El protomártir de los apóstoles,
Santiago el Mayor, luz y patrón de las Españas, fué natural de Galilea, hijo de
Zabedeo y de María Salomé,-hermano mayor de san Juan evangelista, y primo de
Jesucristo según la carne. Fueron ambos hermanos pescadores y andando el Señor
a la ribera del mar de Galilea, violes en un navio con su padre Zebedeo,
remendando las redes, y los llamó, y ellos dejando al punto las redes y a su
padre, le siguieron. Mudóles después el Señor el nombre y por su ardoroso celo
los llamó Boanerges que quiere decir hijos del trueno, y después de san Pedro,
a quien mudó también el nombre, fueron estos dos hermanos los discípulos
favorecidos del Salvador. Porque los llevó consigo cuando fué a resucitar a la
hija del príncipe de la sinagoga; quiso que fuesen testigos de su
transfiguración en el Tabor, y de su mortal tristeza en el huerto de Getsemaní,
y después de su resurrección hizo que se hallasen presentes a casi todas sus
frecuentes apariciones. Refiere el evangelista san Lucas que viendo los dos
hermanos Santiago y Juan que los samaritános no querían hospedar al Señor, le
dijeron: ¿Quieres que hagamos bajar fuego del cielo que abrase esta gente? Mas
Jesús les respondió: No sabéis de qué espíritu sois; dándoles a entender que El
no había venido a dar la muerte a los pecadores, sino a morir por ellos para
darles la vida eterna. En otra ocasión la madre de estos dos hermanos se
atrevió a pedirle que en su reino hiciese que el uno de ellos se sentase a su
diestra y el otro a la siniestra; mas el Señor les dijo:
No sabéis lo que pedís; porque
pedían dignidad temporal. Preguntóles si podrían beber el cáliz que El mismo
había de beber; y como respondiesen animosos que sí, el Señor les profetizó que
en efecto lo beberían, y padecerían el martirio por su amor. Después de la
Ascensión de Jesucristo predicó Santiago en Jerusalén y en Samaría; y habiendo
los judíos apedreado y muerto a san Esteban, y levantándose aquella grande
tempestad en Jerusalén contra la Iglesia, el santo apóstol vino a España y
convirtió algunos hombres a la fe, de los cuales siete fueron ordenados de
obispos por san Pedro, y pasaron a España. Llegado Santiago a Zaragoza, salió
una noche con sus discípulos a la ribera del Ebro para orar, y la Reina de los
ángeles, que aún vivía, se le apareció sobre una columna o pilar de jaspe, y le
dijo: «En este mismo lugar labrarás una iglesia de mi nombre, porque desde
ahora tomo esta nación debajo de mi amparo. Volvió después el santo apóstol a
Jerusalén donde los judíos le echaron una soga a la garganta y acudiendo los
soldados le prendieron y llevaron delante del rey Herodes, el cual por dar
contento al pueblo le mandó degollar.
Reflexión: Grandes han sido las
mercedes que Dios nuestro Señor ha hecho a los reinos de España por medio de
este gloriosísimo apóstol; porque de él recibieron la luz de la fe, y el primer
templo labrado a la Madre de Dios, y la celestial protección contra los moros,
hasta capitanear el mismo santo apóstol nuestros ejércitos, montado sobre un
caballo blanco, y con un grande estandarte blanco en la mano, como se vio en la
famosa batalla de Clavijo, por lo cual la señal de acometer los soldados
españoles y cerrar con el enemigo, comenzó a ser la señal de la cruz y decir:
«¡Santiago, y cierra España!» Invoquémosle pues al rogar por nuestra patria,
para que la libre de sus actuales enemigos.
Oración: Santifica, Señor, y
guarda a tu pueblo, para que amparado de la protección del bienaventurado
apóstol Santiago, te agrade con sus virtuosas costumbres y te sirva en paz. Por
Jesucristo nuestro Señor. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario