domingo, 19 de marzo de 2017

20 de Marzo: LUNES DE LA TERCERA SEMANA DE CUARESMA. Del Año Litúrgico de Dom Guéranger.

La Estación se celebra en la Iglesia de San Marcos, construída en el siglo IV en honor del evangelista de este nombre, por el Papa San Marcos cuyo cuerpo reposa en ella aún hoy día. 

COLECTA

Suplicámoste, Señor, infundas benigno tu gracia en nuestros corazones: para que, así como nos abstenemos de comer carnes, así también retraigamos nuestros sentidos de todo exceso perjudicial. Por el Señor. 


EPÍSTOLA 

Lección del libro de los Reyes. 
En aquellos días, Naamán, caudillo del ejército del rey de Siria, era varón grande delante de su señor, y honrado, pues por él había salvado el Señor a Siria: era varón fuerte y rico, pero leproso. Ahora bien, habían salido de Siria unos ladronzuelos, y habían traído cautiva de la tierra de Israel una muchacha, que servía a la esposa de Naamán, la cual dijo a su ama: Ojalá fuera mi señor al Profeta que hay en Samaría: porque le curaría la lepra que tiene. Entró, pues, Naamán a su rey, y se lo anunció, diciendo: Esto y esto ha dicho la muchacha de la tierra de Israel. Y díjole el rey de Siria: Vete, y te daré unas letras para el rey de Israel. Habiendo, pues, partido, y llevado consigo diez talentos de plata, y seis mil monedas de oro, y diez mudas de vestidos, presentó las letras al rey de Israel, las cuales decían: Cuando recibas esta carta, sabe que te envío a mi servidor Naamán, para que le cures de su lepra. Y, cuando leyó el rey de Israel las letras, rasgó sus vestidos, y dijo: ¿Soy yo por ventura Dios, para que pueda matar y dar vida, pues éste me ha mandado un hombre, para que le cure de su lepra? Advertid, y ved cómo busca un pretexto contra mí. Cuando supo esto el varón de Dios Elíseo, a saber, que el rey de Israel había rasgado sus vestidos, le envió recado, diciendo: ¿Por qué has rasgado tus vestidos? Venga a mí, y sepa que hay profeta en Israel. Fue, pues, Naamán con caballos, y carros, y paróse junto a la puerta de la casa de Elíseo: y le envió Eliseo un mensaje diciendo: Vete, y lávate siete veces en el Jordán, y recibirá tu carne la salud, y quedarás limpio. Airado Naamán, se retiraba, diciendo: Creía que me saldría al encuentro y, estando delante de mí, invocaría el nombre del Señor, su Dios, y tocaría con su mano el lugar de la lepra, y me curaría. ¿Acaso no son mejores Abana y Farfar, los ríos de Damasco, que todas las aguas de Israel, para que me lave en ellas, y quede limpio? Y, como se volviera, y marchara indignado, se acercaron a él sus esclavos, y le dijeron: Padre, aunque el profeta te hubiera mandado una cosa difícil, debieras hacerla: ¿cuánto más habiéndote dicho: Lávate, y quedarás limpio? Bajó, pues, y se lavó siete veces según la orden del Profeta, y volvióse su carne como la carne de un niño, y quedó limpio. Y, vuelto al varón de Dios con toda su comitiva, fue, y paróse delante de él, y dijo: Sé verdaderamente que no hay en toda la tierra otro Dios que el de Israel.

EL BAUTISMO. — Ayer la Santa Iglesia anunciaba cómo ya se acercaba pronto el bautismo para los catecúmenos; hoy les presenta una historia del Antiguo Testamento, que encierra un símbolo de este baño saludable que les ha preparado la misericordia divina. La lepra de Naamán es figura del pecado; esta enfermedad horripilante sólo tiene para el oficial sirio un remedio; tiene que bañarse siete veces en las aguas del Jordán y quedará curado. El gentil, el infiel, el niño que nace con la mancha original pueden hacerse justos y santos por medio del agua acompañada de la invocación de la excelsa Trinidad. Naamán encuentra este remedio demasiado vulgar: duda, desconfía; siguiendo el dictamen de su saber humano, quisiera un remedio más digno de su persona, un prodigio aparatoso que pudiera honrar a él y también al profeta. Cuando predicaban los Apóstoles más de uno pensó lo mismo; mas los que creyeron con sencillez en la virtud del agua santificada por Jesucristo recibieron la regeneración; y de la fuente bautismal nació un nuevo pueblo formado de todos los pueblos que viven bajo el sol. Naamán, figura de la gentilidad, se determinó por fin a creer y su fe se vió recompensada con una curación completa. Sus carnes putrefactas se hicieron semejantes a las de un niño en quien los principios de la vida aun no se han visto alterados. Demos gloria a Dios que ha dotado de esta virtud a las aguas y que, mediante su gracia, produce en las almas dóciles esta fe a la que está reservada una gran recompensa. 


EVANGELIO 

Continuación del santo Evangelio según S. Lucas. 



En aquel tiempo dijo Jesús a los fariseos: Seguramente me diréis aquel proverbio: Médico, cúrate a ti mismo: haz aquí, en tu patria, cuantas cosas hemos oído decir que has hecho en Cafarnaum. Pero El dijo: En verdad os digo: Ningún profeta es bien recibido en su patria. En verdad os digo, muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando se cerró el cielo tres años, y seis meses, reinando gran hambre en toda la tierra: y a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a la viuda de Sarepta, la de Sidonia. Y muchos eran los leprosos que había en Israel en tiempo del Profeta Eliseo: y ninguno de ellos fue limpiado, sino el sirio Naamán, y al oír esto, se llenaron de ira todos los de la sinagoga. Y se levantaron, y le sacaron fuera de la ciudad: y le llevaron hasta la cima del monte en que estaba su ciudad, para precipitarle. Pero El pasando por medio de ellos, se fue. 

JESÚS ESCAPA DE LA MUERTE. — Acabamos de oír al Salvador proclamar el misterio de la vocación de los gentiles en lugar de los incrédulos judíos; y Naamán es citado aquí como un ejemplo de esta misericordiosa sustitución. Jesús recuerda también a la viuda de Sarepta, la patrona de Elías cuya historia hemos leído hace pocos días. Esta determinación del Señor de llevar su luz de un pueblo a otro, irrita a los fariseos de Nazareth contra el Mesías. Saben que Jesús que está en este momento comenzando su predicación, acaba de obrar grandes maravillas en Cafarnaum; desearían diera celebridad a su pequeña ciudad obrando también en ella algunos milagros semejantes; mas Jesús sabe que no se van a convertir. ¿Le conocen solamente? Ha vivido con ellos durante treinta años, "creciendo siempre en edad y sabiduría delante de Dios y de los hombres (Luc., II, 52)". Mas estos potentados del mundo apenas si prestan atención a un pobre obrero, al hijo del carpintero. ¿Saben tal vez que, aunque Jesús habitó por mucho tiempo en Nazareth, sin embargo de eso, no nació en esta ciudad, sino en Belén? Ante ellos, en la Sinagoga de Nazareth (Luc., IV, 16-22) acaba de explicar al profeta Isaías con una elocuencia y gracia prodigiosas; anunciaba cómo ha llegado el tiempo del perdón: Su discurso, que llamó la atención y hechizó a los asistentes, a los sabios de la ciudad les ha sorprendido menos que el ruido de los prodigios que obraba en países vecinos. Quieren también ellos verle hacer algún milagro en su presencia, que sea algo espectacular; no lo conseguirán. Que recuerden el discurso que Jesús les ha predicado en la Sinagoga y sobre todo que tiemblen al oír anunciar la vuelta de los gentiles. Mas el divino profeta no es escuchado en su ciudad natal; y si su poder no lo hubiese defendido de la ferocidad de sus indignos compatriotas, la sangre del Justo habría comenzado a correr desde ese día. Está reservada esta triste gloria para la ingrata Jerusalén "ya que ningún profeta debe perecer, si no es dentro de sus muros (Luc., XIII, 38)". 


ORACIÓN 

Humillad vuestras cabezas a Dios. Ayúdenos, Señor, tu misericordia: para que, con tu protección, merezcamos vernos libres y, con tu ayuda, nos salvemos de los inminentes peligros de nuestros pecados. Por el Señor. 



Del año Litúrgico de Dom Guéranger

 

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