Mateo XXV. 01-13 "Entonces será semejante el reino de los cielos a diez vírgenes, que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo y a la esposa. Mas las cinco de ellas eran fatuas, y las cinco prudentes. Y las cinco fatuas, habiendo tomado sus lámparas, no llevaron consigo aceite. Mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas juntamente con las lámparas. Y tardándose el esposo comenzaron a cabecear, y se durmieron todas. Cuando a la media noche se oyó gritar: Mirad que viene el esposo, salid a recibirle. Entonces se levantaron todas aquellas vírgenes, y aderezaron sus lámparas. Y dijeron las fatuas a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite, porque nuestras lámparas se apagan. Respondieron las prudentes, diciendo: Porque tal vez no alcance para nosotras y para vosotras, id antes a los que lo venden y comprad para vosotras. Y mientras que ellas fueron a comprarlo, vino el esposo; y las que estaban apercibidas entraron con él a las bodas, y fue cerrada la puerta. Al fin vinieron también las otras vírgenes, diciendo: Señor, Señor, ábrenos. Mas él respondió, y dijo: En verdad os digo, que no os conozco. Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora".
San Jerónimo
La semejanza de las diez vírgenes necias y prudentes, es aplicada por algunos sencillamente a las vírgenes, de las cuales unas según el Apóstol lo son de cuerpo y de espíritu; y otras solamente de cuerpo, careciendo de las demás obras; o guardadas bajo la custodia de sus padres; pero que sin embargo intentan casarse. Pero a mí me parece, por lo arriba dicho, que es otro el sentido, y que no pertenece esta comparación a la virginidad corporal, sino a todo género de personas.
San Hilario, in Matthaeum, 27
O de otro modo: nuestro esposo y nuestra esposa es nuestro Dios encarnado, pues, para el espíritu la esposa es la carne. Las lámparas que tomaron es la luz de las almas que resplandecieron por el Sacramento del Bautismo.
San Agustín, de diversis quaestionibus octoginta tribus liber, 59 También las lámparas que llevan en las manos son las buenas obras; pues escrito está en San Mateo: brillen vuestras obras delante de los hombres ( Mt 5,16).
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 12
Los que rectamente creen y justamente viven, son comparados a las cinco vírgenes prudentes. Pero los que confiesan en verdad la fe de Jesucristo, pero no se preparan con buenas obras para la salvación, son como las cinco vírgenes necias. Por lo que añade: cinco de ellas eran necias, y cinco prudentes.
San Hilario, in Matthaeum, 27
El aceite es el fruto de las buenas obras; las lámparas son los cuerpos humanos, en cuyas entrañas debe esconderse el tesoro de la buena conciencia.
Orígenes, in Matthaeum, 32
Tardando el esposo, y no viniendo pronto el Verbo a la consumación de la vida, padecen algo los sentidos dormitando y como en la noche del mundo vegetando: "Y durmieron" como obrando perezosamente en sentido espiritual, pero no abandonaron las lámparas ni desconfiaron de la conservación del aceite las prudentes. De lo que sigue: "a la media noche, pues, se dio la voz", etc.
San Jerónimo
La tradición judía es que Cristo vendrá a media noche como en tiempo de los egipcios, cuando se celebró la Pascua y vino el Angel exterminador, y el Señor pasó por encima de los tabernáculos, y los postes de los frontispicios de nuestras casas fueron consagrados con la sangre del cordero. De lo que infiero que permanece la tradición apostólica, de que en el día de la vigilia de Pascua, no es lícito despedir al pueblo antes de media noche, esperando la venida de Cristo, para que después de pasado este tiempo se tenga la seguridad de que todos celebran el día festivo. Por lo que dice el salmo: "Me levantaba a media noche a confesar tu nombre" ( Sal 118,62).
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 12
Entonces todas las vírgenes se levantan porque tanto los elegidos como los réprobos despiertan del sueño de la muerte; preparan sus lámparas, porque cuentan en su conciencia sus obras, por las que esperan recibir la bienaventuranza.
San Agustín, de diversis quaestionibus octoginta tribus liber, 59
Prepararon sus lámparas, esto es, la cuenta de sus obras.
San Hilario, in Matthaeum, 27
Tomar las lámparas, es volver las almas a sus cuerpos; y su luz es la conciencia de las buenas obras, que brilla en los vasos de los cuerpos.
Orígenes
Pero las lámparas de las vírgenes necias se apagan, porque las obras, que por defuera parecían buenas a los hombres, a la venida del Juez quedan por dentro oscuras. Por lo que sigue: Las necias dijeron a las prudentes: "Dadnos de vuestro aceite", etc. ¿Por qué piden entonces aceite a las prudentes, sino porque a la venida del Juez se encuentran interiormente vacías, y buscan apoyo fuera de sí? Como si desconfiadas de sí mismas digan a sus prójimos: porque veis que nosotras seremos rechazadas por falta de buenas obras, sed vosotras testigos de que las hicimos.
San Jerónimo
Las vírgenes prudentes responden así no por avaricia, sino por temor, pues cada uno recibirá el premio por sus obras. Ni en el día del juicio podrán compensarse los vicios de los unos con las virtudes de los otros. Aconsejan las vírgenes prudentes, que no vayan a recibir al esposo sin aceite en las lámparas. Y sigue: "Más vale que vayáis a la tienda y lo compréis".
San JerónimoEste aceite se compra y se vende a mucho precio, y se logra con mucho trabajo: no sólo con las limosnas, sino también con las virtudes y consejos de los maestros.
San Jerónimo
Como había ya pasado el tiempo de vender y llegado el día del juicio, no había lugar a penitencia ni a hacer nuevas obras buenas, y se ven obligados a dar cuenta de las pasadas. Por eso sigue: "Mientras fueron a comprarlo vino el esposo; y las que estaban preparadas, entraron con él a las bodas".
Por lo que dice: "Mientras fueron a comprarlo", manifiesta, que aunque queramos ser misericordiosos para después de la muerte, de nada nos servirá para evitar la pena; como tampoco le aprovechó a aquel rico, que fue misericordioso y solícito para con sus allegados.
San Agustín, de diversis quaestionibus octoginta tribus liber, 59 Recibidos en el reino de los cielos aquéllos que han cambiado su vida por la de los Angeles se cierra la entrada; porque después del juicio no tienen lugar los méritos ni las súplicas.
San Agustín, de diversis quaestionibus octoginta tribus liber, 59
No se dice que compraron aceite; y así debe entenderse que no quedando ya satisfacción ninguna de alabanza ajena, volvieron llenas de angustia y aflicción a implorar la misericordia de Dios. Pero después del juicio es muy grande la severidad de aquél que antes del juicio ensanchó tanto su inefable misericordia. Y por esto sigue: Y el Señor respondiendo dice: "En verdad os digo, que no os conozco". De aquí, pues, aquella regla: no sabe los secretos de Dios, esto es, su sabiduría para entrar en su reino, el que, si bien se afana en obrar según sus preceptos, no es por agradar a Dios sino a los hombres.
San Agustín, de diversis quaestionibus octoginta tribus liber, 59
No sólo ignoramos en qué tiempo ha de venir el esposo, sino que también la hora de la muerte, para la que cada uno debe estar preparado y aun preparado, se encontrará sorprendido cuando suene aquella voz, que despertará a todos.
De la Catena áurea de Santo Tomás
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