El ayuno cuaresmal viene a asociarse hoy el de las Témporas. Con el Viernes y Sábado próximo tendremos, asimismo, doble motivo de hacer penitencia. Es la temporada de primavera, y se trata de consagrarla a Dios ofreciéndole las primicias con el ayuno y la oración; tenemos también en vista la ordenación de Sacerdotes y Ministros sagrados sobre la que es menester recabemos las bendiciones de lo alto. Tengamos, pues, respeto soberano a estos tres días.
Hasta el siglo XI el ayuno de las Témporas primaverales estuvo fijo a la primera semana de Marzo y el de verano a la segunda de Junio. Un decreto de San Gregorio VII las fijó en las fechas que hoy conservamos; las Témporas de primavera en la Primera semana de Cuaresma y las de verano en la semana de Pentecostés.
La Estación se celebra hoy en Santa María la Mayor. Honremos a la Madre de Dios, refugio de pecadores y la supliquemos ofrezca ella misma a nuestro Juez el humilde tributo de nuestras satisfacciones.
Doblemos las rodillas. R. Levantaos. — Suplicámoste, Señor, escuches clemente nuestras preces, y extiendas la diestra de tu majestad contra todo lo que nos sea adverso. Por el Señor.
La Iglesia, que en los miércoles de las Témporas, nos presenta siempre dos lecciones de la Sda. Escritura en lugar de la Epístola de la Misa, ha juntado hoy los dos grandes tipos de la Cuaresma en el Antiguo Testamento, Moisés y Elías, con el propósito de revalorizar ante nuestros ojos la dignidad del ayuno cuaresmal al que Cristo mismo confirió un carácter más sagrado aún, realizando en su propia persona lo que la Ley y los Profetas no habían ejecutado más que en figura.
Lección del libro del Exodo.
En aquellos días dijo el Señor a Moisés: Sube a mí en el monte, y estáte allí: y te daré las tablas de piedra, la Ley y los preceptos que he escrito: para que los enseñes a los hijos de Israel. Se levantaron Moisés y su ministro Josué: y, al subir Moisés al monte de Dios, dijo a los ancianos: Esperad aquí hasta que tornemos a vosotros. Tenéis con vosotros a Aarón y a Hur: si hubiere alguna cuestión, recurriréis a ellos. Y, habiendo subido Moisés, una nube cubrió el monte, y la gloria del Señor habitó en el Sinaí, cubriéndolo con la nube durante seis días: mas, al séptimo día, le llamó de en medio de la nube. Y era la figura de la gloria de Dios como un fuego que ardía sobre la cima del monte, a la vista de los hijos de Israel. Y, penetrando Moisés en medio de la nube, subió al monte: y estuvo allí cuarenta días y cuarenta noches.
Lección del libro de los Reyes. En aquellos días vino Elías a Bersabée de Judea, y dejó allí a su siervo, y siguió por el desierto durante un día de camino. Y habiendo llegado, y sentádose bajo un enebro, pidió a su alma que se muriera, y dijo: Ya me basta, Señor, llévate mi alma: porque no soy mejor que mis padres. Y se echó, y se durmió bajo la sombra del enebro: y he aquí que el Angel del Señor le tocó, y le dijo: Levántate y come. Miró, y he aquí que había junto a su cabeza un pan cocido al rescoldo y un vaso de agua: comió, pues, y bebió, y se durmió de nuevo. Y tornó segunda vez el Angel del Señor, y le tocó, y le dijo: Levántate, come: porque te resta un largo camino. Habiéndose levantado, comió, y bebió, y, fortalecido con aquella comida, caminó cuarenta días y cuarenta noches, hasta que llegó a Horeb, el monte de Dios.
EUCARISTÍA. — Moisés y Elías ayunan cuarenta dias y cuarenta noches porque van a acercarse a Dios. Es menester se purifique el hombre, se desprenda del peso del cuerpo, si quiere ponerse al habla con el que es espíritu. Con todo, la visión de Dios con que fueron distinguidos estos dos santos personajes fue muy imperfecta; sintieron que el Señor estaba cabe ellos, pero no vieron su gloria. Manifestóse después el Señor en la carne y el hombre le vió, le oyó y le tocó con las manos. No somos nosotros del número de aquellos felices mortales que conversaron con el Verbo de vida; pero en la divina Eucaristía hace algo más que dejarse ver; entra en nosotros y se hace sustancia nuestra. El más humilde fiel en la Iglesia, posee a Dios más plenamente que Moisés en el Sinaí y que Elías en Horeb. No nos extrañe, pues, si la Iglesia, para prepararnos a tamaño favor en la fiesta de Pascua, quiere pasemos antes la prueba de cuarenta días, prueba mucho menos rigurosa que la que exigió de Moisés y Elías la concesión de la gracia que Dios se dignó otorgarlos.
Continuación del santo Evangelio según S. Mateo.
En aquel tiempo respondieron a Jesús algunos de los escribas y fariseos, diciendo: Maestro, queremos ver un milagro tuyo. El, respondiendo, les dijo: Esta raza mala y adúltera busca un milagro: y no se le dará, sino es el signo del Profeta Jonás. Porque, así como Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre de la ballena, así el Hijo del hombre estará tres días y tres noches en el seno de la tierra. Los habitantes de Nínive surgirán el día del juicio con esta raza, y la condenarán: porque ellos hicieron penitencia, al predicársela Jonás. Y he aquí al que es más que Jonás, La Reina del Mediodía surgirá el día del juicio con esta raza, y la condenará: porque ella vino desde el extremo de la tierra, para oír la sabiduría de Salomón: y aquí está el que es mayor que Salomón. Cuando el espíritu inmundo sale de un hombre, anda por lugares áridos, buscando descanso, y no lo encuentra. Entonces dice: Volveré a mi casa, de donde salí. Y, tornando, la encuentra desocupada, barrida y adornada. Entonces va, y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y, entrando, habitan allí; y la nueva situación de aquel hombre viene a ser peor que la primera. Así sucederá también con esta raza pésima. Estando todavía hablando a las turbas, he aquí que su madre y hermanos esperaban fuera, queriendo hablarle. Y le dijo uno: He aquí que tu madre y tus hermanos están afuera, buscándote. Pero El, respondiendo al que le hablaba, dijo: ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos? Y, extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí a mi Madre y a mis hermanos. Porque, el que hiciere la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, ese es mi hermano, y hermana, y madre.
CASTIGO DE LA INCREDULIDAD. — Denuncia el Salvador a Israel los castigos que le esperan por su voluntaria ceguera y dureza de corazón. Exige Israel prodigios para creer; le rodean por doquier y no los ve; así son los hombres de nuestros días. Para reconocer como divino el cristianismo habrán menester pruebas. Patente está la historia sin embargo, abierta ante sus ojos. Los acontecimientos del día dan su testimonio; pero nada los sacude y saca de su modorra. Se aferran desilusionados a sus propios sistemas y no llegarán a comprender que es la Iglesia católica el fundamento de la sociedad hasta el día en que la sociedad por ellos aislada de la Iglesia se hunda en el abismo abierto por sus manos. "Generación perversa y adúltera", dice el Señor, contra la que se levantarán los pueblos infieles, desconocedores de las instituciones cristianas y que hubieran llegado por ventura a amarlas y guardarlas. Temamos la espantable suerte de los judíos a quienes el sitio de Jerusalén y su misma ruina no logró abrir los ojos y permanecen fieles todavía a las ilusiones de su orgullo, tras una esclavitud de diecinueve siglos.
EL BUEN EJEMPLO. — En medio de los peligros de la sociedad han de darse cuenta los hijos de la Iglesia de su responsabilidad. Indaguen por qué los sabios del mundo, los políticos del mundo, dejan de contar con ellos. Por qué todavía hoy esos hombres hallan tan dificultoso dar siquiera en algún sitio con el elemento católico. Es que los católicos han desertado de la Iglesia y de sus prácticas santas. Por días se va notando que el vacío se adueña más y más de nuestras iglesias, no se frecuentan ya los sacramentos, la Cuaresma no es más que mera palabra en el calendario. Volvamos, no ya tan sólo a la fe de nuestros padres, sino a la observancia de las leyes cristianas; entonces sí que el Señor se apiadará de su pueblo infiel en atención a los justos que cobije en su seno. El apostolado del ejemplo producirá sus frutos; con grupito de fieles fue para los pueblos del imperio romano la levadura de que nos habla el Salvador que fermentó toda la masa; en medio de una sociedad que todavía conserva más elementos católicos que ella misma sospecha, nuestro celo por confesar y practicar los deberes de la milicia cristiana no quedará sin resultado feliz.
Humillad vuestras cabezas a Dios. Suplicámoste, Señor, ilustres nuestras mentes con la luz de tu claridad: para que podamos ver lo que hay que hacer, y podamos hacer lo que es recto. Por el Señor.
Hasta el siglo XI el ayuno de las Témporas primaverales estuvo fijo a la primera semana de Marzo y el de verano a la segunda de Junio. Un decreto de San Gregorio VII las fijó en las fechas que hoy conservamos; las Témporas de primavera en la Primera semana de Cuaresma y las de verano en la semana de Pentecostés.
La Estación se celebra hoy en Santa María la Mayor. Honremos a la Madre de Dios, refugio de pecadores y la supliquemos ofrezca ella misma a nuestro Juez el humilde tributo de nuestras satisfacciones.
COLECTA
Doblemos las rodillas. R. Levantaos. — Suplicámoste, Señor, escuches clemente nuestras preces, y extiendas la diestra de tu majestad contra todo lo que nos sea adverso. Por el Señor.
La Iglesia, que en los miércoles de las Témporas, nos presenta siempre dos lecciones de la Sda. Escritura en lugar de la Epístola de la Misa, ha juntado hoy los dos grandes tipos de la Cuaresma en el Antiguo Testamento, Moisés y Elías, con el propósito de revalorizar ante nuestros ojos la dignidad del ayuno cuaresmal al que Cristo mismo confirió un carácter más sagrado aún, realizando en su propia persona lo que la Ley y los Profetas no habían ejecutado más que en figura.
PRIMERA LECCIÓN
Lección del libro del Exodo.
En aquellos días dijo el Señor a Moisés: Sube a mí en el monte, y estáte allí: y te daré las tablas de piedra, la Ley y los preceptos que he escrito: para que los enseñes a los hijos de Israel. Se levantaron Moisés y su ministro Josué: y, al subir Moisés al monte de Dios, dijo a los ancianos: Esperad aquí hasta que tornemos a vosotros. Tenéis con vosotros a Aarón y a Hur: si hubiere alguna cuestión, recurriréis a ellos. Y, habiendo subido Moisés, una nube cubrió el monte, y la gloria del Señor habitó en el Sinaí, cubriéndolo con la nube durante seis días: mas, al séptimo día, le llamó de en medio de la nube. Y era la figura de la gloria de Dios como un fuego que ardía sobre la cima del monte, a la vista de los hijos de Israel. Y, penetrando Moisés en medio de la nube, subió al monte: y estuvo allí cuarenta días y cuarenta noches.
EPISTOLA
Lección del libro de los Reyes. En aquellos días vino Elías a Bersabée de Judea, y dejó allí a su siervo, y siguió por el desierto durante un día de camino. Y habiendo llegado, y sentádose bajo un enebro, pidió a su alma que se muriera, y dijo: Ya me basta, Señor, llévate mi alma: porque no soy mejor que mis padres. Y se echó, y se durmió bajo la sombra del enebro: y he aquí que el Angel del Señor le tocó, y le dijo: Levántate y come. Miró, y he aquí que había junto a su cabeza un pan cocido al rescoldo y un vaso de agua: comió, pues, y bebió, y se durmió de nuevo. Y tornó segunda vez el Angel del Señor, y le tocó, y le dijo: Levántate, come: porque te resta un largo camino. Habiéndose levantado, comió, y bebió, y, fortalecido con aquella comida, caminó cuarenta días y cuarenta noches, hasta que llegó a Horeb, el monte de Dios.
EUCARISTÍA. — Moisés y Elías ayunan cuarenta dias y cuarenta noches porque van a acercarse a Dios. Es menester se purifique el hombre, se desprenda del peso del cuerpo, si quiere ponerse al habla con el que es espíritu. Con todo, la visión de Dios con que fueron distinguidos estos dos santos personajes fue muy imperfecta; sintieron que el Señor estaba cabe ellos, pero no vieron su gloria. Manifestóse después el Señor en la carne y el hombre le vió, le oyó y le tocó con las manos. No somos nosotros del número de aquellos felices mortales que conversaron con el Verbo de vida; pero en la divina Eucaristía hace algo más que dejarse ver; entra en nosotros y se hace sustancia nuestra. El más humilde fiel en la Iglesia, posee a Dios más plenamente que Moisés en el Sinaí y que Elías en Horeb. No nos extrañe, pues, si la Iglesia, para prepararnos a tamaño favor en la fiesta de Pascua, quiere pasemos antes la prueba de cuarenta días, prueba mucho menos rigurosa que la que exigió de Moisés y Elías la concesión de la gracia que Dios se dignó otorgarlos.
EVANGELIO
Continuación del santo Evangelio según S. Mateo.
En aquel tiempo respondieron a Jesús algunos de los escribas y fariseos, diciendo: Maestro, queremos ver un milagro tuyo. El, respondiendo, les dijo: Esta raza mala y adúltera busca un milagro: y no se le dará, sino es el signo del Profeta Jonás. Porque, así como Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre de la ballena, así el Hijo del hombre estará tres días y tres noches en el seno de la tierra. Los habitantes de Nínive surgirán el día del juicio con esta raza, y la condenarán: porque ellos hicieron penitencia, al predicársela Jonás. Y he aquí al que es más que Jonás, La Reina del Mediodía surgirá el día del juicio con esta raza, y la condenará: porque ella vino desde el extremo de la tierra, para oír la sabiduría de Salomón: y aquí está el que es mayor que Salomón. Cuando el espíritu inmundo sale de un hombre, anda por lugares áridos, buscando descanso, y no lo encuentra. Entonces dice: Volveré a mi casa, de donde salí. Y, tornando, la encuentra desocupada, barrida y adornada. Entonces va, y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y, entrando, habitan allí; y la nueva situación de aquel hombre viene a ser peor que la primera. Así sucederá también con esta raza pésima. Estando todavía hablando a las turbas, he aquí que su madre y hermanos esperaban fuera, queriendo hablarle. Y le dijo uno: He aquí que tu madre y tus hermanos están afuera, buscándote. Pero El, respondiendo al que le hablaba, dijo: ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos? Y, extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí a mi Madre y a mis hermanos. Porque, el que hiciere la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, ese es mi hermano, y hermana, y madre.
CASTIGO DE LA INCREDULIDAD. — Denuncia el Salvador a Israel los castigos que le esperan por su voluntaria ceguera y dureza de corazón. Exige Israel prodigios para creer; le rodean por doquier y no los ve; así son los hombres de nuestros días. Para reconocer como divino el cristianismo habrán menester pruebas. Patente está la historia sin embargo, abierta ante sus ojos. Los acontecimientos del día dan su testimonio; pero nada los sacude y saca de su modorra. Se aferran desilusionados a sus propios sistemas y no llegarán a comprender que es la Iglesia católica el fundamento de la sociedad hasta el día en que la sociedad por ellos aislada de la Iglesia se hunda en el abismo abierto por sus manos. "Generación perversa y adúltera", dice el Señor, contra la que se levantarán los pueblos infieles, desconocedores de las instituciones cristianas y que hubieran llegado por ventura a amarlas y guardarlas. Temamos la espantable suerte de los judíos a quienes el sitio de Jerusalén y su misma ruina no logró abrir los ojos y permanecen fieles todavía a las ilusiones de su orgullo, tras una esclavitud de diecinueve siglos.
EL BUEN EJEMPLO. — En medio de los peligros de la sociedad han de darse cuenta los hijos de la Iglesia de su responsabilidad. Indaguen por qué los sabios del mundo, los políticos del mundo, dejan de contar con ellos. Por qué todavía hoy esos hombres hallan tan dificultoso dar siquiera en algún sitio con el elemento católico. Es que los católicos han desertado de la Iglesia y de sus prácticas santas. Por días se va notando que el vacío se adueña más y más de nuestras iglesias, no se frecuentan ya los sacramentos, la Cuaresma no es más que mera palabra en el calendario. Volvamos, no ya tan sólo a la fe de nuestros padres, sino a la observancia de las leyes cristianas; entonces sí que el Señor se apiadará de su pueblo infiel en atención a los justos que cobije en su seno. El apostolado del ejemplo producirá sus frutos; con grupito de fieles fue para los pueblos del imperio romano la levadura de que nos habla el Salvador que fermentó toda la masa; en medio de una sociedad que todavía conserva más elementos católicos que ella misma sospecha, nuestro celo por confesar y practicar los deberes de la milicia cristiana no quedará sin resultado feliz.
ORACION
Humillad vuestras cabezas a Dios. Suplicámoste, Señor, ilustres nuestras mentes con la luz de tu claridad: para que podamos ver lo que hay que hacer, y podamos hacer lo que es recto. Por el Señor.
Año Litúrgico de Dom Guéranger
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