas que en un instante destruirán la obra de la gracia divina. Por eso pide la Iglesia en la Secreta un especial auxilio a nuestro favor. 

 
SECRETA 

Te inmolamos, Señor, solemnemente el sacrificio del comienzo cuaresmal, suplicándote hagas que, con la restricción de carnes, nos moderemos también en los placeres malsanos. Por el Señor. 

Para más sólidamente afianzar la confianza en nuestras almas, repite la Iglesia en la antífona de la Comunión las palabras de esperanza ya propuestas en el ofertorio. El sacrificio que acaba de ser ofrecido es para nosotros nueva prenda de la bondad divina. 

 
COMUNIÓN 

El Señor te cubrirá con sus espaldas, y te cobijará bajo sus alas: te rodeará con el escudo de su verdad. 

Enséñanos la Iglesia en la Poscomunión a considerar la Sagrada Eucaristía como medio más eficaz de acrecentar nuestras fuerzas, purificando nuestras lacras. Apresúrese, pues el pecador a sellar la paz con Dios, y no aguarde al festín pascual para probar la eficacia del divino manjar que nos salva de la divina justicia, incorporándonos al autor mismo de la salvación. 
 POSCOMUNIÓN 

Restáurenos, Señor la santa libación de tu Sacramento: y, purificándonos de nuestra vejez, háganos partícipes de tu salvador Misterio. Por el Señor.



Año Litúrgico de Dom Guéranger



5 de Marzo: PRIMER DOMINGO DE LA SEMANA PRIMERA DE CUARESMA, SOLEMNIDAD DE ESTE DÍA

Este domingo primero de la Santa Cuaresma, es así mismo, uno de los más solemnes del año. Su privilegio aplicado, por las últimas decisiones romanas, a los demás domingos de Cuaresma, pero que durante muchísimo tiempo fué exclusivo de Pasión y Ramos, consiste en no ceder el puesto a ninguna fiesta cualquiera, ni la del Patrono, titular de la iglesia o Predicación de la misma. En los antiguos calendarios es llamado el primer domingo de Cuaresma: Invocabit, Primera palabra del introito de la Misa. En la Edad Media se le llamaba: "Domingo de los Hachones" del uso de llevar hachones en la Misa del día, por motivos diversos no idénticos ni en tiempo ni en lugar. En algunos lugares, los jóvenes que se habían propasado en diversiones carnavalescas, debían presentarse hoy en la Iglesia, con un blandón en las manos para dar pública satisfacción de sus excesos. Aparece hoy la Cuaresma con todo su solemne atuendo. Los cuatro días precedentes se añadieron bastante tarde para completar los cuarenta días de ayuno, y, el miércoles de Ceniza no tienen obligación los fieles de oír misa. Viendo la Santa Madre Iglesia reunidos a sus hijos les dirige las palabras del oficio de maitines, sirviéndose del elocuente estilo de San León Magno. "Carísimos hijos, les dice, debiendo anunciaros el ayuno sacrosanto y solemne de Cuaresma, ¿por ventura podré empezar más oportunamente mi plática que usando las palabras del Apóstol a quien Jesucristo habla y repitiendo lo que acaban de leeros: He aquí el tiempo favorable, he aquí los días de salvación? Por que, aún cuando no haya tiempo alguno durante el año, que no sea rico en dones celestiales y en que, por la gracia de Dios, no hallemos siempre abiertas las puertas de la misericordia divina, debemos, sin embargo, trabajar en este santo tiempo con mayor celo y excitarnos al progreso espiritual y animarnos de grande confianza. La Cuaresma en efecto, al ponernos a la vista el día sacro en que fuimos redimidos, nos invita a practicar todos los deberes de piedad cristiana a fin de disponernos para la purificación del cuerpo y alma a celebrar los misterios de la Pasión del Señor. 




TIEMPO FAVORABLE. — Tan gran misterio merecería de parte nuestra, respeto y devoción sin tasa y debiéramos estar siempre delante de Dios tales cuales quisiéramos el día de Pascua. Pero esta constancia no es caudal de muchos; la flaqueza de la carne nos fuerza a mitigar la austeridad del ayuno y los varios quehaceres de esta vida dividen y reclaman nuestras preocupaciones. Y sucede en consecuencia que los corazones religiosos están dispuestos a contaminarse en algo con el polvillo de este mundo. Con aventajado provecho nuestro se ha introducido esta divina institución que nos da cuarenta días para recobrar las fuerzas de nuestras almas expiando por la santidad de nuestras obras y el merecimiento de nuestros ayunos los deslices de todo el año. 

CONSEJOS APOSTÓLICOS. — "Al comenzar queridos hijos, estos misteriosos días santamente establecidos para purificar nuestras almas y cuerpos, tengamos a gala obedecer la prescripción del Apóstol, despidiéndonos de todo cuanto pueda enlodar la carne y el espíritu con el fin de refrenando el ayuno la enemiga existente entre las dos partes de nuestro ser recobre el alma la dignidad de su imperio, sometida ella misma a Dios y dejándose guiar por El. A nadie demos ocasión de querellarse de nosotros; no nos expongamos al justificado vituperio de los que buscan contrariarnos. Los infieles, pues, tendrían motivo de condenarnos, y azuzaríamos nosotros mismos, por nuestra culpa, sus impías lenguas contra la religión, si la pureza de nuestra vida no corre pareja con la santidad, del ayuno que hemos abrazado. No nos figuremos que la perfección toda de nuestro ayuno estriba en sola la abstinencia de viandas; porque en balde negaríamos al cuerpo parte del alimento si, a la vez no alejásemos del alma la maldad." 

EL EJEMPLO DE JESUCRISTO TENTADO POR SATANÁS.— Cada domingo de Cuaresma ofrece como objeto principal una lectura de los santos Evangelios, destinada a iniciar a los fieles en los sentimientos que la Iglesia quiere inspirarnos durante el día. Hoy nos da a meditar la tentación de Cristo en el desierto. No hay asunto más adecuado para esclarecernos y fortalecernos que ese capital relato. Somos pecadores, nos reconocemos y deseamos expiar nuestros pecados. Pero ¿cómo caímos en el mal? Nos tentó el Demonio, y no rechazamos la tentación. Pronto cedimos a la sugestión del adversario y se perpetró el mal. Tal es nuestra historia en el pasado y tal sería en el porvenir si no aprovechamos el ejemplo con que nos brinda hoy el Redentor. Declarándonos el Apóstol la misericordia del consolador divino de los hombres, insiste sobre las tentaciones que se dignó tolerar nuestro Señor. Esa muestra de abnegación sin límites no se nos ha negado y así contemplamos hoy la paciencia adorable del Santo de los Santos; no tiene recelo ni asco en dejarse se le acerque ese repulsivo enemigo de todo bien, para enseñarnos como debemos triunfar de él. Satanás ha vislumbrado con sobresalto la santidad incomparable de Jesús. Las maravillas de su nacimiento, los pastores convocados por los Angeles ante el pesebre, los Magos llegados de Oriente, al señuelo de una estrella; la protección que ha sustraído al Niño del furor de Herodes; el testimonio de Juan Bautista dado a favor del nuevo Profeta; todo este conjunto de hechos contrasta y choca de modo tan extraño con la humildad, la oscuridad de los treinta primeros años del Nazareno, que despierta los recelos de la serpiente infernal. El misterio de la Encarnación se llevó a cabo lejos de sus miradas sacrilegas; ignora que María es la Virgen anunciada por Isaías como madre del Emmanuel. Pero se han cumplido los tiempos y la última semana de Daniel ha iniciado su carrera, el mismo mundo pagano aguarda de la Judea un libertador y sabe todo esto el demonio. En su perplejidad osa acercarse a Jesús, esperando poder en el curso de la conversación sacar de él alguna nueva. ¿Es o no es el Hijo de Dios? Ahí está el problema. Acaso, acaso, podrá hacerle caer en alguna flaqueza; el hecho de saber si es un hombre como los demás, le tranquiliza. 

PROCEDER DE CRISTO.— El enemigo de Dios o de los hombres había de quedar burlado de sus esperanzas. Se allega al Redentor, pero todos sus astutos esfuerzos se truecan en propia confusión con la sencillez candorosa y la majestad del justo, Jesús rechaza todas las embestidas de Satanás pero nos da a conocer su origen celestial. Aléjase el Angel perverso sin haber sacado en limpio de Jesús, que era un Profeta fiel al Señor. Bien pronto cuando sea testigo de los desprecios, calumnias y persecuciones que lleven sobre la cabeza del Hijo del Hombre, cuando sus esfuerzos para perderle parezcan salirle sorprendentemente bien, se cegará más y más en su orgullo. Cuando Jesús saturado de oprobios y tormentos expire en la Cruz, sentirá, por fin, que su víctima no es mero hombre, sino Dios, y que todos los furores que ha conjurado contra el Justo sólo ha servido para manifestar el último esfuerzo de la misericordia que salva al humano linaje y la justicia que para siempre quebranta y desbarata los poderes del Averno. Este es el plan de la divina Providencia al permitir que el espíritu del mal empañe con el vaho de su inmunda presencia el retiro del Hombre-Dios, le dirija la palabra y eche en El sus sacrilegas manos, examinaremos, pues las circunstancias de esta triple tentación soportada por Jesús con el fin de aleccionarnos y esforzarnos. 

NUESTROS TRES ENEMIGOS. — Tenemos tres géneros de enemigos con quienes hemos de pelear y nuestra alma ofrece tres puntos flacos, porque: "cuanto hay en este mundo es concupiscencia de la carne, concupiscencia de los ojos y orgullo de la vida". Por concupiscencia de la carne, hemos de entender el amor de los sentidos, codiciosos de los goces de la carne, arrastra el alma, si no se tiene a raya a deleites ilícitos. La concupiscencia de los ojos significa el amor de los bienes de este mundo, de sus riquezas, de la fortuna, que brillan a nuestra vista antes de seducir nuestro corazón. Por fin, el orgullo de la vida es la confianza en nosotros mismos; nos hace vanos y presuntuosos, nos hace olvidar que de Dios nos viene la vida y demás dones que se dignó derramar sobre nosotros. Todos nuestros pecados manan de una de estas tres fuentes, y las tres tentaciones que nos asaltan se proponen hacernos aceptar la concupiscencia de la carne o la concupiscencia de los ojos o el orgullo de la vida. El Salvador modelo nuestro en todas las cosas, había, pues, de sujetarse a tres pruebas.

LAS TRES TENTACIONES. — Tienta Satanás a Cristo primeramente en la carne, sugeriéndole el pensamiento de emplear su poder sobrenatural en remediar el hambre que le acucia. Di que estas piedras se conviertan en pan: Este consejo dá el Demonio al Hijo de Dios. Quiere ver si el apresuramiento de Jesús a dar satisfacción a su cuerpo denota por ventura ser un hombre flaco y sujeto a la concupiscencia. Cuando se dirige a nosotros, tristes herederos de la concupiscencia de Adán, lanza más atrevidamente adelante sus sugestiones; aspira a contaminar el alma por el cuerpo, pero la santidad soberana del Verbo no consentía osara Satanás hacer tal ensayo de su poder tentando al hombre en sus sentidos. Es por tanto una lección de templanza la que nos da el Hijo de Dios; y sabemos que para nosotros la templanza es madre de la pureza, y que la intemperancia atiza la rebelión de los sentidos. 

La segunda tentación es de orgullo. Echate abajo; los Angeles te recibirán en sus manos. Quiere saber el enemigo si los favores del cielo han ocasionado en el alma de Jesús esa hinchazón, esa confianza ingrata que hace que la criatura se atribuya a sí misma los dones de Dios, olvide a su bienhechor para dominar en lugar suyo. Queda burlado otra vez y la humildad del Redentor espanta el orgullo del ángel rebelde.

Ensaya entonces el último esfuerzo. Acaso, se dice, la ambición de la riqueza seduzca al que se muestra tan templado y humilde. He aquí todos los reinos del mundo en su esplendor y gloria; puedo entregártelos a condición de que me adores. Jesús rechaza con desdén esa despreciable oferta y lanza de su presencia al seductor maldito, príncipe del mundo, enseñándonos con este ejemplo a desdeñar las riquezas de la tierra, cuando para conservarlas o adquirirlas sería necesario quebrantar la ley de Dios y honrar a Satanás. 

VICTORIA Y EJEMPLO DE CRISTO. — Ahora bien, ¿cómo el Redentor, nuestro divino adalid, rechaza la tentación? ¿Escucha los razonamientos de su enemigo? ¿Le deja tiempo para descorrer ante sus ojos todas las fantasías diabólicas? Así hemos procedido a menudo nosotros y fuimos derrotados. Conténtase Jesús con oponer al enemigo el escudo de la inflexible ley de Dios. Escrito está, le dice: No de sólo pan vive el hombre. Escrito está: No tentarás al Señor tu Dios. Escrito está: Adorarás al Señor tu Dios y a El sólo servirás. Sigamos en adelante esta gran lección. Perdióse Eva y con ella el linaje humano, por haber trabado conversación con la sierpe infernal. Quien coquetea con la tentación sucumbirá. En estos días santos está el corazón más atento, las ocasiones alejadas, los hábitos viciosos interrumpídos; y depuradas nuestras almas con los ayunos, la oración y la limosna, resucitarán con Jesucristo; ¿conservarán empero esta nueva vida? Todo depende de nuestra actitud en las tentaciones. Desde el principio de Cuaresma la Iglesia asocia al precepto el ejemplo abriendo nuestros ojos el relato del santo Evangelio. Si vivimos atentos y fieles; fructificará en nosotros la lección; y llegados a la solemnidad pascual, la vigilancia, la desconfianza en nosotros mismos, la oración, con el auxilio divino que jamás falta, asegurarán nuestra perseverancia. 



Del Año Litúrgico de Dom Guéranger



viernes, 3 de marzo de 2017

4 de Marzo: SÁBADO DESPUÉS DE CENIZA. Del año Litúrgico de Dom Guéranger

La Estación está señalada en S. Trifón mártir; mas esta Iglesia del siglo IX fue destruida en 1736, y motivó la traslación a la Iglesia de S. Agustín, construida en el siglo XV, y situada muy cerca del lugar que ocupaba antiguamente S. Trifón. 

 
COLECTA 

Escucha, Señor, nuestras súplicas, y haz que celebremos con sincero afecto este solemne ayuno, instituído saludablemente para curar las almas y los cuerpos. Por el Señor. 
 
EPÍSTOLA 

Lección del Profeta Isaías. 
Esto dice el Señor: Si quitares de en medio de ti la cadena, y dejares de extender el dedo, y de hablar lo que no aprovecha; si derramares tu alma al hambriento, y saciares el alma afligida, nacerá en las tinieblas tu luz, y tus tinieblas serán como el mediodía. Y el Señor te dará descanso para siempre, y llenará tu alma de resplandores, y librará tus huesos, y serás como huerto regado, y como fuente a la que nunca faltarán las aguas. Y edificarán los tuyos los desiertos antiguos: levantarás los cimientos de generaciones y generaciones: y serás llamado edificador de vallados, reparador de sendas de paz. Si apartares del sábado tu pie, si hicieres tu voluntad en mi santo día, y llamares al sábado día delicioso, santo y glorioso del Señor, y lo respetares, no haciendo tus caminos, no buscando tu voluntad, ni hablando tus palabras: entonces te deleitarás en el Señor, y yo te elevaré sobre las alturas de la tierra, y te alimentaré con la heredad de tu padre Jacob. Lo ha dicho la boca del Señor. 

BUENAS OBRAS. — Es el sábado un día lleno de misterios; es el día del descanso del Señor; es símbolo de la paz eterna que saborearemos en el cielo después de los trabajos de la vida presente. Al leernos este paso de Isaías quiere enseñarnos la Iglesia bajo qué condiciones nos cabrá la suerte de tomar parte en el Sábado de la eternidad. Apenas empezamos la penitencia, ya se llega a nosotros la Iglesia, tierna Madre, con palabras llenas de consuelo. Si tachonamos de buenas obras esta santa Cuaresma durante la cual se suspenden las preocupaciones mundanas, la luz de la gracia relumbrará en medio de las tinieblas de nuestra alma. Esta alma sobrado tiempo oscurecida por el pecado, por el amor del mundo y de nosotros mismos, llegará, a resplandecer con resplandores meridianos, la gloria de Cristo resucitado será nuestra propia gloria; y si somos constantes, la Pascua del tiempo nos llevará de la mano a la Pascua de la eternidad. Edifiquemos, pues, lo que en nosotros estaba por los suelos, levantemos los fundamentos, reparemos los portillos; tengamos a raya nuestros pasos, para no quebrantar las santas observancias; no sigamos más nuestros torcidos senderos, no vayamos más de boca en pos de nuestras veleidades opuestas a los preceptos del Señor, y nos otorgará descanso eterno y llenará nuestra alma de sus propios resplandores. 


 EVANGELIO 


Continuación del santo Evangelio según S. Marcos. En aquel tiempo, como fuese tarde, estaba la nave en medio del mar, y Jesús estaba solo en tierra. Y, viendo que sus discípulos remaban con gran trabajo (porque les era el viento contrario), fué a ellos, hacia la cuarta vigilia de la noche, caminando sobre el mar: y quería sobrepasarles. Pero ellos, cuando le vieron caminar sobre el mar, creyeron que era un fantasma, y gritaron. Porque todos le vieron, y se asustaron. Y al punto habló con ellos, y les dijo: Confiad: soy yo; no temáis. Y subió a ellos en la nave, y cesó el viento. Y ellos se admiraban aún más en su interior: porque no habían entendido lo de los panes, pues estaba obcecado su corazón. Y, habiendo cruzado el lago, fueron a la tierra de Genesareth, y desembarcaron. Y, tan pronto como salieron de la nave, le conocieron: y, al recorrer toda aquella región, comenzaron a llevarle en sus camillas a los enfermos, donde oían que El se hallaba. Y, por donde quiera que pasaba—villas, aldeas o ciudades—, ponían en las plazas los enfermos, y le rogaban permitiera le tocasen al menos la orla de su vestido: y, todos cuantos le tocaban, sanaban.  

LA CUARESMA CON JESÚS. — La barca de la Santa Madre Iglesia es botada a alta mar; la travesía durará cuarenta días. Los discípulos de Cristo reman contra el viento y se apodera ya de ellos la inquietud; temen no poder llegar al puerto. Pero Jesús se llega a ellos sobre las olas; sube con ellos a la barca; su travesía será feliz en adelante. Los intérpretes antiguos de la Liturgia nos explanan como sigue la intención de la Iglesia al escoger este paso del Evangelio. Cuarenta días de penitencia son poquísima cosa, coreada con una vida que demasiado frecuentemente se desentiende de Dios; y todavía serían muy pesados a nuestra debilidad si el mismo Salvador no acudiera a recorrerlos con nosotros. Tranquilicémonos: es Jesús. Durante este período salutífero, ruega El con nosotros, ayuna con nosotros y con nosotros ejerce las obras de misericordia. ¿No inauguró, por ventura, El la Cuaresma de las expiaciones? Fijemos nuestra mente en ello y cobremos ánimo. Y si todavía nos sentimos desfallecer, acerquémonos a El como esos enfermos de que nos acaba de hablar el Evangelio. El contacto de sus vestidos bastaba a dar la salud a los que la habían pedido; vayamos a El en el Sacramento de su amor; y la vida divina cuyo germen está asentada en nosotros, se desarrollará más y más, y la energía que comenzaba ya a languidecer en nuestros corazones; surgirá siempre en aumento. 

Humillad vuestras cabezas ante Dios.  


 ORACIÓN 
  
Haz, oh Dios, que tus fieles se fortalezcan con tus dones: para que, recibiéndolos, los busquen y, buscándolos, los reciban sin fin. Por el Señor. 

Año Litúrgico de Dom Guéranger









jueves, 2 de marzo de 2017

3 de Marzo: VIERNES DESPUÉS DE CENIZA. Del año Litúrgico de Dom Guéranger

La Estación de hoy se celebra en la iglesia de los santos Mártires Juan y Pablo. 


COLECTA 

Suplicámoste, Señor, prosigas con tu benigno favor los ayunos comenzados: para que la penitencia, que practicamos corporalmente, podamos observarla también con corazones sinceros. Por el Señor. 


EPÍSTOLA 


Lección del Profeta Isaías. 

Esto dice el Señor, Dios: Clama, no ceses, levanta tu voz como una trompeta, y anuncia a mi pueblo sus crímenes, y sus pecados a la Casa de Jacob. Porque me buscan de día en día, y quieren saber mis caminos: como gente que hubiese obrado la justicia, y no hubiese abandonado la ley de su Dios: pídenme derechos de justicia: quieren acercarse a Dios. ¿Por qué hemos ayunado, y no nos has mirado? ¿Por qué humillamos nuestras almas, y lo ignoraste? Porque en el día de vuestro ayuno se encuentra vuestra voluntad, y porque demandáis a todos vuestros deudores. Porque ayunáis para seguir pleitos y contiendas, y para herir con el puño sin piedad. No ayunéis como hasta este día, para que vuestro clamor sea oído en lo alto. ¿Acaso consiste el ayuno, que yo he elegido, en que el hombre aflija su alma durante el día; en que encorve su cabeza como un junco y se cubra de saco y ceniza? ¿Llamáis a esto ayuno y día agradable a Dios? ¿Acaso el ayuno que yo he elegido no consiste más bien en desatar los lazos de la impiedad, en deshacer los haces de opresión, en dejar libres a los quebrantados y en que rompáis todo yugo? Parte tu pan con el hambriento, y mete en tu casa a todos los pobres y errantes. Cuando veas un desnudo, cúbrele, y no desprecies tu carne. Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salud se verá muy presto, y tu justicia irá delante de tu cara, y la gloria del Señor te protegerá. Entonces invocarás, y el Señor te oirá: clamarás, y El dirá: Aquí estoy. Porque yo, el Señor, tu Dios, soy misericordioso.

AYUNO AGRADABLE A DIOS. — El objeto de la lectura precedente es señalar las disposiciones requeridas para llevar a cabo felizmente el ayuno. El Señor había prescrito el ayuno a su pueblo. Declara que el ayuno de alimentos materiales, no es nada si los que lo practican, no ponen limite a sus iniquidades. Dios exige el sacrificio del alma. Dios vivo no puede consentir le traten como a los dioses de madera y piedra que adoraban los Gentiles. Bastábales homenajes exteriores, pues eran dioses ciegos e insensibles. No venga el hereje, a echar en cara a la Iglesia, estas prácticas que osa censurar de materiales; es él quien, al pretender desligar al cuerpo de todo yugo, se precipitó en la materia. Los hijos de la Iglesia ayunan porque el antiguo y Nuevo Testamento recomiendan el ayuno a cada paso, porque el mismo Jesucristo ayunó cuarenta días. Pero no aprecian esta práctica que se les impera de tan arriba, más que en la medida que la ven autorizada y completada por el homenaje de un corazón resuelto a reformar sus aviesas inclinaciones. El cuerpo es el culpable de la perversidad del alma. Sería justo que se someta al sufrimiento mientras que ella continuara imperturbable el curso de sus malvadas obras. Además, los que por salud delicada se sienten impedidos en este santo tiempo a someterse a las satisfacciones exigidas del cuerpo, no están descartados de la obligación en que están de imponer a su alma ese ayuno espiritual que estriba en la enmienda de la vida, huida de cuanto trascienda al mal y esmero en darse a todo género de buenas obras. 




EVANGELIO 



Continuación del santo Evangelio según S. Mateo. 
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo, y odiarás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odien: y orad por los que os persiguen y calumnian: para que seáis hijos de vuestro Padre, que está en los cielos, el cual hace salir el sol sobre los buenos y los malos, y llueve sobre los justos y los injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también eso los publícanos? Y, si saludáis solamente a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen también eso los paganos? Sed, pues, perfectos, como también es perfecto vuestro Padre celestial. Cuidad no hagáis vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos por ellos: porque, si así fuere, no tendréis recompensa ante vuestro Padre, que está en los cielos. Cuando des, pues, limosna, no toques la trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas, y en las plazas, para ser honrados por los hombres. En verdad os digo: Ya han recibido su recompensa. Mas, cuando tú des limosna, sea de modo que tu izquierda ignore lo que haga tu diestra: para que tu limosna sea oculta, y tu Padre, que ve en lo oculto, te lo recompensará. 

LIMOSNA. — Hermana de la oración y del ayuno es la limosna, tercera de las obras fundamentales de penitencia cristiana. La Iglesia nos propone hoy las enseñanzas del Salvador sobre el modo de llevar a cabo las obras de misericordia. Jesucristo nos manda amar a nuestros semejantes, sin distinción de amigos y enemigos. Dios les ha creado a todos, a todos ama; ser misericordioso para con todos nos obliga por tanto a nosotros. Si viven de contínuo en el mal se digna soportarlos y aguarda su vuelta hasta el fin de sus días; ni uno solo se pierde si no es por su propia culpa. ¿Cuál ha de ser nuestra actitud para con ellos? Somos pecadores y ellos nuestros hermanos, sacados, como nosotros, de la nada. Es pues honra para Dios le sirvamos, le asistamos, en los hombres de quien es Padre. La Caridad, reina de las virtudes, encierra en sí el amor al prójimo, como secuela necesaria del amor a Dios mismo. Es deber sagrado para los miembros de la gran familia humana; pero es, así mismo, a los ojos de Dios, en los actos que la caridad inspira, una obra de penitencia, teniendo en cuenta las privaciones que impone y repugnancias que supera al llevarla a cabo. Notemos, también, cómo reitera el Señor respecto a la limosna, el consejo que nos da sobre el ayuno: Hemos de evitar todo aparato y ostentación. La penitencia es humilde y callada, no desea las miradas de los hombres; búscale como testigo, el ojo que escudriña en el secreto.
 

Humillad vuestras cabezas ante Dios.

 ORACIÓN 

Protege, Señor, a tu pueblo, y purifícalo clemente de todos sus pecados: porque no le dañará ninguna adversidad, si no le dominare ninguna iniquidad. Por el Señor. 


Del Año Litúrgico de Guéranger








miércoles, 1 de marzo de 2017

2 de Marzo: JUEVES DESPUÉS DE CENIZA. Del Año Litúrgico de Dom Guéranger.

La ley del ayuno nos obliga desde ayer; no entramos, sin embargo, todavía en la Cuaresma propiamente dicha. La solemnidad se iniciará el próximo sábado a Vísperas. Para distinguir precisamente estos cuatro días añadidos del resto de la santa Cuaresma, continúa la Iglesia cantando las Vísperas a la hora ordinaria y permite a sus ministros rompan el ayuno antes de haber cumplido con el rezo de este Oficio. Desde el sábado ya será otra cosa; cada día, a excepción del domingo que no admite ayuno, las Vísperas de feria y fiestas serán anticipadas de manera que, a la hora en que los fieles toman la refección ordinaria, se haya celebrado ya el Oficio vespertino. Es un recuerdo de la Iglesia primitiva. Entonces los fieles no interrumpían el ayuno antes de la puesta del sol, hora a que corresponde el Oficio de Vísperas. 

La Santa Madre Iglesia ha distinguido estos tres días que siguen al miércoles de Ceniza, señalando para cada uno de ellos una lectura del Antiguo Testamento y otra del santo Evangelio, para que se lean en la misa; las daremos aquí acompañadas de algunas reflexiones y precedidas de la Colecta propia de cada día.

La Estación en Roma se celebra en S. Jorge in Velabro. Posee la cabeza de este mártir que el Papa Zacarías (741-752) llevó de Letrán. 


 COLECTA 
 
Oh Dios, que te ofendes con la culpa y te aplacas con la penitencia: escucha propicio las preces de tu pueblo suplicante, y aleja de nosotros los castigos de tu ira, que merecemos por nuestros pecados. Por el Señor.
 

EPÍSTOLA 


Lección del Profeta Isaías. 

En aquellos días enfermó de muerte el rey Ezequías: y entró a él Isaías, hijo del Profeta Amós, y le dijo: Esto dice el Señor: Dispón de tu casa, porque morirás, y no vivirás. Y volvió Ezequías su rostro hacia la pared, y oró al Señor, y dijo: Suplicóte, Señor, te acuerdes de cómo he caminado delante de ti en verdad, y con corazón perfecto, y de cómo he obrado el bien ante tus ojos. Y lloró Ezequías con grande llanto. Y habló el Señor a Isaías, diciendo: Vete, y di a Ezequías: Esto dice el ¡Señor, Dios de tu padre David: He oído tu oración, y he visto tus lágrimas: he aquí que añadiré quince años a tus días: y te libraré de la mano del rey de los Asirios, y también a tu ciudad, y la protegeré dice el Señor omnipotente. 


PREPARACIÓN A LA MUERTE. — Ayer nos ponía la Iglesia ante nuestros ojos la certeza de la muerte. Moriremos; está empeñada en ello la palabra de Dios y no puede figurarse ningún hombre razonable, que puede el sólo objeto de privilegiada excepción. Mas si el hecho de que hemos de morir es indudable, no estamos cierto del día preciso en que dejaremos de existir. Juzga Dios oportuno ocultárnoslo, en los designios de su sabiduría; es nuestro asunto el vivir de modo que no nos sorprenda desprevenidos. Por ventura esta tarde vendrá a decirnos como a Ezequías: "Arregla los negocios de tu casa porque vas a morir." Hemos de vivir en espera de esta nueva, y si Dios nos otorgara prolongación de vida como al Rey de Judá, forzoso es llegar pronto o tarde al último trance; más allá ya no hay tiempo, sino eternidad. Al disponer la Iglesia que buceemos en la vanidad de nuestra existencia, quiere fortalecernos contra las seducciones del presente, a fin de que nos entreguemos de lleno a esa obra de regeneración para la que nos viene preparando casi desde hace tres semanas. ¡Cuántos cristianos, que ayer recibieron la ceniza, no presenciarán en la tierra las alegrías de la Pascua! ¿Seremos nosotros, por ventura, del número de víctimas destinadas a muerte tan cercana? ¿Quién de nosotros osará afirmar lo contrario? En tal certidumbre aceptemos con agradecimiento la sentencia del Señor: "Haced penitencia, porque el reino de Dios está cerca" (
S. Mat., IV, 17).
 

EVANGELIO 



Continuación del santo Evangelio según S. Mateo. 

En aquel tiempo, habiendo entrado Jesús en Cafarnaum, se acercó a Él un centurión, rogándole y diciendo: Señor, mi siervo yace en casa paralítico, y es muy atormentado. Y le dijo Jesús: Iré yo, y le curaré. Y, respondiendo el centurión, dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo: dilo sólo de palabra, y sanará mi siervo. Porque también yo soy un hombre, constituido bajo potestad, que tengo soldados a mis órdenes. Y le digo a éste: Vete, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. Al oírle Jesús, se admiró, y dijo a los que le seguían: En verdad os digo: No he hallado una fe tan grande en Israel. Y también ós digo que vendrán muchos de Oriente y de Occidente, y se sentarán, con Abrahán e Isaac y Jacob, en el reino de los cielos: mas los hijos del reino serán arrojados en las tinieblas exteriores: allí será el llanto y el crujir de dientes. Y dijo Jesús al centurión: Vete; y, como has creído, te suceda. Y sanó su siervo en aquel instante. 


LA ORACIÓN. — Las Sagradas Escrituras, los Santos Padres y los teólogos católicos distinguen tres clases de obras penitenciales: oración, limosna y ayuno. En las lecturas que nos proporciona la Iglesia los primeros días de la Cuaresma, pretende adoctrinarnos sobre el modo de cumplir estas tres obras; hoy, nos recomienda la oración. El centurión viene a implorar del Señor la curación del criado. Su oración es humilde: de lo íntimo de su corazón se considera indigno de recibir la visita de Jesús. Aparece henchida de fe; no duda un instante que el Señor podrá seguramente otorgarle lo que pide. ¡Con qué ingenioso ardor exhibe la demanda! La fe de este pagano sobrepasa la de los hijos de Israel y merece la admiración del Hijo de Dios. Así debe de ser nuestra oración, cuando imploramos el remedio de nuestras almas. Reconozcamos que somos indignos de hablar a Dios; insistamos, sin embargo, con fe inquebrantable; su poder y su bondad exigen de nosotros la oración para galardonarla con la efusión a manos llenas de sus misericordias. El tiempo en que estamos es tiempo de oración. Reitera la Iglesia sus plegarias apremiantes; las ofrenda por nosotros; no consintamos dejarla rogar sola. Depongamos nuestra tibieza, y acordémonos que si todos los días pecamos, la oración repara nuestras faltas y nos preservará de cometer otras de nuevo. 


Humillad vuestras cabezas ante Dios.
 

ORACIÓN 

Perdona, Señor, perdona a tu pueblo: para que, castigado con justas flagelaciones, respire por tu misericordia. Por el Señor.

Año Litúrgico de Dom Guéranger