El apostólico predicador y
mártir de Cristo, san Nazario, nació en Roma y fué hijo de un caballero
africano y de una señora romana celebrada en 'la Iglesia con el nombre de santa
Gaudencia. Recibió el bautismo de manos de san Lino, coadjutor a la sazón del
príncipe de los apóstoles san Pedro. Por inspiración del Señor determinó salir
de Roma para predicar a Jesucristo; y socorrer con sus limosnas a los pobres
necesitados, juntando en uno la misericordia espiritual y corporal, vino a
Placencia, y de allí a Milán donde fué preso por mandato del presidente
Anolino; el cual queriendo persuadirle que adorase a sus falsos dioses y no
habiéndolo podido acabar con él, mandó darle en su venerable rostro muchas
bofetadas y echarle de la ciudad. Tuvo el santo esta afrenta por grande honra,
por haberla pedecido por Cristo; y pasó a Francia derramando por todas partes
las semillas del Evangelio. En una población de aquel reino, llamada Melia una
mujer principal por nombre Maríonila le trajo un niño llamado Celso, para que
le instruyese y le bautizase. Hizole así el santo, y viendo que resplandecía
mucho en el jovencito la gracia del Señor, se lo pidió a su madre por
inseparable compañero de su vida apostólica; y ella, aunque era viuda, hizo
aquel sacrificio, y encomendó el hijo a san Nazario, el cual le trajo siempre
consigo y padeció con él muchos trabajos. Obraron en la ciudad de Tréveris
muchos milagros con que ganaron innumerables almas a Jesucristo; mas arrestados
los dos y puestos en la cárcel, fueron condenados a muerte, y para ello los
arrojaron en la confluencia de dos ríos Sarra y Mosela; pero al tiempo que los
ministros del tirano pensaban que los dos santos habían ido al fondo, los
vieron andar sobre las aguas, con grande admiración, y movidos de este prodigio
los veneraron y tomaron por maestros, recibiendo de su mano la fe y el
bautismo. Con esto, viéndose libres, volvieron a predicar por las ciudades de
Italia, y vinieron a parar a Milán, donde fueron presos del mismo presidente
Anolino, el cual habiéndolo primero consultado con y el emperador Nerón (por
ser Nazario ciudadano romano y hombre principal) los mandó conducir a la plaza
mayor de la ciudad, donde fueron juntamente degollados, siendo aquella su
preciosa sangre fecundísima semilla de gran número de fieles y mártires que dio
al cielo aquella bendita tierra.
Reflexión: Trescientos años
después del martirio de estos gloriosos santos Nazario y Celso, fué revelado a
san Ambrosio (como él mismo lo escribe) el lugar donde estaban sus sagrados
cuerpos: y pasando a él acompañado de su clero, halló el cadáver' de san
Nazario tan entero como si lo hubieran sepultado aquel mismo día: y junto a él
una ampollita de sangre tan fresca y roja como si acabara de derramarse. La cabeza
del santo estaba cortada y separada del cuerpo, pero tan entera que parecía
estar viva. Añade el diácono Paulino, testigo presencial de este suceso, que el
sepulcro exhalaba un olor suavísimo, y más agradable que todos los aromas. En
otra parte de la misma huerta hallaron luego el cuerpo de san Celso, el cual
juntamente con el de san Nazario fué trasladado a la iglesia de los Apóstoles.
De este entonces acá no ha menguado un punto la devoción de los milaneses a los
santos Nazario y Celso, cuya piedad todos hemos también de imitar, ya que
nuestro Señor ha querido ilustrar a estos santos con tantas maravillas, y
hacerlos tan gloriosos en la santa Iglesia.
Oración: Rogámoste, Señor, que
fortalezca nuestra fe la santa confesión de los bienaventurados mártires
Nazario y Celso, para que consigamos de tu bondad el auxilio de tu gracia que
sustente nuestra flaqueza. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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