La Estación en Roma se celebra en Santa Anastasia, Iglesia en que antiguamente se celebraba la misa de la Aurora el día de Navidad. Bajo la protección de esa santa Mártir se ofrecen hoy al Padre de las misericordias nuestros anhelos.
COLECTA
Contempla, Señor, a tu Familia, y haz que nuestro espíritu, que se mortifica con la maceración de la carne, resplandezca ante ti con tu deseo. Por el Señor.
Lección del Profeta Isaías.
En aquellos días habló el Profeta Isaías, diciendo: Buscad al Señor, mientras puede ser hallado: invocadle, mientras está cerca. Abandone el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase al Señor, y a nuestro Dios, y se compadecerá de él: porque es muy grande para perdonar. Porque mis pensamientos, no son como vuestros pensamientos, ni vuestros caminos como mis caminos, dice el Señor. Porque, como se elevan los cielos sobre la tierra, así se elevan mis caminos sobre vuestros caminos, y mis pensamientos sobre vuestros pensamientos. Y, como la escarcha y la nieve descienden del cielo, y no tornan más allá, sino que embriagan la tierra, y la penetran, y la fecundan, para que dé simiente al que siembra, y pan al que come: así será mi palabra, la que saldrá de mi boca: no tornará a mí estéril, sino que hará cuanto quise, y prosperará en aquello para lo que la envié: lo dice el Señor omnipotente.
CONFIANZA Y VIGILANCIA. — Nos anuncia el Profeta de parte de Dios que, si nuestra conversión es sincera, descenderá sobre nosotros la misericordia. En valde buscará el hombre medir la infinita distancia que separa la santidad soberana de Dios del estado sórdido en que se halla el alma del pecador; porque nada de eso estorbará la reconciliación de la creatura con su Creador. La omnipotente bondad de Dios creará un corazón puro (Psl. L. 12) en el hombre arrepentido y "la gracia sobreabundará donde abundó el pecado" (Rom., V, 20). La palabra del perdón bajará del cielo como benéfica lluvia, sobre tierra estéril y árida, y esa tierra dará fruto abundoso. Escuche empero el pecador la profecía por entero: ¿Es acaso dueño el hombre de aceptar o rechazar la palabra que viene de lo alto? Puede hoy descuidarla en la idea de que acaso la acatará más tarde, al fin de su vida? No; porque nos dice Dios por su Profeta: "Buscad al Señor mientras puede ser hallado; llamadle en tanto que está cerca." No podemos, pues, hallar siempre a nuestro antojo al Señor, no siempre está tan cerca de nosotros. ¡Cuidado! tiene sus tiempos; ha sonado la hora de sus misericordias, la de sus justicias sonará después. "De aquí a cuarenta días Nínive será arrasada", decía a voz en grito Jonás en las calles de aquella soberbia ciudad (Jon., III, 4). No dejó Nínive transcurrieran los cuarenta días sin convertirse al Señor sin aplacarle en ayuno, ceniza y cilicio, y Dios perdonó a Nínive. Hagamos nuestros los sentimientos de esa ciudad culpable y arrepentida, no de safiemos a la divina justicia rehuyendo la penitencia o cumpliéndola de modo imperfecto. La Cuaresma que celebramos es acaso la última que la bondad divina nos prepara; si no nos convirtiéramos ¿quién sabe si el Señor volvería piadoso a nosotros? Consideremos despacio estas palabras del Apóstol que se relacionan con las de Isaías: "Porque la tierra que a menudo absorve la lluvia caída sobre ella y produce frutos de bendición para el que la cultiva, recibirá las bendiciones de Dios; pero la que produce espinas y abrojos, es estéril y está próxima a ser maldita, y su fin será el fuego" (Hebre, VI, 7, 8.)
Continuación del santo Evangelio según S. Mateo.
En aquel tiempo, habiendo entrado Jesús en Jerusalén, se conmovió toda la ciudad, diciendo: ¿Quién es éste? Y los pueblos decían: Jesús, el Profeta de Nazareth de Galilea. Y entró Jesús en el templo de Dios, y expulsó a todos los que vendían y compraban en él y derribó las mesas de los cambistas, y los asientos de los vendedores de palomas: y les dijo: Escrito está: Mi casa se llamará casa de oración; pero vosotros la habéis hecho cueva de ladrones. Y se acercaron a El los ciegos y tullidos que había en el templo; y los sanó. Mas, viendo los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, las maravillas que hacía, y a los niños clamando en el templo, y diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! se indignaron, y dijeron: ¿Oyes lo que dicen éstos? Y Jesús les dijo: Sí. ¿Nunca leísteis: De la boca de los niños y lactantes sacaste alabanza? Y, dejados ellos, salió fuera de la ciudad, yéndose a Betania: y allí se quedó.
OBEDIENCIA. — La Santa Cuaresma acaba apenas de iniciarse, y, antes de que se acabe, habremos presenciado el suplicio del Justo. Ved aquí ya a sus implacables enemigos enfrentados contra El. En vano presencian sus ojos los estupendos prodigios; la envidia y el orgullo que endurecen su corazón no quisieron comprender ni verlo claro. Esos desleales custodios de la casa de Dios permanecieron mudos cuando vieron a Jesús mostrar su autoridad en el templo; extrañeza terrorífica les ha sobrecogido. Ni siquiera retrucan cuando llama al templo su casa: a tal grado se les imponía la virtud, tanto temían su poder sobrehumano. Ahora renace su audacia; la voz de los niños que aclaman a Jesús: ¡Hosanna!, lastima sus oídos y se indignan. Se atreven a censurar amargamente ese inocente agasajo tributado al hijo de David que pasa haciendo bien. Esos doctores de la Ley, cegados por envidia abominable no aciertan ya a conocer las profecías ni a descubrir su cumplimiento. Se confirma el oráculo de Isaías que acabamos de leer: Por no haber buscado al Señor cuando se hallaba cerca de ellos, no pueden ya reconocerle cuando El mismo les habla. Los niños le adivinan y bendicen; los sabios de Israel no ven en él más que un enemigo de Dios, un blasfemo. Aprovechemos nosotros, al menos, la visita de Jesús para que no nos abandone como abandonó a esos falsos sabios. Se retiró de su lado y saliendo de la ciudad volvió a Betania que estaba cerca de Jerusalén. Allí vivía Lázaro con las dos ¡hermanas Marta y María Magdalena; allí también se había retirado María madre de Jesús, en espera del terrible drama que bien pronto se iba a desarrollar. San Jerónimo en su comentario sobre San Mateo nota que la palabra Betania significa Casa de obediencia, lo que nos da a entender que el Salvador se aleja de los corazones rebeldes a su gracia y le place descansar en los corazones obedientes. Aceptemos por entero la lección que nos da Jesús, y en estos días de salud mostremos por nuestra obediencia a la Iglesia y la sumisión al guía de nuestra conciencia, que hemos, por fin, caído en la cuenta de que no hay salvación para nosotros, sino en el abatimiento del orgullo y sencillez de corazón.
Humillad vuestras cabezas a Dios. Asciendan a ti, Señor, nuestras preces: y aleja de tu Iglesia todo mal. Por el Señor.
COLECTA
EPÍSTOLA
Lección del Profeta Isaías.
En aquellos días habló el Profeta Isaías, diciendo: Buscad al Señor, mientras puede ser hallado: invocadle, mientras está cerca. Abandone el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase al Señor, y a nuestro Dios, y se compadecerá de él: porque es muy grande para perdonar. Porque mis pensamientos, no son como vuestros pensamientos, ni vuestros caminos como mis caminos, dice el Señor. Porque, como se elevan los cielos sobre la tierra, así se elevan mis caminos sobre vuestros caminos, y mis pensamientos sobre vuestros pensamientos. Y, como la escarcha y la nieve descienden del cielo, y no tornan más allá, sino que embriagan la tierra, y la penetran, y la fecundan, para que dé simiente al que siembra, y pan al que come: así será mi palabra, la que saldrá de mi boca: no tornará a mí estéril, sino que hará cuanto quise, y prosperará en aquello para lo que la envié: lo dice el Señor omnipotente.
CONFIANZA Y VIGILANCIA. — Nos anuncia el Profeta de parte de Dios que, si nuestra conversión es sincera, descenderá sobre nosotros la misericordia. En valde buscará el hombre medir la infinita distancia que separa la santidad soberana de Dios del estado sórdido en que se halla el alma del pecador; porque nada de eso estorbará la reconciliación de la creatura con su Creador. La omnipotente bondad de Dios creará un corazón puro (Psl. L. 12) en el hombre arrepentido y "la gracia sobreabundará donde abundó el pecado" (Rom., V, 20). La palabra del perdón bajará del cielo como benéfica lluvia, sobre tierra estéril y árida, y esa tierra dará fruto abundoso. Escuche empero el pecador la profecía por entero: ¿Es acaso dueño el hombre de aceptar o rechazar la palabra que viene de lo alto? Puede hoy descuidarla en la idea de que acaso la acatará más tarde, al fin de su vida? No; porque nos dice Dios por su Profeta: "Buscad al Señor mientras puede ser hallado; llamadle en tanto que está cerca." No podemos, pues, hallar siempre a nuestro antojo al Señor, no siempre está tan cerca de nosotros. ¡Cuidado! tiene sus tiempos; ha sonado la hora de sus misericordias, la de sus justicias sonará después. "De aquí a cuarenta días Nínive será arrasada", decía a voz en grito Jonás en las calles de aquella soberbia ciudad (Jon., III, 4). No dejó Nínive transcurrieran los cuarenta días sin convertirse al Señor sin aplacarle en ayuno, ceniza y cilicio, y Dios perdonó a Nínive. Hagamos nuestros los sentimientos de esa ciudad culpable y arrepentida, no de safiemos a la divina justicia rehuyendo la penitencia o cumpliéndola de modo imperfecto. La Cuaresma que celebramos es acaso la última que la bondad divina nos prepara; si no nos convirtiéramos ¿quién sabe si el Señor volvería piadoso a nosotros? Consideremos despacio estas palabras del Apóstol que se relacionan con las de Isaías: "Porque la tierra que a menudo absorve la lluvia caída sobre ella y produce frutos de bendición para el que la cultiva, recibirá las bendiciones de Dios; pero la que produce espinas y abrojos, es estéril y está próxima a ser maldita, y su fin será el fuego" (Hebre, VI, 7, 8.)
EVANGELIO
Continuación del santo Evangelio según S. Mateo.
En aquel tiempo, habiendo entrado Jesús en Jerusalén, se conmovió toda la ciudad, diciendo: ¿Quién es éste? Y los pueblos decían: Jesús, el Profeta de Nazareth de Galilea. Y entró Jesús en el templo de Dios, y expulsó a todos los que vendían y compraban en él y derribó las mesas de los cambistas, y los asientos de los vendedores de palomas: y les dijo: Escrito está: Mi casa se llamará casa de oración; pero vosotros la habéis hecho cueva de ladrones. Y se acercaron a El los ciegos y tullidos que había en el templo; y los sanó. Mas, viendo los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, las maravillas que hacía, y a los niños clamando en el templo, y diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! se indignaron, y dijeron: ¿Oyes lo que dicen éstos? Y Jesús les dijo: Sí. ¿Nunca leísteis: De la boca de los niños y lactantes sacaste alabanza? Y, dejados ellos, salió fuera de la ciudad, yéndose a Betania: y allí se quedó.
OBEDIENCIA. — La Santa Cuaresma acaba apenas de iniciarse, y, antes de que se acabe, habremos presenciado el suplicio del Justo. Ved aquí ya a sus implacables enemigos enfrentados contra El. En vano presencian sus ojos los estupendos prodigios; la envidia y el orgullo que endurecen su corazón no quisieron comprender ni verlo claro. Esos desleales custodios de la casa de Dios permanecieron mudos cuando vieron a Jesús mostrar su autoridad en el templo; extrañeza terrorífica les ha sobrecogido. Ni siquiera retrucan cuando llama al templo su casa: a tal grado se les imponía la virtud, tanto temían su poder sobrehumano. Ahora renace su audacia; la voz de los niños que aclaman a Jesús: ¡Hosanna!, lastima sus oídos y se indignan. Se atreven a censurar amargamente ese inocente agasajo tributado al hijo de David que pasa haciendo bien. Esos doctores de la Ley, cegados por envidia abominable no aciertan ya a conocer las profecías ni a descubrir su cumplimiento. Se confirma el oráculo de Isaías que acabamos de leer: Por no haber buscado al Señor cuando se hallaba cerca de ellos, no pueden ya reconocerle cuando El mismo les habla. Los niños le adivinan y bendicen; los sabios de Israel no ven en él más que un enemigo de Dios, un blasfemo. Aprovechemos nosotros, al menos, la visita de Jesús para que no nos abandone como abandonó a esos falsos sabios. Se retiró de su lado y saliendo de la ciudad volvió a Betania que estaba cerca de Jerusalén. Allí vivía Lázaro con las dos ¡hermanas Marta y María Magdalena; allí también se había retirado María madre de Jesús, en espera del terrible drama que bien pronto se iba a desarrollar. San Jerónimo en su comentario sobre San Mateo nota que la palabra Betania significa Casa de obediencia, lo que nos da a entender que el Salvador se aleja de los corazones rebeldes a su gracia y le place descansar en los corazones obedientes. Aceptemos por entero la lección que nos da Jesús, y en estos días de salud mostremos por nuestra obediencia a la Iglesia y la sumisión al guía de nuestra conciencia, que hemos, por fin, caído en la cuenta de que no hay salvación para nosotros, sino en el abatimiento del orgullo y sencillez de corazón.
ORACIÓN
Humillad vuestras cabezas a Dios. Asciendan a ti, Señor, nuestras preces: y aleja de tu Iglesia todo mal. Por el Señor.
Año Litúrgico de Dom Guéranger
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