Este día recibe desde muy antiguo el hombre de Sábado Sitientes por comenzar el Introito de la Misa con esta palabra; la Iglesia con estas palabras de Isaías invita, a los aspirantes al Bautismo a venir a apagar su sed en la fuente de la salvación. En Roma la estación se celebró primero en la Basílica de S, Lorenzo extra-muros; mas como esta iglesia resultaba incómoda, por estar muy apartada, para que se pudiesen reunir los fieles, se designó con buen acuerdo para reemplazarla la iglesia de S. Nicolás in carcere situada en el interior de la ciudad.
Lección del Profeta Isaías.
Esto dice el Señor: Te oí en el tiempo propicio, y te auxilié en el día de la salud: y te conservé, y te di en alianza del pueblo, para que resucitaras la tierra, y poseyeras las heredades devastadas: para que dijeras a los que están presos: Salid; y a los que están en tinieblas: Manifestaos. Serán apacentados en los caminos, y su pasto estará en todas las llanadas. No tendrán hambre, ni sed, y no les molestarán el calor y el sol: porque les regirá el que tiene piedad de ellos, y les abrevará en las fuentes de las aguas. Y tornaré camino todos mis montes, y serán exaltadas mis sendas. He aquí que éstos vendrán de lejos, y aquellos del Aquilón, y del mar, y los otros de la tierra austral. Alabad, cielos, y alégrate, tierra; montes, entonad jubilosas alabanzas: porque el Señor ha consolado a su pueblo, y tendrá piedad de sus pobres. Y dijo Sión: Me ha abandonado el Señor, y el Señor se ha olvidado de mí. ¿Acaso puede una mujer olvidarse de su niño, y no compadecerse de su hijo? Y, si ella se olvidare, yo no me olvidaré de ti: lo dice el Señor omnipotente.
TERNURA DEL PADRE CELESTIAL. — ¡ Qué dulces debían ser estas palabras al corazón de los Catecúmenos! ¿Acaso nunca se ha hablado tan elocuentemente del amor del Padre Celestial como lo ha hecho su profeta con estas palabras? Hace entrega a su Hijo Encarnado de toda la tierra, no para juzgarla ni condenarla como se lo merece, sino para salvarla ( S. Juan, III, 17). Este divino enviado convoca a todos los que gimen en las mazmorras y languidecen en las tinieblas, para darles la libertad y la luz. Su hambre será aplacada y su sed apagada. Los que poco ha se hallaban jadeantes bajo los rayos de un sol ardiente, ahora encontrarán la más deliciosa frescura a la orilla de las aguas a las que el mismo pastor les conduce. Vienen de lejos; de todos los puntos del cielo; esta fuente inagotable es el lugar de cita de todo el género humano. La gentilidad se llamará en adelante Sión y el Señor "Ama las puertas de esta nueva ciudad más que las tiendas de Jacob" (Ps., LXXXVI, 2). No; no la ha olvidado durante los siglos que ha estado adorando a los ídolos; el amor del Señor es tan grande como el de una madre; y si el corazón de la madre estuviere cerrado para siempre a su hijo, el Señor dice que el suyo permanecerá continuamente abierto para Sión.
CONFIANZA. — Tened una confianza sin límites vosotros cristianos que habéis sido admitidos en el seno de la Iglesia, mediante el Bautismo, desde vuestro nacimiento y que, después habéis tenido la desgracia de ofender a Dios. Sí; en este momento en que estáis llenos de la gracia divina, fortalecidos con las santas mortificaciones de la Cuaresma y las oraciones de la Iglesia que intercede por vosotros continuamente, preparáis vuestro retorno al Señor, cumplid las palabras de Dios. Ya veis; nos ha dado a su propio Hijo; le ha encomendado vuestra salvación. ¿Estáis amarrados por las cadenas del pecado? Jesús es poderoso para romperlas. ¿Os halláis en medio de las tinieblas del mundo? Él es la Luz. ¿Tenéis hambre? Él es Pan de vida ¿Tenéis sed? Él es la Fuente de aguas vivas. ¿Os consumen y desfiguran los ardores de la codicia? Arrojaos en la fuente purificadora; no ciertamente a esta primera fuente que os dio la vida tan tristemente perdida; sino a esta otra fuente, es decir, al sacramento de la reconciliación, de donde vuestras almas saldrán renovadas.
Continuación del santo Evangelio según s. Juan.
En aquel tiempo habló Jesús a las turbas de los judíos, diciendo: Yo soy la luz del mundo: el que me sigue a mí, no anda en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. Dijéronle entonces los judíos: Tú das testimonio de ti mismo: tu testimonio no es verdadero. Respondió Jesús, y díjoles: Aunque doy yo testimonio de mi mismo, mi testimonio es verdadero: porque sé de dónde he venido y a dónde voy. Vosotros juzgáis según la carne: yo no juzgo a nadie: y, si juzgo yo, mi juicio es verdadero, porque no soy yo solo, sino yo y el Padre que me ha enviado. Y en vuestra Ley está escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero. Yo soy el que doy testimonio de mí mismo: y también da testimonio de mí el Padre que me ha enviado. Dijéronle entonces los judíos: ¿Dónde está tu Padre? Respondió Jesús: No me conocéis ni a mí, ni a mi Padre: si me conociéseis a mí, quizás conociérais también a mi Padre. Estas palabras dijo Jesús en el gazofilacio, enseñando en el templo: y nadie le prendió, porque aún no había llegado su hora.
HUIR DEL ORGULLO.— ¡Qué contraste se nota entre el lenguaje de Dios que invita a los hombres a recibir a su Hijo como a un libertador y la dureza de corazón de los judíos en el recibimiento que hicieron a este enviado del cielo! Jesús se llama Hijo de Dios y para probar su origen divino, durante tres años está obrando constantemente los prodigios más portentosos. Muchos judíos creyeron en Él, porque pensaron que Dios no podría confirmar el error con milagros y aceptaron la doctrina de Jesús como venida del cielo. Los fariseos odian la cruz y aman las tinieblas; su orgullo no se humilla ante la evidencia de los hechos. Unas veces niegan que los prodigios de Jesús sean verdaderos; y otras quieren explicarlos por medio de una intervención diábolica; mas otras intentarán con sus preguntas capciosas tomar un pretexto para hacer comparecer ante el juez al Justo, como un blasfemo o como un violador de la ley. Hoy se atreve desvergonzadamente a objetar a Jesús, el cual, declarándose el enviado de Dios, ha dado testimonio de sí mismo.
El Salvador que conoce la maldad de su corazón, se digna aún responder a su impío sarcasmo; mas evita darles una explicación completa. Poco a poco la luz se va alejando de Jerusalem para iluminar otras regiones. Terrible abandono del alma; ha abusado de la verdad y la ha rechazado llevado de su instinto de odio. Es el pecado contra el Espíritu Santo que no se perdona ni en este mundo ni en el otro ( S. Mateo, XII, 31).
AMAR LA VERDAD. — Dichoso aquel que ama la verdad aunque contrarie sus inclinaciones y perturbe sus ideas. Porque, de este modo, honra la sabiduría de Dios; y aunque la verdad no le guíe completamente en todo, al menos no le ha abandonado. Pero aún es mucho más dichoso aquel que entregándose por completo a la verdad sigue a Jesús como su humilde discípulo. Este nos dice el Salvador "No caminará entre tinieblas, sino que posee la luz de la vida." Apresurémonos, pues, a entrar en esta senda abierta por aquel que es nuestra luz y nuestra vida. Siguiendo sus huellas hemos subido la áspera montaña de la Cuaresma, y hemos sido testigos de los rigores de su ayuno; en adelante, en estos días consagrados a la Pasión, nos conviene seguirle en otra montaña, en el Calvario, donde vamos a contemplar sus dolores y su muerte. Seamos fieles a la cita y obtendremos "la luz de la vida".
COLECTA
Suplicámoste, Señor, hagas que, con tu gracia, sea fructífero el sentimiento de nuestra devoción: porque entonces nos aprovecharán nuestros ayunos, cuando fueren gratos a tu piedad. Por el Señor.
EPÍSTOLA
Lección del Profeta Isaías.
Esto dice el Señor: Te oí en el tiempo propicio, y te auxilié en el día de la salud: y te conservé, y te di en alianza del pueblo, para que resucitaras la tierra, y poseyeras las heredades devastadas: para que dijeras a los que están presos: Salid; y a los que están en tinieblas: Manifestaos. Serán apacentados en los caminos, y su pasto estará en todas las llanadas. No tendrán hambre, ni sed, y no les molestarán el calor y el sol: porque les regirá el que tiene piedad de ellos, y les abrevará en las fuentes de las aguas. Y tornaré camino todos mis montes, y serán exaltadas mis sendas. He aquí que éstos vendrán de lejos, y aquellos del Aquilón, y del mar, y los otros de la tierra austral. Alabad, cielos, y alégrate, tierra; montes, entonad jubilosas alabanzas: porque el Señor ha consolado a su pueblo, y tendrá piedad de sus pobres. Y dijo Sión: Me ha abandonado el Señor, y el Señor se ha olvidado de mí. ¿Acaso puede una mujer olvidarse de su niño, y no compadecerse de su hijo? Y, si ella se olvidare, yo no me olvidaré de ti: lo dice el Señor omnipotente.
TERNURA DEL PADRE CELESTIAL. — ¡ Qué dulces debían ser estas palabras al corazón de los Catecúmenos! ¿Acaso nunca se ha hablado tan elocuentemente del amor del Padre Celestial como lo ha hecho su profeta con estas palabras? Hace entrega a su Hijo Encarnado de toda la tierra, no para juzgarla ni condenarla como se lo merece, sino para salvarla ( S. Juan, III, 17). Este divino enviado convoca a todos los que gimen en las mazmorras y languidecen en las tinieblas, para darles la libertad y la luz. Su hambre será aplacada y su sed apagada. Los que poco ha se hallaban jadeantes bajo los rayos de un sol ardiente, ahora encontrarán la más deliciosa frescura a la orilla de las aguas a las que el mismo pastor les conduce. Vienen de lejos; de todos los puntos del cielo; esta fuente inagotable es el lugar de cita de todo el género humano. La gentilidad se llamará en adelante Sión y el Señor "Ama las puertas de esta nueva ciudad más que las tiendas de Jacob" (Ps., LXXXVI, 2). No; no la ha olvidado durante los siglos que ha estado adorando a los ídolos; el amor del Señor es tan grande como el de una madre; y si el corazón de la madre estuviere cerrado para siempre a su hijo, el Señor dice que el suyo permanecerá continuamente abierto para Sión.
CONFIANZA. — Tened una confianza sin límites vosotros cristianos que habéis sido admitidos en el seno de la Iglesia, mediante el Bautismo, desde vuestro nacimiento y que, después habéis tenido la desgracia de ofender a Dios. Sí; en este momento en que estáis llenos de la gracia divina, fortalecidos con las santas mortificaciones de la Cuaresma y las oraciones de la Iglesia que intercede por vosotros continuamente, preparáis vuestro retorno al Señor, cumplid las palabras de Dios. Ya veis; nos ha dado a su propio Hijo; le ha encomendado vuestra salvación. ¿Estáis amarrados por las cadenas del pecado? Jesús es poderoso para romperlas. ¿Os halláis en medio de las tinieblas del mundo? Él es la Luz. ¿Tenéis hambre? Él es Pan de vida ¿Tenéis sed? Él es la Fuente de aguas vivas. ¿Os consumen y desfiguran los ardores de la codicia? Arrojaos en la fuente purificadora; no ciertamente a esta primera fuente que os dio la vida tan tristemente perdida; sino a esta otra fuente, es decir, al sacramento de la reconciliación, de donde vuestras almas saldrán renovadas.
EVANGELIO
Continuación del santo Evangelio según s. Juan.
En aquel tiempo habló Jesús a las turbas de los judíos, diciendo: Yo soy la luz del mundo: el que me sigue a mí, no anda en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. Dijéronle entonces los judíos: Tú das testimonio de ti mismo: tu testimonio no es verdadero. Respondió Jesús, y díjoles: Aunque doy yo testimonio de mi mismo, mi testimonio es verdadero: porque sé de dónde he venido y a dónde voy. Vosotros juzgáis según la carne: yo no juzgo a nadie: y, si juzgo yo, mi juicio es verdadero, porque no soy yo solo, sino yo y el Padre que me ha enviado. Y en vuestra Ley está escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero. Yo soy el que doy testimonio de mí mismo: y también da testimonio de mí el Padre que me ha enviado. Dijéronle entonces los judíos: ¿Dónde está tu Padre? Respondió Jesús: No me conocéis ni a mí, ni a mi Padre: si me conociéseis a mí, quizás conociérais también a mi Padre. Estas palabras dijo Jesús en el gazofilacio, enseñando en el templo: y nadie le prendió, porque aún no había llegado su hora.
HUIR DEL ORGULLO.— ¡Qué contraste se nota entre el lenguaje de Dios que invita a los hombres a recibir a su Hijo como a un libertador y la dureza de corazón de los judíos en el recibimiento que hicieron a este enviado del cielo! Jesús se llama Hijo de Dios y para probar su origen divino, durante tres años está obrando constantemente los prodigios más portentosos. Muchos judíos creyeron en Él, porque pensaron que Dios no podría confirmar el error con milagros y aceptaron la doctrina de Jesús como venida del cielo. Los fariseos odian la cruz y aman las tinieblas; su orgullo no se humilla ante la evidencia de los hechos. Unas veces niegan que los prodigios de Jesús sean verdaderos; y otras quieren explicarlos por medio de una intervención diábolica; mas otras intentarán con sus preguntas capciosas tomar un pretexto para hacer comparecer ante el juez al Justo, como un blasfemo o como un violador de la ley. Hoy se atreve desvergonzadamente a objetar a Jesús, el cual, declarándose el enviado de Dios, ha dado testimonio de sí mismo.
El Salvador que conoce la maldad de su corazón, se digna aún responder a su impío sarcasmo; mas evita darles una explicación completa. Poco a poco la luz se va alejando de Jerusalem para iluminar otras regiones. Terrible abandono del alma; ha abusado de la verdad y la ha rechazado llevado de su instinto de odio. Es el pecado contra el Espíritu Santo que no se perdona ni en este mundo ni en el otro ( S. Mateo, XII, 31).
AMAR LA VERDAD. — Dichoso aquel que ama la verdad aunque contrarie sus inclinaciones y perturbe sus ideas. Porque, de este modo, honra la sabiduría de Dios; y aunque la verdad no le guíe completamente en todo, al menos no le ha abandonado. Pero aún es mucho más dichoso aquel que entregándose por completo a la verdad sigue a Jesús como su humilde discípulo. Este nos dice el Salvador "No caminará entre tinieblas, sino que posee la luz de la vida." Apresurémonos, pues, a entrar en esta senda abierta por aquel que es nuestra luz y nuestra vida. Siguiendo sus huellas hemos subido la áspera montaña de la Cuaresma, y hemos sido testigos de los rigores de su ayuno; en adelante, en estos días consagrados a la Pasión, nos conviene seguirle en otra montaña, en el Calvario, donde vamos a contemplar sus dolores y su muerte. Seamos fieles a la cita y obtendremos "la luz de la vida".
Año Litúrgico de Dom Guéranger
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